Cena familiar


El despertador no sonó, no fue preciso, Shiori se despertó sin la necesidad de este por alguna razón.

Se levanto y asomo a la ventana, la fría brisa mañanera alejo los restos de cansancio y sueño que aun quedaban en ella.
Desvío la vista y la fijo en los retratos sobre el mueble.

-Hoy los iré a visitar, espero que no les importe tener que esperar hasta la tarde para verme.­- sonrío tristemente como esperando la respuesta de aquellas imágenes y luego se dispuso a cambiarse.

Después de haber terminado con la rutina de todas las mañanas Camus e Hyoga se retiraron de la cocina dejando solos a Milo y Shiori.

-Bueno ya me voy­ -se levanto al terminar su desayuno­ -buen provecho Milo.

-Gracias. Nos vemos en la tarde.

-Ah eso.

-¿Pasa algo?

-No... no se a qué hora regrese hoy. Tengo algo importante que hacer y no sé cuánto me pueda llevar­ agrego- bajando levemente la mirada e impregnándola de tristeza.

-Esta bien- contesto sonriendo- te tendré algo listo para cuando vuelvas

-¿Algo listo?-­ repitió incrédula.

-Si-­se levanto y comenzó a caminar­ -la próxima semana se hará un mes de que vives con nosotros y supongo que puedo adelantarte el regalo.­ -y diciendo esto se retiro de la habitación dejando a Shiori algo extrañada.


***


-Es decir ¿que no te volveré a ver?­ -resonó una dulce voz de mujer

-Es lo mejor.­ -ahora era un tono frío y varonil el que sonaba

-¿Para quien?­- volvió a preguntar la voz femenina a punto de quebrarse

-Para ambos.

-No te creo. Dime mirándome a los ojos que no me amas y no volveré a molestarte.­ -dijo una joven con el semblante triste y a punto de llorar.

Frente a ella había un chico que asumió el temblante más frío que pudo, levanto la mirada fijándola en la de ella; iba a dar todo por terminado pero al último instante desvío su vista de los ojos de su acompañante y emitió

-Yo no te quiero­- y sin más emprendió su caminata de regreso al santuario.

-¡CUIDADO IMBECIL!­- grito un conductor iracundo logrando que el acuariano alejara las voces del pasado de su mente.

Camus pego un volantazo rápido esquivando un par de autos más y finalmente estaciono frente al lugar que quería llegar.

-Aquella fue la última vez que vi a Sofía. Jamás creí que volvería a buscarla y menos a un lugar así.

Miro, aun desde dentro del vehículo, la entrada de aquel cementerio y luego el ramo de rosas rojas que había dejado en el asiento del acompañante.
Las tomo, y después de averiguar exactamente donde debía dirigirse, se encamino a aquel lugar.
Sus pasos lo condujeron a la estatua de un ángel arrodillado con sus manos juntas, su rostro elevado al cielo y los ojos cerrados.
Frente a este, una placa de metal mostraba una fotografía de Sophia sonriendo y una inscripción:

Aquí descansa Sophia Clístenes.

Amada madre, hija y amiga vivirás por siempre en los corazones de quienes te quieren, a los cuales cuidaras desde el cielo como el ángel que siempre fuiste.

Camus observo por unos instantes aquella inscripción, como no creyendo lo que allí decía. Finalmente coloco las rosas sobre la placa y se inclino frente a ella mirándola detenidamente.

-Nunca creí que tendría que venir a verte a un lugar como este. Siempre pensé que me odiabas por cómo me fui, en realidad era eso lo que yo quería, quería que me detestaras con tal que te olvidaras de mi y tuvieras una vida normal pero en lugar de eso te quite parte de tu adolescencia por obligarte a cuidar sola de nuestra hija-­ cerró los ojos y apretó los puños con fuerza-­ créeme que si lo hubiera sabido habría dejado todo por ustedes, habría hecho cualquier cosa con tal de que estuvieran bien, de evitar que Shiori viera las batallas y de que sufriera por eso.Lo siento en verdad­ -algunas lagrimas corrieron por sus mejillas hasta la comisura de sus labios sin importarle detenerlas, solo quería descargar las emociones que se encontraban agolpadas en su pecho desde hace tanto tiempo.


Por otra parte, Shiori logro convencer a sus hermanos de que la dejaran ir sola a ver a su madre después del colegio. Ellos estuvieron de acuerdo ya que irían juntos en lo que la menor estaba en clases.

Una vez allí se sorprendieron de ver que frente a aquella tumba, una persona de largos cabellos aguamarina se encontraba arrodillada en completo silencio y con los ojos cerrados.

Cuando se acercaron, Camus se levanto con su típica expresión, sin el menor rastro de haber estado conmocionado.

-Buenas tardes señor Camus.

-Hola Christian.

-Na él es Camus, el padre de Shiori.

-Mucho gusto señor­ -le tendió la mano­ -mi nombre es Nahir y soy la mejor amiga de Shiori. 

Camus correspondió el gesto de la chica.

-Un placer. Bueno me tengo que ir. Adiós­ -con pasos firmes y sin mirar atrás se alejo de aquel lugar-­ adiós mi ángel.

-Con que él es famoso Camus, la señorita Sophia tenía muy buen gusto.

-Na ¿En que te quedaste pensando?

-¿Yo? En nada importante solo que si se parecen con Shiori.

-Si, algo.

Ambos chicos asumieron la misma posición en la que estaba Camus anteriormente. Dejaron un clavel blanco cada uno y permanecieron en silencio por un largo rato.

***

Shiori salió del instituto y fue directo a la, ahora, morada de su madre y sus abuelos.

Una vez allí, le sorprendió ver aquellas rosas rojas reposando frente a la tumba de su madre. Dejo algunas rosas blancas en las placas ubicadas a cada lado de la de Sophia, las cuales pertenecían a sus abuelos; por último dejo algunas a un lado de las rosas rojas, dio un paso atrás y arrodillándose fijo su vista en el nombre de su madre.

-Debes estar contenta de que te vino a ver. La verdad no pensé que lo haría pero me alegra que lo haya hecho. Y también que Na y Chris vinieran­- sonrío tristemente­ -no me llevo muy bien con Camus, aun que debo admitir que tampoco pongo mucho de mi parte pero no me sale... supongo que estoy algo resentida y como debes saber no pretendo cambiar eso. Con Milo e Hyoga es otro tema a pesar de que Milo es demasiado sobre protector-­ volvió a sonreír pero con algo de alegría. Permaneció por algunos minutos en silencio con los ojos cerrados; luego suspiro y los volvió a abrir­ te extraño mucho sabes, a los tres­ emitió desviando la vista a los dos costados­ me hacen mucha falta­ su voz se quebró y las lágrimas comenzaron a caer. Rápidamente se las seco y busco en su cuello. Saco una cadenita plateada de la cual colgaba un dije con forma de estrella de ocho puntas y un zafiro de un azul intenso en el centro.­- mira, no me lo he quitado desde que me lo obsequiaste. Aun que creo que nadie sabe que lo tengo porque siempre lo llevo oculto bajo mi ropa.

Shiori permaneció largo tiempo en aquel lugar por lo que regreso muy tarde a acuario, aun así ni en ese ni en ninguno de los templos anteriores logro ver a alguno de los ocupantes.

-¿Camus?...¿Hyoga?­- camino hasta la cocina y allí encontró una nota que leyó enseguida­ -Shiori en cuanto llegues ve al templo de Athena. Te estamos esperando. Milo. ¿Tendrá que ver con la sorpresa de la que me hablo hoy?-­ se pregunto a sí misma en voz alta.

Shiori subió enseguida hasta el último templo y se dirigió al salón del lugar. Cuando abrió las puertas, al otro lado se encontró a todos los dorados, los cinco bronces, el patriarca y Athena sentados a la mesa.
Ella se estatizo en el lugar al ver tanta gente reunida.
Al verla, Milo se levanto para ir a buscarla a la puerta

-Al fin llegas. Te estábamos esperando.

-Milo ¿Que es todo esto?-­ le pregunto bajo mientras caminaban a la mesa.

-Una cena en familia para levantarte el ánimo.

­Cena...¿en familia?­ se reformulo a si misma mientras tomaba asiento entre Camus y Milo.

La menor observo el lugar pero no dijo nada mas simplemente espero a ver que ocurría.
Al principio la cena transcurría con tranquilidad, todos hablaban amenamente en pequeños grupos. Incluso Shiori conversaba con Kiki, a quien tenía frente a ella, debido a que era la primera vez que podían conversar ya que el lemuriano pasa mucho tiempo en Jamhir; pero en un determinado momento tuvieron que detenerse a causa de los murmullos aledaños comenzaron a aumentar el volumen hasta convertirse en legítimas peleas.

-Kanon entiéndelo ¡Es MI templo y yo elijo donde van los muebles nuevos!­ -exclamaba un furioso Saga a su hermano.

-¿Estás loco o qué? Tienes un pésimo gusto.

-¿Pésimo gusto yo? Tú querías pintar la sala de ¡VERDE NAVIDAD!

-Hubiese quedado bien con los muebles rojos.­ -refunfuño al tiempo que se cruzaba de brazos y le daba la espalda a su gemelo.

Saga solo se dio una palmada en la frente.

Hacia el lado izquierdo se daba otra agradable conversación entre dos amigos:

-Te digo que unas cuantas rosas negras entre tus calaveras quedarían muy bien en tu templo, le daría un ambiente más tétrico

-Deja de decir idioteces lo único más tétrico que mi templo es verte a la mañana sin maquillaje­ -grito Death Mask ya cansado de escuchar los "consejos" de su compañero.

-Retira lo dicho cangrejo.

-Oblígame floripondio.

-¡Ya te he dicho que no me llames así!

-Te llamo como se me antoja floripondio, floripondio, floripondio...

Mientras del lado derecho el pleito lo llevaban adelante los bronces quienes no lograban hacer entrar en razón al castaño.

-Seiya te digo que no se puede. –afirmaba Shiryu

-Claro que sí, yo si puedo.

-Seiya no puedes mezclar helado de chocolate con limón es asqueroso. –replico el caballero de Andrómeda haciendo una mueca de desagrado.

-¡Claro que no!, es la mejor combinación de todas.

-Si quieres comer chocolate con alguna fruta ponle frutilla pero no limón.­ le recrimino Hyoga

-Ya dejen al burro en paz que no ven que de tanto golpe ya no le funciona bien ninguno de los sentidos.

-Gracias Ikki ... ¡Oye! Que no soy burro soy Pegaso

-Es lo mismo, los dos son caballos mutantes.

Después de escuchar, casi por obligación, las contiendas que se suscitaban a su alrededor; Kiki y Shiori solo se miraban extrañados al tiempo que todos subían mas el tono de voz para que al menos la persona que tenía al lado lo pudiera escuchar entre semejante escándalo.

A causa de esto, Shion negaba con la cabeza en claro gesto de desaprobación y hasta se podría decir que algo resignado

-Esta niña saldrá corriendo en cualquier momento.-­ se decía en voz baja a sí mismo.

En lugar de eso, los dos menores se miraron con complicidad esbozando una pequeña sonrisa para luego ampliarla y volverla sonora. Shiori primero se tapo la boca con la mano derecha, intentando contener la risa pero la emoción se volvía cada vez más fuerte hasta que no pudo más y comenzó a reír a carcajadas.

Al oír tan estrepitosa y al mismo tiempo melodiosa voz pararon en seco y observaron atónitos a la menor

-Todos ustedes son muy graciosos. –Shiori reía con los ojos cerrados. Todos se miraron entre si y poco a poco comenzaron a reír también.


Algunas horas después, Shiori estaba recostada en su cama visiblemente cansada. Rememoraba lo sucedido mientras el sueño se apoderaba de ella y sus ojos ya casi se cerraban por completo.

-Tal...­-un profundo bostezo interrumpió su confesión­ tal vez no sea tan malo estar con él.-susurro para si misma

Cerró los ojos y Morfeo la acuno en sus brazos tranquilamente por algún tiempo hasta que una extraña quimera se hizo presente:

En el sueño, Shiori se encontraba recostada en el suelo de una obscura habitación, cuando el frío que se sentía en el lugar logro despertarla.

-Mmm...­-parpadeo varias veces antes de despertar por completo­ -¿Do... donde estoy?­- miro a todos lado-­ ¿Es mi cuarto?­ -se levanto con pesadez y se abrazo a sí misma a causa del frío que sentía, camino hacia una de las ventanas­- las rosas de Dita no están. ¿Por qué?-­ levanto la vista y al no ver la luna, sostuvo con fuerza un dije que siempre colgaba de su cuello­ -tengo un mal presentimiento­ -salió corriendo del cuarto hacia la entrada del templo­- ¡CAMUS, HYOGA! ¿Están aquí? ¡MILO!... Esto no es gracioso-­ paro sus pasos en seco antes de cruzar un último umbral. El frío se había vuelto más intenso, tanto que podía ver como su aliento se escapaba de su cuerpo.

Volvió a tomar el dije, pero esta vez con ambas manos al tiempo que cerraba con fuerza los ojos y una solitaria lagrima rodaba por su mejilla.
Lentamente dio un par de pasos hacia la habitación que tenia enfrente.
No podía ver qué pasaba del otro lado del umbral, una segadora luz blanca se lo ocultaba. Cuando al fin se había acercado lo suficiente como para poder ver qué pasaba: su cuerpo se paralizo y sus ojos se abrieron desmesuradamente:

La habitación se hallaba totalmente congelada y a cada lado de esta, Camus y Hyoga se encontraban en posición de batalla.
Los labios del mayor se movieron emitiendo débiles palabras que ella no pudo distinguir para luego caer al suelo.
Después de unos instantes Hyoga repitió el acto de su maestro, dejando a Shiori totalmente conmocionada.
Ella estaba asustada, no entendía nada. Las lágrimas volvieron a caer con intensidad por su rostro al tiempo que se acercaba al cuerpo de su padre.

-¿Ca... Camus?­- se arrodillo y movió ligeramente el cuerpo frente a ella- ­Camus...­su respiración se volvió dificultosa­ -Camus no me asustes despierta... despierta por favor­ sus lagrimas seguían rodando incesantemente­- Camus, Hyoga­ -dijo al desviar la mirada al otro lado de la sala­ por favor despierten... despierten por favor ¡CAMUS!

Emitió al tiempo que se despertaba y se sentaba en la cama del susto. Paso una mano por su rostro

-Solo fue una pesadilla­ -se acomodo en el lecho junto a su pequeño peluche "viéndola" de frente y tomando el dije que colgaba de su cuello agrego débilmente-­ no había tenido pesadillas desde que hable con Hyoga, pero no creo que pueda contarle esto.


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