07; Axel


En este noche, la Luna llena se alzaba en todo su esplendor, sin el riesgo de ser opacada por las nubes. En otras palabras, esta era una noche despejada, perfecta para destruir la tranquilidad que brindaba al ambiente.

Tranquilidad.

Eso era lo menos que había entre los soldados del Reino del Crepúsculo, todos y cada uno en silencio, fuera de lo estrictamente necesario. Apenas se ocultó el Sol comenzaron a entrar en posiciones y sólo se han movido de allí los que tenían los permisos. Los pensamientos eran variados; pero algo en lo que todos podían coincidir, era el terror y la incertidumbre de enfrentarse a algo desconocido y por demás, peligroso.

El rey Axel, montado sobre un corcel negro de raza, vestido con una armadura y su espada, pasó al frente de la formación.

—Hoy, mi gente, será una noche para recordar, puesto que finalmente podremos vengar toda la desgracia que ha traído ese monstruo autodenominado princesa. Familiares y amigos han caído presas de su encanto y muchos han muerto, la única forma de librarlos de su pena es derramando la sangre de ese ser inhumano.

Alzó su espada y los demás le imitaron, soltando un potente grito eufórico, por un momento olvidando que a lo que iban a enfrentarse no eran seres humanos normales.

El rey apuntó su espada hacia aquel palacio y soltó el grito que comenzaría todo.

— ¡Al ataque!

De inmediato, unos enormes cañones con la capacidad de alcanzar grandes distancias a una velocidad envidiable fueron cargados y disparados. Fue cuestión de segundos para que estos impactaran uno tras otro contra los muros de aquel palacio.

Sin esperar a ver el resultado, las tropas avanzaron adelante, el puente advirtiendo su presencia apareció con el ancho suficiente para abarcar a una gran cantidad de personas, detrás de ellos se quedaron los encargados de la artillería pesada, que cargaban los cañones.

Mientras tanto con los residentes del palacio, el ruido despertó de inmediato a los residentes de forma humana y con ello, a las criaturas antropomórficas que les servían.

Naminé, todavía en bata salió al balcón, observando como aquellas figuras desde su posición tan minúsculas se iban acercando a gran cantidad. Ella pudo ver a la cabeza de todos al rey Axel y sus párpados se abrieron.

Venía a matar a Kairi.

Gritó, asustada cuando uno de los cañones impactó en un muro cercano a ella y observó el daño que provocó, no era mucho, apenas notorio; pero en primer lugar no tendría que ver ni un rasguño allí, esos no eran cañones normales. Se preguntó dónde los consiguió y de inmediato transmitió la orden a todos los sirvientes de defender el palacio sin matar a nadie.

— ¡Naminé! ¿¡Estás bien!?—Ventus llegó a su lado apenas se colocó la armadura. Alarmado, la revisó de pies a cabeza sólo para asegurarse de que no tenía ningún rasguño.

En cambio, la fémina le sonrió con el objetivo de tranquilizarlo; pero su sonrisa era tan tensa que falló como nunca.

—Sí, estoy bien. Pero hay que detener esto de inmediato, esas personas tienen cañones con el suficiente poder para dañar las paredes del palacio.

Ventus mostró confusión.

— ¿Cómo es posible? Los únicos reinos que conozco con tal poder son los de la Oscuridad y la Luz.

—Lo mismo digo; sin embargo, tampoco poseen la fuerza para provocar un gran daño—Naminé pausó, cerrando los ojos por inercia y sujetándose de la baranda cuando otro cañón impactó cerca del punto anterior—. Si siguen atacando de forma tan constante podría ser un problema.

Ventus miró al frente, tratando de ver a los perpetradores de tal locura y sus párpados se abrieron de par, en una mezcla de indignación, sorpresa e ira; procedió a apretar los dientes y puño, volteándose a Naminé.

—Naminé, voy a bajar y destruir esos cañones.

La fémina asintió.

—Está bien, ten cuidado y sé rápido, muy pronto saldrán los Lado Oscuro y quiero evitar que muera gente.

Ventus esbozó una sonrisa pícara.

—No los culpo, se lo merecen por pertubar nuestro tiempo juntos.

— ¡Ventus!—replicó la rubia indignada, ganando una carcajada del contrario.

Terminando de reír, el rubio se acercó al balcón, estaba listo para saltar cuando la mano de Naminé lo detuvo, haciéndolo voltear. El rubio se mostró confuso, incapaz de entender por qué era detenido; no obstante, no encontró de qué quejarse cuando los suaves labios de la fémina se posaron en su frente.

—Es para protegerte—fue la corta explicación de la rubia.

Ventus asintió satisfecho y dedicándole una última mirada, él saltó del balcón, en el aire, su yelmo se materializó, usando las paredes como impulso para llegar más rápido al puente, pasando de largo a la tropa enemiga y comenzó a correr por este.

En ese momento, la tierra y el agua comenzaron a temblar, poniendo nerviosos a los soldados menos experimentados. Del agua comenzaron a salir dos enormes y monstruosas criaturas transparentes hechas de un material cristalino. Pronto, todos menos el rey encontraron una razón para temer.

Esas criaturas eran los Lado Oscuro, seres sin vida que se guiaban por el único instinto que quedaba de lo que alguna vez fue un ser inteligente e independiente:

Destruir a los intrusos y comer.

Ni siquiera Naminé o Kairi tenían algún poder sobre ellos, esas criaturas se guiaban solas, atadas al palacio por la conexión que había entre estos. Eso era lo que la reina más detestaba, sin importar cuál fuese su poder o la cantidad de órdenes que diera, esas cosas sólo seguirían esa orden predeterminada en cada cúmulo de su ser, y es por eso, que cuando ellos salían al ataque, la muerte siempre estaría presente.

Los Lado Oscuro soltaron un grito gutural y con tal potencia que la tierra tembló. Asustados, los soldados obligados a seguir adelante corrieron con más fuerza. En ese momento esas criaturas comenzaron el ataque, con sólo un movimiento de sus manos fue suficiente para agarrar una buena cantidad de soldados, que eran aplastados y desmembrados hasta sacar el corazón de sus cuerpos y así comerlo; eso era lo único que les interesaba, lo demás lo tiraban por allí en el mundo terrenal.

Los únicos que se salvaron de aquel cruel destino fueron los que cruzaron las puertas del palacio a tiempo; sin embargo, para ese momento, debido al ataque de los Lado Oscuro, quedaba poco menos de la mitad de lo que fue originalmente.

Los Lado Oscuro no salían del agua, así que para los soldados que estaban en tierra era un alivio, excepto para los que tuvieron la desgracia de estar lo suficientemente cerca del terreno que sus largos brazos podían abarcar.

Ventus, quien finalmente llegó allí, con agilidad y sin necesidad de un arma comenzó a atacar a los soldados presentes y armados hasta los dientes. Procurando mantener su palabra, no mató a ninguno; no obstante, se permitió herirlos lo suficiente para evitar que siguieran atacando. Uno de los cañones fue apuntado hacia él y disparó, el rubio lo esquivó a gran velocidad pese a la corta distancia; en cambio, los que no tuvieron tanta suerte fueron esos soldados que estaban cerca de él en ese momento, varios terminaron muertos por el impacto.

—Deberían tener cuidado, se supone que es a mí a quien deben atacar no a sus camaradas—habló con descaro, observando fijamente a los causantes de tal fallo. De un salto estuvo frente a ellos y los desarmó, atacándolos con los puntos memorizados para hacerlos perder la conciencia.

Y por puro capricho y al escuchar varias palabras poco agradable dirigidas hacia su princesa, le rompió las piernas a todo y cada uno de los soldados vivos. Los que tenían las piernas rotas para compensar terminarían con los brazo rotos.

En los terrenos del palacio, Axel junto con los restos de su ejército comenzaron a luchar. A diferencia de Ventus, esas criaturas no tenían ningún interés en lastimarlos debido a las órdenes de Naminé.

Dejénlo pasar.

Por algún motivo que Axel no entendió, esas criaturas dejaron de prestarle atención a él. Lo que tomó como una señal para avanzar, dejando a todos atrás, el pelirrojo entró al palacio, moviéndose entre los inmensos pasillos como si los conociera. No era algo que comprendía, por supuesto; no obstante, había una vocecita que le susurraba por dónde ir y él, embelesado por el deseo de clavar su espada en ese cuerpo hasta que la vida lo abandonase, se dejó llevar por esa voz.

Al estar frente a cierta puerta, el silencio llenó su mente, por lo que supuso que había llegado a su destino. Apretando el mango de su espada, pateó un par de veces con monstruosa fuerza esa puerta hasta que esta cedió.

Allí la vió de frente a frente, sentada en el borde de la cama. Ella lo miraba fijamente, inmóvil, poco después, abrió la boca, queriendo decir algo.

— ¡Tú...!—y antes de que pudiera formular un sonido, Axel se abalanzó hacia ella, con la zurda tomándola del cuello, alzándola en el aire—. ¡Juro que te haré pagar por cada segundo de tu existencia!—esa y más maldiciones salieron de sus labios, mientras apretaba sin ningún tipo de compasión el cuello de Kairi. La fémina se retorció, colocando sus manos sobre las muñecas de su captor. Fue entonces que Axel la lanzó a la cama, colocándose encima de ella para neutralizar sus movimientos—. ¿En serio esta es la cara de la asesina de mi hijo? Esperaba que fueras diferente—con una mano tomó un mechón de cabello, jalando de él ligeramente—. El color de tu cabello es diferente; pero esa cara, sí, esta cara...—procedió a apretar el rostro de Kairi, la zurda abarcando todo el rostro de la fémina—. ¡Esta es una cara que nunca podré olvidar! ¡No sé qué me hayas hecho, pero ahora que volviste me aseguraré de que no vuelvas a maldecir a nadie más!

Admitía que le sorprendió la manera en que esta apenas se esforzaba lo mínimo en forcejear, apenas mostrando expresión en ese rostro. Ah, pero esos ojos, él conocía muy bien esa mirada, era la misma que el de una niña asustada, hacía un buen trabajo en no dejarlo a relucir en todo su ser; no obstante, él se encargaría de que la rueda girara a su favor.

— ¿Unas últimas palabras? Aprovecha, después de esto sólo te voy a permitir gritar—cuestionó Axel, su espada alzándose por encima de esa roja y alborotada cabellera.

La princesa lo miró con un toque de desdén, exhausta.

—Deberíamos hablar antes.

—Tarde. ¿No pudiste pensar en eso antes de arrebatarme a mi familia?—Kairi mostró un poco de molestia ante esas palabras, abriendo la boca para decir algo; sin embargo, Axel volvió a apretar su cuello, con tal fuerza que Kairi jadeó—. Ya perdiste ese derecho, escoria. ¡Ahora prepárate!

Kairi observó como el brillo de la luz se reflejaba en esa espada, iluminando ligeramente su rostro y el de su atacante. No podía moverse, por más que quisiera hacerlo el peso de ese hombre era mayor a su fuerza.

Por eso odiaba estar incompleta, aunque nunca lo diría explícitamente.

— ¡Kairi!

Escuchó un desesperado grito, trayendo consigo que el cuerpo de pelirrojo sea aprisionado en un torrente de agua y empotrado contra la pared. Su salvador corrió a tocar el agua, la cual se cristalizó de inmediato, impidiendo al rey escapar. El dolor repentino, más la sorpresa de ese ataque provocó en el un leve estado de inconsciencia.

Esa persona que la salvó no era nadie más que Naminé, la misma que respiraba agitada con el rostro contraído en cansancio y dolor; que ignorando la pesadez en su cuerpo se acercó a Kairi, quien no se movió ni un centímetro hasta que la rubia la tomó de los hombros y con brusquedad la acercó hacia ella.

— ¿¡En qué estabas pensando al hacer eso!?

Era la primera vez que Kairi veía a su madre así de molesta; pero no era simplemente eso, sentía las manos de Naminé temblar y también toda su anatomía, esa voz que no está acostumbrada a gritar se rompe a cada instante. Naminé estaba, no, está muy asustada, tanto que en cualquier momento podría romper en llanto.

—No iba a dejar que me hiciera nada—con un movimiento suave de manos, la pelirroja apartó el agarre de la contraria; no obstante, ésta, aún más furiosa que antes, volvió a sujetarla con más fuerza, llegando a zarandear el cuerpo de Kairi.

— ¿¡Cómo esperas que me crea eso!? ¡Estaba a punto de apuñalarte con esa espada!—sintiendo el picor en esos claros y transparentes ojos, Naminé retiró su agarre, pasando el dorso de la diestra por su rostro—. Kairi...—las manos de la reina se posaron en la suave piel de la princesa—. Kairi... Tú no estás en posición de hacer tonterías ni arriesgar tu vida... Aún no estás completa, tu poder no es ni el cuarto de lo que debe ser, en este momento eres más frágil que un humano promedio... Esa estocada pudo haberte dejado muy herida...

— ¡No soy tan débil!—con su orgullo herido, el pequeño cachorro sacó unos insignificantes colmillos a comparación de los de un adulto.

— ¡Guarda silencio si vas a decir tonterías! ¡Sabes que detesto cuando te la das de adulta cuando no eres más que una cría!—Kairi apretó la mandíbula y los puños, resignada—. Estaré débil a comparación de antes, ¡pero sigo siendo la reina! Las diferencias entre nosotras es abismal, ¡aunque yo recibiera los ataques de Axel no moriría! ¡En cambio tú...!—la voz de Naminé se paralizó forzosamente—. ¡En cambio tú...!

— ¡Chicas! ¿¡Están bien!?

Justo en ese momento, un agitado Ventus llegó a la habitación; para ese momento, Naminé le daba la espalda a Kairi.

—Yo lo estoy—la rubia respondió cabizbaja—. En cambio, Kairi... Ella fue atacada, si hubiese llegado tarde aunque sea un segundo...

El ceño de Ventus bajo el yelmo se frunció y procedió a mirar al hombre cautivo.

Le molestó mucho la idea de que Naminé usara sus poderes en su estado actual; no obstante, sentimientos más fuertes lo invadieron al ver ese rostro que empezaba a recobrar la conciencia.

Sin quitarse el yelmo, Ventus sonrió con cinismo y rencor.

—Nunca dejará de ser un estúpido.

— ¿Qué...?—Axel parpadeó. Con su vista de vuelta a las óptimas condiciones pudo observar con claridad a aquella mujer de rubia cabellera—. ¡Tú!—gritó con rabia y Naminé, sabiendo que se refería a ella, se crispó, el sentimiento de la culpa afloraba desde su pecho como un pesado yunque—. ¡Tú me arrebataste a mi hijo! ¡No puede ser que haya dos! ¡A cada una las haré pagar apenas me libere de a...!

Sus palabras fueron bruscamente cortadas cuando el caballero apuntó su llave espada, rozando peligrosamente el cuello descubierto del pelirrojo.

—Le recomiendo que empiece a cuidar sus palabras cuando se dirija a ellas dos. Aunque esta arma no parezca muy peligrosa, le juro que con ella he despedazado ejércitos enteros, como el suyo.

Axel se paralizó al escuchar aquella voz, no por el miedo, sino por la sorpresa. Tragó profundo y con voz temblorosa, preguntó.

— ¿Quién...quién eres tú?

El rubio miró a Naminé por un momento, ella los evitó a todos, insistiendo en mantenerse de espaldas con la cabeza gacha. Entonces suspiró, quitándose el yelmo y mostrando ese rostro tan parecido al de Roxas.

Y aún así, Axel supo que no era él. Conocía cada detalle de ese rostro mejor que nadie, ni aún pasando otros dos mil años sería capaz de olvidarlo.

—Ventus...—las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus ojos—. ¡Eres tú, Ventus!—jadeó, tratando de recuperar el aire, pese a aún estar prisionero, fue capaz de ignorar la presencia de esas dos chicas para concentrarse en el varón frente a él—. Sigues vivo, hijo... Yo... Yo creí que esa cosa te había asesi...

La llave espada fue clavada en la pared, a centímetros de rozar su cuello. En el rostro de Ventus no existía ningún tipo de alegría o nostalgia.

—Le he dicho que empiece a cuidar sus palabras cuando se dirija a ellas—en un rápido movimiento, sacó el arma. Ventus se irguió—. Sigues siendo un estúpido. La única diferencia es que a mí nunca me prestaste atención hasta que fue muy tarde y a ese cobarde de Roxas le diste demasiada. ¡Con tantas oportunidades y aún así las desperdiciaste con los métodos más repugnantes!

— ¡No habría tenido que llegar a esos métodos de no ser por el maldito monstruo que te llevó!—como pudo, apuntó a Naminé—. ¿¡No ves lo que te hizo!? ¡Te lavó el cerebro para que te pusieras en mi contra y para evitar que fuera a rescatarte de alguna forma bloqueó mis recuerdos hasta hace poco!

—No le eches a Naminé la culpa de que te haya abandonado. El único culpable de eso eres tú. Te he odiado desde que tengo memoria. Aunque... Tienes razón en algo—observó a Naminé, incluso se podía percibir un ápice de molestia—. Ella nunca debió entrometerse en esto.

Kairi observó con sorpresa toda la conversación.

— ¿Lo sabías, Ventus?

El nombrado le sonrió forzadamente.

—Lo suficiente. Aunque mi padre apenas y sabe lo que pasó, ¿qué tal si mi hermosa esposa lo explica por mí? ¿Verdad, Naminé?

La rubia se crispó, queriendo esconderse de esas profundas miradas, en especial la de ese hombre pelirrojo.

— ¿¡Qué es lo que esa mujerzuela va a decirnos!? ¿¡Y cómo que es tu esposa!?

— ¡Cállate o te destrozo la boca!—ese tono tan feroz y potente con el que Ventus vociferó, le hizo saber a Axel que la paciencia del rubio estaba llegando a un límite y que hablaba muy en serio sobre sus amenazas—. Naminé, empieza a hablar—ordenó, serio.

La rubia suspiró y resignada, se forzó a encarar a todos con la frente en alto; en especial, ver a los ojos a ese mismo hombre que con su sola mirada podía transmitir su deseo asesino.

—Hace dos mil años, fue mi turno de ser la siguiente reina y por lo tanto, debía de buscar a un hombre para tener a mi heredera. Muchos de ellos vinieron y fallaron, al punto de hacerme perder las esperanzas; sin embargo, un día conocí a Ventus y nos terminamos enamorando. Le hablé sobre todo lo que tenía que saber, que si me elegía no había vuelta atrás; pero a él no le importó nada de eso y me aseguró de que a su padre tampoco le importaría su pérdida. Para anunciar formalmente su retirada, Ventus me llevó con su padre; sin embargo, él reaccionó violentamente, ordenando que recluyeran a su hijo y a mí me fusilaran, desde ese momento la poca relación existente entre Ventus y su padre se desvaneció y de alguna forma, sentí que fue mi culpa, ya que ese hombre sólo tenía a su hijo—pausó, suspirando—. Escapamos sin ningún problema; no obstante, me preocupaba que Axel se la pasara sin una familia lo que le quedaba de vida, así que... Le dí unos cuantos años más.

—Concretamente, más de dos mil años—aclaró Ventus, sabiendo que ella no iba a querer alargar el cuento—. Recordar eso todavía me molesta mucho, te pedí que no te metieras en nuestros problemas familiares, y aunque tú intención fue buena, ¡mi padre no lo es ni un poco! Todo ese tiempo que tuvo lo gastó en dar una buena imagen a su pueblo, mientras que a las sombras se la pasaba teniendo hijo tras otro, hasta conseguir uno que fuera idéntico a mí, los intentos fallidos no valían nada, así que los mataba. Tu bondad y ese amor que tienes a la humanidad debería tener un límite.

— ¿Cómo...cómo es que supiste todo eso?

—Eso ya no debería importarte—el rubio se volteó hacia su padre, no había ningún indicio de calma en el ambiente—, lo importante es que ahora que lo sé, el hecho de que seas mi padre me hace querer vomitar.

Ignorando el dolor que provocaban esas palabras, Axel comenzó a implorar, envolviéndose en llanto.

—Ventus, vuelve conmigo... ¿No te das cuenta del daño que han hecho? De no ser por ellas no estaríamos aquí, esas personas no habrían muerto. Ventus, hijo mío, lo que más quiero es reparar los errores que cometí contigo.

A pesar de todo el discurso emotivo que soltaba, ya era muy tarde, para Ventus, él era incluso peor que la escoria.

La primera vez que perdió a Ventus, desde su punto de vista, fue cuando aquella mujer rubia llegó a su vida; la vez que perdió a Roxas también fue por ellas y ahora que tenía a su primogénito justo frente a él, este seguía encaprichado en ser el perro de esos monstruos.

Sin embargo, lo que él se negaba a ver es que si todo esto pasaba, fue por nada más que sus acciones egoístas. Desde que Ventus nació el rey no le dió la atención que un hijo necesita de su padre, provocando un natural distanciamiento entre ellos; y cuando finalmente le dió atención fue de la peor forma. Con quien tuvo la oportunidad de cambiar las cosas fue con Roxas; no obstante, hizo todo lo contrario que con Ventus, sobreprotegiéndolo hasta subyugar su voluntad, colmándolo de lujos y caprichos; al punto de que al no poder tener lo que quería con sólo un chasquido, fuera a obtenerlo por su cuenta, ignorando cualquier consecuencia que pudiera provocar.

Y los que vinieron antes de Roxas tuvieron un peor final, muriendo poco después de nacer al no poseer características que concordaran con las de su primogénito. Para Axel, ellos no merecían un derecho a la vida y menos la condición de humanos. Si al nacer no podían cumplir una única labor, entonces estaban condenados a ser unos inútiles.

Ventus sabía que su padre no era una buena persona, ni de lejos; pero aún así creyó que nunca cruzaría tal línea; por lo que descubrir tales atrocidades rompió la ya frágil y oxidada cadena que los unía.

No soportaba verlo más tiempo, no tendría que estar así de no ser por la intervención de Naminé. La amaba, deseaba su atención más que nada en el mundo; pero lo único que no iba a tolerar es que se metiera entre sus problemas familiares.

Apretando los puños, apartó la mirada de aquel hombre y con dureza dijo.

—Llevénselo de aquí.

De inmediato, esos seres antropomórficos llegaron, tomando entre sus manos al inmovilizado pelirrojo. Ignorando los gritos desesperados y suplicantes dirigidos a su hijo; junto con los insultos hacia las féminas que se mantenían inmóviles en su posición.

Los ojos de Kairi nunca dejaron de mirar al pelirrojo hasta que desapareció de su campo de visión, estaba inmóvil, con la diestra cerca de su cuello en donde las marcas de aquellas manos persistían en su piel.

La habitación se sumió en un silencio sepulcral, sin ningún ruido que lo perturbara. Las tropas de Axel no duraron mucho ante enemigos que aunque lograras destruir sus cuerpos, se reconstruirían como si nada. Ninguno murió; pero no se podía decir lo mismos de los que tuvieron la desgracia de caer en las manos de los Lado Oscuro.

— ¿Y bien?—quien dió fin al silencio del ambiente, emitiendo con una baja, desganada y un tanto molesta voz, fue Naminé. Ella se volteó a mirar a Kairi, quien en cambio seguía observando aquella puerta—. ¿No tienes nada para decir? ¿Por qué te dejaste hacer por Axel?

La pelirroja relamió sus labios, no le gustaba admitirlo, pero le intimidaba cuando Naminé mostraba esa aura de furia. No era común y aunque ella se esforzaba en controlarse, el efecto seguía siendo demoledor para Kairi, quien muy difícilmente se veía capaz de hacerle frente.

Sin embargo, no podía huir de ella.

—Tengo algunas preguntas.

Naminé frunció el ceño.

— ¿Qué preguntas?

— ¿Por qué la gente sigue impulsando una imagen en donde soy el monstruo?—la reina guardó silencio, esperando a que Kairi siguiera confesando—. Yo no he matado a nadie en el sentido estricto de la palabra, todos los que murieron fue porque se lo buscaron, siempre tuvieron la opción de vivir, y aún así... Lo único que escucho son insultos. ¿Por qué es así? No lo comprendo, los hombres que murieron en busca de mí fueron cegados por la avaricia y muchos de ellos cometieron actos abominables creyendo que así me contentarían.

Naminé suspiró, sabía que esta pregunta llegaría tarde o temprano; sin embargo, no podía evitar sentir que fallaba como madre y tutora al tener que responderlo.

—Kairi, eso es muy simple y a la vez un tanto complicado. Los humanos son los seres que más aprecian los lazos; de amistad, amorosos, sanguíneos o simples conocidos. Que reaccionen con odio, tristeza e ira es de lo más normal. ¿Cómo esperas que un padre reaccione cuando de un momento para otro se entera que han asesinado a su hijo y el culpable no ha sufrido ningún tipo de castigo? No le puedes pedir que haga la vista gorda. Claro, tampoco estoy de acuerdo de lo que Axel quiso hacerte; sin embargo, ¿si alguien me asesinara a mí o a Ventus, no reaccionarías mal?

—Sería natural, así que no le daría demasiada importancia. Ustedes ya están muy cerca de la muerte—dijo sin pensarlo mucho, provocando el disgusto de Naminé.

—No necesito respuestas tan superficiales—los labios de Naminé estaban fruncidos y sus ojos entrecerrados—, pero no te forzaré a darme una respuesta sincera. No ahora. Todavía eres una niña jugando a ser adulta con la misma fragilidad de una cría humana; después de todo, nosotras tenemos un poco de humanidad en nuestro ser, eso me alivia, porque sé que eres incapaz de pensar eso realmente.

La pelirroja indignada apretó sus puños, arrugando las sábanas entre sus dedos y alzó la voz.

— ¿¡Cómo te...!? ¡Sabes que odio que me subestimes de esa manera!

—No lo hago—dictó con firmeza, desde este ángulo la figura de la reina parecía estar engrandecida.

La princesa mordió el labio inferior, dudosa de expresar sus pensamientos. Sin embargo, no quiso darle vueltas.

—Estoy cansada... De todo, de esto... Odio esto y a los hombres que vinieron aquí sólo a morir. Hay veces en las que deseo no tener este deber... Odio tener que cargar con las maldiciones de los vivos y los muertos. Han pasado dos mil años desde nuestra última aparición, lo más seguro es que ese hombre destinado a mí simplemente no exista.

—Kairi, comprendo lo que sientes; pero esto es algo en lo que no te puedes permitir flaquear y mucho menos ser egoísta—la reina posó la palma abierta de la diestra por encima de su pecho—. Desde la primera de nosotras, nuestro deber ha sido ejercer el rol de juezas que decidirán por el destino de este hermoso planeta. Por nada del mundo podemos permitir, y mucho menos por nuestros caprichos, que la destrucción llegue. La mayoría de los humanos no lo entenderán; sin embargo, los dioses nos encargaron esta tarea y nuestro deber es seguir sus normas. Podemos agradecerles a ellos que nos permitieran conservar la humanidad y la garantía de que encontraremos a nuestro ser amado, aún con todos los obstáculos que se puedan encontrar en medio—una nostálgica sonrisa decoró con levedad el rostro de la rubia; en cambio, Ventus que estaba en silencio escuchando la conversación, no pudo evitar tararear contenta—. No debes perder la esperanza, la bondad nunca desaparecerá en las personas, por mucha corrupción que haya en el mundo.

Dichas estas palabras, era evidente que no había nada más por decir, o al menos algo que quisieran expresar. Murmurando un cansado "me voy a dormir", Naminé se retiró de la habitación de la princesa, siendo escoltada por Ventus.

Y todavía reticente a moverse, Kairi no abandonó su posición ni por un centímetro. De verdad odiaba todo esto.

Sentía que estaba atrapada en una profunda oscuridad, ¿cuándo aparecería una luz que la guiaría? Por el momento, no podía hacer nada más que encontrar el camino a ciegas, con el riesgo de tropezarse tantas veces que quizás un día las heridas dejen de doler.

—Hey—ignoró la voz de Ventus, abriéndose paso a través de la puerta recién abierta, dejando mostrar un rayo de luz que iluminaba cierta parte de la habitación sumida en la oscuridad. Sin inmutarse ante la falta de respuesta de la pelirroja, se sentó a su lado en el borde de la cama—. ¿Todo bien?

Kairi asintió.

—Ah, ya veo—él sonrió levemente, mostrando cierto confort. Con sólo dos dedos de la diestra, Ventus tocó la frente de la pelirroja, empujándola hacia atrás. Ambos terminaron recostados en la cama, mirando el techo—. Naminé estaba muy cansada, entre usar su poder para salvarte del loco de Axel y discutir contigo, cayó inmediatamente dormida, me temo que no despertará como mínimo en un mes. Es de esperarse, está perdiendo su poder.

Los labios de Kairi se fruncieron.

—No quiero sermones en este momento.

En respuesta, Ventus soltó una fuerte carcajada.

— ¡Sabes que ese no es mi papel!—el rubio tomó una fuerte inhalación para recuperar la compostura. Fue entonces que una relajada sonrisa se asomó en su rostro, conociendo a su hija, sabía que necesitaba mantener la calma—. ¿Te dolió lo que él te hizo?

Kairi tardó en responder, dudosa de abrir la puerta de sus sentimientos, no era buena en eso, después de todo.

Fue poco después de un largo debate mental que asintió, dejando salir un leve sonido de su boca.

— ¿Por qué no te defendiste?—Ventus inquirió.

—Sólo quería hablar con él, hacerle ver que esto era innecesario y que el único culpable de la muerte de Roxas fue él mismo; por eso lo dejé pasar y lo guié hasta aquí—ella tomó un profundo respiró antes de continuar, con un tono de voz más frágil y delicado que el anterior—. Pero cuando lo ví, con esa expresión llena de furia cual demonio, me paralicé, apenas capaz de mantener la compostura... Tenía miedo...

— ¿Por qué no te defendiste?—en ningún momento el caballero mostró algún signo de molestia o regaño en su voz, siempre manteniendo un tono compresivo con tal de calmar a Kairi.

—Lo quise hacer, de verdad lo quise hacer; pero ese hombre me dió tanto miedo que apenas podía moverme. Y aunque odie admitirlo, mi madre tiene razón, todavía soy muy débil, apenas y puedo crear una daga de cristal que por poco podría lograr un rasguño en esa armadura, ¿pero de qué me sirve eso si estoy siendo sometida e inmovilizada ante alguien mucho más fuerte que yo? Aún no soy como madre, que si quisiera podría provocar una gran inundación

Al verla sumergirse en la miseria, Ventus acercó a Kairi para resguardarla en un acogedor abrazo.

Permanecieron allí sin importarles el tiempo pasado, y no fue hasta que el rubio notó que la princesa se calmó que él se levantó para dirigirse a la puerta. La miró por un momento, sonriendo con fingida diversión mientras le decía las siguientes palabras.

—Será mejor que nos preparemos, apenas salga el Sol tendremos un día muy ocupado.

—Antes de que te vayas...—el caballero paró su andar, esperando que la fémina terminara su oración—. ¿Desde cuándo supiste que Axel seguía vivo?

—Poco antes de la llegada del Barón Demyx, Naminé me lo confesó—contestó, con una pequeña sonrisa, pese a que el tema no lo alegraba.

— ¿Es por eso que estabas tan distante, por no decir, desaparecido?

Ventus rió con sequedad.

— ¿Qué te digo? Amo a tu madre; pero me costó mucho perdonarle eso y necesitaba averiguar lo que hizo mi padre durante todo este tiempo. Bien, descansa.

En soledad, Kairi cerró los ojos, concentrándose en sentir los terrenos del palacio; detectando todos esos cuerpos y conociendo a su madre, supo lo que venía.

"Oh, cielos. No, por favor".

Y lo odió totalmente. Mañana sería un largo día.

Oh, cielos, que fuertes revelaciones trajo este capítulo.

¿Notaron el hecho de que si Axel es el padre de Roxas y también Ventus, siendo que Kairi es hija de Ventus, eso la haría nieta de Axel y sobrina de Roxas?

Bueno, ahí tienen el principal motivo por el que Ventus y Kairi estaban tan en contra de una relación con él 😔✋

F por Roxas.

5307 palabras, eso fue lo que me costó terminar este capítulo, ¡espero que les haya gustado y si quieren pueden darme sus impresiones!

A veces pienso que debería hacer fanarts para este fanfic, aunque no me decido porque no confío mucho en mis capacidades de dibujo; de todas formas, si llego a hacerlo será en un capítulo aparte.

Por cierto, perdonen los errores gramaticales si los llegan a encontrar, de seguro se me pasó uno.

En fin, supongo que eso es todo ¡Esperen el próximo capítulo y recuerden que los quiero!

Selemi se despide.

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