Prólogo: Almas Gemelas

Ese día, todo empezó el día de la celebración del primer cumpleaños de la princesa Mikan, en el palacio Sakura. Sus padres querían presentarla ante todos e invitaron a los otros 3 palacios de la región.
Ya estando todos reunidos en el salón principal del palacio Sakura, ambos líderes de aquel palacio dieron la bienvenida a todos y Madame Yuka desde sus brazos cargaba a la pequeña Mikan, ambas vestían un Hanfu rosado-blanco con flores de cerezo bordado. El líder Izumi llevaba un Hanfu parecido solo que con colores más oscuros.

—Bienvenidos a la celebración de mi pequeña Mikan— como siempre recibía a todos con una amable sonrisa —espero disfruten este día y que puedan conocer a nuestra pequeña flor de cerezo— sin más que decir se sentó para dar inicio al pequeño banquete.

En eso la familia Hyuuga se acercó a ellos, Kaoru y Yuka eran amigas desde la infancia. Ambas se habían hecho la promesa que comprometerían a sus hijos en caso que una tuviera una niña y la otra un niño. Madre e hijo tenían el mismo color de Hanfu representando los colores de su palacio.

— ¡Yuka! Que alegría poder verte de nuevo, tu hija es preciosa— miraba con ternura a la pequeña —te presento a mi hijo Natsume— tomó la mano de su hijo para que pudiera ver mejor a su amiga y la pequeña Mikan

—Un gusto conocerte Natsume— al igual que su esposo Yuka tenía esa amable sonrisa —ella es Mikan— le acercó a la pequeña para que pudieran verla mejor

—Mamá parece un pequeño cerezo— murmuró suavemente el niño pues tan solo ver a la niña en frente de él lo había dejado sin habla

—Oh mi Natsume está avergonzado? — una leve risa salió de sus labios frente a la actitud tan adorable de su hijo

— ¿Quieres cargarla? — preguntó la amiga de su madre —ven siéntate a mi lado para que sea más cómodo—

—Natsume no seas tímido— lo acercó más a Yuka para que se sentara a su lado — ¡anda mira que es tan linda! —

—D-De verdad puedo cargarla? — estaba inseguro porque nunca había cargado un bebé y tenía miedo que se le pudiera caer

—Ten, así sentado es más fácil— le paso con cuidado a su pequeña al niño para que la cargara entre sus brazos — ¿ves que no es tan complicado? — le dedico una dulce sonrisa

—Mmm tiene razón, es pequeña y ligera— al poder mirarla de más cerca se dio cuenta del color de sus ojos eran de un color ámbar-oliva desde ese minuto nunca podría apartar su mirada de aquellos preciosos ojos, sintió que el tiempo se congeló mientras la miraba no fue hasta que su madre y Yuka-san lo interrumpieron

—Natsume-Kun es hora de seguir comiendo— tenía una pequeña risa al ver como el hijo de su mejor amiga había quedado hipnotizado con su bella hija —después podrán ver más tiempo a Mikan—

—Podrán? — esa simple frase que hacía alusión que alguien más estaría cerca de Mikan le provocaba una sensación amarga en el pecho

—No eres el único que quería conocerla, las familias Imai y Nogi también vinieron para conocer a mi querida niña— la expresión del azabache le daba mucha risa, se nota que a futuro sería muy celoso por el cariño de su hija

—Vamos Natsume tenemos que regresar con tu padre— tomo la mano de su hijo y se despidió de su amiga —nos vemos más tarde Yuka—

Fue así como Kaoru arrastró de regreso a su hijo donde estaban sentados, le provocaba ganas de reír por la cara que le puso cuando lo alejó de la niña. Sin embargo, se sentía contenta que su hijo estuviera ya interesado en la pequeña de Yuka, era tal y como ellas querían que pasara.
Tras finalizar el banquete los padres de Mikan se fueron junto con los padres de Natsume, Hotaru y Ruka. Dejaron a las dos pequeñas al cuidado de ambos chicos, todos estaban reunidos en el jardín donde Yuka solía jugar con su hija.

Natsume simplemente se dedicaba a observar cómo ambas niñas se llevaban muy bien, él quería estar solo con la oji ámbar. Tenía que compartirla con esa chica de nombre Hotaru y Ruka lo ayudaba a cuidar de ambas.
En eso Mikan llegó hasta él gateando y extendiendo una pequeña ramita con flores de cerezo.

— ¿Para mí? — se arrodillo para tomar lo que ella le estaba dando —es bonita y huele bien— aquella flor era igual que Mikan

—Na... Nat...— balbuceaba intentado decir el nombre del chico —Nat...su...me— logro decir de a poco sorprendiendo al oji carmesí

—Dijiste mi nombre...— un pequeño sonrojo apareció en sus mejillas —Mikan— le dio una pequeña caricia en la cabeza y se acercó para susurrarle algo que solamente ambos escucharan —voy a cuidarte y protegerte siempre, no dejare que nada ni nadie te separe de mi lado lo prometo—

La pequeña no entendía mucho lo que él quería decir, pero de igual forma le dedicó una sonrisa que agitó el corazón del azabache.
En ese momento su madre regresó junto con los demás adultos. Aún teniendo solamente 3 años se daba cuenta que algo andaba mal.

Yuka se acercó para tomar entre sus brazos a Mikan y abrazarla un poco fuerte.

—Es hora de dormir mi pequeña flor de cerezo— beso suavemente la frente de la niña —despídete de Natsume y los demás—
Mikan movió su mano en señal de despedida y luego miró al azabache

—Bye bye Nat...su...me— volvió a decir como antes el nombre del chico mientras se acomodaba en el pecho de su madre

Kaoru y Yuka se sorprendieron que la niña dijera su primera palabra a tan corta edad y que fuera el nombre del hijo de la azabache.
Poco después todos se retiraron y Natsume iba pensando en que habría pasado para que todos actuaran como si estuviera por ocurrir una tragedia. Lastimamente el chico no se equivocaba, horas más tarde el palacio Sakura dejaría de tener aquellos colores alegres y ya no irradiaba esa felicidad que todos conocían.

A mitad de camino iban las tres familias cuando de repente una pequeña paloma llegó con un mensaje que venía manchado de sangre.
Esa pequeña nota detalla la caída del palacio Sakura, la muerte de ambos líderes con su pequeña hija.

—Mikan... No...No— Natsume no lo podía creer, hace solamente un par de horas que la había conocido y la perdió sin poder protegerla

—Natsume, hijo escúchame bien— su madre se arrodillo frente a él tomando sus hombros —ella sigue viva, la llevaron lejos para que el emperador no la pudiera capturar— tranquilizó a su hijo

—Pero... los padres de Mikan-chan fallecieron ¿Cómo es posible? — Ruka miraba a la mujer junto con su nuevo amigo

—Eso es porque había un hombre que era el guardián personal de la pequeña Mikan, por eso hoy día nos fuimos un momento y los dejamos solos Ruka— respondió su madre

—Fue para hablar con esta persona, su nombre es Rei Serio y él se llevó a la niña donde el emperador no pueda encontrarla— les dijo Kaoru

—Pero qué quiere el emperador con Mikan? — Natsume no entendía nada, solamente quería verla ahora mismo

—El emperador la quiere como su futura esposa, cuando se enteró de la belleza de la hija de Yuka pensó que como no pudo tener a la madre tendría a la hija— dijo con una mueca de asco la madre de Hotaru
Al oír esas palabras el azabache sintió mucho odio hacia el emperador por lo loco y enfermo que podía ser. Le había arrebatado a sus padres a Mikan, los mató sin piedad y eso no se lo iba a perdonar.

—Iremos a verla cuando todo se calme un poco Natsume, no podemos levantar sospechas y que sepan que aún sigue con vida— Kaoru conocía a su hijo y sabía bien lo que estaba sintiendo o pensando en este momento

Los días pasaron y se convirtieron en meses, Natsume se desesperaba de no poder ver a la pequeña Mikan. Sentía una opresión en su pecho como si él mismo pudiera sentir el dolor de la niña.

Por fin después de varios meses podrían ir al lugar donde mantenían a Mikan escondida. Resultó ser que el tío paterno había estado presente el día de la celebración, pero todo fue una estrategia para que nadie supiera de su existencia.

—Kaoru, Hiroshi— Kazumi Yukihira era quién venía a recibirlos —me alegro que pudieran llegar sin inconvenientes—

—Kazumi... Lamento que perdieras a tu hermano— Kaoru sabía lo importante que siempre fue Izumi para él

—Muchas gracias, vengan— les dio la espalda para alejarse y guiarlos donde se encontraba su sobrina —se quedó dormida hace poco así que por favor no hagan mucho ruido—

—Te dije que ella estaría aquí a salvo Natsume— le susurro suavemente Hiroshi a su hijo —no vayas a hacer nada imprudente—

El oji carmesí simplemente asintió pues con el solo hecho de saber que podría verla lo ayudaría a calmar esa opresión en su pecho.
Caminaron durante un rato hasta que llegaron a una de las habitaciones más alejadas de toda la residencia la razón de ello era para que nadie supiera que la pequeña Mikan se encontraba ahí, pues no podían bajar la guardia todavía.

—Es aquí, pasen— abrió levemente la puerta corrediza y dentro la niña dormía profundamente a causa de horas de llanto —Rei me comentó que ella dijo el nombre de tu hijo Kaoru, ¿es cierto? —

—Lo es, pero ¿Qué tiene que ver eso en este momento? — observaba a la niña y después al hombre frente a ella un poco confundida

—Cuando ellos escaparon Mikan no dejaba de balbucear su nombre, es como si lo estuviera llamando— explico tranquilamente — ¿Natsume sabes porque fue así? — ahora se dirigía al niño

—Le prometí a Mikan que no dejaría que nada ni nadie le hiciera daño— aquellas palabras las pronunciaba con mucha decisión y de sus bolsillos sacó un pañuelo donde tenía la rama de flores de cerezos que la pequeña le había dado —ella me dio esto—

—Kazumi... ¿Sabes qué significa esto cierto? — Hiroshi fue quien intervino ahora

—Lo sé, mi sobrina escogió a su hijo como su alma gemela— la tradición de la familia de Yuka era esa —mi cuñada hizo lo mismo con mi hermano hace años atrás—

—Mikan me eligió como alma gemela? — escuchar esas palabras lo hicieron sentir la persona más afortunada del mundo —si es así yo acepte serlo y no me arrepentiré de ello—

—Debes entender que este juramento es algo inquebrantable y que de ahora en adelante tendrás que permanecer a su lado el resto de tu vida— la mirada de Kazumi era seria no dejaría que su sobrina sufriera más de lo que sufría ahora

—Y así será no voy a apartarme nunca de ella, lo juro— como señal de ello saco una pequeña cuchilla que traía e hizo un pequeño corte en la palma de su mano apretando el puño para que cayeran unas gotas de sangre sobre la rama de cerezos

Estaba pactado el juramento eterno entre ambos, Natsume y Mikan desde ese día eran almas gemelas. Aquella noticia no sería bien recibida por el emperador, les haría la vida imposible y sabía bien como podría lograrlo. 





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