Capítulo 1: Deseo mutuo

Los años pasaron Mikan tiene actualmente 15 años y Natsume 18. Cómo prometió permaneció a su lado viéndola crecer. Pasó de ser un pequeño brote de cerezo a convertirse en la flor más bella de toda la región.
A pesar de que la ocultaron el emperador se enteró que estaba aquí y se vio obligada cada cierto tiempo a asistir al palacio sin poder ser acompañada más que por Persona (así le decían la mayoría de la gente a Rei). Cada vez que ella volvía se encerraba en su habitación junto con Natsume a llorar por horas. La angustia que sentía con cada visita era una tortura para ella.

—Natsume... Quiero escapar lejos no sé cuánto tiempo más podré aguantar las visitas con el emperador. Siempre es la misma pregunta una y otra vez si quiero ser su emperatriz— se aferraba al chico sollozando

—Te prometo que te llevaré lejos, ni ese desgraciado te podrá encontrar nunca más— besaba suavemente su cabello

En ese momento un sirviente llamó a Natsume pues era solicitado por el tío de la chica. El azabache tuvo que separarse contra su voluntad de ella no sin antes tomar su rostro y depositar un suave beso en sus labios.

—Volveré pronto sí? — apoyó su frente con la de ella —le diré a Imai que venga contigo— se separó finalmente para dirigirse con el sirviente dónde el tío de Mikan

La oji ámbar observaba como Natsume desaparecía por el pasillo. Se quedó esperando a Hotaru un buen rato, pero al ver que aún no llegaba decidió ir en busca de ella o simplemente dar un paseo para relajarse.
Caminaba por los pasillos sin rumbo fijo cuando escucho a unas sirvientas hablar, se ocultó pues sentía curiosidad sobre el tema de conversación.

—Si solo la sobrina del amo Kazumi aceptará ser la emperatriz ya no estaríamos sufriendo— comentó una de ellas

—Es cierto por culpa de esa niña egoísta estamos sufriendo y pagando las consecuencias de sus acciones—

Antes que pudiera reaccionar frente a lo que decían esas personas apareció Persona.

—Ustedes deberían dejar de hablar así sobre la sobrina de Kazumi, no querrán que se entere y las eche de aquí ¿Cierto? —

—S-Solo eran bromas lo lamentamos— ambas se disculparon y se alejaron con prisa de ahí

—Pequeña Mikan sé que estás ahí— miro hacía donde se encontraba la chica

—Rei... ¿Es cierto que todos están sufriendo por mi culpa? — la joven tenía cristalizados los ojos

—Escúchame bien— se arrodilló frente a ella tomando sus manos —no tienes culpa de nada, el emperador haría sufrir a todos de igual forma—

—Pero... Si yo aceptará ser su emperatriz todo esto terminaría y nadie más saldría herido—

—Mikan no mereces sufrir ese destino, es justamente lo que él quiere lograr— mantenía una mirada seria —quiere que te sacrifiques por los demás porque sabe el buen corazón que posees— acto seguido la abrazo con algo de fuerza —prométeme que no lo harás, no irás dónde él para aceptar esa propuesta—

—Lo prometo Rei no haré lo que el emperador desea— oculto su rostro en su pecho

—Tengo que irme a terminar unos pendientes que me quedan, no te alejes mucho Imai vendrá en unos momentos—

—Muchas gracias Rei por cuidarla ahora, puedes ir tranquilo yo me quedaré con Mikan— justo en ese instante Hotaru llegó

—Las dejaré solas, recuerda pequeña no hagas nada imprudente— de esa forma se alejó de ambas chicas hasta desaparecer por uno de los pasillos

—Mikan que sucedió? — la oji violeta conocía bien a su amiga — ¿Alguien volvió a molestarte no es cierto? —

—Hotaru... Todos dicen que por mi culpa están sufriendo los castigos del emperador— su amiga instantáneamente se acercó para abrazarla

—Sabes que no es cierto, deberías decirle a Hyuuga lo que sucede— se separó ligeramente para verla con seriedad —siempre le ocultas estos problemas detrás de una sonrisa, pero él está a tu lado para cuidarte y acompañarte es tu fiel compañero después de todo—

—Podemos irnos al jardín que está cerca de mi habitación por favor quiero estar lo más lejos posible de aquí—

Hotaru sin decir nada comenzó a caminar junto con su amiga en dirección a aquel lugar donde solían esconderse cuando pasaban cosas así. Al llegar se sentaron bajo la sombra de un árbol Sakura mirando la pequeña laguna que tenía aquel lugar.

—Mikan— Hotaru sacó a su amiga de sus pensamientos — ¿Qué te parece si cantas un poco? Eso te va a animar— la voz de la oji ámbar siempre fue melodiosa, a todos les gustaba escucharla

—Está bien— dio un profundo suspiro y comenzó a entonar las primeras frases de una canción dejándose llevar por las emociones que transmitía aquella melodía

No pasó mucho tiempo para que uno de los pequeños que vivía en el palacio de Kazumi se acercará para escuchar la dulce voz de su Onee-chan y acto seguido recostó su cabeza en las piernas de la chica. Aquel pequeño era Yoichi, él desde que Mikan llegó se le había apegado bastante.
Cuando la chica terminó su melodía el pequeño en su regazo estaba profundamente dormido.

—Regreso en un momento Mikan iré a acostar a Yoichi para que no se enferme— se acercó al pequeño y lo cargo mientras se alejaba de ahí en dirección a las habitaciones

Mikan permaneció un rato más sentada hasta que se levantó con cuidado y se sacó sus zapatos para poder entrar en la pequeña laguna. Sentir el agua cristalina en sus pies la relajaba bastante, comenzó a moverse suavemente de un lado a otro como si bailará.
No se dio cuenta de la presencia de cierto azabache que la admiraba cómo si fuera lo más hermoso del mundo. Se acercó con sigilo mientras se sacaba sus zapatos y entraba con cuidado dentro de la laguna, acto seguido rodeo a la chica por detrás quién dio un pequeño sobresalto ante aquella acción.

— ¿Te he dicho lo preciosa que te ves bailando? — susurro cerca de su oído

—N-Natsume me asustaste, ¿Hace cuánto rato estabas mirándome? — se giró suavemente para quedar frente a frente con el chico

—Solo hace unos minutos, pero también te oí cantar— la sonrisa que le dedicaba a la castaña era una llena de amor —Imai me dijo que estarías aquí mientras ella llevaba a Yoichi para que durmiera en su habitación—

—Hotaru siempre es igual— una leve risa salió de sus labios —que te dijo mi tío? ¿Por qué quería verte? —

—Era sobre la promesa que hice hace años atrás cuando tú apenas eras una bebé— apoyó suavemente su frente en el hombro de la chica

—Aquella promesa que hicimos como almas gemelas— tenía pequeños fragmentos de recuerdos de ese día —el día que mis padres...— no importa cuánto pasará el dolor y la culpa la invadía aún, esas sirvientas tenían razón

—Mikan... Mikan...— comenzó a moverla ligeramente para sacarla de ese trance, era algo que pasaba de forma recurrente —estoy aquí por favor reacciona— esta vez era peor debe ser por esas palabras que le dijo Imai antes que llegara con ella "Mikan está ocultando todo el dolor del pasado", quería saber qué significaban esas palabras. Por lo pronto en ese momento solo se le ocurrió tirarse al agua con la chica para que reaccionara

—P-Por qué hiciste eso? — en efecto ella reaccionó a esa acción

—No estabas respondiendo a mis palabras y tuve que hacerlo para sacarte de ese trance— la abrazó con fuerza

—Natsume... Lo siento no quería preocuparte es solo que— tenía que decirle la verdad —van varios meses donde las sirvientas dices que soy egoísta y que todos sufren por mi culpa, si me entrego al emperador todo aquello se acaba...— no pudo terminar porque los labios de Natsume la callaron

—¡No digas nunca eso! — en su mirada había dolor —me niego a entregarte a ese imbécil, esas sirvientas solo hablan por hablar— acto seguido la volvió a besar mientras la agarraba con fuerza de la cintura de manera posesiva
Mikan simplemente correspondió a su beso y rodeo con sus brazos el cuello del chico enredando sus dedos en aquel cabello azabache. Se separaron por la falta de aire juntando sus frentes con la respiración agitada.
De un momento a otro Natsume recordó que la había lanzado dentro de la laguna y ahora el Hanfu que traía puesto Mikan se le pegaba al cuerpo trasluciendo sus pechos bien formados.

—Natsume ¿Que sucede? Estás muy rojo— la chica posó con cuidado la mano en una mejilla del azabache

—M-Mikan el agua está provocando que se te pegue la ropa y se transparente todo— mantenía fija su mirada pues el cuerpo de ella lo tenía embobado

—P-Pervertido! — la chica lo empujó y salió como pudo corriendo olvidando sus zapatos lo cual provocó que se hiciera heridas en sus pies, pero eso no la detuvo hasta llegar a su habitación y encerrarse dejándose caer en el suelo por lo agotada que estaba debido a todo lo que corrió —Natsume es un pervertido...— el chico a veces si se pasaba con lo pervertido que era y eso la avergonzaba mucho

—Mikan soy Hotaru déjame entrar— la oji violeta tocaba la puerta suavemente, cuando escucho la afirmación de su amiga entró con cuidado cerrando nuevamente la puerta —escuche unos gritos que provenían de la laguna, Hyuuga hizo algo no? — la azabache echaba fuego por los ojos, si ese estupido se atrevió a hacerle algo a su amiga se las vería con ella

—Hotaru...— se acercó a ella —Natsume no hizo nada todo fue un malentendido, pero sabes que yo me avergüenzo sobre todo porque Natsume ya tiene 18 y yo aún soy una niña de 15— a veces la diferencia de edad la hacía sentir mal pues era bien sabido que el oji carmesí tenía mucha fama en la población femenina —no tiene sentido que él esté con alguien como yo—

—No digas eso tonta— se levantó para ir por una toalla y un Hanfu limpio —tienes que cambiarte y darte un baño si sigues con la ropa mojada puedes enfermarte— dejo todo encima de la cama y ayudó a la oji ámbar a llegar hasta el pequeño cuarto de baño —anda desvistete mientras yo pongo agua caliente— la oji violeta salió en busca de las cubetas con agua caliente

Mikan simplemente comenzó a desvestirse capa por capa hasta quedar completamente desnuda, estar así frente a Hotaru nunca le dio vergüenza después de todo, siempre se criaron juntas y dormían también en la misma cama desde que eran unas niñas. Observó su reflejo en el espejo que se encontraba en el cuarto de baño su cuerpo se había desarrollado bastante conforme los años pasaron, pero aun así se sentía una niña para Natsume. La voz de su amiga la sacó de sus pensamientos.

—Ven esta lista el agua— la castaña simplemente asintió para acercarse a la pequeña tina de madera y entrar dentro dejando que el agua la cubriera por completo menos su cabeza —luego voy a curar tus pies por correr descalza te hiciste unas cuantas heridas y no lo notaste eres descuidada— ayudó a la chica a bañarse y luego de que ella se secara bien le extendió el Hanfu que había escogido para que se vistiera

—Hotaru gracias, siempre me cuidas y estas a mi lado en mis peores momentos— abrazo a su amiga —te quiero mucho Hotaru—

La oji violeta la acompañaba en todo momento pues al ser ambas mujeres compartían habitación cada vez que ella venía de visita lo cual después de un tiempo fue constante y terminó quedándose de manera permanente diciéndole a su familia que no dejaría a Mikan sola, era frágil debía cuidarla además que había perdido a sus padres a corta edad lo cual le genero un trauma que solamente ella sabía. Ni siquiera Hyuuga quién era prácticamente la pareja de la oji ámbar, eso en parte la hacía sentir especial pues Mikan confiaba en ella más que en nadie.

—Yo también te quiero mucho Mikan, ven siéntate tengo que curarte esas heridas— acto seguido la castaña tomó asiento en la cama mientras la azabache limpiaba y curaba las heridas de sus pies —por cierto Hyuuga te dejo tus zapatos fuera de la habitación, creo que estará preocupado sería bueno que después ambos puedan hablar— termino de curar y vendar los pies de la chica —no te presiones mucho sabes que no me gusta verte llorar— antes de retirarse la abrazo con fuerza depositando un beso en su frente

Su amiga tenía razón debía buscar a Natsume para pedirle perdón por salir corriendo así, pero tenía miedo que él estuviera enojado con ella y no quiera hablarle. A pesar de eso se dirigió a la habitación del azabache sus pies aún dolían, aunque no le importaba necesitaba aclarar todo con el chico. Al llegar frente a la puerta donde dormía él un miedo se apoderó de Mikan y se estaba arrepintiendo de haber venido justo en el momento cuando iba a dar media vuelta de regreso una mano sostuvo su brazo, sabía bien que era del azabache.

— ¿Por qué te vas? — su mirada no era de enojo más bien parecía que estaba triste —quédate por favor Mikan— sin esperar la respuesta de la chica la jalo dentro de su habitación rodeándola con sus brazos

—N-Natsume yo... Lo siento por irme y dejarte ahí tirado en el agua no era mi intención— correspondió a su abrazo cerrando sus ojos, estar entre los brazos del chico la relajaba mucho

—No estoy enojado, solo pensé que había hecho algo para hacerte sentir mal— susurraba cerca del oído de la chica —yo lo siento si te hice sentir incomoda esta tarde Mikan de verdad no era mi intención sonar como un pervertido—

—Está bien sé que no eres así— se separó ligeramente —solo venía a pedirte perdón por salir corriendo, debo volver a mi habi...— no pudo terminar porque el azabache la acorralo contra la pared de la habitación

— ¿Qué sucede Mikan? Estás ocultando algo hace ya tiempo y no tiene que ver con lo que dicen las sirvientas— aquella mirada carmesí la puso nerviosa delatando que él tenía razón —por favor dime que sucede—

—Natsume... Dime ¿Por qué estás con alguien como yo? Todo es por esa tradición de mi familia, no debes sentirte atado a mí por eso, a tu lado sigo siendo una niña y hay muchas otras mujeres que son mejores que yo— en ese momento tuvo que bajar la mirada para ocultar las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos

—Estoy contigo porque me enamore de ti desde el primer día en que te conocí, sentí una gran atracción que me impedía apartar mi mirada— con una mano tomo el mentón de la chica para que lo mirara —a mis ojos ya no eres una niña para mi ahora eres una mujer— daba suaves caricias en su mejilla

—Y-Yo igual me enamoré de ti ese día por eso te di esa rama de cerezos y por eso tu nombre fue la primera palabra que dije— confesar aquellos sentimientos tan profundos provocaron un sonrojo muy notorio en sus mejillas

—No sabes lo difícil que ha sido para mí contenerme esperando a que alcances la mayoría de edad y por fin que seas completamente mía— las últimas palabras salieron con un tono ronco y sin poder evitarlo hundió su rostro en el cuello de la castaña bajando sus manos a la pequeña cintura de ella, el cuerpo de Mikan lo volvía loco más aún recordando aquel momento en la laguna
Ahora la chica entendía porque él se comportaba así a veces, estaba controlando aquellos deseos. No se imaginaba el dolor que debía sentir el chico cada vez que estaban en situaciones tan íntimas como estas o lo ocurrido hoy en la laguna.

—S-Será mejor que me vaya a mi habitación Natsume...— intentando separarse emitió un pequeño quejido de dolor, había olvidado las heridas en sus pies y esto provocó que su cuerpo se fuera de lado

—Mikan! — por suerte los reflejos del azabache eran buenos y alcanzó a sostenerla en sus brazos —que paso? ¿te hiciste daño? — la preocupación lo estaba ahogando

—S-Solo me lastimé los pies cuando salí corriendo esta tarde— desvió su mirada —no es nada grave solo fueron unos pequeños cortes—

—Dices que no es nada, pero mira estas sangrando— suspiro algo molesto y la cargo estilo princesa hasta dejarla con cuidado en la cama

—Perdón por hacer que te preocupes...— bajo la mirada un poco avergonzada —estoy bien de verdad Natsume—

—No te iras hasta que revise bien tus heridas y pueda curarlas de nuevo— se arrodillo frente a ella quitándole las vendas —según tú esto es estar bien, pero tus pies están muy heridos y me duele verte así—

El azabache se alejó en dirección a un armario que tenía de donde saco un poco de vendas y otras cosas más para curarla, volvió a arrodillarse mientras que con sumo cuidado le curaba aquellos cortes. Al terminar su tarea mantenía uno de los pies de Mikan en su mano, eran tan pequeños tan delicados como ella.

—Natsume? ¿Estás bien? — comenzó a preocuparse que él no se moviera —puedes levantarte ya—

—Mikan...— su voz se escuchaba de forma ronca y sin poder evitarlo más se levantó para colocarse encima de la chica —no sabes cuanto te deseo es difícil para mí seguir conteniéndome— no espero ninguna respuesta por parte de la castaña y acto seguido la besó, pero este estaba lleno de deseo

Ella dejó que su cuerpo cediera al amor y deseo que sentía por el chico, desde el fondo de sí misma deseaba a Natsume tanto como él lo hacía por ella. Rodeó su cuello con ambos brazos para corresponder de mejor manera al beso que el oji carmesí había iniciado.
Aquella acción no pasó desapercibida por el chico, pero antes de seguir quería estar seguro que ella no se arrepentiría después.

— ¿Estás segura de esto? Una vez que empiece no podré detenerme y no quiero obligarte— a pesar de no poder contener más el deseo siempre pensaba en ella, en evitar dejarse llevar por sus deseos egoístas

—Quiero esto al igual que tú desde hace mucho tiempo— colocó una de sus manos en la mejilla izquierda del chico —te amo Natsume— aquellas palabras eran dichas con total sinceridad

—Te amo Mikan— apretó con suavidad la mano que tenía la chica en su mejilla —desde ahora y siempre más que a nadie—

De esa forma retomo el beso, pero cargado de más deseo mientras que de a poco pasaba sus manos por el cuerpo de la chica quitando con suavidad las prendas que traía. Ella no sabía qué hacer simplemente se dejaba llevar y para cuando quedó totalmente descubierta sintió mucha vergüenza por lo que se cubrió con sus brazos ocultando lo más posible su cuerpo. Al azabache le causó ternura.

—No tienes que cubrirte, eres hermosa déjame verte más por favor...— tomo ambas manos de la chica separándolas a los lados para apreciar su cuerpo —recuerda siempre soy el único que puede ver tu cuerpo, eres por siempre mía— se separó ligeramente para quitarse también su ropa

—Por siempre de Natsume...— aquellas palabras las repetía de manera que se lo juraba lo rodeo con sus brazos nuevamente cuando el chico termino de quitarse la ropa

Esa noche fueron uno solo, sabían que aún no debían hacerlo, pero su deseo era mutuo y después de todo terminarían casándose igual. Quizás los regañarían por acelerar las cosas aunque eso ya no les importaba, se amaban y estarían juntos el resto de sus vidas. Era una lástima que después de compartir ese encuentro tan íntimo toda su felicidad se vería alterada y deberían luchar con una separación. 

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