[9]

La familia real salió del balcón, volviendo a encontrarse en la habitación de antes. Dylan sentía que tendrían que hacer algo, y rápido. La paciencia de los darmados se agotaba, y con ellas, las suyas propias. Les miró a todos, intentando encontrar algún signo o mensaje en sus ojos. Nada. Lo que sí podía sentir era la preocupación de todos.

—Algo tenemos que hacer —dijo Dylan, rompiendo el silencio tan incómodo que había en ese momento.

Nadie contestó seguido. Eso les hizo cambiar las preguntas de su mente, ¿cómo actuar? Era más difícil de lo que podían imaginarse.

De repente, Dylan se sobresaltó al escuchar el ruido de la puerta, se giró, y vio la tímida cara de Sin asomar por la puerta.

—Reyes, tenéis una llamada —dijo señalando con el dedo el exterior de la sala.

Isla y Azariel asintieron y salieron de la habitación, dejando solos a Greta y Dylan.

—Genial, ni en estos momentos pueden quedarse —dijo Greta, indignada—. Tendremos que movernos nosotros.

—¿Alguna idea? —La cabeza del chico estaba más desordenada que nunca.

Greta miró a través del cristal que daba al balcón, en el que hacía un momento habían estado, y observó cómo la gente se iba evaporando en tan solo segundos, siguiendo con sus vidas.

—¿Y si le seguimos? —Se giró rápidamente, quedando justo en frente de su hermano.

—¿Qué?

—Podemos averiguar si está buscándola, ayudarle... Piénsalo.

Dylan pareció dudarlo un momento, pero al segundo negó con la cabeza. La idea de ayudar a sus padres y al pueblo en general era muy atractiva, pero al empezar a pensar en las consecuencias que podían suceder...

—¿En qué nos hemos convertido? ¿En espías? No cuentes conmigo —Se cruzó de brazos.

—De acuerdo, iré sola —respondió Greta, y desapareció tras la puerta.


Dylan pensaba haber decidido bien, se quedó mirando la puerta, esperando a que se abriera de nuevo. Estaba seguro de que había dicho lo que quería, de que se había quedado contento con su decisión... Sin embargo, ahora se encontraba al lado de su hermana, siguiendo desde la distancia a Luca.

Bufó por enésima vez y miró a Greta.

—¿Estás segura de esto? —le preguntó con una mirada muy seria.

—Totalmente, además, piensa que vamos a ayudarle a él y a los demás —Sonrió—. Nadie pierde nada, dos por uno.

Dylan siguió sin estar totalmente convencido, sentía en lo profundo de su cuerpo que no sería muy buena idea, pero llevaba mucho tiempo sin pasar un rato así con su hermana.

Greta le dio un codazo cuando vio que su objetivo se acercaba a la salida del pueblo. Millones de preguntas asaltaron a Dylan, ¿de verdad iba a buscarla? Esperaron un momento en completo silencio. Se escondieron detrás de un edificio cercano e intentaron aguzar el oido. Luca estaba hablando con el guardia de la puerta.

—No puedo permitirte pasar —dijo el guardia con tono neutro.

Llevaba el uniforme oficial y miraba serio al chico.

Dylan no pudo escuchar perfectamente la respuesta de Luca, pero vio negar de nuevo, con la cabeza, al guardia.

—Órdenes de la familia real —volvió a hablar el guardia.

Dylan y Greta se miraron instantáneamente, ¿qué? Eso no era posible, ellos querían que buscase a su hermana, ¿cómo iba a hacerlo si...?

Greta siguió con los ojos a Luca, que se alejaba del lugar por el mismo camino que había llegado.

—Tiene que ser un error... —susurró Greta—. No tiene sentido.

Dylan le tapó la boca cuando Luca se acercó a donde estaban, pero por suerte, no les vio escondidos tras el edificio. Esperó a que el chico se alejara y le dejó hablar.

—Creo que tenemos que hacer algo —retomó lo que decía Greta, que recibió un asentimiento de parte de su hermano—. ¿Hablamos con él?

Dylan miró hacia el guardia, pensando en si sería mejor preguntarle a él. Luca se alejaba, así que Greta decidió sin usar palabras, agarró del brazo a Dylan y empezaron a acercarse al darmado.

Luca se dirigía a su casa con paso rápido. Había estado planeando escaparse del pueblo, pero el guardia no le habría dejado pasar ni aunque le hubiese puesto excusas. No entendía del todo la situación, ¿cómo iba a buscar a su hermana si no podía salir del pueblo? Era evidente que ella no estaba allí. Estaba fuera. Recorrió la zona con sus ojos amarillos anaranjados y pudo ver entre la gente dos caras conocidas.

Se paró de golpe e intentó localizarlos, pero ya no volvía a verlos, se lo habría imaginado. Llegó hasta la puerta de su casa y abrió la puerta. Entró y se giró para cerrarla, pero se encontró a dos darmados muy conocidos: el príncipe y la princesa. Sospechaba que ellos eran los que le estaban siguiendo.

—Buenos días —saludó Greta—. Esperamos no molestarte.

Luca intentó leer las intenciones de ambos en sus rostros, pero no localizó nada que le pudiese ayudar.

—Si es por lo de la leyenda, o lo que dijo vuestro abuelo... Como lo queráis llamar —dijo instintivamente—. Ya lo he intentado, no puedo, ¿de acuerdo?

—No es por eso —dijo Dylan, pero lo pensó un momento—. Bueno, sí.

—De causalidad te hemos visto con el guardia —Greta señaló la dirección con el pulgar—. ¿Por qué no te ha dejado pasar?

Luca se cruzó de brazos en la puerta.

—Vosotros sabréis.

Otra mirada entre Greta y Dylan, que acabó directamente sobre los ojos del chico.

—¿No lo sabéis? —preguntó Luca sorprendido.

—¿A qué te refieres? —dijo Dylan.

Luca les contó que no le dejaban salir, pero que le estaban presionando para encontrar a su hermana, cuando era prácticamente imposible.

—¿Por qué no te dejan salir? —aventuró Greta.

—Por si me voy para siempre —dijo Luca, pero su mente le gritaba que era verdad, que hacían bien. Tragó saliva—. Ya sabes, desconfianza.

Los ojos de Dylan se abrieron.

—¿Hace cuánto tiempo no puedes salir del pueblo? —preguntó Dylan sin creerle del todo.

—Nunca ha estado abierta la puerta para mí —Les miró fijamente—. No sé si ya lo sabíais o no, pero eso es lo que hay. ¡Ah! Y le vais diciendo a vuestros padres que no esperen que dentro de una semana la haya encontrado.

Luca se giró y empezó a cerrar la puerta.

—¡Espera! —Dylan interpuso su mano entre la puerta y la pared—. ¿Estás seguro de que los reyes lo saben?

Luca frunció el ceño.

—¿Por qué?

—No creo que se equivocasen en una cosa así, eso estaría escrito de antes, o dicho, no lo sé... —dijo Dylan—. Pero te aseguraría que ni siquiera se les pasaría por la cabeza.

Luca lo pensó un momento, pero todo el rato se le cruzaba un mismo pensamiento. Podía ser verdad que no lo supieran, sin embargo, tampoco le interesaba la idea de ser rey. Miró a su alrededor, de nuevo, un montón de darmados se estaban reuniendo allí cerca. Les invitó a pasar y cerró la puerta, dejando claro que no quería que les escuchasen. Se sentaron en el sofá, y Luca apoyó los brazos en el respaldo de un asiento.

Dylan observó la habitación, pero sus ojos volaban a cada segundo a la estantería repleta de libros que había en una de las paredes. La voz de su hermana le devolvió a la realidad:

—¿Puedo hacerte una pregunta?

El chico se giró hacia ella, y Dylan los miraba atentamente.

—¿Tú quieres ser rey? —preguntó directamente, sin esperar respuesta por parte de Luca.

La habitación se quedó en completo silencio, escuchándose únicamente los susurros de la gente del exterior. Luca abrió la boca para contestar, pero al segundo la cerró. Eso le bastó a Greta para entender lo que quiera decir.

—Mirad —suspiró Luca—. Yo no he querido, ni quiero, ni querré ser rey... Lo siento si eso es un obstáculo, pero simplemente no soy para eso.

Dylan y Greta no mostraron signos de sorpresa, de hecho, les parecía completamente normal, puesto que el pueblo y él tenían un odio mutuo. Podría haberse evitado, pero ahí estaba.

—¿Y si así es mejor? —Pensó Dylan en voz alta.

—¿Qué? —dijeron Greta y Luca al unísono.

Dylan se levantó de su asiento y sonrió.

—Tú no quieres ser rey... Y por ahora no puede ser —dijo—. No está tu hermana, así que no se puede cumplir la leyenda.

Greta frunció el ceño, pero al momento mostró la misma sonrisa que su hermano.

—¡Claro! —exclamó—. Tenemos que hacerle ver a nuestros padres que no hace falta esperar al momento.

Luca dejó ver un ligero gesto de alegría en el rostro.

—No tendría que ser rey...

—Podrías buscar a tu hermana —dijo Greta.

—El pueblo estaría más tranquilo con una corona más estable —añadió Dylan.

Se dedicaron sonrisas cómplices y asintieron.

—¿Cómo lo haremos? —preguntó Luca.

Greta y él se giraron a Dylan, que volvía a mirar la estantería.

El chico de ojos amarillos se colocó al lado del príncipe y le puso la mano en el hombro, asustándole.

—¿Te gustan los libros? —Sonrió de lado.

—Mucho —respondió por él su hermana.

—Puedes llevarte alguno —dijo Luca y Dylan le miró—. Solo si quieres.

El príncipe se acercó a la estantería con brillo en los ojos.

Luca y Greta se miraron y empezaron a reír. La chica miró por la ventana y se imaginó haciendo del pueblo un lugar mejor junto a su hermano. Se giró y miró a Luca.

—¿Cuándo empezamos?


¡Hola! Siento el retraso.

¿Qué tal la historia? ¿Tenéis algún personaje favorito? Os leo ❤️🎵

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