[6]

Un darmado de unos 22 años, de pelo marrón con algunas mechas azules y profundos ojos marrones con un brillo especial estaba sentado en un sillón elegante y poco cómodo, esperando noticias. No era nada más ni nada menos que el príncipe. Se llamaba Dylan, que significaba "marea". Tenía un libro de tapa roja entre las manos, pero casi no se enteraba de lo que estaba leyendo.

—Deberías de dejar esos mundos fantásticos y centrarte en la vida real —le dijo una voz, que hizo que apartara la vista de las páginas.

Era el rey, que estaba aparentemente más nervioso que él. Se parecía mucho a Dylan, solo que el color de su pelo y ojos era más oscuro. Se llamaba Azariel, que significaba "el que domina el mar".

—Vale... —Lo cerró fuertemente y lo dejó en una mesa cercana.

Estaban en una habitación grande, quizás demasiado para cuatro personas. Era el salón, que tenía una decoración de aspecto antiguo pero que le daba un toque lujoso a la estancia. Los asientos daban buena imagen visual, pero no era tan agradable tenerlos cuando te sentabas. Habían algunos toques de color, sobre todo rojos y algunos amarillos; tampoco faltaba un poco de azul.

—Papá, deberías de dejar de ponerte de mal humor cuando esperamos a Sin —entró la princesa Greta en la conversación.

Greta significaba "perla", nada que llevase la contraria a su perfeccionismo. Tenía el pelo rubio, casi blanco, cosa que había heredado de la reina. Sus ojos eran marrones pero con un ligero toque de azul.

—La gente está esperando —dijo Azariel refiriéndose al pueblo.

—Ya lo sé, pero llevamos así ya unos 5 años —Se cruzó de brazos Dylan.

Azariel se levantó de su asiento al escuchar el sonido de la puerta que estaba a sus espaldas, se giró rápidamente. Greta intentó imaginarse a Sin entrando con una gran sonrisa y buenas noticias, ¿o no tan buenas? En fin, las noticias que esperaban.

Sin entró serio, haciendo que las esperanzas de todos desapareciesen de repente. La sonrisa en los labios de Greta se desdibujó.

—Veo que estáis reunidos —dijo Sin nervioso, su mirada era baja, así que no hicieron falta palabras.

—¿Y qué le vamos a decir a todo el mundo? —dijo más alto de lo que hubiese querido Azariel.

—A ver, cálmate —intervino Dylan levantándose del asiento.

Siempre pasaba lo mismo, no sabía porqué se molestaban en intentarlo de nuevo.

—El chico no la está buscando, es evidente —dijo el príncipe mirándolos fijamente.

Azariel suspiró.

—La pregunta es porqué —dijo Sin, metiéndose en la conversación.

Todos se giraron hacia él, que se había quedado en un segundo plano. Sin se alejó un poco, dándose cuenta de su error al intervenir. Greta se dejó caer en la silla en la que estaba hacía apenas unos minutos su hermano.

—Entonces... —dijo Greta—. Tendremos que hacer algo.

Dylan estaba cansado de esa conversación, ¿qué necesidad de meterle esa presión a Luca?

—No, no podemos —suspiró Azariel.

—¡Lo que escribió nuestro bisabuelo no tiene que alterar la realidad! —explotó Dylan—. Todo el pueblo pensaba que era una tontería, ¿por qué nosotros no? Nadie le creyó.

—Pero está pasando, ¿sí o no? —Se acercó el rey—. Tanto como tú, como yo, como todo el pueblo lo ha notado... No lo podemos obviar.

El príncipe se apoyó en la pared, esperando a que su hermana dijese algo. Ella le miró, y él hizo lo mismo. La chica bajó la mirada a sus manos y, acto seguido, dirigió sus ojos marrones azulados al rey.

—¿Seguro que no podemos dejarlo pasar? —empezó, y al ver que Azariel abría la boca, siguió—. Ya sé que está pasando, y que nuestro bisabuelo no lo dijo porque sí, pero es más complicado de lo que parece.

Al hablar de lo que hizo su bisabuelo, se referían a que él dijo que un darmado con poderes extraños aparecería entre ellos. Él iría acompañado de una darmado con las mismas condiciones, y uno de ellos se convertiría en el rey o reina del pueblo. Todo parecía indicar que se refería a Luca, pero no encontraban a su hermana.

Luca sabía del tema, estaba informado, y aunque quería conocer a su hermana, no quería que llegase el final de todo eso.

Dylan paró de pensar en el tema, no quería imaginarse el final, no sabía porqué su bisabuelo dijo eso. Volvió a prestar toda su atención a la conversación, su padre y su hermana seguían hablándolo.

—Sé que es complicado —dijo Azariel—. Pero lo mismo que nosotros conocemos lo que dijo, ellos también.

Estaba señalando al exterior, donde estaba todo el pueblo reunido. Dentro de unos minutos tenían que informar sobre el tema, pero estaba claro que ni ellos entendían muy bien la situación.

Por la puerta entró la reina Isla, que había escuchado los gritos y ya había terminado de prepararse para salir al balcón.

—Dejaos de peleas —dijo Isla y cruzó su mirada azul con su hijo—. Venga, no os enfadéis por estas cosas... No merece la pena.

Se acercó a Azariel y Greta y les miró a ambos.

—A ver, ¿qué haríais vosotros?

Greta y Dylan cruzaron miradas.

—Yo dejaría al chico con su vida y pondría a Dylan en el trono —dijo Greta.

Dylan era el mayor, así que en realidad le tocaba a él.

El rey miró al príncipe y luego a la princesa.

—Yo veo más preparada a Greta —dijo recibiendo un codazo de Isla y una mirada amenazadora por parte de su hijo.

—Pues mira, si yo fuese reina —empezó—. Dejaría de lado las ideas de nuestro bisabuelo y dejaría atrás el pasado. ¡Ah! Y me centraría en los darmados que hay ahora ahí fuera.

Greta se levantó del sillón y se acercó al balcón.

—Ya es la hora —dijo Sin.

Luca veía el discurso de la familia real desde la televisión, ya estaba acostumbrado a que hablasen de él sin estar allí. No le gustaba verlo, sentía más presión y más odio por parte de la gente del pueblo. Pero le gustaba jugar a contar cuántas mentiras decían.

Empezaron con los típicos saludos, se notaban tensos y distantes, algo pasaba entre ellos, y estaba reciente. Azariel se puso en el centro, con Isla al lado. Los dos hijos se quedaron un poco apartados.

Miró al balcón como si no lo hubiese visto nunca, aunque ya se lo sabía de memoria. Era azul con detalles de ese mismo color.

—Gracias por reuniros aquí —dijo alto y claro el rey—. Probablemente estaréis esperando noticias.

Un silencio se instaló en todo el pueblo, era bastante incómodo. Greta entrelazó sus dedos nerviosa y miró a Dylan, que estaba en la misma situación.

—Aún no la hemos localizado, pero entre la familia real y Luca, la encontraremos.

La primera mentira. Luca puso los ojos en blanco, no le estaba ayudando en nada.

—Con el esmero que tenemos y nuestras fuentes la encontraremos pronto —dijo Isla—. Y así, las palabras de nuestro antiguo rey se verán cumplidas.

Segundo engaño, ¿dónde estaba el esmero?

Se fijó bien, todos llevaban el signo de la realeza, o más bien dicho, un poquito de azul haciéndole un guiño a su hogar.

Siguieron hablando, pero el chico apagó el aparato y se quedó mirando la pantalla en negro, ¿por qué tenía que ser así? A veces le daban ganas de irse de allí y no volver, encontrar a su hermana, que no se enterara de nada y buscar a sus padres.

Sus padres... No sabía nada de ellos. Se cruzó de brazos, si al menos le dejaran salir de ese condenado pueblo...

¿Qué os ha parecido?

¿Nuevas teorías? ¿Nuevos secretos? ❤️

Os espero en el siguiente capítulo...

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