[5]

Dharma estaba sentada en una roca mientras que Mark, Sebastián y Alexia estaban cerca poniéndose al día. Estaban bajo el agua, así que padre e hijo respiraban porque Alexia estaba usando su magia para que pudieran hacerlo. Era como si una capa invisible les tapase.

—¿Cómo vas con tu proyecto? —le preguntó Alexia a Mark—. Era para estas fechas, ¿no?

Mark asintió sacando su móvil, buscó algo rápidamente y se lo enseñó.

—Como ya te dije, teníamos que crear una aplicación útil —recalcó la última palabra—. Así que he hecho esto.

—¿Qué es?

En la foto de inicio aparecieron las palabras: "Tu álbum acuático".

El chico sonrío y le explicó que son esa aplicación podías hacerle fotos a conchas, algas... cualquier cosa que pudieras encontrar bajo el mar y lo archivaba. Así podías estar al día de tus descubrimientos.

—¿Has probado si funciona? —le preguntó Sebastián.

—No, esperaba probarla ahora.

Se miraron entre los tres un segundo y rápidamente buscaron cosas que les sirvieran. Primero le hicieron una foto a un alga. Automáticamente, en la pantalla salió su nombre y descripción:

«Alga Darte: Tipo de alga de tono azulado verdoso curativa para algunas especies marinas...»

El texto siguió, pero Alexia se quedó con esa parte.

—¿Por eso me preguntaste sobre todas esas cosas? —preguntó Alexia.

El chico asintió con una sonrisa.

—Me dijiste que era "curiosidad" —Puso comillas.

—Y lo era —reprochó Mark—. Pero habían segundas intenciones.

Sin poder aguantarse la risa, se empezaron a reír y decidieron dejar pasar el tema.

—Espero que al menos me nombres como colaboradora —bromeó Alexia.

—Ya lo he hecho —rió el chico.

Cómo le gustaba a Alexia estar con ellos...

—¿Seguro que no hay manera de tapar mis ojos? —preguntó Alexia.

Mark se quedó pensativo.

Sebastián, que había estado al margen hasta el momento, les miró a ambos.

—Alexia —Esta se giró—. ¿Por qué quieres cambiar por lo que los demás opinen?

—No es por los demás, es por vosotros —respondió Alexia—. Por eso quiero encontrar una manera.

Lo pensó un momento.

—Bueno, si que puede que tenga que cambiar para los demás para estar con vosotros —empezó—. Pero la idea es que luego pueda estar con vosotros...

Mark miró a su padre, que parecía estar dudando algo.

La cabeza de Sebastián era como un laberinto, no sabía qué hacer, no se podía repetir aquello. Un recuerdo rápido pasó por sus ojos, morado..

—Pero al menos es cada mes y no cada año —intentó buscarle el lado positivo Alexia.

Asintieron.

Pasaron el rato hablando, y justo cuando el sol amenazaba con salir, los ojos de Alexia empezaron a dejar de brillar tanto.

—No hay más magia por hoy —dijo Alexia sabiendo lo que significaba esa simple frase de seis palabras.

Mark y Sebastián se miraron y se despidieron todos. Alexia miró la superficie del agua, la oscuridad ya se había ido prácticamente.

—Adiós —les dijo—. Hasta el mes que viene.

Vio como se alejaban lentamente y sintió de nuevo cómo se quedaba sola, a excepción de Dharma.

—Bueno... algo es algo —Sonrió Alexia—. Vamos, tenemos que volver.

Se giró y empezó a caminar seguida de su compañera.

El camino de vuelta se le estaba haciendo mucho más largo que el de ida. Era normal, al final, preferiría poder quedarse allí cerca y no tener que irse tan lejos.

Alzó la mirada, encontrándose con unas pocas ondulaciones en la línea que separaba un azul de otro.

Sin resistir el impulso, subió y se encontró con un cielo claro y, a su alrededor, vacío. No había nada, excepto un poco de la costa lejana en la que había estado hacía un rato...

—Una noche larga —dijo Paul con voz cansada exagerando la última palabra.

Dani asintió.

De vez en cuando les tocaba vigilar algunas zonas. Podía ser la costa, el centro de la ciudad o incluso con un helicóptero. Normalmente solían hacerlo por parejas, para que no se les pasara nada. Esa noche les había tocado, y aunque no había pasado mucha cosa, estar toda la noche despierto mirando a la nada se les hacía bastante cansado.

—Mira el lado bueno —le dijo Dani—. Ahora tenemos todo el día libre.

Paul sonrío pensando en lo que iba a hacer.

—Tengo una idea —dijo clavándole sus ojos marrones claro.

—Te escucho —dijo Dani mientras entraban por la puerta.

Dentro había mucha gente, más que de costumbre. Dani frunció el ceño.

—Pues mira... —Estaba diciendo Paul.

—Espera —le interrumpió Dani mirando a todos lados—. ¿Por qué están aquí todos?

Paul pareció darse cuenta por primera vez del bullicio que había.

—¿No te ha dicho nada tu padre? —le preguntó a Daniel—. Capaz pasa algo especial.

Intentaron dejar el tema de lado y Paul le contó a su compañero sus ideas: pasarse el día sin hacer mucha cosa.

—Puedes aprovechar toda la mañana y toda la tarde —Se frenó Dani al llegar junto a un banco y se sentó; Paul le imitó—. Y vas a pasarlo sin hacer nada productivo.

—Se llama descansar —Sonrió Paul—. Deberías practicarlo más.

Dani rio sin una pizca de gracia y se quedó mirando a toda la gente que había en la sala. Todos eran del equipo, pero no era normal ver a tantos allí.

—Seguro que hoy pasa algo y se nos ha olvidado —pensó Dani en voz alta.

—No lo sé —susurró Paul—. No me suena que pase nada hoy.

De repente, de los altavoces por los que solía sonar la alarma, se escuchó la voz del comandante. Decía que todos los presentes se reuniesen en el salón de actos.

—Sí que pasaba algo —dijo Paul sarcástico.

Se levantaron de su asiento y se dirigieron hacia la sala, que no estaba muy lejos de donde estaban. Al entrar por la gran puerta, vio que habían un montón de sillas colocadas. Ya había un poco de gente, así que se sentaron más o menos en el medio, en el lado de la derecha.

Fue llegando más gente, hasta que la sala estuvo casi llena. Dani observó a su alrededor con más atención. Había estado allí más de una vez, pero no más. El salón no se usaba demasiado, así que estaba un poco abandonado. Era muy grande, perfecto para aquellas ocasiones; las sillas miraban en la misma dirección, justo hacia una parte más alta, lo que sería el escenario por así llamarlo. Encima de este estaba Mateo, o más bien dicho, el comandante para muchos de ellos.

Se oían algunos murmullos, pero en general, la sala estaba en silencio.

Dani estaba entre Paul y una chica morena de más o menos su altura.

—¿Qué está pasando? —le preguntó la chica a otra persona que tenía al lado.

Paul y Dani se miraron, por lo menos no eran los únicos que no sabían qué estaba sucediendo.

—Buenos días —Se oyó una voz por encima de las demás, era Mateo—. Gracias por venir con tan poca antelación.

Ahora, todo estaba en silencio absoluto.

—Quería haceros un anuncio —siguió—. El otro día, como algunos sabéis, el rey estuvo hablando conmigo y otros compañeros.

Dani pensó que se refería a los profesores que les ayudaban a prepararse para las misiones. Evidentemente, el comandante no podía con todos a la vez.

—El rey tiene su propio sistema de seguridad, aunque en algunas ocasiones ha recurrido a nosotros —dijo Mateo—. Bien, pues ahora, vamos a ponernos directamente a su disposición. Nos llamará para cualquier acto en el que necesite protección.

Algunas voces se escucharon en la sala, ilusionada.

Dani y Paul se miraron un momento, ¿en serio? Algunas veces habían estado con el rey durante alguna celebración, pero de aquella manera no. Por la mente del primero pasó la idea de poder conocer al rey alguna vez. No era la persona que más mandaba, pero justamente en ese pequeño lugar, sí.

—Es una gran noticia, así que de vez en cuando, algunos de vosotros seréis elegidos para algunas tareas relacionas con esto —dijo Mateo.

Estuvo hablando otro rato más, pero no fue nada relevante. Algunas personas empezaron a levantarse de sus sillas cuando el comandante terminó de hablar.

Dani miraba a los que se iban llendo, él y Paul no se estaban levantando, más que nada porque no tenían ganas de meterse en todo el barullo de gente.

Al ver que la sala se estaba quedando vacía, se acercaron a la salida pasando al lado de Erik. Dani vio como torcía el gesto con signos de dolor. Dani le miró por el rabillo del ojo, nada parecía haberle hecho daño. Vio que tenía la mano dentro del bolsillo, y justo una luz azul brillante se apagó entre su mano.

Se paró un momento y se despidió de Paul, que siguió andando. Se sentó en el banco de antes y esperó, alejando de su mente aquel brillo tan raro.

Erik salió de la sala y llegó a la misma en la que estaba Dani, que se estaba levantando para irse a casa. El chico recién llegado miró a todos lados, y al no ver a Dani, volvió a tocar aquella cosa, que se iluminó. Le volvió a hacer daño, pero parecía que era poco. Lo sacó del bolsillo y la luz brilló intensamente entre sus dedos, ¿qué era eso?

¿Qué os ha parecido?


Gracias por leer.

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