Príncipe sin reino
Un príncipe sin un reino, el hijo de un traidor.
La situación no es favorable para el príncipe Drake cuando se hace la declaración formal de la aceptación por parte del Rey Beathan Granger para que se convierta en el consorte real de la princesa Hermione. Que fuera algo que esperaban no facilito las cosas como tampoco la resistencia de la corte real.
No se hicieron esperar las reclamaciones, incluso comenzaron a ofrecer a sus propios hijos como mejores candidatos como consortes, dada la situación familiar de los Malfoy y las alianzas de Lucius Malfoy con los elfos oscuros se ponía en entredicho que esa unión pudiera ser perjudicial para el reino de Talamh.
Trataron de condicionar la aceptación del príncipe Drake como consorte, siempre y cuando la princesa heredera tomara un segundo, incluso un tercer consorte de inmediato, lo que no hizo mas que enfurecer a Malfoy. No fue necesario que el príncipe alzara la voz para mostrar su indignación, le basto ver el rostro furioso de Hermes para hacerse a un lado y evitar que la sangre le salpicara cuando su bella prometida les desgarrara la garganta por sus palabras.
En ningún momento elevo la voz, incluso sus palabras eran suaves como la seda cuando se dirigió al consejo. Sabiamente el Rey siguiendo el ejemplo de Draco se contentó con hacerse a un lado sentándose cómodamente en su trono mientras su sonrisa se afianzaba. Ya había tenido el tiempo necesario para conocer el temperamento de su hija como para adivinar que ese asunto no terminaría bien para los nobles.
La princesa Hermione ya no necesitaba mantener un perfil bajo, las reformas a las leyes del reino de Talamh había sido aprobadas. El gobierno pasado únicamente patriarcal fue modificado por el Rey Beathan para ver subir al poder a la primera Reyna soberana completamente autónoma.
En su ceguera crónica subestimaron sus capacidades, creyendo que cuando subiera al tono sería incapaz de manejar el poder del reino. Estaban convencidos que seria una reina solo de palabras sometida a la voluntad del que se convirtiera en consorte o en su defecto sería el consejo real quienes tirarían los hilos para manipularle y moverla a su antojo.
Creían que si la oposición era fuerte cedería. Que si alzaban la voz la intimidarían, estaban muy equivocados.
-No necesito de su aprobación. -Dijo sin perder la sonrisa.
-Debe reconsiderarlo princesa por el bien del reino.
-Siempre pienso primero en los intereses de mi pueblo ¿Acaso lo duda? -Pregunto levantando la ceja de manera interrogante. Haciendo sonrojar a Lord Duran con la intensidad de su mirada. -Ofrece a su hijo mayor como mi consorte diciendo que es mucho mejor candidato que cualquiera, cuando por lo que sé, no tiene conocimiento alguno de combate o el arte de la guerra.
El hombre se sonrojo con ira, mas no hubo manera de refutar lo dicho. Su hijo era un político capaz pero no tenia ni idea del manejo de una espada.
Hermione se levanto con calma de su asiento, acercándose a Sir Potter que parecía estar pasándolo en grande con las caras pálidas y llenas de pasmo del concejo real, trata de disimular con poco éxito la sonrisa que tira de la comisura de sus labios. Podía ser que el príncipe Malfoy no le agradara, pero sabia de antemano que Hermes es lo suficientemente inteligente como para elegir de manera adecuada a su prometido.
Podría decir que el príncipe es un narcisista insoportable con mala actitud, pedante y egolatra, con una mala fama de don Juan, sin embargo, también admitía que es un excelente guerrero. Nunca han luchado en el mismo campo de batalla, jamás sus espadas se han cruzado pero un buen soldado reconoce a otro, además de que confía ciegamente en Dumbledore quien afirma que puede ser incluso un buen discípulo si logra convencerlo de unirse en su misión.
Cuando Hermes pide su espada no lo duda, la ofrece con una inclinación respetuosa. La ve blandirla con la maestría de un espadachín entrenado mientras gira para hacerla zumbar en el aire con rápidos movimientos.
-Debido a su intervención, ascenderé al trono en cuanto sea desposada por mi consorte, esa fueron las disposiciones que establecieron a mi padre para aprobar en conceso las nuevas leyes y reformas de nuestro gobierno, creyendo que no seré capaz de gobernar por mi cuenta, esperan tomar control de mis acciones poniendo a alguien de su elección para lograrlo. Pueden no decir en voz alta sus intenciones, pero puedo interpretarlos fuerte y claro. -Hermes acaricio casi con cariño la hoja de la espada. -Mi elección esta por encima de sus expectativas soy mas que capaz de dirigirme en una guerra, fui entrenada como un soldado y considero que cualquier carencia que pudiera tener, bien puede compensarla mi compañero de vida. Lord Draco no es solo un príncipe que fue preparado para gobernar su propio reino, es un soldado ejemplar, un guerrero.
La princesa camino sin prisa a la larga mesa tras la cual estaban sentados los hombres del consejo. El Rey Beathan desde a altura de su trono parecía lo suficientemente complacido y orgulloso de su hija como para no poder evitar sonreír abiertamente. Pudo observar desde donde se encuentra la palidez evidente en los rostros de los que debían ser los nobles mas importantes del reino, acojonados por una jovencita a la que le triplican la edad. De pie a pocos pasos de distancia el príncipe Draco también la mira con gratitud por su defensa, pero sobre todo con orgullo.
Hermione vestida como toda una dama, con los vestidos fastuosos que tenia que usar siempre que estaba en la corte o ante el consejo. La tiara de princesa brillaba sobre su cabeza y aun cuando tenia la elegancia de una joven de su estirpe, fue la soltura en la mano que manejaba la espada los hizo temblar por un momento. Recargo la punta de la espada sobre el piso de mármol, justo al frente y al centro de la mesa del consejo.
-La primera vez que pise el reino de Talamh, mi padre, el rey agonizaba, ¿Dónde estaban ustedes? Que no se dieron cuenta del complot bajo sus narices ¿Cuántos de mis hermanos murieron? Estaban demasiado preocupados por mantener sus posiciones en el caos antes que preocuparse por su gente.
-Fue el duque Rasthan quien lidero el complot. -Se atrevió a hablar Lord Duran.
Hermes sonrió con frialdad haciendo que bajara la cabeza.
-Tuvo que venir una princesa que consideraron advenediza y bastarda para mantener con vida a su rey y estable a un reino al que no le tienen amor o respeto. El Duque Balthazar Rasthan junto con sus seguidores fueron detenidos y juzgados, Rasthan esta muerto, pero no fue gracias a ustedes. Hablan a mis espaldas, me dicen "niña" de manera despectiva cuando fui yo y no ustedes quien mantuvo la estabilidad en el reino en la convalecencia de mi padre. Ya son 4 años de que fui reconocida como una hija legitima, una princesa y dos años desde que mi Rey me ha permitido gobernar a su lado sin un título, no porque no quisiera concederme el honor de convertirme en reina, sino porque le pedí tiempo para estar lo suficientemente preparada por el bien de mi pueblo.
Levanta la espada, haciendo que la luz se refleje en el filo mientras la mueve de nuevo con maestría cortando el aire.
-He levantado mi espada para defenderles mientras estuvieron en Glaonna en el ultimo ataque de los elfos en las festividades del príncipe Pólux, los traje a casa y me asegure de expulsar al enemigo de nuestras tierras ¿Y a su juicio aun así no soy apta porque soy mujer?
Miro a cada uno de los nobles con ojos desafiantes, apuntándoles de manera acusadora con la punta de la espada.
-Creo que ya he tenido suficiente. -Declaro levantando la espada y dejándola caer sobre la mesa con la fuerza suficiente como para partirla en dos.
El crujido les puso los pelos de punta a los presentes, quienes brincaron de sus asientos en reflejo.
-Tomare el consorte que he elegido, no necesito justificar mis elecciones cuando tengo la aprobación de la única persona que me importa y ese es mi rey. Pero será mejor que de una buena vez acepten que no seré la Reina complaciente, sumisa y estúpida que esperan. Mi condición de mujer no me hace menos capaz y si no puedes o no quieren aceptarlo pueden marcharse, no necesito un consejo de nobles estancados en viejas ideas retrogradas que no nos permitan avanzar y prosperar. Vamos a rescribir la historia, ustedes deciden si quieren ser parte de ella o hacerse a un lado, es su decisión.
En ningún momento elevo la voz, sus palabras fueron tranquilas pero certeras, incluso cuando con un golpe contundente partió la mesa, no perdió el temple. Regreso sobre sus pasos con la misma calma de antes para entregar la espada que le había prestado su amigo.
Potter sonreía cuando la recibió, envainándola de inmediato. La mujer que tenía delante no es solo una princesa, es también Hermes, su primer amor, pero sobre todo su mejor amiga desde la infancia. Los años habían cambiado muchas cosas incluso el rumbo de sus sentimientos, sin embargo, había otras muchas cosas que el tiempo nunca cambiaría, siempre se tendrían uno al otro. Con cierta nostalgia pensó en lo mucho que le hubiera gustado que Ronald fuera capaz de hacer a un lado su enamoramiento por Hermes para que pudieran continuar siendo amigos como antes, pero por mucho que lo quisiera hay cosas que no se podían forzar y estaba cansado de intentar disuadirlo de que por mucho que la quisiera no podía obligarla a sentir lo mismo.
Draco se acercó poco después para ofrecer su brazo y acompañarla a tomar asiento cerca del Rey.
No volvió a cuestionarse la elección de consorte, nadie volvió a pronunciarse en contra de la joven princesa y futura reina. Aun a su pesar tenían que admitir que cada palabra expresada por Hermione es cierta, independientemente de su genero es un excelente líder, será una gobernante capaz y justa como lo a demostrado desde que llego al reino de Talamh.
Con la guerra respirando sobre sus cuellos no podían darse el lujo de organizar un gran evento, los tiempos no eran propicios y los riesgos de verse vulnerables eran altos. La unión seria un acto de carácter privado. Lo que no evito que las personas mas queridas por ambos fueran invitados.
El mismo día de su unión la princesa Hermione Granger tomaría el poder, convirtiéndose en la primera Reina autónoma en la historia de los 4 reinos.
.
.
.
La desnudo tan lentamente que incluso se maldijo internamente porque la deseaba tanto que quiere saltarse el preámbulo, pero su interior es una revolución de contradicciones. La desea con todo su ser, pero sobre todo la ama.
La ama lo suficiente para aplacar sus deseos para poner sus necesidades antes que las propias. Por primera vez quiere ser alguien distinto. Por eso tomo su tiempo, no permitió que sus doncellas la prepararan, se encargó de ser el mismo quien soltara cada uno de la larga hilera de botones blanco de su fastuoso vestido de novia, solo por el placer de poder depositar pequeños besos calientes sobre sus hombros mientras lo hacía.
Cuando el ultimo botón fue abierto y todo cordón desatado. La tela que abrazaba la piel suave de Hermione resbalo lentamente como una caricia perezosa. Sus senos al natural, sin más tela que retirar que el ligero fondo que se anuda a la cintura y esconde la ropa interior blanca.
Un gruñido bajo escapo de la garganta del príncipe que se permite dar un paso atrás para observar a su mujer. Las grandes manos masculinas delinean sus contornos, resistiendo la tentación de apretar sus redondos senos.
Su traje de novia era hermoso, pero nada se comparaba con la belleza de su desnudez.
Desata casi como por descuido las cintas de seda haciendo que caiga por la gravedad el fondo sobre el montón de ropa que ha terminado de manera descuidad sobre el piso.
El ambiente es cálido dentro de la habitación, la chimenea ha sido encendida. No es el frio lo que causa un delicioso escalofrío en la princesa. Tomando su mano la encamina hacia la cama como un galante caballero, mas no la recosto todavía, manteniéndola de pie es el quien se sienta en el borde para estar a la altura necesaria para deslizar sus dedos por los laterales de su ropa interior y terminar desnudándola por completo.
Con el rubor floreciendo desde las mejillas hasta su cuello, su mirar es tímido e inocente. Esta es la primera vez que un hombre la ve de esta manera. La mirada predatoria de su pareja eriza cada bello de su piel. Tiene que contener el impulso de querer cubrirse con las manos sus senos desnudos y el pubis.
Es el deleite en los ojos grises de Draco lo que la contiene, al darse cuenta de que le gusta lo que observa. La oscuridad en la mirada no deja lugar a dudas, las pupilas dilatadas le dan al gris de sus ojos una apariencia casi negra.
Nunca se ha considerado una mujer vanidosa, es reservada e incluso tímida al respecto. No confía en sus encantos femeninos pues a lo largo de su vida a puesto sus prioridades en otros sitios. Por eso la sensación que la embarga es tan nueva y refrescante que aun cuando el rubor por su timidez sigue calentando sus mejillas no se encoje o hace nada para cubrirse, al contrario, se endereza permitiendo que la mirada gris se intensifique tocando incluso sin tocar cada pedacito de piel desnuda.
Se siente hermosa y tan femenina como nunca. Si la belleza esta en los ojos de quien la admira puede encontrar lo mucho que le gusta a su principe lo que observa.
Draco la mira desde abajo, sus ojos grises salvajes bajo las pestañas rubias casi platas. Respira profundo antes de levantarse en toda su altura.
Curiosamente el sigue casi completamente vestido, lo que resulta un problema que está dispuesta a resolver Hermione. Sus manos tiemblan cuando es ella quien toma esta vez la iniciativa, sus inexpertos movimientos tratan de ser seguros cuando va liberando los botones.
El príncipe pudiera ayudarle para acelerar el ritmo, pero disfruta la concentración en su rostro, la manera en sus ojos dorados le miran intensos, le agrada el fuego en su mirada, la firme determinación en sus acciones. La ve morderse el labio inferior de manera nerviosa cuando por fin puede sentir con sus pequeñas manos la dureza de su pecho.
Incapaz de contenerse cierra los ojos absorbiendo el toque de esas manos femeninas que le mima dulcemente, pero no es hasta que sienta sus labios contra la piel pálida de su pecho que no puede seguir con la misma calma de antes.
Tomándola suavemente por sus muñecas detiene sus avances. La recuesta de manera delicada antes de terminar de desnudarse y subir a la cama con ella. Hunde las rodillas en el suave colchón mientras la acecha, admirando el contraste entre el perfecto color de piel canela contra la blancura de las sabanas de seda. El largo cabello castaño se extiende sobre los esponjados almohadones de plumas como un manto otoñal de suave fragancia.
Hermione también lo observa admirando por primera vez la desnudez completa de su hombre. Es un deleite para la vista el formido cuerpo de piel tan blanca como la leche, músculos definidos de contornos trabajados por el arduo empeño como guerrero. No puede evitar que el sonrojo crezca cuando puede ver en todo su esplendor la pronunciada erección que parece tan enorme que no puede evitar una punzada de pánico.
No tiene tiempo para dejar que el miedo crezca ante el pensamiento de lo que le espera. Cuando se cierne sobre ella, cubriéndola con la calidez de su cuerpo buscando sus labios, todo pensamiento racional se pierde.
El calor sublime crece en su interior desde su bajo vientre con cada beso largo que le roba el aliento, acaricia sus fuertes brazos de músculos tensos que mantienen todo su peso fuera de ella. Las caricias vagan por toda la extensión de su piel con una lentitud que se vuelve molesta con cada minuto. Aun así, trata de ser paciente mientras siente como sus dedos bailan por su cuerpo con deleite.
Intoxicada por su toque se deja llevar a ese limbo desconocido donde su piel hipersensibilizada clama por sus atenciones. Todo parece tan confuso cuando la besa, cuando sus manos estrujan la piel sensible. Sus besos y la audaz lengua trazan caminos húmedos que erizan cada bello de su cuerpo. Labios calientes, una lengua húmeda y el deseo de trazar patrones imaginarios como si tratara de colorear cada parte de su ser.
Besa, muerde, chupa. Alternando en un juego peligroso que parece consumirla con fuego. Le siente por todas partes, no puede hacer nada mas que entregarse al juego tocando y besando, gimiendo y retorciéndose de placer bajo su cuerpo.
Todo paso rápido, como un borro, para hacer que todo careciera de importancia. Lo único relevante en ese momento son ellos y la explosión de fuegos artificiales que explotan desde dentro.
Gime suave bajo el peso de su cuerpo, con el aroma masculino impregnándose en su propia piel. Sus labios se hacen camino desde la boca, tomando dirección al sur tan lentamente como si quisiera grabar a fuego cada sitio que toca para reclamarlo como un conquistador de tierra inexploradas.
El andar es casi perezoso, pero sin duda concienzudo en cada roce, con una fuerza precisa, baja por su garganta, entretenido en los hundimientos de la clavícula, percibiendo el pulso acelerado bajo la tersa piel de oliva. No se detiene va hasta sus senos llenos e hinchados, con los picos alzados clamando por atención, los mete en su boca y saben a ambrosia. El calor y la humedad en su boca la azotan implacables haciendo que la espalda forme un arco perfecto, soltando gemidos que ya no pueden ser contenidos a pesar de que se muerde los labios para intentar en vano aplacarlos.
Las pequeñas manos estrujan las sábanas, tratando de encontrar un soporte, algo que la mantenga unida a la tierra y no flotando en una marea de lava ardiente. Los segundos se vuelven eternos, tan insoportablemente lagos que no aguanta el calor que crepita y arde desde su interior.
Un deseo desconocido y salvaje fluctúa en hondas en cada fibra nerviosa, la humedad en su intimidad es tanta que hace jadear al buen príncipe que se deleita al descubrir que esta lista para recibirlo.
Nunca a se a sentido de esa manera, en algún punto esta sobrepasado porque quiere hundirse en ella, es una necesidad mas que un deseo.
Necesita sentir la calidez y humedad mientras se hunde. Pensar en ello no ayuda para el poco control que aun guarda. El dolor en su erección palpita con necesidad.
Piel con piel tan sube y cálida bajo su toque, tan perceptiva y sensible. Acoplándose a cada caricia, al movimiento húmedo de su boca y lengua. El vello encrespado del pubis le cosquillea la mano, gime cuando sus fluidos empapan sus dedos al hacerse paso entre sus pliegues.
Suelta el pecho al que le ha estado prodigando atención, para subir lo suficiente y observar su rostro y beber esta vez de sus labios cuando juega en su intimidad tanteando su entrada, frotando con maestría ese botón hinchado con el pulgar antes de hundir lentamente uno de sus dedos largos.
Hermione aprieta las piernas antes la deliciosa invasión, queriendo sentir mas. No puede mantenerse quieta bajo el movimiento de sus diestros dedos que buscan llevarla al nirvana. Suma un segundo dedo que fácilmente entra y sale por su lubricación.
Algo que no sabe cómo explicar comienza a acumularse en su bajo vientre. Lloriquea de placer sin poder aplacar los gemidos. Siente que esta a punto de explotar, quiere detenerlo y al mismo tiempo quiere que no se detenga.
Sus dedos entran y salen en un ritmo cadencioso, sin dejar de frotar su clítoris. Draco calla sus gemidos con la boca, trabando cada sensual queja besándola profundo mientras invade su intimidad, llevándola demasiado rápido a la cumbre de un orgasmo.
Apretada, cálida y húmeda, su interior absorbe cada intima carica. El ritmo no es acelerado, lento la conduce a ese camino sin retorno.
"Draco" suelta en nombre en una demanda, una suplica que clama por más, por ese algo que le está quemando.
Una sonrisa oscura y torcida en los labios masculinos, la satisfecha realización de lo que provoca en su dama.
El pensamiento incluso le emborracha, pensar en la princesa con esa posesividad en otro tiempo le haría sentirse alarmado, pero ahora, simplemente no concibe pensar de otra manera. Frota su dura erección que ya gotea contra el suave y cremoso muslo de Hermione para aliviar en algo el dolor por la extrema excitación. Sus testículos parecen a punto de reventar de solo escuchar los sonidos que emite su mujer bajo el asalto de sus manos y boca.
Horas antes tuvieron su ceremonia de unión, esposos o consortes no importa el título. Se prometieron el uno al otro para la eternidad.
"Mia" gruñe sobre sus labios, acelerando el movimiento de sus dedos largos, llevando poco después la atención de su boca a sus perfectos pechos, para enroscar la lengua alrededor de sus duros pezones y succionar con fuerza precisa.
El orgasmo llega con fuerza nublando su vista. Tiembla de pies a cabeza, sacudida por una descarga eléctrica que le hizo incluso arquear su espalda. El corazón late con tanta fuerza mientras los remanentes de su placer aun se replican en deliciosos espasmos.
La besa de nuevo tan profundamente que a penas le da oportunidad de respirar, mas no se queja, al contrario, le besa de vuelta con la misma intensidad y necesidad como si buscara fundirse.
La tiene lista, a penas puede soportar la dolorosa erección que clama por atención, estuvo a punto de correrse al verla tener un orgasmo. Ha llegado el momento de dar juntos el siguiente paso.
No será fácil, apenas puede contenerse de empujarse en un solo movimiento. Se hace espacio entre sus piernas, temblando de necesidad y deseo, acaricia un par de veces su falo erecto para aliviarlo, lubricándolo con la humedad que escurre de la entrada de su dama.
No deja de besarla, sus caricias se vuelven cada vez mas urgentes. Busca sus ojos dorados en una pregunta silenciosa, la respuesta llega con una sonrisa determinada y un largo y placentero beso donde sus lengua se saludan como viejas amigas.
No hay duda o miedo, su mirada dorada le observa con devoción y entrega. Sus manos acariciando el rostro masculino, deleitándose con sus varoniles facciones. Una sonrisa dulce y mirar amoroso.
La cálida humedad le da la bienvenida a penas rosa su estrada. Un sonido gutural escapa de su garganta al hacerse paso entre sus pliegues, tan deliciosamente apretada que quiere gritar de placer, tiene que contenerse para no venirse por el solo placer de sentirla amoldarse a su invasión.
Tan apretada se abre lentamente como una flor para acogerlo. Es demasiado y al mismo tiempo no es suficiente, se obliga a mantener la calma a no perderse en la agradable sensación al penetrarla. El calor húmedo le da la bienvenida y es tan abrumador que sus dientes rechinan por la manera en que aprieta la mandíbula.
Actúa en contra de su instinto hundiéndose tan lentamente que es un suplicio y apenas puede mantener amordazadas las voces de su cabeza que reclaman por que se mueva de una buena vez para buscar liberarse. Gruñe con fuerza al sentir la resistencia de ese cuerpo virgen, una satisfacción primaria y primitiva le llena el pecho.
El dolor florece en el rostro de Hermione, sus facciones se fruncen cuando empuja más hasta traspasando esa barrera para entrar por completo. Se obliga a no moverse a esperar por ella, que se acostumbre lo suficiente para no lastimarla mas de lo necesario. La distrae del dolor con sus labios, bebiendo de sus pechos, susurrando palabras suaves y dulces que creyó que no estaban en su vocabulario.
Hermione se siente llena hasta lo imposible. Su príncipe es enorme y ella parece tan pequeña para soportar su imponente masculinidad. La punzada del dolor la abruma cuando entra completo, arde como el infierno. Su interior parece reorganizarse para darle cabida, amoldándose lentamente trata de respirar y relajarse.
Sus palabras llegan lejanas como un eco, de alguna forma se siente como si se estuviera rompiéndose, poco después va recomponiéndose bajo el toque de sus manos, con la caliente atención de su avariciosa boca que le roba el aliento y sigue nublando cualquier pensamiento sobrio.
Un calor distinto se va formando de nuevo en sus entrañas, con los ambiciosos dedos de Draco frotando su clítoris, esperando por el momento ideal para comenzar a mover sus caderas.
Es una tortura, su instinto clama por buscar su propio placer. Si fuera el hombre de antes no tendría consideración alguna por la dama que cobija su miembro. Poco importaría el sentir o emociones. Es un buen amante por supuesto, el placer que otorgaba a sus compañías femeninas era de lo mejor, sin embargo, nunca hubo una preocupación genuina cuando se trato de tomar la virtud de su amante en turno.
No le movía el dolor reflejado en sus rostros o las lágrimas humedeciendo sus mejillas era lo natural por lo que no había que dar segundos pensamientos al respecto. Tomo todo cuanto estuvo a su alcance sin detenerse, anteponiendo siempre sus deseos sin restricciones.
Pero con su princesa, con ella todo es distinto. Están la necesidad y el hambre, el deseo de satisfacer sus instintos de perderse por completo en las maravillas de su cuerpo virgen apretado y caliente, pero es mas poderoso el sentimiento que se arremolina en su interior de querer cuidarla y protegerla.
No es solo el deseo, hay amor en sus actos.
La tensión abrumadora se acumula. Sus besos aletean por las mejillas sonrojadas, bebiendo la sal de las lagrimas que lograron escaparse. Cuando siente que no puede más, Hermione levanta sus caderas en aceptación y completa entrega.
Sisea con los dientes apretados, esta vez mas lleno de placer que de agonía. Se mueve bajo un compas claro, primero lento, suave y acompasado. Se retira casi por completo antes de sumergirse de nuevo.
El dolor va mermando, arde como una quemadura, pero el placer va ganando terreno con cada movimiento y choque de caderas. Abre un poco más las piernas para acomodar mejor las caderas afiladas de Draco, puede sentirlo tan profundamente enterrado en su interior, su cuerpo acoplándose en sincronía perfecto. Algo comienza a tomar forma de nuevo en el palpitante centro de la joven.
Los gemidos se combinan, sonidos roncos, suspiros torvos, palabras que no se entiendes. Sus nombres se repiten mientras cabalgan juntos en un mismo compás de pasión.
Hermione lo toma maravillosamente, moviéndose al ritmo de su Dragon. De momentos perdida, acariciando e incluso arañando la piel de su espalda cuando acelera sus arremetidas, movimientos cada vez más erráticos. Se encuentra si aliento con el corazón latiendo con tanta fuerza que parece imposible, susurran su nombre mientras todos sus nervios parecen acumularse en un nudo que amenaza con romperla por completo.
El placer es infinito, el dolor olvidado. Esta tan cerca, con la acumulación de todo que se encuentra en el borde. Un potente orgasmo explota haciendo que su vista se desenfoque, puntos de luz parecen brillar incluso tras sus parpados firmemente cerrados. Gime el nombre de Draco mientras se desmorona, sus pareces internas contrayéndose. El placer es tan abrumador que resulta increíble.
El orgasmo de Hermione lo impulsa, sus contracciones internas le hacen gruñir con fuerza, dos estocadas más y está perdido, encumbra el placer con tal fuerza que se siente mareado. Eyacula tan potentemente que puede sentir los espasmos, su semen caliente llenado el interior de su mujer, le causa tanta satisfacción que le hace sonreír con ganas.
Se hecha a un lado para no aplastarla, pero la arrastra consigo, negándose a perder el calor que los envuelve, la cubre con las sábanas.
Un silencio agradable se extiende mientras recuperan el aliento, sus corazones volviendo a un ritmo estable.
-¿Estas bien? -Pregunta de repente sin dejar de acariciar sus suaves rizos.
-Lo estoy. -Contenta sin poder evitar el calor en sus mejillas.
Todavía intimidada por esa nueva cercanía.
Se giran lo suficiente para verse cara a cara. La mirada de Hermione es soñadora y tan malditamente adorable que Draco no tiene más remedio que verbalizar lo que esta pensando y sintiendo.
-Te amo.
-También te amo. -Replica con una dulce sonrisa que reafirma la declaración.
El sentimiento que experimentas es fuerte. Se besan profundamente sin prisas, hasta que la emoción salvaje que palpita en sus corazones se calma. El momento en tan intimo y reconfortante que no pueden estar más felices.
Un último beso antes de caer en el sopor de un sueño satisfecho.
. . .
. .
.
Duerme, el sueño es tan agitado que las sabanas han terminado en el piso. Quizás seria mejor decir que son pesadillas lo que la asechan esa noche de luna llena. El sudor frio que empapa su cuerpo y que la hacen retorcerse sobre el suave colchón son la prueba.
Despierta dando un grito desgarrador que lastima su garganta. Aun con los ojos abiertos, sigue agitando sus manos de manera desesperada como si quisiera golpear algo invisible que se cierne sobre ella para atacarla. Tarda unos minutos en darse cuenta de que todo está en su cabeza.
Parpadea varias veces confundida, mirando alrededor con miedo. Su corazón late con tanta fuerza que se zumban los oídos Se frota el rostro con las manos tratando de calmarse, dándose cuenta que incluso dormida estuvo llorando.
No fue un simple sueño o una pesadilla. Mas claramente fue un recuerdo, un terrible momento que le toco vivir hace muchos años cuando era una niña esclavizada por los elfos.
Un sabor amargo sube por su garganta, lo que la lleva a levantarse para correr al baño y vomitar todo el contenido de su estómago. Las arcadas vienen una tras otra hasta que no hay nada mas que sacar.
Se sienta en el piso frio, abrazándose las piernas se hace un ovillo y permanece en la misma posición hasta que amanece y puede ver la luz del sol entrando por la pequeña ventana del cuarto de baño. Aun así, tarda un poco mas en reunir las fuerzas suficientes para levantarse de ese sitio.
Tiene el cuerpo entumecido y aterido por el frio, aun con el temblor visible se obliga a dar un paso y luego otro hasta llegar a la cama. Se sienta en la orilla con la vista perdida en algún punto lejano. Sin darse cuenta lleva la mano derecha a su pecho izquierdo. Puede sentir los constantes latidos de su corazón bajo las yemas de los dedos, pero también siente la gruesa y larga cicatriz que ahí se esconde.
Una única lagrima resbala por la pálida mejilla. No puede evitar estremecerse por el recuerdo de esa voz llamándola. Asustada se lleva las manos a los oídos como si quisiera acallar aquella terrible voz de sus recuerdos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top