Justicia

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Llego el momento, la Reyna Maela ya podía saborear el triunfo. La sonrisa en sus labios es brillante a pesar de presenciar la escena sangrienta en la sala, con todos los cuerpos de sus aliados esparcidos a su alrededor no muestra signos de desagrado. Por el contrario, luce satisfecha con rubor en las mejillas como si lo que presenciara fuera lo mas excitante y hermoso que nunca hubiera visto.

Por el contrario del conde Maleke pálido como el papel, parece completamente descompuesto por el olor a sangre y muerte. Cubre con el pañuelo su nariz tratando de contener las náuseas. Se mantiene tembloroso a su lado con la mirada en el suelo, como si temiera llamar la atención y que la Reina pudiera arremeter también contra el en cualquier momento.

No falta mucho para terminar con su plan. La escena ya esta puesta como una obra de teatro. En poco tiempo el resto de la corte de los nobles entraría por la gran puerta, con los soldados de Scamail que seguramente fueron alertados por las explosiones en el castillo.

Pronto la sonrisa de la reina seria sustituido por la fría expresión conmocionada por los eventos recientes. Declararía de inmediato que fueron atacados por los elfos que su propia guardia había tenido que intervenir para salvar el castillo y en la revuelta muchos fueron masacrados. El príncipe estaba desaparecido, posiblemente había huido -como un cobarde- para salvarse dejando atrás a su gente.

El príncipe Neil todavía no había sido encontrado, pero la reina se encargaría de matarle.

Con una expresión de fingido abatimiento camino hasta el trono, acomodándose en el como si le perteneciera. De alguna manera así seria, utilizaría simplemente a Lord Melake para que fuera coronado, pero el poder, el verdadero estaría solamente en sus manos.

En poco tiempo los fuertes pasos de los soldados se hicieron escuchar, las voces y gritos de ordenes retumbaron en la pareces del recito. La gran puerta de doble hoja se abrió para dar paso a un gran numero de soldados.

La reina Maela sentada en el trono se cubría parcialmente el rostro con sus manos para ocultar esa ultima sonrisa sádica y mostrar un dolor por las perdidas que por supuesto no sentía.

El gran salón pronto estuvo lleno, los guardias de la reina se alinearon a un costado para dejar que le resto de la guardia entrara. A esas alturas los guardias aliados de la reina ya se debieron de haber encargado de dejar evidencias del supuesto ataque de los elfos.

Los sirvientes del castillo seria masacrados al igual que los guardias en turno leales al príncipe que fueron llevados por su gente de confianza para ser asesinados en los lugares correctos para dejar evidencias de una historia ficticia que ella se encargaría de contar.

La Reina respiro lentamente un par de veces antes de levantar la vista para observar a los recién llegados. Su corazón parecía cantar con satisfacción como el aleteo de un pájaro, sin embargo, a penas sus ojos se fijaron al frente sintió como si los latidos se hubieran paralizado por una fracción de segundo.

No pudo evitar que sus labios se abrieran en conmoción, sus pupilas temblaron al igual que su cuerpo a pesar de que intento mostrar indiferencia.

Frente a ella no estaba solo la guardia real como pensaba, sino el príncipe heredero Niel y para su horror a su lado se encontraba la mujer que mas odiaba en ese mundo con una maldita sonrisa arrogante en sus labios.

-¡Saludos Lady Maela! -Hermione fue la primera en saludar, inclinándose un poco de manera alegre como si quisiera ser cortes con la mujer que tenia delante.

-¡Tu! -Exclamo la reina con los labios apretados en una línea recta llena de desprecio.

-¡Abuela! -Esta vez fue Niel quien intencionalmente privo a la reina de cualquier titulo honorable de reconocimientos.

Los ojos crispados de rabia de la reina pasaron de Hermione a Niel antes de ser capaz de procesar correctamente lo que estaba pasando.

-¡Donde demonios estaba príncipe! -Exclamo en un grito, mintiendo para intentar poner las cosas a su favor. -Hemos sido atacados en tu ausencia, ¿Cuál es la justificación? Para dejar que tu gente muera defendiendo el castillo que abandonaste. No mereces ser el príncipe heredero de Scamail, incluso yo tuve que intervenir para salvar el reino.

El siempre tranquilo príncipe comenzó a reír a carcajadas.

-Eres divertida abuela, es hilarante escuchar toda la mierda que sale de su boca. -El príncipe hablo con confianza, aun es joven pero ya no es el niño que se deberá intimidad y manipular por su abuela.

Vestido para la guerra mostraba la dignidad en su porte. La manera desafiante en que encaro la mujer que tenia delante no hizo mas que acrecentar el malestar en la reina Maela.

La mujer mayor tembló indignada, apretando con fuerza sus puños, sus ojos se volvieron llamas ardientes llenos de odio.

La princesa Hermione no pudo mas que sumarse a las risas de su querido primo, por la expresión agria de la reina.

-No pierda su tiempo señora, no vale la pena. El golpe de estado que a intentado dar, disfrazado de un ataque enemigo no a funcionado.

-No tienen pruebas. -soltó con suficiencia.

-¡hágalos entrar! -Ordeno el príncipe.

Al instante entraron al gran salón los sirvientes y soldados que debieron ser ejecutados y que seguían con vida.

-Hay muchos testigos Maela. -Hermione le hablo con frialdad. -Llegamos a tiempo para salvarles de tu gente. Esta vez no hay manera de que seas perdonada. Atentaste contra la vida del príncipe heredero, propiciaste un golpe de estado, traicionaste a la gente de Scamail, causando la muerte de varios nobles. Tus crímenes son graves y el destierro esta vez no es suficiente.

Con confianza la reina Maela se levantó del trono, sus rostro descompuesto por la rabia y el odio hacia la princesa, se acercó de manera amenazante hacia ella con la intención de lastimarla, pero ni siquiera alcanzo a acercarse demasiado cuando fue detenida por el príncipe Malfoy -¡Eso no ocurrirá!, -Se atrevió a asegurar.

El cuerpo de Malfoy era una pared firme para proteger a su mujer de cualquier intento por dañarle. Le basto ponerse delante de Hermione para hacer retroceder a la reina, abrumada por su presencia.

-¡Sucederá! -Sentencio con firmeza- Serás juzgada y sentencia por nuestro pueblo. Tus crímenes son demasiados y tendrás que pagar con tu vida por todo lo que has hecho.

-¡Yo soy la reina! -Grito enloquecida.

-Ya no eres nadie. Hermione se burló. Pronunciar esas palabras en voz alta le dieron satisfacción, por fin podría derrumbar por completo a la mujer que causo la muerte prematura de su madre.

Como el príncipe heredero de Scamail había asegurado, la reina fue encarcelada y a la mañana siguiente ante el pueblo fue juzgada, recibiendo como sentencia la pena máxima. Seria ejecutada.

La plaza principal estaba llena de personas, muchas de las cuales aún tenían sus rostros manchados por las lágrimas. Los familiares de las personas que fueron asesinadas el día anterior ya fueran como víctimas o victimarios del golpe de estado se encontraban al frente cuando la reina fue conducida hasta un tapanco donde ya estaba esperando por ella el verdugo.

Desde un palco el príncipe heredero de Scamail se hizo escuchar.

-Lady Maela estas siendo sentencia a muerte por tus crímenes contra el reino. Que esto sirva de ejemplo para todos, no se permitirá que nadie atente contra la seguridad y estabilidad del pueblo de Scamail.

Hermione a lado del príncipe heredero Niel no pudo evitar un estremecimiento. Espero por mucho tiempo poder hacer justicia para su abuela y madre. De alguna manera creía que debido a la maldición que termino matando a Ronnette su alma aun no encontraba descanso.

La única razón por la que espero fue para que su primo Niel pudiera estabilizar el reino sin ser conocido como un príncipe sanguinario que asesino a la reina para ascender al poder. Ahora con todo de su lado, fue la misma reina Maela quien se gano el repudio de todo el reino por sus acciones.

Los gritos de la multitud eran ensordecedores y a pesar de todo la mujer no parecía escuchar nada a su alrededor. Pálida como un fantasma se dejaba conducir a penas consciente de sus propios pasos, sin embargo, algo llamo su atención lo suficiente para hacer que sus ojos se abrieran de par en par como faroles, sus labios temblaron intentando gritar, aunque ningún sonido salió de su garganta.

Los labios resecos y agrietados de la mujer mayor se movieron intentado pronunciar un nombre, era una simple palabras que no llego a cuajar en su voz.

"Ronnette" -pensó mas que decir el nombre.

Parpadeo varias veces sabiendo que no podía ser real lo que sus ojos le mostraban. Pero no importo cuanto intento aclarar su vista seguía viéndola a pocos metros de distancia. La mujer resaltaba entre la multitud como una rosa fragante en un campo de flores silvestres.

Los ojos dorados fijos en los suyos como si el tiempo no hubiera pasado, lucia exactamente igual como la última vez que la vio antes de mandarla a Talamh esperando que cumpliera su objetivo antes de que la maldición la consumiera.

Vestida de blanco parecía que su aura irradiaba una luz cegadora, sus cabellos largos se mecían con cada paso que daba entre la multitud. Parecía que nadie le miraba directamente como si no fuera real y solo Maela pudiera verla.

Caminaba con facilidad, la gente le daba espacio. Esa mirada dorada nunca abandono los ojos de Maela quien callo de las rodillas al perder la fuerza en sus piernas.

Quería gritar, maldecirla y lanzarle insultos, pero no podía ni siquiera moverse como si estuviera bajo un hechizo paralizante. Solo la podía ver acercarse a donde se encontraba hasta ponerse en primera fila.

Le dolía verla tan hermosa como en el pasado, cuanto la odiaba solo por existir. Era el recuerdo permanente de que Lady Jensine le robo el amor del rey Cailean, su marido.

Lagrimas brotaron de sus ojos como un rio, empapando sus mejillas. Lagrimas de rabia, de envidia. Un llanto por el doloroso pasado donde le robaron todo, ¿Por qué tenía que sufrir sola? Mendigando por la atención y el amor de su marido. Ella era la reina legitima porque debía ser opacada por una concubina cualquiera.

¡Malditas, mil veces Malditas! -tanto la madre como la hija y la nieta. Le quitaron lo que por derecho le pertenecía, todo cuanto por lo que lucho y sacrifico tanto. En su locura se decía la víctima, poco le importaba que Jensine hubiera sido tomada por la fuerza o que Ronnette fuera utilizada para salvar a su hija Elpie y luego simplemente condenada por la maldición que ella misma conjuro para matarla lenta y dolorosamente. A sus ojos ellas propiciaron todos sus males por el simple hecho de existir.

Esperaba ver regocijo en Ronnette, verla disfrutar del espectáculo, pero a pesar de todo, lo único que parecía mostrar su rostro era una tranquilidad que desentonaba por completo con la situación. Sus ojos dorados con un mirar profundo, limpio de cualquier burla, tranquilos como el mar en calma que a sido bañado por los rayos del sol.

Dejo de ver cualquier otra cosa, que no fuera la mujer hermosa que tenia a pocos pasos de distancia. Los gritos se apagaron como si el silencio se extendiera como una nube de bruma. No sintió cuando la hicieron ponerse de pie y ajustaron la soga a su cuello.

Los labios le temblaban, las lágrimas seguían corriendo difusas. Nadie recordaba ver a la gran reina llorar alguna vez, siempre se mostro firme. Cuando sepulto a su marido y después a sus hijos no derramo una sola lagrima y ahora no podía dejar de llorar.

Cuando quitaron el banquillo que la sostenía y se volvió imposible respirar, cuando los ojos se le inyectaron de sangre al ser estrangulada por la soga alrededor de su cuello, en ningún momento dejo de mirarla.

Incluso cuando el peso rompió su cuello y dejo de agitarse, lo ultimo que vio fue a la hermosa Ronnette mirarle con la paz en sus ojos de oro.

Mientras su alma dejaba este plano un recuerdo se coló sin permiso, una bella joven bailaba alegre entre los brazos de su marido. Al verla radiante no pudo evitar admirar lo hermosa que era, pero sobre todo lo feliz que parecía, sintió un poco de celos al principio, pero estos se apagaron cuando Lady Jensine le regalo una dulce sonrisa cuando sintió su mirada sobre ella.

Era un viejo recuerdo, uno agradable antes de que la vida de Jensine fuera destruida. Fue un momento fugaz donde la entonces princesa Maela pensó en la posibilidad de ser amigas. Quien hubiera pensado que terminaría odiándola tanto como para envenenarla poco a poco para debilitarla lo suficiente y que pareciera que murió en el parto.

Una ultima lagrima rodo de los cárdenos enrojecidos y como un sueño roto los vestigios de la maldición de sangre contra Ronnette se evaporaron por completo, dando el justo descanso que merecía.

Hermione vio desde el palco la muerte de la maldita reina. Un sonido ahogado salió de su garganta sin permiso. Draco la estrecho contra su cuerpo para consolarla.

Parte de la carga que Hermione llevaba sobre sus hombros desde la muerte de su madre desapareció. Aun en los brazos de su marido miro al cielo suspirando, al fin se hizo justicia.

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El príncipe Pólux se hizo cargo de la joven Parkinson en secreto, cuando la encontró en aquel pasillo solitario la tomo entre sus brazos a pesar de las dudas para intentar salvarla. Era más que evidente que había sido ultrajada de manera despiadada y salvaje, no se necesitaba ser un experto para ver las evidencias en su piel blanca o la sangre fresca en el faldón de su vestido. El perpetrador no era otro que el Rey Lucius Malfoy.

Hizo que sanaran su cuerpo de inmediato, sin embargo, llevaba días inconsciente como si se negara en despertar. No podía visitarla con frecuencia para no levantar sospechas, pero se mantenía al tanto de su salud por medio de los sirvientes que puso a cargo de sus cuidados. Las indicaciones para la servidumbre eran simples, Lady Pansy tenia un resfriado severo del que se estaba recuperando, por esta razón no podía salir de sus aposentos y la fiebre alta que sufrió la dejo en un estado comatoso del que aun no se recuperaba.

El príncipe estaba furioso con el Rey. No es que desde antes hubiera guardado buenos sentimientos a su progenitor, sin duda, ya lo odiaba desde antes. Sabiendo que era el culpable de los asesinatos de su madre y de todos sus familiares por línea materna. El hecho de que hubiera atacado con tanta saña a Pansy solo le daba mas motivos para intensificar la repulsión que sentía.

Lucius es un ser despreciable desde siempre, pero actualmente debido a que fue despojado de todo poder a causa de Lord Voldemort y los elfos oscuros, fue humillado, pasaba los días bebiendo demasiado, la mayor parte del tiempo alcoholizado se volvía violento e intransigente. Ni siquiera había medido los riesgos al haber lastimado de aquella manera a la Joven Parkinson siendo la amante de Dralaith.

Esperaban tener la suerte suficiente para que la joven no fuera convocada por Lord Voldemor ahora que el elfo oscuro Dralaith no se encontraba en Glaonna, quizás tendría el tiempo suficiente para recuperarse. Aunque algo le decía que la razón por la que lady Parkinson no abría los ojos era por que no tenía una razón por la que aferrarse a la vida.

Mientras esperaba que la joven recupera la conciencia, seguía moviéndose de manera sigilosa para proporcionar información a su hermano Castor.

Era de gran ayuda el hecho de que siendo gemelos tuvieran una conexión mágica especial que les permitiera comunicarse a la distancia. Lo que no quería decir que tenia que tener especial cuidado para no ser descubierto, dado que los elfos oscuros no parecían confiar en nadie quien no fuera de su especia a excepción de Voldemort.

Tenía planeada esa misma noche mandar la ultima información a su hermano después de visitar a la joven Pansy. Era importante avisar de los últimos planes del Lord oscuro y el interés que estaba mostrado por capturar a la princesa Granger.

El motivo de la ausencia del líder de los elfos fue confirmado poco después de su partida. Dentro de los preparativos para la guerra quedo al descubierto el interés que tenían por la princesa de Talamh, la orden que escucho fue clara. Lord Voldemort la quiere con vida, Dralaith fue enviado a traerla. Pero eso no era todo, había escuchado conversaciones entre los elfos y una en especial había llamado su atención.

Se dice que antes de partir el elfo Dralaith había colapsado en su estudio, que menciono la magia peculiar de la princesa, aunque todos creía que era imposible, se mencionó que era la única persona en los cuatro reinos que poseía las cuatro raíces mágicas.

Quizás era solo un rumor para el resto, pero Pólux estaba seguro que la princesa poseía 3 raíces mágicas por que su gemelo lo había confirmado. Entonces era mas que posible que por alguna casualidad mágica pudiera ser capaz de poseer la última.

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No había tiempo que perder, después de la ejecución de la reina Maela, la princesa Hermione partió con su grupo por un portar especial mágico a Uisce. Dumbledore fue el encargado de crear el portal en el reino de Uisce, esperaban verlo cuando arribaron al reino, pero no encontraron a nadie en el punto de encuentro.

A penas cruzaron se encargaron de destruir el portar como estaba previsto. Era lo mejor, considerando los tiempos que corrían, lo que menos querían es que los portales pudieran ser empleados por los elfos oscuros.

-¿No debería de estar aquí ese viejo Dumbledore? -Pregunto levantando una ceja con intriga.

Draco miraba alrededor con desconfianza mientras acomodaban el poco equipaje que llevaban y terminaba de destruir los últimos símbolos en la piedra del portal.

-Sera mejor que te vayas acostumbrando. -Hermione contesto encogiéndose de hombros. -Es un mago difícil de entender. Tiene sus propios métodos, es mejor no cuestionarle.

Harry sonrió dándole la razón a su amiga.

-Esta no es la primera vez que están aquí buscando la entrada al reino nuevo.

-No, no es la primera vez. -Admitió con desgana Potter.

-¿Qué les hace pensar entonces que la encontraran esta vez?

Hermione y Harry intercambiaron miradas cómplices antes de sonreír.

-Creemos que tu tienes la respuesta.

-¿Yo? -Pregunto con un bufido de incredulidad.

-No te preocupes pronto vas a entenderlo. -Hermione le aseguro, tomando su mano la apretó con confianza.

El príncipe Draco no cuestiono más, confiaba ciegamente en Hermione, no necesitaba mas explicaciones por el momento, la seguiría a donde quiera que fuera. La confianza en la mirada de su marido le calentaba el corazón a la joven castaña.

El punto donde aparecieron estaba al Noreste de Uisce, en dirección contraria de donde se encontraba el castillo principal. A partir de ese punto deben caminar un par de kilómetros hasta adentrarse en el bosque.

Caminaban con precaución, el piso no siempre era del todo estable debido a las muchas grutas subterráneas. El agua corría bajo tierra formando una intrincada formación de túneles naturales que en ocasiones terminaban cediendo bajo el peso de sus pies.

Debido a la abundante agua, el reino de Uisce tenía una rica y variada vegetación. Lo que permitía observar hermosos paisajes pero que también dificultaba su caminata con forme avanzaban. Cuando llegaron hasta donde desembocaba una alta cascada el príncipe Draco se quedó maravillado. Bajo la caída del agua se encontraba la entrada de una gran cueva con las pareces cubiertas de todo tipo de cristales de colores.

El príncipe estaba a punto de hacer un comentario cuando algo lo puso alerta.

Con sigilo se acercó a Hermione para susurrar a su oído. -No estamos solos"

Potter unos pasos mas lejos también se dio cuenta de alguien mas estaba dentro de la cueva. Lentamente saco su espada. 

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