Huida
Los años han pasado lentos, al menos de alguna manera así lo siente, aunque también pudiera decir que han corrido horrendamente rápidos y ambas afirmaciones serian correctas. Nunca, ni en sus mas oscuras pesadillas hubiera pensado que sobreviviría a la muerte de la mayoría de sus hijos. El dolor por sus perdidas aun late en su corazón a un ritmo agónico.
Los amaba en verdad a cada uno de ellos, con todas y cada una de sus diferencias, puede decir que eran tremendamente hermosos e inteligentes, pero posiblemente su opinión es imparcial siendo sus hijos. Que dolor más grande existe en el mundo que ir contra natura, enterrando a esos jóvenes que deberían estar vivos hasta ser ellos quienes le dieran un adiós en su sepultura.
En el caos, en ese sentimiento de angustia que aplastan sus hombros con la carga pesada de la traición, lo único rescatable del infierno personal es Hermione. El destino fue benévolo al permitirle saber de su existencia a pesar de las circunstancias trágicas que la trajeron de vuelta a casa.
La hermosa Hermione, tan parecida a Ronnette que no puede evitar recordarla cada vez que la ve caminar por el palacio con ese cabello hirsuto tan indomable como su mirada, sus rizos largos y rebeldes como una marea de miel oscura con visos dorados.
Han pasado demasiados años y con todo, perece que fue ayer cuando la vio por primera vez bajo la luz plateada de la luna llena, el hermoso rostro de Ronnette, sus enormes ojos asustado al ser encontrada a deshoras en aquel lugar apartado. Nunca olvidara esa noche mas ahora que por fin conoce los secretos que llegaron a unirles de alguna manera para siempre.
Siempre le costaba demasiado trabajo conciliar el sueño, solía dar largas caminatas cuando ya todos en el palacio dormían. A pesar de su imposibilidad para dormir, disfrutaba del silencio y la calma que se disfruta cuando ya todos viajan al mundo de los sueños.
La vio desde una de las torres, sentada en uno de los bancos de piedra de los jardines laterales del castillo. Con sus largos rizos sueltos y el rostro levantando al cielo. Primero creyó que era una alucinación como consecuencia del cansancio. Como no pensar de esa manera cuando vestía un largo camisón blanco y apenas llevaba sobre los hombros una chalina del mismo color impoluto, con su apariencia casi etérea y esa belleza que apenas era capaz de apreciar. Para cuando llego a bajar las escaleras de piedra y caminar hasta aquel punto entre las verdes y aromáticas plantas fue que descubrió con asombro que no era otra que la doncella de su esposa.
Nunca olvidaría esa noche, la primera vez que la vio realmente. Al menos, no bajo el régimen riguroso de su uniforme gris de doncella, con el cabello recogido en un apretado rodete y el rostro casi oculto por un velo que siempre llevaba en la cabeza como si estuviera de luto.
Siendo el príncipe heredero cumplió con sus obligaciones sin poner objeción alguna. Su padre considero beneficioso que su matrimonio creara una alianza con el reino vecino, la guerra tocaba a su puerta y tener aliados era más que conveniente en los tiempos que corrían. No lo pensó demasiado, sin importar que no conociera de nada a su prometida, aunque todos afirmaran que era la mujer mas bella del reino de Scamail, eso era lo menos importante. Aun si hubiera sido una mujer fea, el matrimonio se llevaría acabo.
Curiosamente hasta ahora comprende el engaño del que fue victima y a pesar de eso, lejos de sentirse traicionado o herido, la calma que experimenta es reconfortante. Quizás entiende las cosas mucho mejor que antes.
Eppie era realmente preciosa. La primera ocasión en que la vio fue el día de la boda. Entrando por el pasillo principal del templo donde se llevaría a cabo la ceremonia. El vestido nupcial encajaba en su cuerpo esbelto, haciendo notar las curvas armoniosas bajo la pesada tela. Un velo le cubría el rostro, por lo que lo retazos de piel blanca que podía observar era de sus antebrazos, donde terminaban los guantes satinados.
Cuando llego al pie del altar, fue el Rey Cailen quien le descubrió el rostro. Entonces pudo admirar con sus propios ojos la belleza de la que hablaba todo el mundo. Sus cabellos rubios estaban minuciosamente peinados, despejando un rostro en forma de ovalo perfecto, sus intensos ojos azules le miraban con seriedad e incluso con un atisbo de miedo, lo que era bastante comprensible dadas las circunstancias.
Recuerda haber ofrecido su mano para ayudarla a subir el único escalón que les separaba. La sensación al tocarla todavía está fresca y aun hace que los bellos de su piel se ericen, que un agradable calor le sacuda.
Intercambiaron votos, bebieron vino de la misma copa y sus muñecas fueron anudadas por un listón de seda blanca mientras el sacerdote hablaba palabras a las que no puso ninguna atención. La voz de su prometida fue suave y ligera casi como un murmullo en contraste con sus palabras firmes cuando fue su turno de hablar.
Recuerda como un borrón el bullicio de la fiesta, las platicas interminables. Las sonrisas educadas y tímidas de su esposa. Parecía casi un animalito asustado, pegado a su lado, buscando protección. Una actitud que cambio completamente de la noche a la mañana como si se trataran de personas distintas.
Ahora sabe que no fue su imaginación. Fueron personas distintas.
Una fue la mujer con la que se casó, aparentando ser otra. La misma mujer que compartió el lecho después de sus nupcias, de quien tomo su virtud. La dama que tembló entre sus brazos, con los ojos llorosos y aun así determinados.
Esa noche fue dulce en sus recuerdos, contrario de lo que había imaginado al compartir la cama con una completa desconocida. No fue el acto mecánico y sin emociones. Hubo algo intimo en invadir el cuerpo puro, como si ese fuera el lugar correcto, su hogar.
Cuando el cansancio satisfecho llego a Beathan se afianzo al menudo cuerpo de su esposa. El sopor del sueño fue pesado, tan pesado que no pudo abrir los ojos hasta el día siguiente casi al medio día.
Un mago y un sacerdote entraron a las alcobas nupciales para llevar con ellos las pruebas de virtud. Las pruebas fueron hechas, constatando lo que todos esperaban la princesa heredera de Scamail supero de buena forma las expectativas.
No podía saber que la princesa que se había casado con el príncipe Beathan y que había pasado toda prueba en su noche de bodas, era Ronnette bajo la apariencia de Eppie. Todo examen de pureza y de sangre real seria pasado sin problema tomando en cuenta el verdadero origen de la joven que fue obligada a tomar el papel de su media hermana.
La maldición de sangre que se convocara algunos meses después de la boda no fue algo contemplado desde el principio. Fue consecuencia de los celos, la ambición e incertidumbre sembrada después de que constataran el poder que podía tener Ronnetta aun sin saberlo.
La magia de apariencia no podía ser sostenida por demasiado tiempo, no sin consecuencias. Fue por esa razón que una semana después de la boda volvía a tomar cada una su verdadera forma. Eppie tomo el papel de princesa heredera y futura reina de Talamh, Ronnetta volvió a ser la humilde doncella.
Fue la noche que Beathan Granger se encontró casi por casualidad con la joven Ronnette que invariablemente fue cautivado por su belleza. Asustada intento huir al ser descubierta a esas horas de la noche en los jardines, pero fueron los fuertes brazos del príncipe que suavemente la sostuvieron para detenerla.
Mirar los cálidos ojos dorados de Ronnette removió algo en el pecho del príncipe. El endeble camisón largo cubría el cuerpo, aun así con los brazos sujetos a sus contornos pudo sentir lo armonioso de sus formas, lo suave de la piel oliva.
El aliento cálido que salía de entre los labios le llamaron como el canto de sirenas y siendo algo tan inevitable como negar la existencia del día y la noche, poso los labios sobre los suyos. El gemido que escapo de su propia garganta lo sorprendió.
La familiaridad en el sutil beso le puso la carne de gallina mientras su cuerpo clamaba por más. No hubo resistencia de parte de la joven, como podía hacerlo si el hombre que le estaba robando el aliento no era otro que su legitimo esposo, aunque este no lo supiera.
En el joven corazón de Ronnette no hubo dudas, creía con fe ciega que sus caminos se cruzaron por una buena razón. El destino había planeado que dos almas parecidas se encontrasen a pesar de las adversidades. Sabiendo que ella no era nadie, que no podía permitirse ser codiciosa y desear ser más que una simple doncella. Decidió tomar un tiempo prestado que posiblemente le costaría la vida.
Se dejo envolver en sus besos, en las caricias en su cuerpo. Perdiéndose en la oscuridad de la noche terminaron dejándose llevar hasta fundirse en sus deseos. La joven princesa que no tenía derecho de serlo estaba enamorada y contra ese amor no podía hacer nada.
El príncipe también la quiso aun sin saber quién era realmente, su afecto creció tan rápido y con tanta fuerza que se sorprendió así mismo anhelando la llegada de la noche. Como un fugitivo entraba en su alcoba para disfrutar de ese calor desconocido que siempre le embargaba cuando estaba con ella.
Eppie noto el cambio en Beathan, ordeno seguirlo solo para darse cuenta de las escapadas nocturnas con Ronnette. La rabia corrió por sus venas, poco importaba que le hubiera salvado de morir por la deshonra de haberse acostado con otro antes del matrimonio. En su retorcida mente si ella no pudo ser feliz con su amado, esa bastarda tampoco tenía derecho de serlo. Una carta fue enviada esa misma noche, para cuando la respuesta llego la sonrisa satisfecha pareció tatuarse en los labios rellenos de Eppie.
Ronnette pagaría con su vida querer pasarse de lista.
La advertencia del peligro llego en un sueño. El príncipe Beathan se había marchado al amanecer como era costumbre, no queriendo despertarla, la dejo dormir un poco más. Ronnette se despertó gritando, no podía aplacar el temblor en el cuerpo o el sudor frio que corría por su espalda.
En cuanto sus parpados se abrieron lo supo, se llevo la mano al vientre plano sabiendo que una semilla comenzaba a crecer en su interior. Un sueño premonitorio le hizo saber que buscaban causarle una muerte lenta y dolorosa, poco le importaba si se tratara solo de su vida, pero había que salvar al bebe que ya esperaba.
No podía nadie enterarse de su existencia, no dudarían en impedir su nacimiento. Con el rostro húmedo por las lagrimas preparo sus pocas pertenecías.
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A los ojos de Drake la princesa no poseía encanto alguno. Simple e insulsa bajo se mirada, incluso de apariencia infantil, parecía mucho mas joven de los 17 años que acababa de cumplir. Quizás lo único que podía reconocerle era que tenia una lengua afilada y una inteligencia sagaz, un tanto refrescante o fastidiosa según se viera.
No hubo emoción alguna por los regalos recibidos, parecía incluso aburrida bajo los elogios de la corte. Lo único que logro arrebatarle una sonrisa que parecía genuina fue el obsequio enviado por Lord Black, que no era otra cosa que una espada con piedras preciosas en el mango que no tardo en blandir como si fuera una experta.
-No solo aparenta saber usarla. Sabe hacerlo. -Es Nott quien le saca de sus pensamientos.
El rubio sonrió de medio lado con burla.
-Lo dudo mucho.
-Puedo garantizarlo, la he visto.
-Creo que tantos meses fuera de casa te han enloquecido. -Soltó con aburrimiento llevándose la copa de vino a los labios, no muy lejos donde se encontraba la princesa aun admirando los detalles grabados en la hoja.
-Ya te lo he contado por carta, no veo por que sigues resistiéndote a la idea.
-Es una princesa. -Señala con obviedad como si eso dijera todo.
-Fue entrenada como un guerrero, en el reino de Uisce la conocían como Hermes. Al parecer fue entrenada por el mismo Lord Black y Sir Remus.
Una ceja rubia se alzó aun con escepticismo.
-Sigue siendo una mujer, una princesa.
El castaño se encogió de hombros, restándole importancia. Sabiendo que no haría cambiar de opinión al príncipe.
-Por cierto, cuanto tiempo mas piensas quedarte.
-Volver con ustedes majestad, si no tiene inconveniente. Precisamente hoy la princesa me ha relevado de mi cargo.
-Debió ser aburrido.
-En absoluto. -Admitió de inmediato con sinceridad.
-Veo que te ha flechado. -Se burlo.
-Me parece interesante.
La afirmación de su guardia y amigo no la esperaba, se tuvo que girar un poco para mirarlo al rostro y descubrir si se trataba de una broma. Como si el simple pensamiento fuera absurdo meneo su cabeza de manera negativa ignorando a su acompañante, aunque no detecto que sus declaración fuera mentira.
-Sera mejor que pronto se pase esa fascinación enfermiza por ella.
-Temes que sea un obstáculo en tus planes de buscar una alianza con Talamh. -Esta vez fue el turno de Nott de reírse.
En realidad, Theodore Nott no es considerado un simple guardia por Drake, entre sus pocas amistades, el era sin duda el mas cercano. Con quien mas se identificaba y en quien mas confiaba.
-Estoy seguro de que conoces mujeres el doble de hermosas e inteligentes que la princesa Granger y mucho menos pretenciosas. Además, tu mejor que nadie sabes mis intenciones.
Una sonrisa oscura fue la primera respuesta, así como un brillo peligroso y casi divertido en los ojos azules del castaño.
-Te sorprendería lo mucho que me agrada. Pero no tienes nada de qué preocuparte, mi lealtad esta por encima de mi corazón. -Llevando su mano derecha sobre su corazón rio de buena gana.
-Pensé que el gracioso del grupo es Blaise.
-El ostenta el puesto por supuesto.
-No estás muy lejos te lo aseguro.
-Me alaga su majestad, es un gran cumplido viniendo de usted.
Drake bufo.
-Sigo pensando que estas demasiado cambiado para mi gusto.
-No quisiera sonar repetitivo pero mi lealtad sigue contigo, donde tenga mi corazón no es de su incumbencia alteza.
-Mientras sigas pensando con la cabeza y no con lo que tienes entre las piernas me conformo.
-No puedo garantizar mi buen juicio al respecto. Toma en cuenta que me he visto forzado a ser célibe desde que fue elegido guardia personal de la nueva princesa. No se si puedo ser objetivo, pero me parece que tiene un encanto bastante peculiar sin ser excesivamente exuberante. Si sigues buscando una alianza con un compromiso matrimonial te sugiero que te apresures, te sorprenderá saber los muchos pretendientes que la persiguen.
-No son nada ante mí. -Dijo con soberbia.
-Estas por encima de la mayoría. -Admitió haciendo una larga pausa mientras buscaba con la vista a alguien en el salón.
Acercándose un poco al rubio le dijo en voz baja. -Preocúpate por ese de allá, el hombre alto de cabello negro y ojos verdes. -Señalo de manera disimulada hacia un grupo de hombres que conversaban al lado contrario de donde se encontraban.
Varios caballeros de cabellos rojos parecían todos hermanos a excepción del recién mencionado que contrastaba con la apariencia del resto del ese grupo.
-¿Quién es?
-¿Te suena el apellido Potter?
El ceño del rubio se frunció, sus labios formando una línea cerrada con desagrado.
-No parece la gran cosa. -Sonto con desprecio, sabiendo bien quien es el hombre.
-Pero lo es. Después de todo aun no hay un Rey en Uisce, no desde que Black se negó a ascender al trono. Eso deja a su ahijado como el próximo Rey. Los rumores de que busca coronarle después de que se case son mucho más que eso, es un secreto a voces ¿No es obvio quien es la elegida?
Como si fuera convocado al hablar del joven pelinegro, este cruzo el salón para acercarse a la princesa. Con demasiada familiaridad se acerco a su rostro para decirla algo al oído lo que provoco una jovial carcajada de Hermione. Sus mejillas se tornaron rosadas mientras que sus ojos dorados brillaban con alegría.
Con malestar Drake observo como la princesa tomaba el brazo del caballero y se encaminaban al centro del salón para bailar.
-¿Ves a lo que me refiero?
-¿Sabes si tienen una relación formal? -Pregunto antes de llevarse la copa de nuevo a los labios para dar un largo trago mientras apartaba la mirada de la pareja que ya bailaba.
-No hasta el momento. Al menos nada oficial, pero es evidente el interés de Potter por la princesa. Ella parece ser la única que no nota la manera en la que la mira.
-¡Estúpida!
-Creo que el problema es que crecieron juntos, es mas como su hermano. Aunque eso no da ninguna garantía, hay demasiados intereses de por medio tomando en cuenta la simpatía que tiene el Rey Beathan por Lord Potter. Sí vas a cumplir con tu propósito te recomiendo que comiences a mover las piezas.
Terminando el licor de un solo trajo le entrego la copa a Nott antes de acercarse a la pareja cuando el ultimo acorde de la canción sonaba antes de comenzar una nueva.
-Me concedería el honor de bailar Princesa Granger.
Potter se envaro al instante por la cercanía del príncipe Malfoy, la sonrisa fresca en los labios de Hermione se tornó tensa también.
-Sera un placer. -Admitió después de un pesado silencio, con modales exquisitos.
Tomándola primero por la mano la alejo lo suficiente para dejar de lado al odioso de Potter, quien no le dedico una mirada agradable haciendo que Malfoy sonriera con mayor suficiencia. Sin soltar su mano con la destreza del mejor bailarín la tomo por la cintura acercándose un poco cuando las primeras notas comenzaron a sonar.
-Parece que no te agrado. -Afirmo mas que preguntar.
Fue tan directa la observación de Hermione no aparto la vista de los ojos grises que le miraban con cierta diversión.
-Simplemente no le conozco lo suficiente.
-Eso es algo que podemos resolver con facilidad. Me gustaría tratarla.
-No estoy interesada. -El tono tajante borro de un plumazo la sonrisa de Drake. -Lamento si mis palabras le ofenden, pero no me agrada perder el tiempo o hacer que alguien mas lo pierda. Así que me disculpo si soy grosera por mi franqueza.
-Para ser una cosita tan pequeña y de apariencia frágil, es sorprenderte como puedes sacar las garras tan de repente.
Hermione no se mostro ofendida o molesta, por el contrario, su mejor sonrisa levanto la comisura de sus labios.
-Tenga cuidado príncipe Drake, recuerde que las apariencias engañan. Si yo me dejara llevar por lo que veo mas que por lo que siento no me encontraría hoy justo en este lugar, festejando mi primer cumpleaños como princesa.
Cuando la música paro se soltaron con calma, pero siguieron lo suficiente cerca para poder hablar sin que los demás escucharan.
-La persistencia es una de mis virtudes. -Aseguro recuperando la sonrisa.
De manera galante tomo su mano para depositar un suave beso en ella.
-Sea cauteloso para que sus virtudes no se conviertan en defectos y terminen de jugar en su contra príncipe. Espero que siga disfrutando la velada, si me disculpa me retiro primero.
Haciendo una graciosa reverencia se inclino antes de girarse para buscar alejarse, sin embargo, un pensamiento la hizo volver un paso a tras para buscar de nuevo el atractivo rostro del príncipe.
Tomando su brazo se acerco lo suficiente para hacer que caminara a la par de ella, como si fueran los mejores amigos, contradiciendo lo dicho recientemente. El rubio no entendía el cambio de actitud en la joven, aun así, la siguió hasta salir a uno de los balcones.
Cuando se aseguro de que estaban completamente solos, hizo que se inclinara para alcanzar a hablar a su oído, necesitaba confiarle un secreto que oídos curiosos no pudieran escuchar.
-No confió en usted príncipe, pero voy a hacer por usted algo que me hubiera gustado que hicieran por mi en el pasado.
El entrecejo de Drake se frunció. La curiosidad picaba por lo que siguió el juego de esa chiquilla manteniéndose en aquella posición que cualquiera hubiera calificado como comprometedora.
Estaban tan cerca que podía sentir el aliento cálido de la dama contra su oído, el ruedo del hermoso vestido que vestía tocaba sus zapatos. Incluso podía oler el aroma que despedía su piel.
-Me han contado que la Reina Narcisa es encantadora, al igual que la princesa Adhara.
Los ojos grises se abrieron con sorpresa como si fuerana salir de su órbita. Alterado el príncipe la tomo por los brazos con brusquedad para alejarla lo suficiente para mirarle el rostro, tratando de leer mejor sus intenciones, por alguna razón sus palabras sonaban como una amenaza, pero a pesar de todo su rostro es tranquilo a pesar de su arrebato.
-Se que hace tiempo las buscas. -Hermione no se amedrento, aguantando el dolor en sus brazos.
-¿Qué quieres?
-Que una madre y su hija estén a salvo, como he dicho hago por usted algo que me hubiera gustado que hicieran por mí en el pasado.
El agarre de sus manos se aflojo lo suficiente para no causarle daño, pero no la soltó por completo. El delgado cuerpo de la princesa seguía a un palmo de distancia, con el rostro inclinado hacia atrás para mirarle directamente a los ojos.
-Puedes estar seguro de que mañana al medio día estarán arribando a estas tierras para asistir a una reunión importante del gremio por los rumores de una nueva guerra. El Rey Lucius no puede venir solo, al menos no dejara sus preciosas prendas si puede traerlas consigo. No tendrás una mejor oportunidad que esta.
-¿Es una trampa? -Pregunto aun con escepticismo.
-Puedo decirte que no, pero de ti depende creerme. Usted elige que hacer príncipe. -Se inclino ligeramente cortes antes de girarse.
Sin decir nada mas la princesa regreso al salón.
Entonces el príncipe Malfoy entendió un poco a que se refería Nott al hablar sobre la princesa. Parecía joven, quizás demasiado. Una niña apenas con un cuerpo tierno con las sutiles formas de mujer comenzando a asomándose. Tiene 17 años, el casi 20 no una diferencia abismal, pero si considerable. Pero era escucharla, ver la seguridad en su rostro, el brillo resuelto, rebelde e incluso temerario para engancharse a querer retarla para borrarle la sonrisa de suficiencia.
Si lo que decía era cierto. Sí lograba rescatar a su madre y hermana de Lucius. Podría incluso resultarle lo suficientemente tolerable para cortejarla. Lo que no podía saber a esas alturas era que la princesa Hermione Granger no estaba interesada en el matrimonio, lo que seria un golpe enorme para su ego.
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