Boda

El sol brilla en lo alto, el día es agradablemente cálido y el aroma sutil de las flores proporciona una reconfortante relajación. Un buen día para tomar el té. Siendo el centro de atención goza de los halagos de sus acompañantes que no dejan de alabar la belleza que exhibe y sus exquisitos gustos. Ya sea que hablen de sus finas ropas, lo hermoso de su peinado o lo rozagante de su rostro.

Sabiéndose hermosa se mueve como un pavorreal entre simples y comunes aves. La mirada desdeñosa que le dedica a las mujeres de la reunión no pasa desapercibida, pero a pesar de la altanería grosera, lo dejan pasar como si fueran ciegos y sordos al desprecio que les da. Después de todo quieren congraciarse con ella y su familia.

No es un secreto que es amante del príncipe heredero, pero no es una concubina cualquiera. Es la única constante en el desfile de mujeres con las que Drake comparte el lecho. Si eso fuera poco es la única hija del Duque Parkinson. Su prestigio y fortuna solo están por debajo del Archiduque Nott quien goza además de poder político, gracias al siempre leal y eficiente heredero Theodore Nott.

Lady Pansy está enamorada del príncipe desde la infancia, persiguiéndolo todo el tiempo, no se estuvo en paz hasta que logro seducirle para que pasara la noche con ella. Quizás su más grande error fue presionarle para que la desposara, con el pretexto de salvar su honor mancillado al desvirgarla. Lejos de lograr su cometido lo único que obtuvo fue el desprecio del príncipe a quien poco le importaron las lágrimas y amenazas.

Si antes le había tratado con cortesía al ser hija de quien era, después de que intentara chantajearle perdió toda consideración para con ella, volviéndose frio y distante. No era un monstruo como Lucius para lastimar a una mujer, pero puso las cosas claras. Podría ser su amante, calentar su cama cuando el así lo quisiera, pero nada más. No la desposaría y poco le importaba un escandalo que a quien más perjudicaría será a ella.

Con la esperanza de ganar su corazón acepto el trato. Segura de que sus encantos terminarían echando por tierra sus reservas, en algún momento el sería el Rey y por tanto ella seria la mujer a su lado, la Reyna.

Desde ese día habían corrido dos años. Seguía aferrada a sus sueños, ¿Qué hombre con sangre en las venas no caería a sus pies? ¿Quién no podría amarla? No había en el reino de Glaonna mujer más hermosa que ella o de mejor cuna.

Llegaría el día que tendría a Drake a sus pies. Ya fuera que quisiera o no, seria la madre de sus hijos. Con ese pensamiento en mente se llevó la taza de té con delicadeza a los labios para ocultar la sonrisa.

Una de sus doncellas se acerco a paso apresurado para hablarle al oído. Le traía buenas noticias, su amado príncipe estaba de vuelta. Sin preocuparse en lo mas mínimo por sus invitadas se levantó del lugar para prepararse e ir a su encuentro.

La joven toco a la puerta, sin poder contenerse había entrado en las habitaciones del príncipe sin esperar que le concedieran la entrada.

-¡Lady Parkinson! -Saludo Nott inclinándose, tratando de ocultar la burla ante el bufido que emitió Malfoy al ver quien entraba de esa manera.

-¿Cuántas veces tengo que decir que no puedes entrar así? -Cuestiono con reproche.

-Lo siento su majestad. -Dijo sin sentirlo realmente, haciendo una profunda reverencia ignorando por completo el saludo de Theodore. -Me a ganado la emoción por verlo, lo he extrañado tanto estos días.

El príncipe se abstuvo de rodar los ojos ante la actitud de la pelinegra. Podría ser una mujer extremadamente hermosa, pero su belleza apenas es equiparable a su carácter odioso y obsesivo.

-Nott compra lo que te he dicho y mándalo de inmediato a Talamh.

-¿Desea que mande una nota por usted? -La mirada burlona en los ojos azules de Theodore no pasó desapercibida.

-¡Has lo que te plazca!

-¿Esta seguro majestad? -Pregunto sugerente.

El tono no le gusto para nada al príncipe. Había olvidado por un momento lo mucho que le agradaba la princesa Granger a su amigo. Pensar en ello le hizo sentirse incomodo, pero se apresuro a ocultarlos en el fondo de su mente.

Lady Pansy levanto una de sus finas cejas con intriga escuchando el intercambio.

-No me gusta repetirme Nott. Tiene que llegar a Talamh a primera hora mañana.

-¡Como usted ordene! -Se inclino obediente sin perder la sonrisa insinuante.

Si Lady Parkinson no estuviera en ese momento invadiendo su espacio, le borraría la sonrisa estúpida del rostro de un golpe.

La joven no perdió tiempo a penas la puerta se cerro dejándolos solos se acerco al príncipe para sentarse en su regazo. Tenia el torso desnudo debido a que estaba a punto de tomar un baño para refrescarse después del viaje en barco.

-No estoy de humor Pansy.

-Debe de estar cansado, déjemelo todo a mí.

Tomándola por las manos la alejo, levantándose junto con ella y soltándola poco después con desagrado.

- ¡He dicho que no!

Sin importar las palabras del príncipe, sus manos viajaron por el pecho, bajando hasta el sur de su cuerpo. Dispuesta a convencerle, no seria la primera vez que la desprecia para después caer en sus encantos.

-Su boca dice una cosa, pero su cuerpo otra. -Susurro casi sobre sus labios.

Apretando la erección que ya se asomaba bajo la ropa.

-Pecas de soberbia, ¿Qué te hace cree que es por ti?

La seguridad en las palabras de Drake la congelaron por un momento.

-Quizás mi cuerpo clama por el recuerdo de la mujer de otro reino, ¿Quieres complacerme mientras pienso en ella?

Las mejillas enrojecieron de rabia, aun así se mostró dócil como solía hacerlo, haciendo que sus manos continuaran acariciando para estimularlo.

-Lo que sea que lo complazca mi príncipe.

-Entonces que así sea. Tendrás que disculpar que cierre los ojos para rememorarla, hay un abismo de diferencia entre las dos, ella es una dama. -Se burlo.

Poniéndose de rodillas le desabrocho el pantalón dejándolo completamente desnudo. Desde su posición la vista del príncipe es gloriosa, pero poco puede disfrutarla cuando este le da la espalda para recostarse completamente desnudo en medio de la cama. Fiel a su palabra a penas se pone cómodo cierra los ojos sin ninguna expresión en particular en el rostro.

Pansy recibe el reto con indignación. Muerde su labio con rabia para tragarse un grito de enojo. No tarda en recomponerse. Se desnuda a sí misma con rapidez para ponerse sobre el cuerpo de su amado príncipe.

"Ella es una dama" Repite la frase mentalmente con los celos presionando su pecho, llenándola de una sensación desagradable. Prometiéndose que borrara cualquier recuerdo de otras mujeres en la mente y cuerpo de Drake.

Reparte besos húmedos por el pecho musculoso, bajando lentamente por su abdomen.

"una dama" Se dice cuando toma la enorme erección del príncipe con su mano, estimulando en movimientos duros de arriaba abajo, mientras sigue juagando con su boca repartiendo besos y lametazos húmedos en la piel blanca de sus muslos.

Espera despertar en el príncipe la lujuria de siempre. Que muestra el deseo que le carcome cada que la posee. Se siente especial, poco le importa saber que el príncipe tenga varios amantes, ninguna de ellas es tan buena, pero la mención de una mujer sin rostro le saco de balance.

Nunca había escuchado que el príncipe mencionara a una mujer con un alago de por medio, "Ella es una dama" la frase retumba en su cerebro haciéndola rabiar, encendiendo un calor por todo el cuerpo que nada tiene que ver con el deseo latente por su hombre.

Drake es suyo, tan suyo como de nadie.

Lo toma con la boca, paladeando el sabor fuerte y salado, disfrutando de la dureza de la erección y el contraste con la piel suave aterciopelada que la cubre. Lame y besa, después lo hunde en su garganta absorbiendo, presionando con la lengua para que la fricción sea mayor.

Tarda en darse cuenta de que el príncipe permanece con los parpados cerrados, sin siquiera obsequiarle una mirada de sus hermosos ojos grises.

"Piensa en ella" las lagrimas bordean sus ojos azules, pero se niega a derramarlas.

Se aferra con mas ahínco a su tarea hasta que lo hace venir en su boca. Satisfecha se traga cada gota de su esencia. Con una sonrisa triunfal se endereza para cubrirlo con su cuerpo desnudo. Solo le atormenta, no haber hecho que abriera en ningún momento los ojos. El sudor perla su piel pálida, pero poco a cambiado el semblante indiferente de su rostro.

-¿Su dama le hizo disfrutar de esta manera? -Pregunta con una sonrisa en los labios.

-Mi dama sabe usar su lengua con la sagacidad de la mejor meretriz. No estas a su nivel.

Lady Pansy se tensa. No imagina que Drake piensa en la inteligencia sagaz y la virtud elocuente de la princesa Hermione y en lo mucho que le toco con las palabras.

"Llegará tu tiempo... Llegará el día en que tomaras el trono, en que el que el terror del Rey caerá con su espada. Quizás no será hoy, tal vez tendrás que seguir durmiendo con una daga bajo la almohada, siempre alerta, vigilante de cualquier movimiento sigiloso en la oscuridad de los rincones. Quizás parezca demasiado lejana la libertad que anhelas, así como el retorno de tus amadas aves al nido del que fueron despojadas. Pero llegara el día y espero estar para ver caer los muros y arder a todo aquel que causo con su avaricia tanto dolor y muerte."

La pelinegra se endereza lo suficiente para mirar el rostro, esperando ver por fin sus ojos grises. Esta vez sus parpados se han abierto, pero no la mira. Observa el techo abovedado, viéndolo sin ver, con los pensamientos demasiado lejos de esa habitación.

Es cierto. Su cuerpo esa ahí, pero no su mente. Piensa en otra mujer a pesar de que es su cuerpo caliente y desnudo el que lo cubre. Quiere gritar de rabia y frustración. Desea apretar su barbilla para hacer que la mire bien, que compruebe que no hay ninguna mujer que se le compare.

De nuevo la erección de pronuncia entre sus piernas, rozando su intimidad ya húmeda y lista para tomarlo, no pierde tiempo la pelinegra. Levantando sus caderas se alinea para bajar en un solo movimiento empalándose a si misma. Gime con fuerza al ser estirada pero no se detiene, empeñada en demostrar que no hay nadie a su altura.

Lo monta como la mejor amazona, sus pechos llenos y redondos se agitan en cada movimiento en un sensual e hipnótico vaivén. Sus gemidos con mas cada vez mas fuertes. Esta tan cerca de la cima que su piel se eriza y la visión se nubla. Hecha el cuerpo hacia atrás perdida en la agonía de un orgasmo cercano.

Su cuerpo tiembla en espasmos, puede sentir la neblina golpear con fuerza sus sentidos satisfechos. Ni siquiera nota que el príncipe sigue indiferente con sus pensamientos puestos en lugares lejanos. Vuelve en si hasta que la mujer sobre a encontrado su propio placer.

-Si ya estas satisfecha será mejor que te marches.

Las palabras le golpean como un mazo dejándola helada.

La aparta sin demasiada consideración para ponerse de pie. En el esplendor de su desnudes mientras camina al baño, su erección pronunciada deja en evidencia que el increíble cuerpo de Lady Parkinson no a logrado satisfacerle por completo.

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Poco le importa el desdén en su mirada o el desprecio impreso en cada expresión facial. El azul de sus ojos parece tan frio como el hielo, pero no es solo eso, la manera en que su vista viaja de su rostro hasta los pies de manera lenta, minuciosa y despectiva. Exuda odio por cada poro de la piel, uno tan extenso e infinito que el ambiente se vuelve opresivo.

La princesa Hermione reconoce que tuvo que ser una mujer muy bella en su juventud, pero ahora simplemente ve el lado mas nefasto de su persona mientras el silencio incomodo se extiende, ve a una mujer robusta de cabello rubio entrecano recogido en un apretado moño que le hace ver severa, vestida con seda y oropeles, con joyas extensivas que pretender dejar en claro que es muy superior a ella. Una corona encubra su cabeza, dorada y brillante con hermosas gemas con los colores del arcoíris.

Es el joven príncipe Niel quien termina cortando el abrumador momento.

-Princesa espero que disfrute mucho la visita, es un honor tenerla con nosotros.

Hermione se inclina delicadamente, saludando a la reina que parecía petrificada en su lugar y que no parecía siquiera tener la educación de saludarle como era debido.

-Gracias por la invitación sus majestades. Su reino es impresionante en verdad.

-Me complacerá mucho acompañarla en un recorrido por los lugares más interesantes. -La sonrisa en el príncipe fue genuina.

-Se lo agradecería mucho príncipe.

-No creo que sea conveniente. -Interrumpe abruptamente la Reina, levantándose de la silla con brusquedad camina hasta estar a unos pasos de ellos.

La princesa puede ver como el cuerpo de Niel se tensa ante la cercanía de su abuela. Nota también la manera en que agacha la mirada con cierto temor.

-Se a determinado que la princesa -Soltó con desprecio la palabra, - Sera escoltada por mi escolta personal en compañía del Conde Darius, uno de nuestros regentes.

-¡No! -Dijo contundente con una mirada desafiante en sus ojos dorados.

-¿No? -Repite la reina en confusión con los ojos abiertos por la sorpresa ante el tono de la princesa.

-Me veo en la necesidad de rechazar la oferta Reina Maela, me disculpo por mi mala educacion. Por orden expresa de mi padre tengo mi propia escolta, como comprenderá después del complot contra la familia real de Talamh, mi Rey es estricto con mi seguridad. Fue sumamente difícil convencerle de que no corro peligro al aceptar su amable invitación, pero fue bastante contundente en poner ciertas restricciones.

La reina apretó los puños con furia.

-¿Cómo se atreve?

-No debería sorprenderle su majestad, los tiempos que corren son peligrosos en los cuatro reinos, eso sin contar que soy una persona indeseable en sus términos. Si mi abuela Jensine viviera podría constatarlo, o si mi madre aun estuviera en este mundo apoyaría mis decisiones.

El rostro de la reina se puso rojo de ira ante la mención de Jensine, incluso sus dientes rechinaron de tanto apretarlos cuando la princesa Hermione se atrevía también a mencionar a Ronnette. De manera impulsiva empujo al príncipe para apartarlo de su camino, levantando la mano buscaba abofetear a la castaña.

La sonrisa de Hermione se profundizo antes de que la mano extendida de la Reina se estrellara contra su mejilla izquierda. Aun después del sonoro golpe no inclino la cabeza o lamento las palabras dichas.

El príncipe contuvo el aliento al presenciar el agravia que acababa de hacer su abuela contra Hermes.

-¡Mi reina! -Exclamo con voz estrangulada el joven príncipe.

Pocas personas se encontraban en esa reunión privada. La recepción oficial que le había dado en la corte con toda la nobleza del reino de Scamail fue horas atrás, la reina no había estado presente. En su representación el príncipe Niel le dio la bienvenida.

La princesa pudo ver de reojo como sus guardias estaban a su espalda en un parpadeo. Con un ligero movimiento de la mano los contuvo haciendo que volvieran a sus puestos.

-Le daré sus saludos a mi padre, expresando su sentir sobre mi presencia.

Las palabras son calmadas mientras habla, le mira directamente, sin mostrar debilidad o miedo. La marca roja en la piel es nítida y visiblemente en forma de mano.

-¡Me estas amenazando! -Siseo la mujer con tal rabia que incluso ignoro el dolor en la mano.

-En absoluto su majestad como podría una humilde princesa atreverse a tal cosa. No esta en mi poder lanzar amenazas, ¿Cómo una simple princesa se atrevería? -Las palabras son mansas, no así su actitud retadora. -No tengo el poder de agraviarles de esa manera. Simplemente regresare a mi casa, mi reino.

Hasta ese momento la Reina Maela se dio cuenta de que había caído en una trampa. Todo el acto diplomático que realizo para contener las presiones políticas para aligerar la carga al futuro reinado de Niel, se acababa de venir abajo.

Bastaba que la princesa heredera de Talamh hablara sobre lo fácil que había perdido la cabeza para actuar en su contra, todo acuerdo entre sus reinos se acabaría. Es más, ni siquiera seria necesario que dijera nada, seria suficiente con regresar a su reino el mismo día de su llegada con el rostro lastimado para que todos sus esfuerzos no valieran de nada.

La sonrisa en el rostro de la princesa reafirmó sus suposiciones.

-Me retiro primero. -Se inclino con gracia. -Lamento que mi visita fuera tan breve príncipe Niel, me hubiera encantado hacer el recorrido con usted.

Se giro sin decir nada mas. Los dos guardias le seguían de cerca como si esperaran que la reina le atacara por la espalda a penas se diera la vuelta.

-¡Espera! -Exigió la reina.

Hermione se detuvo muy cerca de las puertas mirando sobre su hombro no se molesto en girarse por completo.

-¿Desea que ponga mi otra mejilla? -Pregunto con sarcasmo. -Debió ser gratificante, Reina Maila. Puede incluso jactarse de haberlo hecho con tres generaciones de mujeres de mi familia. Me han contado que no soportaba la belleza exquisita de mi abuela Jensine, la preferencia del Rey Cailean por ella. Se también las formas en las que persuadió a mi madre para suplantar a su hija.

-¡Cállate! -Ordeno palideciendo.

Niel estaba confundido y asustado por las palabras de Hermione, la reacción consternada de su Reina le dio un mal presentimiento.

La princesa heredera se giro lentamente después de la orden, disfrutando de lo que vio en el rostro mezquino de aquella mujer. Camino lentamente, deleitándose con la forma en la que afectaba a la Reina que se había encargado de destrozar la vida de su madre. Podía ser que mientras su abuela vivía no pudo hacer nada directo en su contra, más que humillarla y abofetearla en algunas ocasiones, debido a la obsesión que tenia su marido por ella, pero después de que muriera en el parto, volcó todo su odio y resentimiento contra un bebe que no tenía nada de culpa.

Tenia una mirada enloquecida como si no la mirara a ella, como si fuera el fantasma de la joven Ronnetta el que tenia delante. Sus ojos se abrían desmesurados, con los cardenos rojos y las lágrimas contenidas comenzando a derramarse.

-Príncipe Niel, estas fuera de esto. -Hermione le avisa con ojos achispados por las emociones que están fluyendo bajo su piel. Le dedico una corta mirada, una sonrisa triste antes de poner su atención por completo en la mujer que temblaba.

Como si el niño entendiera la mirada que le dedica su única prima, da un paso atrás y luego otro, poniendo distancia de la Reina. Se gira concediendo un momento a solas que no le han pedido, pero considera necesario. Confía que las cosas no pasaran a mayores siendo que hay dos guardias para cada una de las mujeres, listos para contener cualquier problema.

Cuando al fin se quedan solas. El silencio se expande por eternos minutos. Una sonrisa de suficiencia eleva las comisuras de sus labios en una sonrisa que no es para nada amable.

-Se todo Reina Maila.

-Tu no sabes nada.

La princesa se ríe sin humor, moviendo la cabeza de un lado a otro, negando.

-Se que obligo a mi madre a sustituir a Eppie en la boda con el Rey Beathan. Lo que agradezco, tomando en cuenta que eso me hace una heredera legitima y no una bastarda. Su hija no fue mas que una despreciable concubina de mi padre, poco menos que nada.

-No puedes probar nada.

La princesa ignoro por completo sus palabras, dando un paso mas cerca de la Reina que retrocedió con miedo.

-No conforme con utilizarla se aseguró de que desaparecería. Usted o su hija pusieron sobre la vida de mi madre una maldición que la consumió hasta la muerte.

Los labios de la reina temblaron, sus pasos se volvieron inestables. Pero no negó la acusación debido a que las palabras se le atoraron en la garganta.

-Al principio estaba convencida de que el culpable de su muerte prematura no era otro de mi padre, pero recién descubrí que aun sin saber que era su legitima esposa, la amo. Eso me dejo dos caminos; usted o su hija.

Hermione se parecía tanto a Ronnette físicamente, pero el fuego que veía en su mirada no tenía precedente. Donde Ronnette fue débil y sumisa, su hija es fuerte e implacable.

-La reina Eppie esta muerta, un final justo a mi parecer. Así que todo se reduce a usted reina Maela, maldijo a mi madre esperando una muerte lenta y dolorosa, una singular venganza contra la hija de la mujer que le quito la atención de su marido. Después de utilizarla la desecho como si no valiera nada para asegura un reino y un trono para su hija.

Fuera de si la Reina se abalanzo sobre Hermione intentando silenciarla. Tomándola por los cabellos comenzó a sacudirla con fuerza. En su ataque de histeria nunca noto que las puertas dobles del recinto fueron abiertas.

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El Rey Beathan Granger a aceptado buscar una nueva esposa. La idea no es de su agrado, pero la presión sobre sus hombros para asegurar nueva descendencia real se volvió una cuestión que no podía seguir evadiendo.

Esta convencido que Hermione tiene todos los atributos necesarios para ascender al trono cuando llegara el momento, pero siendo mujer no contaría con el completo apoyo de los nobles y ella en realidad no está muy interesada en convertirse en reina como en conseguir su venganza. Los meses que a pasado a su lado lo llenaron de orgullo al descubrir el fuerte carácter y la inteligencia de su joven hija. Ronnette había hecho un gran trabajo al criarla.

Le costo trabajo ganarse su confianza, pero dispuesto a todo permitió incluso que la maga que siempre acompañaba a su hija le interrogara con una poción de verdad. Fue hasta ese momento que entendió la frialdad en el rostro de Hermione, el odio tan visible cuando estaba en su presencia. Sospechaba que el era el causante de la muerte prematura de su madre.

Su querida Ronnette murió a causa de una maldición de sangre. Enterarse de ese hecho lo lleno de la mas profunda rabia y un dolor indescriptible. Aun ahora después de tantos años sin haber sabido de ella, nunca pudo olvidarla del todo.

Una vez aclarada la situación, aun con la opresión por el dolor en su pecho. Librarse de toda sospecha le permitió descubrir la verdadera naturaleza de la princesa. Dejo de ver el odio latente en sus ojos dorados, tan parecidos a los de Ronnette, para encontrar la dulzura limpia de un afecto que podría crecer con el tiempo.

Hermione se abrió ante el como una rosa, mostrando sus verdaderos colores y una esencia tan limpia que nunca había visto en otra persona. Es su sencilles deslumbrante, la empatía y amabilidad que muestra ante los mas débiles, la fuerza que imprime en cada cosa que hace y lo protectora que puede llegar a ser con los suyos no hecho otra cosa que ganarse aliados en donde quiera que se encuentre.

Puede parecer demasiado joven, con la apariencia frágil de una joven dama. La realidad tras esa fachada es otra. Hermione es una guerrera, fue entrenada como un soldado por Lord Black y Sir Lupin a petición de Ronnette, adquirió la personalidad de un varón de nombre Hermes para ingresar a la escuela de caballeros.

Se gano un puesto a base de terquedad y constancia. Sus ojos eran feroces en batalla, sustituyendo la falta de fuerza con rapidez y astucia.

Fue instruida como una dama sobre todos los temas relativos; modales, cultura y refinamiento. Su mano diestra es audaz con la pluma para escribir con finos y fluidos trazos sobre adustos tratados económicos, de política o magia, de la misma manera en la que era ágil y letal con la espada.

Le gustaba que le llamaran simplemente Hermes, lo prefería al título de princesa.

Su guardia estaba formada más que por soldados bien entrenados, por amigos que darían la vida sin pensarlo por ella. Crecieron y se entrenaron juntos. Sobrevivieron a los ataques implacables de los últimos elfos oscuros. El reino de Uisce fue el mas golpeado de por la guerra y después de 5 años de que terminara seguía habiendo ataques esporádicos que tenían que enfrentar.

El Rey creía que su hija era perfecta para gobernar, pero no quería presionarla. Hermione le hizo saber que no estaba en sus deseos casarse nunca y un reino con una Reina y sin un Rey sería difícil de llevar.

Antes de aceptar un matrimonio político hablo con la princesa para pedir su opinión.

-Creo que tienen razón. Debe buscar un heredero.

-Te tengo a ti.

-Me tienes, se que soy suficiente para usted padre, pero nunca será suficiente para el resto.

-Estas dando tu permiso.

-¿Necesita mi permiso? -Pregunto con una sonrisa, haciendo reír de buena gana a su padre.

-No en realidad.

-Sera que le preocupa que me sienta desplazada de alguna manera. -Le miro con interés para saber si eso era la verdadera pregunta detrás de esa reunión.

El rey suspiro largamente. -Recién te recupero, no quiero perderte.

Conmovida por las palabras de su padre, se acerco lo suficiente para tomar su mano.

-No me perderá. No me desagrada la idea de tener mas hermanos. Nadie sustituta en mi corazón a mi madre, pero que la familia crezca me parece bien, resultaría agradable ser la hermana mayor.

-Entonces así será.

-¿Has pensado en alguien?

-No en realidad.

-Puedo hacerle una sugerencia padre.

El Rey asistió con curiosidad.

-Giovanna Weasley sería una excelente opción.

-¿Weasley?

-Es la hija mayor del clan Weasley. Es una buena mujer, podría ser una excelente compañera. Su prometido murió en la guerra, es joven pero no lo suficiente para los estándares de la estúpida sociedad para ser elegible al matrimonio, pero si lo suficiente para darte hijos posiblemente varios si tomas en consideración que han nacido gemelos en su familia. Seria preferible a tener un matrimonio político con alguien posiblemente mas joven que yo.

Hermione no pudo evitar estremecerse ante la idea.

-Si la consideras conveniente para mí, me gustaría conocerla.

-No te importa que no tenga un título.

-¿Te importa a ti?

Encogiéndose de hombro contesto. -En absoluto.

-Eso imagine. -Sonrió con orgullo.

La princesa Hermione se quedó corta en la descripción de Lady Giovanna al parecer del Rey. La mujer es hermosa, alta y delgada con una piel blanca salpicada de peca e impresionantes ojos azules que resaltan mas por la abundante cabellera roja distintiva de los Weasley. Le gustaba la dulce timidez en sus ojos mientras conversaban y lo fácil que sus mejillas se tenían de un color rojizo.

En realidad, estaba por cumplir 33 años, aunque aparentaba menos. No solo le pareció una persona adecuada para casarse, le agrado lo suficiente para saber que podrían llevarse bien a pesar de las circunstancias. Así que, el día que acepto ante el consejo del reino volver a casarse para buscar más herederos, la única condición que puso para hacerlo fue elegir libremente a la prometida.

No es que necesitara el permiso de nadie para desposarse, pero las presiones políticas por los nobles no se harían esperar buscando emparentar con la realiza. De este modo evitaría inconvenientes futuros.

Se programo la boda para dentro de 1 mes. Cuando la princesa Hermione Granger volviera de su visita política al reino de Scmail y Uisce. 

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