VII

En el aeropuerto de Namimori, un jet aterrizaba en la zona privada de este. De la nave bajó la familia Mussolini.

Alessandro se quitó los lentes de sol para mirar el lugar con cierto disgusto ¿Cómo su futura esposa podía vivir en ese lugar?

Sus guardianes permanecieron en silencio, pensando en la forma de impedir que Alessandro la viese primero. Sabían que el interés por la muchacha sólo era atracción física, pero aún así ansiaban conocerla.

Los hombres salieron escoltados hasta una limusina, el cual los llevaría hasta el hotel más lujoso de la ciudad, en donde se hospedarían, hasta Alessandro lograra casarse con aquella hermosa muchacha.

Alice como diariamente, peinaba sus rizos mirándose al espejo con una sonrisa. Ambos hermanos salieron de sus habitaciones al mismo tiempo, sonriéndose.

Los mellizos Sawada bajaron a la cocina para tomar el desayuno, saludando a los presentes.

— Dime, Fratello ¿Cómo es el guardián de la niebla? — Preguntó la chica tomando un poco de arroz.

El castaño casi se atraganta con su bebida al oír la pregunta de su melliza. Nervioso rascó su nuca sin saber qué decirle.

— Bueno, Mukuro es algo... Peculiar — Fue la respuesta dada por Tsunayoshi.

— Me gustaría conocerlo — Comentó la primogénita.

— ¡No! — Exclamó su hermano.

— ¿Por qué no?

— Mukuro es peligroso, no es recomendable acercarte a él — Advirtió Tsuna preocupado por la seguridad de su preciada hermana.

— Puedo cuidarme sola, Tsu-kun, no hay necesidad de estar preocupado por mí — Sonrió la de rizos naranja sosteniendo la mano de su mellizo.

Tsuna le sonrió apretando su mano.

Al acabar el desayuno, los mellizos fueron por sus cosas para salir de su hogar. Mirando a sus dos amigos esperándolos fuera.

— Buenos días, Décimo, Princcipessa — Saludó Gokudera como de costumbre al mirar a los hermanos salir.

—Buenos días, Tsuna, Alice — Saludó sonriente Yamamoto al lado del peliplata.

— Buenos días — Sonrieron los Sawada.

— ¡Tsuna-san! — Llamó una joven de cabello castaño oscuro y ojos marrón opaco.

— Haru, buenos días — Saludó el castaño amablemente.

— Buenos días — Sonrió animada — Buenos días, Alice-san — Saludó.

— Buenos días, Haru — Alice respondió a su saludo.

Ambas chicas se habían conocido hace unos días en el parque, cuando ambas pidieron el mismo sabor de helado en el parque. El hecho de ser la hermana de su enamorado sorprendió a la castaña, pero desde ese momento se llevaron bien, incluso Kyoko se había unido. Aquellas tres se llevaban bastante bien, pero Alice la mayor parte del tiempo permanecía con su hermano, Yamamoto y Gokudera.

Los adolescentes caminaron respectivamente hacia sus instituciones, donde un día más de clase comenzaba.

— Buenos días, Alice-chan, Tsuna-kun — Saludó la castaña de ojos miel al lado de su hermano.

— ¡Buenos días, al extremo! — Exclamó el albino energético.

— Buenos días — Respondieron los mellizos.

El grupo llegó al colegio, mirando a Kusakabe en la entrada, asegurándose de que todo estuviese en orden.

— Buen día, Kusakabe — Dijo Alice con una reverencia.

— Buen día, Sawada-chan — Saludó el más alto.

— ¿Y eso que Kyoya no esté supervisando? — Preguntó la muchacha mirando a los alrededores.

— Está en la azotea tomando una siesta con Hibird-san, por eso estoy supervisando yo.

— Entiendo — Murmuró la pelinaranja — En fin, hasta luego —

Alice siguió con su camino, hasta que un grupo de chicas llamó su atención. Todas gritaban eufóricas y sacaban fotografías amontonadas. Ladeó la cabeza curiosa por saber el por qué de tanto alboroto, pero decidió seguir con su camino.

Un joven de cabello escarlata estaba asfixiado al tener a esas mujeres rodeándolo y gritando, era molesto y eran ruidosas. Sus ojos se posaron en la Sawada, en seguida, haciéndose espacio con dificultad, se liberó del montón de chicas para correr y alcanzar a la pelinaranja.

Alessandro tomó la mano de la muchacha, provocado que esta volteara a verlo. Los ojos avellana se encontraron con los plata.

— Al fin te encontré — Sonrió el muchacho suspirando.

— ¿A mí? ¿Por qué? — Cuestionó la joven confundida, ladeando ligeramente su cabeza.

— Yo soy tu destino — Rió Alessandro con alteza — Soy tu prometido, querida — Dijo sin más, besando el dorso de la mano de su «Futura esposa».

— ¡¿Mi qué?! — Exclamó la muchacha casi de inmediato, sorprendida y sin poder creerse lo dicho — ¡Ni mi nonno ni mi pappa me informaron de esto! —

— Ellos no lo saben aún, pero tendré su aprobación, amore — Respondió confiado el de ojos plata.

— Si usted no ha tenido su aprobación, no puede llamarse a sí mismo «Mi prometido» — Habló la muchacha soltando su mano.

— Deberías sentirte honrada de saber que serás mi esposa, ragazza — Recriminó Alessandro con indignación sosteniendo su brazo.

— Por favor suélteme, debo ir a clase — Pronunció Alice molesta.

— No.

— Te dijo que la sueltes — Se escuchó una voz grave y molesta — Por tocar lo que es mío y entrar sin permiso a esta institución, te morderé hasta la muerte — Amenazó Hibari sacando sus tonfas.

Alessandro soltó a la chica sin decir nada, mirando con seriedad al azabache que le amenazaba. El pelirrojo se puso en posición para luchar.

— ¡Alice! — Exclamó Tsunayoshi corriendo hacia su hermana y abrazándola.

— ¡¿Quién demonios eres y qué haces con la Princcipessa?! — Gritó el peliplata molesto poniéndose delante de ella.

Los guardianes y Tsunayoshi rodearon a Alice con el objetivo de protegerla de cualquiera que la quisiera tocar.

El Mussolini recobró la postura y con rostro neutro se retiró en silencio. Obtenerla iba a ser más difícil de lo que pensó, pero eso era muchísimo mejor, a él le gustaban los retos y Sawada Alice era uno de ellos.

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