— ¡Fratello! — Gritó la chica con sus ojos inundados de lágrimas.

Tsunayoshi miró a su hermana mientras escupía sangre. El castaño sonrió antes de caer al suelo mientras la sangre manchaba su ropa.

— Te dije que serías mía de una u otra manera — Sonrió el pelirrojo de manera sádica con un cuchillo ensangrentado en su mano.

— ¡No! ¡Tsu-kun!

La Sawada cayó de rodillas, vencida y su corazón partido, las lágrimas resbalando por sus mejillas y sus sollozos eran sonoros al ver a toda su familia inerte y ensagrentada a su alrededor. Alessandro rió de manera maniática.

— ¡FRATELLOOOOOOOOOOO!

Alice despertó de golpe agitada y sudando temblorosa, sus lágrimas saliendo de sus ojos y con una opresión en el pecho. Miró a sus alrededores, notando que estaba en su habitación.

Silenciosamente, la chica se dirigió a la habitación de su hermano abrazando su almohada. Tocó la puerta esperando la contestación, luego de unos minutos volvió a tocar.

— ¿Tsu-kun? — Llamó suavemente a la puerta.

La puerta se abrió dejando ver a un somnoliento castaño tallando sus ojos.

— ¿Alice? ¿Sucede algo? — Preguntó el castaño adormilado.

— ¿Puedo dormir contigo? — Pidió apenada la chica mirando al suelo a punto de llorar, aliviada de que su hermano estuviese bien.

— ¿Por qué lloras? — Cuestionó el muchacho con preocupación al observar las saladas gotas saliendo de los orbes de su hermana.

— Tuve una pesadilla — Contestó ella con voz quebrajada.

— No llores. Estoy aquí contigo. No voy a dejar que nada te haga daño — Susurró el menor abrazando a su melliza y acariciando su cabello — Ven —

Tsuna tomó la mano de su hermana para que entrara a la habitación, cerró la puerta y la guió hasta la cama. Palmeó el asiento a su lado con una sonrisa.

Alice se sentó al lado de su hermano dejando que este la abrazara, calmándola y haciendo que la preocupación se fuese.

El castaño se acostó en la cama dejando espacio para su hermana mayor, quien se acostó mirando hacia él.

Ambos Sawada se miraron con una sonrisa, era la primera vez que dormían juntos después de diez años. El menor cerró los ojos y la mayor repitió el acto. Los mellizos quedaron profundamente dormidos.

Ya era de mañana, los hermanos despertaron al momento en que el sonido de una cámara se hacía presente. Nana sonrió dulcemente a sus hijos con cámara en mano. Era una escena sumamente tierna, ya que ambos se encontraban en la posición de «cucharita».

— Buenos días — Saludó Nana.

— Buenos días — Respondieron ambos hermanos a la vez.

Ambos hermanos se levantaron de la cama estirándose, antes de dar un ligero bostezo y tallar sus ojos, todo de manera sincronizada.

La castaña rió por lo bajo, sin duda alguna eran mellizos.

Alice tomó su almohada y se dirigió a su habitación para poder alistarse. Era fin de semana, pero tenía planeado ir un rato a la biblioteca.

Después del desayuno, Alice salió de casa despidiéndose de todos, para tomar camino hacia la biblioteca. El lugar no estaba muy lleno, por lo cual había muchos lugares cómodos para sentarse.

Uno de los lugares favoritos de Alice en la mansión era la biblioteca, era inmensa y tenía un sin fin de libros. La chica firmó en la recepción para ir en busca de algún libro que lograra captar su atención.

La chica ojeó los títulos. Miró uno en particular que relataba la historia de «La Cosa Nostra », lo cual resultó bastante interesante, ya que quería saber más a fondo la historia de la mafia siciliana.

— Vaya — Pronunció la chica mirando el escudo de Vongola en una esquina de la portada, junto a otros escudos de diferentes familias.

La pelinaranja se sentó en un cómodo sofá para comenzar a leer. No sabía cuanto tiempo había pasado exactamente, pero ya estaba apunto de terminar de leer aquel libro y el último capítulo relataba la historia de la familia Vongola hasta donde se le conoce.

— ¿Princcipessa di Vongola? — Dijo una suave voz masculina, desconocida para ella, a sus espaldas.

— ¿Si?

La Sawada volteó la cabeza ligeramente, encontrándose con un hombre joven, con rizados cabellos rubios y ojos azul cielo, quien la miraba sin ninguna expresión en particular.

— Al fin puedo conocerla — Susurró el joven tomando su mano y besando el dorso de esta.

Alice se sonrojó ante el gesto y apartó la mano suavemente, tratando de no parecer grosera.

— ¿Quién es usted?

— Me llamo Noel Forttuni, soy parte de la familia Mussolini — Se presentó con una reverencia.

— Un Mussolini — Murmuró la chica con desconfianza.

— Por favor, no dude de mí, el hecho de pertenecer a esa familia no me hace mala persona — Dijo Noel tomando las manos de la joven — Quiero hablar de un tema importante con usted —

— ¿Y de qué quieres hablarme? — Inquirió la de ojos avellana apartando las manos con delicadeza.

— Vine a advertirle que mi jefe trama algo y no se trata de nada bueno. Hará lo posible para que usted se case con él, por ello planea atentar en contra de su familia — Explicó el rubio seriamente.

La muchacha abrió los ojos a más no poder comenzando a temblar, eso significa que su sueño le advertía de una posible catástrofe.

— ¿Y por qué me está contando esto? — Preguntó Alice entre confundida y desconfiada.

— Eso es porque yo la amo. Desde hace un tiempo la observo y me atrevo a decir que mis sentimientos por usted son reales. Tengo consiente de que usted es menor que yo, pero estoy dispuesto a esperarla — Se sinceró Noel manteniendo su rostro neutro.

Aquello terminó de sorprender a la menor ¿Hablaba en serio? Le parecía increíble y no sabía si podía confiar en él.

— Me retiro. Por favor, confíe en mí, no quiero verla infeliz al lado de Alessandro. Yo no lo apoyo, aún siendo mi jefe, ya que yo le soy fiel al señor Feliciano.

— ¿Feliciano?

— El anterior jefe de los Mussolini, padre de Alessandro — Explicó el de ojos azules.

— Comprendo. Gracias por la información — Sonrió Alice ligeramente.

Noel se retiró del lugar dándole un último vistazo a la pequeña Vongola, con una pequeña y dulce sonrisa en sus labios.

— Cuídese, Princcipessa di Vongola, Alessandro Mussolini es capaz de todo — Susurró el joven al momento en que sus facciones se fruncieron.