IV
Un nuevo día comenzó, la joven Sawada poco a poco abría sus ojos avellana. La habitación en la que se encontraba era acogedora, y familiar. Sonrió al recordar que se encontraba en Japón, soltando un suspiro y abrazando su almohada.
La muchacha se sentó en la cama refregando con cuidado sus ojos y soltando un pequeño bostezo, estiró un poco su cuerpo para despertarlo.
Alice se levantó de su cama y bajó a la cocina, su madre se encontraba haciendo el desayuno con una sonrisa tranquila. La castaña miró de reojo a la entrada de la cocina encontrándose con su hija recién levantada.
— Buenos días, Ali-chan — Dijo Nana sonriendo con dulzura a su hija.
— Buenos días, mamma — Dijo la joven sonriendo también — ¿Necesitas ayuda con el desayuno? — Preguntó acercándose a su progenitora.
— No es necesario, ya voy a terminar. Podrías ir a levantar a Tsu-kun mientras sirvo la mesa — Dijo la mujer acariciando la hermosa cabellera de su hija.
Alice asintió y subió a la habitación de su hermano, al estar frente a la puerta tocó un par de veces. Nada. La chica entró a la habitación encontrando a su mellizo profundamente dormido, se veía tan tranquilo y pacífico.
— Tsu-kun — Pronunció la chica con suavidad tocando su hombro — Tsu-kun despierta — Acarició su cabeza despertándolo de a poco.
El muchacho abrió de a poco sus ojos avellana encontrando a su hermana sonriéndole.
— Buenos días, fratello — Dijo la joven con dulzura.
— Buenos días — Dijo el castaño bostezando y refregando sus ojos.
— El desayuno está listo, vamos — Dijo la de rizos naranja caminando hacia la puerta.
El muchacho se levantó también y bajaron a la cocina. Allí se encontraban su madre, Reborn y otras cuatro personas más.
— ¿Hmmmmm? ¿Quiénes son ustedes? — Preguntó la muchacha confundida.
— Oh, Ali-chan, ellos son nuestros inquilinos — Respondió la castaña sonriendo.
— Mucho gusto, me llamo Bianchi — Dijo una mujer pelirroja de ojos verde menta, sosteniendo a Reborn en sus piernas.
— ¡Oh! Reborn me ha hablado de ti — Sonrió la Sawada con amabilidad.
— Yo soy Fuuta, mucho gusto Ali-nee — Sonrió un niño de aproximadamente nueve años, cabello castaño y ojos avellana.
— ¡Yo soy el gran Lambo-san! — Exclamó un niño vestido de ternero, cabello negro rizado y ojos verde esmeralda.
— Yo soy I-Pin — Dijo una pequeña niña de cabello negro y con un traje chino.
— Un placer conocerlos — Sonrió la muchacha.
— Buen día — Bostezó el castaño rascando su cabeza.
— Tsu-kun, buenos días — Saludó Nana colocando el último plato en la mesa.
— Buenos días, Tsuna — Dijeron Reborn, Lambo y Bianchi a coro.
— Buenos días, Tsuna-san — Sonrió la pequeña I-Pin.
— Buenos días, Tsuna-nii — Dijo animado y sonriente el lindo Fuuta.
Los mellizos se sentaron en la mesa para comenzar a desayunar. La chica miró la comida sencilla que le preparó su madre, sonriendo alegremente. Por lo general su desayuno siempre era grande, con todo tipo de variedad para comer, pero la comida de su madre era increíblemente especial, porque estaba hecha con amor. Todo en el desayuno fue pacífico.
La chica subió a la habitación para tomar su uniforme y una toalla para meterse a dar un baño. Luego de la relajante ducha de agua tibia, la joven salió del baño ya uniformada y lista para comenzar con su nueva vida. Nunca antes había ido al colegio y estaba nerviosa por su primer día.
— ¿Y si no me aceptan? — Cuestionó la de ojos avellana nerviosa.
— Lo harán, tú tranquila — Sonrió su hermano para darle ánimo.
Alice y Tsuna salieron de casa despidiéndose de todos. Juntos caminaron rumbo al colegio, el trayecto al colegio fue tranquilo y sin algún imprevisto. El castaño fue a su clase correspondiente, mientras que la de rizos naranja fue hasta la oficina del director.
Alice recibió su horario y una pequeña explicación por parte del director. Al terminar de ser recibida tocaron la entrada a la primera clase. Alice tomó sus cosas rápidamente saliendo del despacho del director, no quería llegar tarde a su primera clase, la cual era de Educación Física.
La Sawada corrió por los pasillos para poder llegar a su clase a tiempo, bajó las escaleras con rapidez frenando en seco al ver que alguien venía de frente, lo cual provocó que Alice se fuera de frente.
En cuestión de segundos la chica había chocando con aquella persona cayendo ambos al suelo. Alice había caído al suelo con un chico, quedando en una situación muy comprometedora.
La chica había caído sobre él con sus rodillas rodeando la cadera del muchacho, sobre su pecho y sus manos a ambos lados de su cuerpo, mientras que él se había apoyado en sus codos. La de rizos naranja se separó un poco de aquel chico mirándolo.
Era un joven un año mayor que ella, cabello negro como el azabache y unos rasgados ojos de color azul metálico, los cuales eran fríos y penetrantes. Todo el ser de aquel chico delataba «peligro».
Los colores subieron al rostro de la joven, quien se alejó rápidamente de él quedando sentada en el suelo apoyando sus manos en las escalera.
El azabache miró a la Sawada sin expresión alguna en su rostro; sin embargo, sus ojos la recorrían detalladamente hasta detenerse en sus ojos.
El chico se levantó sacudiendo su ropa y acomodando su chaqueta, antes de sacar un par de tonfas de su chaqueta.
— Te morderé hasta la muerte — Dijo el con su voz gruesa y seria.
— ¡Whaa! — Chilló la joven esquivando un golpe.
El azabache comenzó a atacarla, pero ella esquivaba con habilidad y elegancia sus ataques. Con un par de patadas logró que ambas tonfas cayeran en sus manos colocándose en posición de ataque.
— Wao — Pronunció aquel chico con una sonrisa.
— Ya es suficiente — Dijo una vocecita proveniente del techo.
Reborn estaba en el barandal de las escaleras presenciando la escena.
— Bebé — Dijo el azabache.
— Reborn — Dijo la chica bajando la guardia.
— Veo que ya conociste al guardián de la nube — Sonrió el hitman.
— ¡¿Él es el guardián de la nube?! — Preguntó sorprendida mirando al muchacho — ¿En serio es un guardián de mi fratello? —
— Así es, ya te conté de él — Dijo Reborn saltando del barandal hasta al suelo, cayendo al lado de la chica.
— Hibari Kyoya — Pronunció Alice mirando fijamente al muchacho sin alguna expresión específica.
— Hibari, te presento a Sawada Alice, mi mejor estudiante. Ella es la única que ha podido igualarme en el campo de batalla — Sonrió orgulloso el arcobaleno mirando a la chica.
Hibari también la miró, observando sus tonfas en las manos de esta. Sonrió pronunciando un leve «¿Hmm?».
Alice se acercó al chico entregándole las tonfas antes de bajar las escalera más calmadamente. El azabache la siguió con la mirada hasta que la perdió de vista.
— Hn. Interesante — Murmuró el de ojos metálicos antes de seguir su camino.
Alice caminó hasta el patio observando como todos sus compañeros comenzaban con la clase.
— Perfecto, mi primer día y ya llegué tarde — Suspiró la chica mirando su horario.
Tal parece que la secundaria no sería tan fácil después de todo.
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