II
Un enorme avión aterrizaba en el aeropuerto de Namimori. Era un vehículo aéreo privado, por lo cual aterrizó en la zona exclusiva del aeropuerto.
De allí bajaba la chica de nombre Alice, quien portaba una blusa de botones, con una falda negra de talle alto, medias y botas negras, y con una sonrisa enorme en su rostro, mientras que con nostalgia miraba los alrededores.
— Es bueno volver — Dijo la joven de rizos naranja bajando del vehículo respirando el aire de su ciudad natal.
— ¿Estás bien, Alice? — Preguntó Iemitsu preocupado al ver unas lágrimas salir por los orbes avellana de su primogénita.
— Estoy bien. Estoy ansiosa por ver a mamma y a Tsu-kun — Contestó ella secando sus lágrimas recordando a su progenitora y a su mellizo, el cual era menor que ella por dos minutos de diferencia.
— Falta poco para que veas a tu hermano y a tu madre — Sonrió el rubio acariciando cariñosamente la cabeza de su hija.
Padre e hija subieron a un auto en dirección a la residencia Sawada, en donde Nana y Tsunayoshi no tenían ni idea de a quien verían ya convertida en toda una señorita. Mucho menos sus guardianes.
Iemitsu fue el primero en bajar del auto dándole la mano a su primogénita para que bajara. La chica, con lágrimas en los ojos y una sonrisa en su labios, observó el que era su hogar. La joven se quitó las botas al momento en que su padre abrió la puerta.
Una figura femenina se asomó por el marco de la cocina para mirar quién había llegado, dejando caer el cucharón de metal al verla.
— Ali-chan — Dijo Nana con lágrimas en sus ojos y cubriéndose la boca con las manos.
— Mamma — Pronunció apenas la de cabello naranja antes de correr a abrazarla.
— Mi niña. Mira cómo has crecido. Eres tan bonita, pareces toda una dama — Dijo la castaña acariciando el rostro de su hija secando cariñosamente sus lágrimas.
— Te extrañé mucho. No sabes lo difícil que fue crecer sin ti a mi lado — Dijo la joven para abrazar nuevamente a su mamá.
Unas voces se oyeron a las afueras de la casa. Tres voces masculinas que se acercaban.
— Alice, Tsuna llegó — Anunció su padre sonriendo.
La chica en seguida salió de su casa para recibir a su mellizo. El castaño al verla quedó estupefacto.
Sin decir una palabra, la chica corrió hacia él para abalanzarse sobre el castaño y abrazarlo con fuerza. Logrando que ambos cayeran al piso.
— ¡Mujer estúpida! ¡Ten cuidado con el Décimo! — Dijo un molesto peliplata al momento.
Alice ignoró esas palabras y Tsunayoshi reaccionó, abrazando de vuelta a su hermana mientras pequeñas lágrimas salían de los ojos de ambos.
— Ali-chan — Pronunció Tsuna en sollozo sonriendo.
— Tsu-kun — Sollozó Alice también con una sonrisa.
Los padres de los mellizos los miraron con una sonrisa, mientras la castaña secaba sus lágrimas. Los Sawada mayores se sentían felices al ver a sus hijos juntos de nuevo, abrazarse como siempre solían hacerlo. Mientras los chicos que acompañaban a Tsuna estaban un tanto confundidos.
Alice y Tsuna se separaron un poco para mirarse a los ojos y luego sonreír tímidamente después de tanto tiempo.
Tsunayoshi ayudó a su melliza a levantarse teniéndole su mano, Alice aceptó y se levantó del suelo para secar las pequeñas lágrimas que tenía en las esquinas de sus ojos.
— Décimo ¿Puedo saber quién es ella?— Preguntó el peliplata de ojos menta curioso y un tanto desconfiado de ella.
— ¡Oh! Gokudera-kun, Yamamoto — Exclamó al recordar su compañía — Ella es mi hermana melliza, Alice — Sonrió el castaño.
— La Princcipessa di Vongola — Dijo Reborn apareciendo en seguida con una sonrisa.
— ¡Reborn! — Exclamó Tsuna al ver a su tutor.
Gokudera se quedó de piedra al escuchar eso. Le había dicho estúpida a la hermana del Décimo.
— ¡Lo lamento mucho Princcipessa! ¡Discúlpeme por llamarla "mujer estúpida"! — Gritó Gokudera haciendo una reverencia avergonzado por su comportamiento.
— No te preocupes. No me ofendió. Tu debes ser Gokudera Hayato ¿No? — Sonrió la chica con amabilidad.
Hayato se sonrojó de inmediato ante la sonrisa de la joven, asintiendo quedándose mudo. Sin duda era muy bonita, además un aura especial parecía envolverla.
— Y tu debes ser Yamamoto Takeshi ¿Verdad? — Sonrió ella esta vez al moreno de ojos ámbar.
Yamamoto también se sonrojó con ligereza al ver la hermosa sonrisa que se asomaba por los finos labios de la muchacha.
— S-Sí — Respondió el chico rascando su nuca apenado y con un pequeño sonrojo, desviando su mirada.
— Es bueno verte de nuevo Alice. Te vez hermosa con la ropa que te regalé como despedida — Sonrió el arcobaleno del sol.
— Gracias. La verdad me gustó mucho. No sabía que el hilo León era tan suave y resistente — Dijo Alice con una sonrisa.
— Del hilo de León de hicieron los trajes de tu hermano y sus guardianes — Explicó Reborn.
— ¿Se conocen? — Preguntaron los tres muchachos a coro al ver la conversación tan normal que tenían el hitman y la chica de cabello naranja.
— ¿Quién crees que cuidó de ella estos diez años, Dame-Tsuna? — Interrogó el hitman cruzado de brazos — Yo la entrené desde niña. Ella es la Reina de la mafia. Es la mafiosa más hábil, inteligente y capaz de la mafia — Explicó.
— ¿Eso es cierto, Alice?— Preguntó su hermano preocupado — ¿Estuviste estos diez años en Italia entrenando?—
— Sí. Nono me explicó que yo necesitaba volverme fuerte para protegerte. En estos diez años entrené mucho, tuve muchos profesores particulares para educarme, crecí como la típica niña rica que debe ser perfecta. Nunca pensé que mi niñez pasara así — Contó la joven con cierta nostalgia — Yo lo único que quería era volver y estar aquí con ustedes —
El castaño abrazó a su hermana al notar la nostalgia de esta. Sentía una profunda tristeza por su hermana. Desde niña, estar rodeada de mafiosos y entrenar desde corta edad para ser como ellos.
— Debió ser muy duro — Susurró Tsuna acariciando la espalda de su hermana.
— Ya eso no importa. Lo importante es que volví para estar con ustedes — Sonrió la de ojos avellana.
— Entonces, la Princcipessa es la tan conocida Queen. Oí hablar mucho de ella — Opinó Hayato entrando en la conversación.
— La Princcipessa es admirable. Al batallar contra mí, nunca hay un ganador. Alice nunca se rinde y posee un inigualable poder — Dijo Reborn sonriendo con sus ojos escondidos en su fedora.
La chica también sonrió orgullosa mirando al suelo y soltando un suspiro.
— ¿A qué te refieres, Reborn? — Interrogó Tsuna exigiendo una explicación con el tono de su voz.
— El octavo anillo Vongola —
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