~°• 02: Dudas. •°~
• Reino de Möbius: 1546 •
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Sus orejas se irguieron al escuchar y reconocer su voz. Levantó la cabeza de golpe, dejando ver sus ojos rojos e hinchados debido al llanto. Las lágrimas seguían deslizándose por sus mejillas, las cuales estaban de un tono más rosado que el suyo. Tenía la boca seca, los labios partidos y algo pálidos.
—¿Lancelot? —preguntó con la voz rota, que apenas el azabache pudo escuchar.
Al verla en ese estado, su corazón palpitó con algo de dolor, pero tenía la misma mirada frívola de siempre.
—Traspasaste los límites, princesa —su voz era gruesa y áspera, provocando un escalofrío —. Si te ven, van a... —sus palabras fueron interrumpidas, quedando atascadas en su garganta. No se había percatado de que la fémina se había levantado y había corrido hacia él. Lo rodeó de la cintura, escondiendo la cabeza en su pecho, mojando su pelaje blanco que sobresalía de la armadura. Su cuerpo se tensó y se tambaleó un poco hacia atrás cuando ella chocó con su cuerpo.
Su llanto era desgarrador...
Él no sabía que hacer. Su corazón comenzó a latir un poco más rápido de lo normal. Agradecía tener la armadura para que la eriza no pudiera escuchar su palpitar. Dudo por unos segundos, pero al final cedió. Su cuerpo se relajó y, aún con algo de vacilación, movió sus brazos alrededor de ella, acercándose más, en un abrazo cálido y protector. La rosada agradeció internamente que no la quitará. Era lo que necesitaba, un abrazo...
Lancelot no dijo una palabra, solo siguió abrazándola, recargando su mejilla en la parte superior de la cabeza de ella, sus manos acariciando su espalda y sus púas.
No dijo nada. No sabía qué decir pero supuso que ella lo único que quería era desahogarse. Y no se equivocó.
Nimue solo quería llorar, llorar con alguien, sin que ese alguien le diera palabras de aliento, sin que le dijera "todo va a estar bien", porque en ese momento ella no lo sentía así. Y sabía que la única persona que podía entenderla era él...
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• Reino de Möbius: Actualidad. •
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Estaban sentados en la sala de espera del hospital. Sally y Tails traían un vaso de café entre sus manos. El vapor salía del vaso y el aroma de la cafeína era demasiado sutil, casi imperceptible, pues predominaba más el aroma a alcohol y medicamento. Amy tenía la mirada perdida en su mano izquierda, de dónde habían salido esos destellos de energía en la pelea. Su brazo entero temblaba un poco pero no era doloroso, solo incómodo.
Una puerta abrirse y el sonido de unos pasos acercarse saco a los tres de su transe. Un armadillo un poco más alto que ellos con una bata blanca y un estetoscopio colgado del cuello se hizo presente provocando que el trío se pusiera de pie.
—No tienen heridas internas, solo un par de fracturas de primer grado, nada grave —los tres suspiraron aliviados y compartieron una leve mirada.
—Gracias, Mighty —dijo Amy sonriendo.
—No fue nada, Amy, ya sabes que pueden contar conmigo.
Detrás del doctor, aparecieron Sonic y Knuckles, el primero usando un yeso en su brazo izquierdo junto a otro en su pie derecho, sosteniendo una muleta en su brazo sano, y el segundo con un vendaje en las costillas y en la cabeza.
La ardilla fue la primera en correr hacia el azulado, abrazándolo por el cuello, repartiendo besos por toda su cara.
—Cuidado, Sally, no lo vayas a romper más —bromeó la rosada acercándose a lado del de pelaje rojizo, inspeccionando sus heridas.
—¡Ja! Muy graciosa, Ammes —respondió el azulado mirándola con los ojos entrecerrados y una mueca en la boca.
—Amy, no seas mala, mi bebé está herido —habló la ardilla haciendo un puchero en dirección a su amiga, la cual rodó los ojos divertida y negó con la cabeza.
—Ya llame al auto, no ha de tardar en llegar —avisó el zorro, apretando un par de botones en el dispositivo en su muñeca.
—Entonces vayamos a esperar afuera.
—Vamos, Soniccu~ —la fémina color marrón ayudó al erizo a caminar, acatando la sugerencia de la de ojos esmeralda.
Ambos caminaron y el zorro los siguió. Se despidieron de Migthy, quien dió media vuelta y regresó a su consultorio. Antes de que Amy pudiera seguir al resto, Knuckles la tomo del brazo, obligándola a girarse a él.
—¿Por qué no fuiste a qué te revisaran? —su voz sonaba seria, más de lo normal y su rostro reflejaba molestia. Ella solo suspiro y sonrió.
—Porque estoy bien, no me pasó nada.
El equidna suavizó un poco sus facciones, resoplo rendido pero aún no la soltó.
—No sé qué fue lo que hiciste con Shadow —volvió a hablar. A pesar de que ya no tenía su rostro deformado mostrando enojo, su voz seguía manteniendo un leve matiz de seriedad —, pero-
—Knuckles...
—Amelia —llamó con severidad, subiendo su mano enguantada hasta su hombro —, la energía que ambos desprendían era parecida a la Master Esmerald, te pudo haber matado.
La fémina estaba con los ojos bien abiertos, escuchando atentamente lo que su hermano le estaba diciendo. Ninguna palabra pudo salir de su boca.
—¿Knuckles, Amy? —la voz del más pequeño interrumpió la atmósfera tensa que se había formado entre los dos —¿Todo bien?
El de ojos púrpura muro por encima de la cabeza de la hembra, ya que era más alto que ella. Una sonrisa se formó en sus labios.
—Si, todo bien, solo le estaba pidiendo algo —respondió.
—Apurense, ya llegó el Rayo X —les hizo una seña con la mano para que lo siguieran, refiriéndose a su vehículo.
—Que creativo, Tiles —se burló la rosada, yendo detrás de su amigo.
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Shadow apareció en una habitación después de desaparecer con su Chaos Control en la pelea. Su brazo temblaba y aún desprendía unos cuantos destellos de color rojo y algunos de color verde. Miró su mano, apretó su puño y gruñó pero no de dolor, sino de frustración.
¿Qué carajo había pasado?
¿Por qué su cuerpo había reaccionado así?
Tantas preguntas y ninguna respuesta, pero él estaba decidido a encontrarlas.
La puerta del cuarto se abrió de golpe, dejando ver a una murciélago blanca.
—¡Querido! —gritó poniendo una mano sobre su pecho —Casi me matas de un infarto y creeme, no planeo morir así.
Él se levantó, rodando los ojos, aún con su puño apretado.
—Cállate, Rouge, no estoy de humor.
—Nunca lo estás, Shady —se acercó hasta quedar a pocos centímetros del oscuro, sus caderas se movían con gracia con cada paso que daba, sus brazos estaban cruzados y lo miraba divertida —. Supongo que no derrotaste a Sonic —el azabache la fulminó con la mirada, haciendo una mueca con la boca.
—Te equivocas —siseó desviando la mirada —. Casi lo derroté, pero... —su mandíbula se apretó al recordarla y la extraña conexión que tuvo con ella.
—¿Pero qué?
—Esa estúpida eriza me lo impidió.
—¿Quien? —cuestionó la fémina —Ah, ya sé quién —sonrió ampliamente al adivinar —. Hablas de la rosita ¿Verdad?
En veteado le dedicó una mirada frívola y asintió levemente, acercándose al borde de su cama y sentándose en ella. Suspiro ruidosamente apretando el borde de su nariz —No sé que pasó, pero al enfrentarnos ocurrió una explosión de energía Chaos, demasiado grande, Rouge, yo la puedo soportar, también el estúpido del guardian y el Faker, ¿pero ella?
—Ay, querido, me gustaría tener una respuesta a eso, pero soy la menos indicada —había algo de decepción en su voz. Desvío la mirada de él al suelo, antes de volver a hablar, ahora con tono de diversión —¿Entonces Amy te dió una paliza?
Le dedicó una mirada molesta, arrugando su entrecejo. Señaló la puerta de su cuarto con su índice. —Largo.
Rouge simplemente se rió y sacudió la cabeza dando media vuelta, comenzando a caminar hacia donde él señalaba —No aguantas ni una bromita, hermoso, que sensible.
Cerró la puerta una vez que ella cruzó el umbral. Shadow negó con la cabeza, claramente irritado por las bromas de su amiga, pero aún no comprendía la razón de porqué Amy aguanto tal cantidad de energía, y sobre todo, porqué ambos lo desprendieron al mismo tiempo.
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Eggman había llegado a su base minutos después de que Shadow le dijera que se largara, siendo recibido por sus dos leales robots.
—¡Jefe! —saludaron Orbot y Quibot en cuanto lo vieron, acercándose a él.
—¿Cómo le fue? —preguntó el de color amarillo.
En respuesta, Eggman solo gruñó y siguió avanzando, dispuesto a ir a su habitación.
—¡Quítense de mi camino! —les gritó enojado.
Ambos robots se miraron con cara de preocupación y siguieron a su amo por detrás.
—Jefe, nosotros-
Las palabras del robot de color rojo fueron interrumpidas por una alarma ensordecedora. Las luces se volvieron de un color rojo, el hombre gordo se detuvo en seco y fue corriendo a su sala de control, empujando a sus subordinados haciéndolos rodar en su lugar.
Al llegar, apretó un par de botones puestos sobre una mesa y la alarma se calló. Las pantallas holográficas de la habitación le mostraron el momento justo cuando Amy y Shadow se enfrentaron, y la manera en que sus cuerpos desprenden una energía demasiado poderosa, alcanzando casi a la de la Master Esmerald.
Tuvo que quitarse sus anteojos oscuros y tallarse los ojos para asegurarse de que estaba viendo con claridad.
—¿Qué carajos sucedió? —se preguntó en un susurro, repitiendo la imagen una y otra vez, intentando encontrar alguna explicación, pero no la había y se estaba frustrando.
Una imagen del planeta Möbius se materializó frente a sus narices, marcando un punto del otro lado del mundo, mostrando también las ondas de energía que desprendió, y luego se marcó otro, ese era donde había sucedido la pelea. ¿Pero el otro?
Cuando intentó agrandar la ubicación, la imagen comenzó a fallar y segundos después desapareció.
—Mierda.
Los robots se acercaron a él y uno de ellos había tomado captura de las ubicaciones de los puntos alrededor del planeta.
—¡Jefe, yo lo tengo! —habló Orbot, proyectando la imagen a través de sus ojos y dirigiendole hacia una de las paredes blanquecinas.
El bigotudo sonrió, orgulloso —No son tan inútiles después de todo.
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• Palacio De Los Acorn, Reyes de Möbius: 05:15 pm •
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En su habitación, se encontraban durmiendo plácidamente dos ardillas, macho y hembra, abrazadas. Ambos corazones laten tan tranquilamente, sincronizando junto a sus respiraciones. Sus pechos subían y bajaban en sintonía.
En una de las paredes de su cuarto, había un librero como fachada para ocultar la entrada a una bóveda, en la cual tenían una biblioteca con libros muy antiguos, tanto que de tan solo tocarlos se desprendían sus hojas, las letras casi no se alcanzaban a ver y algunos dibujos ya estaban más que borrosos.
En el último estante, había un pasillo, el cual daba a un pequeño espacio donde en el centro había una repisa de cristal que contenía un espejo. Dicho objeto yacía recostado sobre una almohada color roja.
Ese pequeño espacio de la sala secreta, estaba rodeado por diversos láser que detectaban el movimiento.
Cuando las ondas de energía Chaos se desprendieron del cuerpo de Amy y Shadow a la vez, llegaron hasta dicho lugar, el espejo no tardó en percibirlo y en respuesta, el crugir del cristal de la vitrina hizo eco por el espacio secreto y una grieta apareció en el vidrio, apenas visible. El objeto empezó a flotar un poco por encima de la almohada, y lo que antes era el reflejo del techo, ahora se había convertido en una nube negra y grisácea que giraba como si fuera un remolino y con ese extraño acontecimiento, unos ojos verde agua se dejaron ver en medio de esa penumbra, brillaban con demasiada intensidad, no transmitía una sensación de calidez sino de miedo y muerte.
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Holi precioses <3
Espero que les haya gustado, fue un capítulo cortito pero tampoco quería ponerle muchas cosas.
No olviden votar y comentar.
Sayonara mis amores.
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