CAPÍTULO 8. El más guapo de todo el instituto
Natalia
He despertado unas cuantas veces esta noche durante la madrugada, pero lo que me despierta ahora sí es el sonido de la alarma de mi móvil, la cual apago nada más escucharla sonar.
Enciendo la luz de la lamparita de noche, haciendo que esta misma me ciegue por completo durante unos instantes. Luego me incorporo con pereza sobre el borde de la cama para alcanzar la ropa que dejé preparada anoche encima del escritorio. Vaqueros y sudaderas es mi conjunto de hoy, es con lo que suelo vestir diariamente ya que voy más cómoda.
Una vez vestida voy al baño, hago mis necesidades y me coloco frente al espejo para comenzar a peinarme. Deshago el moño mal hecho que llevo siempre para dormir y cepillo mi cabello una y otra vez con el peine, tratando de quitar todos y cada uno de los enredos. Sujeto todo el pelo en mi mano, haciendo una coleta lo suficientemente alta pero entonces me pregunto...
¿Qué tiene Vir que no tenga yo?
Vuelvo a dejar el pelo caer sobre mi espalda, pasándomelo de un lado a otro un par de veces para acomodarlo, y una vez que lo encuentro bien lo dejo así. Noto como mis ojeras hoy están marcadas más que nunca.
—¡Natalia ha llegado por ti un chico que se llama Jorge! —grita mamá desde el piso de abajo.
—¡Ya voy! —le grito contestándole para que sepa que estoy despierta.
Mamá siempre suele venir a verme por las mañanas para ver si me he despertado, ya que en más de una ocasión me he quedado dormida.
Cojo la bolsita donde guardo el maquillaje y agarrando el corrector aplico un poco de de este bajo mis ojeras, y luego me doy un poco con el lápiz negro sobre la línea de agua de los ojos. Al terminar todo esto me miro por última vez. Ya estoy lista para ir a clase.
Bajo las escaleras rápido, al trote, y a medidas que las voy bajando me encuentro con Jorge en la entrada de casa mirando la pantalla del móvil que sostiene entre sus manos.
—Buenos días —le saludo para que sepa que estoy aquí.
Él enseguida aparta la mirada de su teléfono y me mira con una sonrisa dibujada en los labios.
—Buenos días Natalia —me saluda amablemente.
—Toma el bocadillo para el descanso y unas galletas para el camino, no has desayunado nada —me entrega mamá en mano ambas cosas.
Despidiéndome de mamá y caminando trato de meter el bocadillo en el bolsillo pequeño delantero que tiene mi mochila. Sujeto el paquete de galletas con los dientes para tener disponibles las dos manos y una vez que consigo meter y cerrar el bolsillo de delantero de la mochila cuelgo la otra asa en el hombro que me queda libre. Jorge me observa riendo y yo abro las galletas.
—¿Quieres? —le tiendo el paquete.
Él se encoge de hombros y me roba una.
—Gracias.
Mientras que estamos comiendo sólo oímos los pasos que vamos dando al caminar. Es un silencio cómodo, es como si conociese a Jorge de toda la vida. Él me transmite confianza.
—¿Que tenemos a primera hora? —pregunta limpiando su boca.
—Umm... —murmuro mientras trato de hacer memoria—. ¿Química? —cuestiono.
La verdad es que no estoy segura de mi respuesta. Estamos a principios de curso y aún no me sé el horario.
—Ni idea —suelta una pequeña carcajada a la que me uno.
Al llegar a las puertas del instituto me paro tratando de visualizar el coche o la moto de David. Echo un vistazo de izquierda a derecha y una vez que le veo en los aparcamientos comienzo a avanzar hacia él para saludarle. Consigo dar un paso adelante, pero al segundo ya no lo hago. Algo me está deteniendo. Con lo patosa que soy y con la mala suerte que tengo seguro que se me ha enganchado el asa de la mochila en algo. Doy media vuelta para ver qué es lo que me detiene, pero no es algo si no alguien. Jorge me tiene sujeta por la mochila y tira de mí hacia atrás, de manera que retrocedo hasta quedar a su lado.
—No Nat —me reprende.
—¿El qué?
No le entiendo.
—No vayas a por él, deja que sea él quien venga a buscarte —me explica.
Ahora le entiendo.
Se pone frente a mí y con ambos manos a cada lado de mi cara me sujeta está haciendo que le mire, de la misma manera está estrujándomela haciendo que mis labios queden formando morritos.
—Escúchame, sólo amigos —dice—. Repite conmigo, David y yo sólo somos amigos.
—Sólo amigos —repito.
—Nada de amor.
—Nada de amor —repito lo que dice de nuevo.
—Ahora vamos a clase.
—Ahora vamos a clase —repito.
—Eso no tenías porque repetirlo —dice riendo.
Me doy una palmada en la frente y me rio. Jorge echa su brazo por encima de mis hombros y giramos de manera que le damos la espalda a David. Miro una última vez hacia detrás y le veo con Vir entre sus brazos, estrechándola contra su pecho y riendo muy cerca de sus labios.
—¡Buenos días! —escucho la voz de Elena gritar animadamente—. ¿Dónde has dejado al idiota de tú mejor amigo hoy?
—Con Vir fuera... —murmuro.
—Es un... Lo siento pero me cae mal, me da igual que sea tú mejor amigo o lo que quiera que sea... Me cae mal —dice. Elena lo odia con toda su alma—. Pero esta bueno. Todos los idiotas están buenos... —suspira pesadamente—. Bueno voy para clase, nos vemos luego.
Nos manda besos en el aire a la vez que se aleja de nosotros.
—¡Nat! ¡Nat! —gritan mi nombre detrás de mí, es David.
Hago el amago por girarme , pero Jorge detiene mis movimientos.
—Como si no lo escuchases —me susurra.
—Pero es mi... —me tapa la boca con la palma de la mano.
—¡Nat! —la voz de David ahora está cerca, tan cerca que noto su tacto sobre mi hombro y su aliento en la cara.
—Buenos días David —le saludo con una amplia sonrisa en mis labios.
—¿Por qué no me has saludado antes? —pregunta y frunce ceño al ver a Jorge a mi lado.
—¿Antes? —disimulo respondiéndole con otra pregunta.
Fingir que no le he visto se me da bien mal, al igual que mentir.
—Sí antes, allí fuera cuando yo estaba en mi coche y tú estabas con este... Este... —busca algo que decirle a Jorge, y viniendo de David sé que no será un halago—. Este friki.
—No te he visto —le digo encogiéndome de hombros.
—Sí que me has visto, me estabas mirando pero has seguido con, con... Con este —se refiere nuevamente hacia Jorge con desprecio.
—David basta —le freno.
—Sí me has visto —vuelve al mismo tema—. ¿Por qué no me has saludado? —otra vez la misma pregunta.
—Estabas ocupado con Vir —digo con retintín.
—¡Ves! ¡Sí que me has visto! —grita.
—Sh —chisto para que se calle.
—Nat es mejor que entremos, vamos a llegar tarde a clase... —dice Jorge a quien dirijo ahora mi mirada—. Además no merece la pena estar discutiendo con este...
No he escuchado bien sus últimas palabras. Jorge se despide de mí y se va hacia clase, dejándome a solas con mi mejor amigo.
—¿El friki acaba de decir que hablar conmigo es perder el tiempo? —David pregunta.
Parece enfadado, o mejor dicho no lo parece, lo está.
—¿Qué? —pregunto confundido frunciendo ceño—. Que yo sepa Jorge no ha dicho nada.
—El puto friki acaba de decir que hablar conmigo es perder el tiempo —alza su brazo hacia el frente, señalando el pasillo por el que se ha ido Jorge.
—¿Por qué le llamas friki? —pregunto medio gritando.
No quiero ni voy a permitir que se meta más con él.
—Porque... ¡Pues porque es un friki Nat! —sin dar una respuesta más convincente lo deja así.
—¿Y tú que es lo que eres? —cruzo los brazos sobre mi pecho y elevo una ceja.
«¿Un idiota que no se da cuenta de las cosas?», pienso para mí.
—El más guapo de todo el instituto —dice sin más acariciándose la barbilla con los dedos índice y pulgar.
El ego de David nunca dejará de crecer, eso está claro.
—Eres un creído que es una cosa bastante diferente —le encaro.
Le golpeo el pecho con la palma de la mano y él retrocede un par de pasos.
—Pero me amas Nat admítelo —susurra acercándose a mí.
—Si tú supieses bien... —murmuro más bien para mí que para él.
—¿Qué? —frunce ceño.
Abro los ojos de par en par. Mierda, me ha escuchado. ¿Por qué tendré que pesar las cosas en voz alta? Ahora mi corazón palpita con fuerza y no sé cómo arreglar esto.
—¿Qué? —repito, es lo único que puedo decir—. Yo no he dicho nada, sólo vamos a clase o llegaremos tarde... —digo con rapidez.
Le sonrío y él me acerca a su cuerpo rodeando con sus brazos mi cintura y obligándome a apoyar la cabeza contra su pecho. Desde esta distancia puedo oler el perfume varonil que lleva echado hoy, y me encanta su olor. Seguido de esto y estrechándome contra su pecho una vez más besa mi pelo.
Caminamos hacia seis horas infernales de clase. Me siento tan bien entre sus brazos que nadie en la vida será capaz de hacerme sentir igual de bien que él. Porque le quiero y porque creo que estoy enamorada de él.
Creo que estoy enamorada de mi mejor amigo.
No olvides votar y comentar *carita pornosa*
Estoy enamorada de Dylan O'brien. Imagínenselo como Jorge, que bebé *_*
Siento escribir tan tarde pero estoy liada con exámenes y deberes y no tengo tiempo ni de respirar, acabo agotada. Sorry aquí tenéis otro cap y si puedo el sábado subo otro.
Besos❤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top