Capítulo 30. ¡David Fedez!

SORPRESA.

David

Agarro la maleta de malas maneras y con muy mala leche para comenzar a caminar con ella acuestas.

Estúpido viaje a Londres.

Mamá me sigue justo detrás, puedo oír sus pasos resonar una y otra vez golpeando contra el alquitrán de la calle. Nos quedan al menos unos diez minutos andando para llegar al instituto y coger desde allí el autobús que nos llevará directos hacía el aeropuerto. Maldigo este día por el viaje y porque mi padre se ha llevado el coche al trabajo.

—David cálmate estás demasiado tenso... —dice mamá detrás de mí.

No estoy tenso, estoy cabreado con el mundo que es algo relativamente diferente a lo que ella llama estar tenso.

—Mamá estoy calmado... —gruño—. Sólo estoy un poco nervioso nada más... —miento tratando de convencerla con mis palabras, cosa que ni yo mismo me las creo.

Ella frunce el ceño no muy convencida, confusa. Me conoce demasiado bien y sabe cuando le miento. Por algo es mi madre.

Caminar estos diez minutos ha sido como si hubiese estado caminando toda la vida entera. Se me ha hecho eterno el hecho de haber tenido que caminar hasta el instituto a pie y sobre todo más cuando todo el camino ha sido en absoluto silencio sólo oyendo el traqueteo de los zapatos de mamá. Cuando llegamos al instituto me doy cuenta de que tanto todos mis compañeros, como compañeras de clase están ya aquí acompañados por sus familiares, pero claro casi todos ellos han venido en coche y no a patitas con la maleta en mano como lo he tenido que hacer yo.

Creo que hemos llegado en el último minuto, ya que el sargento se encuentra en la puerta del autobús blanco que hay aparcado a las puertas del instituto. El sargento parece dispuesto a pasar lista para comprobar que no falta nadie. Habrá que escucharle durante todo el viaje, seguro que hará de el un infierno siendo él como el mismísimo diablo.

Me rio sólo de una manera absurda al imaginarme al sargento tal y como un demonio, con todo el cuerpo cubierto de color rojo y con unos cuernos incluidos sobre la cabeza.

Sacudo la cabeza un par de veces para apartar la estúpida idea que acaba de surgir en ella y consigo divisar a Nat entre la multitud que hay colapsando la entrada del autobús. Ya están adentrándose en el. Ella está junto a su madre, que parece estar despidiéndose de ella, y como no, está con el friki. Me está robando a Nat, a Nat y me están dando ganas de volver a golpearle como ya lo hice, cosa de la que no me arrepiento. Pensándolo mejor no me importaría volver a hacerlo una vez más. Aprieto los puños con fuerza para contener la ira que llevo dentro y así no ir a buscarle.

—Mamá están apunto de llamarnos... —le digo tratando de excusarme. Una excusa lo bastante barata como para poder quitarme del medio lo antes posible.

Ella asiente de acuerdo a mis palabras.

Tengo que hacer varias cosas antes de subir a ese autobús, y la primera cosa, única y la más importante es ir a buscar a Nat.

Apoyo una de mis manos contra el hombro derecho de mamá y me inclino para besarle ambas mejillas en modo de despedida, al igual que ella lo hace conmigo dejando un par de besos en ambas de mis mejillas.

—¡Ah mamá! —me quejo gritando cuando siento como pellizca una de mis mejillas.

—No hagas ninguna tontería... —me advierte apuntándome con el dedo índice.

—No mamá... —sigo gruñendo mientras que palpo una y otra vez de arriba hacia abajo la mejilla dolorida tratando de calmar el dolor que se ha implantado sobre esta.

—David te conozco... —dice.

No es que sea un santo, pero tampoco es para que me advierta tanto.

—Mamá voy a estar bien... —le digo rodando los ojos al cielo.

—¿Y a comportarte bien? —pregunta ella elevando una de sus cejas.

—Eso ya lo veremos... —me burlo sacándole la lengua—. ¡Adiós mamá te quiero lo sabes! —le grito sacudiendo la mano despidiéndome.

Vuelvo a cargar con la maleta, no sé para qué he echado tanta ropa en su interior. Me acerco a la panda que tengo por amigos y les saludo. Luis se encuentra fumando al lado de Julio escondiendo el cigarrillo tratando de que el sargento no le pille con este en mano, y Yoel se encuentra nada más y nada menos con su querida novia, su querida Elena que está enganchada como una lapa a su cuerpo. Me parece una estupidez estar enganchado a alguien en plena adolescencia cuando es la etapa dónde más podemos disfrutar de la vida. Cuando empiezas a salir con alguna chica empiezan con los celos y con sus órdenes. A mí nadie tiene que decirme que debo de hacer o que no debo de hacer, dónde voy o dónde no. Nadie tiene porque controlarme. Ser soltero es la mejor opción. No hay problemas, no hay discusiones, no hay nada... Es algo que te permite disfrutar de la vida.

Pongo los ojos en blanco tras recapacitar sobre mis pensamientos y echo un vistazo hacia dónde se encuentra Nat. La pillo desprevenida mirándome, y sorprendida gira de nuevo la cara para no establecer ningún contacto visual conmigo. Parece no querer ni verme. Pillarla mirándome significa que aún tengo posibilidades de poder arreglar las cosas con ella. La esperanza de volver a sentir sus brazos sobre mi cuello mientras que me abraza vuelve a resurgir en mi interior, o el sentir cómo sus pequeñas manitas son entrelazadas con las mías. Como la echo de menos, tengo que admitirlo. Unos nervios se acumulan en el interior de mi estómago, algo que nunca antes me ha pasado. Nunca había tenido una sensación tan rara.

—Voy un momento a... —me pienso eso de decirle a estos dónde voy o no, y pensándolo mejor no, no les diré nada—. Ahora vengo, no le quitéis el ojo a mi maleta —les digo.

Ellos levantan los pulgares en señal de que están de acuerdo y prosigo mi camino. Mi objetivo es el poder hablar con Nat. Mi objetivo es ella nada más.

Voy caminando nervioso. Pensándolo bien apenas la tengo a unos cuantos pasos de distancia y estoy nervioso por primera vez en toda la vida por hablarle a ella, a quién ha sido siempre mi mejor amiga y a la que ahora me da vergüenza, nervios o no sé qué es realmente lo que siento, pero es algo raro y no me gusta para nada sentir algo tal que así. Me detengo por unos segundos antes de llegar hasta ella para poder pensar con claridad. Necesito hacerlo y aclarar mis ideas. Primero tengo que llegar hasta ella, segundo ser yo mismo, el que siempre fui con ella cuando estábamos los dos a solas, y tercero y último volver a pedirle eso de "Tenemos que hablar" como ya le he pedido otras muchas veces atrás. Ha rechazado mi oferta cada vez que he hecho el intento por hablar las cosas con ella y arreglarlo todo por fin. Sólo espero que ahora de una vez por todas de su brazo a torcer y podamos por fin hacerlo, hablar las cosas y dejarlo todo arreglado. Quiero que volvamos a ser lo que éramos.

La miro detenidamente de pies a cabeza. La distancia que nos separa es más mínima aún. Si gira la cabeza hacia aquí y me ve mirándole. Está tan guapa hoy, ha recogido todo su cabello en una coleta alta y ha dejado dos mechones de pelo a ambos lados de su cara. De un momento a otro parecen molestarle de su bonito rostro y pasa uno por detrás de una de sus orejas. A diferencia del otro mechón, es Jorge quién repite la acción que ella antes había realizado. Él debería de ser yo, yo debería ser quién está a su lado apartándole los mechones de la cara porque le molestan, y no él.

Mis pies toman la iniciativa por si solos y para cuando me quiero dar cuenta, ya estoy justo al lado de Nat. Está de espaldas a mí por lo que no me ve, ni se percata de mi presencia tras ella. Le doy un leve toque sobre su hombro para llamarle y que sepa que estoy aquí. Se gira de cara a mí. Por un momento pienso que me va a gritar por la cara que pone cuando ve que soy yo, pero simplemente se cruza de brazos esperando que le diga algo. Me he quedado completamente en blanco, no sé ni a lo que venía.

—Nat... —consigo mediar palabra.

Carraspeo mi garganta un par de veces, necesito que me salga la voz clara y entonces cuando me veo preparado decido volver a hablar.

—¿Podemos hablar? —le pregunto indeciso.

Los nervios que antes se hicieron presentes ahora lo están mucho más. Diría que incluso tengo un pellizco en el estómago, y que Nat no me dé una respuesta rápido me está consumiendo.

—No —se niega a hacerlo y vuelve a girarse para quedar de nuevo de espaldas a mí.

Bufo molesto. Detesto que me digan que no, y aún más que sea un no tan rotundo proviniendo de ella. Ella siempre me ha perdonado. Tiene que volver a hacerlo.

—Nat por favor... —susurro suplicante detrás de su espalda.

Escucho al friki decir algo que le hace reír. Me encanta escucharla reír, pero no si es con él.

—¿Tienes compañero para sentarte en el autobús? —le pregunto y espero unos segundos a que conteste, pero no recibo respuesta alguna—. Podríamos ponernos juntos y hablar las cosas durante el camino... —estoy suplicándole.

—No —se gira para plantarme cara negando de nuevo. Al menos me ha estado escuchando—. Tengo compañero, es Jorge y es más, tú y yo no tenemos nada de qué hablar.

Me quedo mirándola. Nunca antes me había hablado tal que así. Es la primera vez que está tan cabreada conmigo. Yo sólo quiero solucionar las cosas y volver a tenerla a mi lado. La necesito a mi lado. Echo de menos cabrearla y escucharle reír mientras que le hago cosquillas.

—Nat por favor... —es la última vez que le vuelvo a suplicar en el día de hoy. Me estoy arrastrando como nunca antes.

Estoy probando muchas cosas nuevas por primera vez con mi mejor amiga, o debería decir la que era mi mejor amiga... Ahora ella parece odiarme por encima de todo.

—¡David Fedez! —grita el sargento mi nombre.

Miro al sargento y vuelvo mi vista de nuevo hacia Nat, suplicándole que me dé una respuesta.

—Necesito hacerlo... —le susurro.

Sigue sin contestar.

—¡David Fedez! —vuelve a la carga el sargento gritando mi nombre—. ¿Es usted sordo o se lo hace? Deja de buscar agujeros donde meter a su topo por unos días —gruñe.

¿Agujero por dónde meter mi topo? Nat es sólo una amiga, o era.

Vuelvo al lado de los chicos, más malhumorado de lo que ya venía en todo el camino. Quiero un cigarrillo para calmar esta ansiedad. Nat no me ha dado respuesta y me toca subir al autobús. Agarro la maleta y la coloco en el maletero junto a otras pocas que ya hay dentro. Justo escucho que el sargento nombra a Nat, y escucho el sonido de unas ruedecillas girando dirigirse hacia aquí, entonces hago el papel de que sigo colocando la maleta correctamente en su sitio. La puedo escuchar suspirar a mi lado. Seguro que no consigue levantar la maleta ni un palmo del suelo.

—Déjame a mí... —me ofrezco a ayudarla.

Agarro su maleta y tiro de ella para quitársela de las manos.

—Puedo yo sola —gruñe ella.

Hace el intento por volver a quitármela, pero se lo impido y la elevo hasta colocarla justo al lado de la mía.

—Pero mira que eres cabezona... —le digo sonriendo.

Recibo una mirada fulminante por su parte y decido no arrastrarme más por hoy, ya no más. Me dirijo hacia el interior del autobús y acabo en los últimos asientos juntos a Luis y Julio, delante a nuestra izquierda tenemos a la pareja de tortolitos... Yoel y Elena, que no paran de besuquearse.

—¡Nat aquí! —grita Elena señalando los asientos que hay libres delante de ella.

¿Es que no había otros sitios libres? Nat y Jorge vienen hacia aquí y se sientan en el lugar señalado. No puedo dejar de quitarles la vista de encima a estos dos. Ella ríe continuamente por cada cosa que sale de la boca de él.

—¿David que pasa? —recibo un codazo por parte de Luis—. ¿Llevas tiempo sin mojar o qué?

Luis ya comienza con sus payasadas y sólo han pasado diez minutos.

—¿Buscando a alguien para hacer travesuras esta noche en el hotel? —no me haré responsable de mis actos si algo le llegará a suceder si sigue hablando así—. La pelirroja de la fiesta está allí... —señala el lado derecho y veo una mata de pelo rojizo.

—¿Te puedes callar de una vez? —le pido.

Me está distrayendo.

—Joder... —gruñe.

Por fin me deja en paz. No tengo ganas de escucharle ni a él, ni a nadie.

Mi vista vuela hacia los asientos delanteros. Puedo apreciar el cabello de Nat, y también puedo apreciar el hecho de que tiene su cabeza reposando sobre el hombro de Jorge. Está durmiendo sobre él, sobre su hombro. Esto no, esto no puede ser. Definitivamente me la está robando.

—Que monada... —escucho murmurar a Elena.

—Ni tú misma te lo crees —le respondo.

Quería hacerlo mentalmente pero las palabras han brotado por si solas.

—Oye mira que tú seas un completo gil... —para antes de decir nada—. Que tú seas eso no significa que nadie más aquí lo sea, ¿lo entiendes?

El odio entre los dos es algo mutuo.

—Ay que monada... —trato de imitarla poniendo voz de pito tal y como la tiene ella.

Elena me mira con odio y se vuelve acurrucar sobre el pecho de Yoel. Tal vez Nat y yo pudiésemos haber estado así, como ellos dos, si nada entre nosotros hubiese pasado. Ahora ya no es mi culpa, yo he intentado arreglarlo por todos los medios posibles y ella no da su brazo a torcer.

—Oye tío... —Yoel dice llamándome—. No te pases con Elena... —me advierte.

—Con tu querida Elena... —le digo con tono burlón.

—No te pases ni un pelo. Te aviso David... —parece amenazarme más que avisarme.

Suelto una enorme carcajada y él mi mira achinando los ojos.

—Lo digo muy enserio, cuidado con lo que dices de ella...

—Que sí, que sí... —digo sin darle importancia.

Finalmente acabamos de poner rumbo a nuestro viaje de final de curso y ya estoy deseando volver.

Creo que este viaje va a ser muy aburrido, pero quién sabe... Quizás sea todo lo contrario a mis pensamientos. Quizás sea un viaje de lo más movido.

En esta vida nunca se sabe, sólo se una cosa. Nat me va a volver a perdonar.



DOS PERSONAS DE LAS QUE MÁS COMENTEN SE LLEVAN LOS PRÓXIMOS DOS CAPÍTULOS DEDICADOS.

Primero, perdón por la tardanza he tenido varios exámenes en la semana, pero os lo he recompensado bien.

¡CAPÍTULO NARRADO POR DAVID! Muchas lo queríais y aquí lo tenéis.

¿Que os pareció?

¿Tenéis ganas de saber que pasará en el viaje?

¿Que pensáis que estará tramando David para que Nat le perdone?

¿Le perdonará?

Muchas preguntas sin respuesta.

Comentadme mucho, mucho si os ha gustado la narración y si queréis más capítulos narrados por él.

Venga, si me comentáis mucho os subo capítulo pronto (3-4 días, tengo que estudiar entenderme > :()

Ya hay un millón de lecturas. Estoy flipando. No termino de creérmelo.

Una pregunta os hago... ¿Os gustaría tenerlo en físico?

No tengo palabras para agradeceros y para daros las gracias por darle una oportunidad a la novela, de verdad muchísimas gracias porque son vosotr@s esto no sería posible.

Un beso.

Os quiere;

Dreamy.

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