CAPÍTULO 3. Tenerle o perderle

Natalia

—¿Y entonces como lo hacemos? —pregunta.

Encuentro el doble sentido a su pregunta, puede que también vaya con segundas pero lo mejor es que piense que no, que lo dice en un sentido literal.

Está más que claro que alguien como él no acabaría fijándose en alguien como yo, y aún más siendo su mejor amiga. No me considero una belleza propia de pasarela, pero tampoco es que me considere como alguien fea. Más bien estoy en ese promedio de chica del montón.

Además él y yo simplemente somos amigos. La palabra lo dice, amigos, y los amigos están para ayudarse.

—No sé David, siempre me has cogido no va a pasar nada porque ahora también lo hagas —le digo.

Tener únicamente una silla en tu habitación es lo más normal del mundo, pero tener pereza por bajar a por otra ya no es algo que sea muy normal. No entiendo por qué se extraña ahora cuando siempre me ha mantenido sujeta subida encima de sus muslos sin ningún inconveniente. Siempre hemos sido como dos en una misma persona.

—Bueno pues entonces siéntate —dice sentándose sobre la silla, y luego lo hago yo encima de él.

Noto como su cuerpo se pone rígido y tenso al instante de notar mi cuerpo sobre el suyo.

Enciendo el ordenador y una vez encendido tecleo en busca de algo de información sobre nuestro trabajo. Me inclino un poco hacia delante para leer un artículo interesante que parece ser que he encontrado sobre él.

—La Biología Marina es la ciencia que estudia los seres vivos que habitan los ecosistemas marinos. Los... —me inclino un poco más hacia la pantalla para ver con más claridad—. Los océanos cubren el setenta y uno por ciento de la corteza terrestre. Incluye desde el plancton microscópico, hasta cetáceos como las ballenas —termino de leer el primer párrafo—. ¿Y bien? —vuelvo a acomodarme sobre él y me giro para mirarle.

—Está... —aclara su garganta un par de veces antes de volver a hablar—. Está bien, sí bien... —dice rápidamente convencido.

Por su actitud sé que al final tendré que acabar de hacer el trabajo sola. Con David es imposible empezar algo y terminarlo. Él todo lo deja a medias, excepto las cosas con las chicas, eso sí es algo que suele terminar.

Abro un archivo de presentaciones y comienzo a escribir lo leído anteriormente con mis palabras. Una vez que termino vuelvo a teclear en el buscador de Google y de nuevo me inclino hacia delante para ver la pantalla, mientras voy planteándome el hecho de tener que ponerme gafas.

—La Biología Marina... —leo.

Luego voy murmurando un sonoro "Umm" en voz alta mientras que voy leyendo para mis adentros.

—Esto está bastante bien también y me parece muy interesante. Lo ponemos ¿no? —le pregunto apartándome hacia un lado para que pueda leer lo mismo que yo.

David no se inmuta, sólo lo hace para hacer un movimiento incómodo debajo mí.

—¡Joder Nat! —chilla de repente—. ¡No puedo seguir contigo así! ¡Estás frotando todo tu bonito trasero sobre mi puta polla! —grita señalando su bragueta.

Se levanta de golpe, obligándome a mí a hacer lo mismo. Suspira un par de veces antes de llevarse las manos a la cara y titubear algo por lo bajo para que no le oiga. Es algo que suele hacer siempre que es algo mal sonante, porque sabe que cada vez que dice algo así delante de mí le doy una colleja, o me pongo colorada cual tomate maduro. Está de espaldas a mí y cuando se gira lo hace enseñándome ambas palmas de sus manos y señalándome seguidamente de arriba hacia abajo. Eso lo hace un par de veces, al igual que abre su boca intentando decir algo que no le sale, o que le da vergüenza decir.

—Por qué coño te has... —vuelve a señalarme de nuevo de pies a cabeza—. O sea... —y otra vez repite el mismo movimiento de abajo arriba—. ¿Por qué así?

—¿Así como? —me encojo de hombros.

No entiendo esta reacción que acaba de tener, no para de comerme con los ojos a la par que va señalándome.

—¡Siempre vas mal para andar por casa! —exclama—. Vas con tu... Tu, tu moño ese en la cabeza, ese que parece un nido de pájaros y... —murmura parándose a pensar—. Y nunca te pintas, bueno un poco. Y tampoco, y... —señala cada parte de mi cuerpo que menciona.

Antes de que siga hablando le obligo a callarse con mis palabras.

—¿Es que nunca has visto a una chica o qué? —le pregunto con desprecio.

Me está doliendo cada una de las cosas que está diciendo.

—Sí pero no así... —lo dice como si yo fuese otra.

—¿Así como David? ¿Es por qué sólo las has visto desnudas no es así? —golpeo su pecho para separarle de mí.

Sé que nunca me maquillo apenas, que por casa siempre suelo ir con un moño o una cola de caballo alta pero ahora él no es nadie para tener que hablarme así. Lo peor de todo es que tiene razón, siempre voy mal porque odio arreglarme. Está claro que la mayoría de los días no voy arreglada, pero de vez en cuando a una chica le apetece arreglarse aunque sea para estar en casa.

El maquillaje puede que te haga ver más bonita, pero también puede ser que no te des cuenta del gran defecto que hay debajo de cada una de las chicas que van maquilladas, porque muchas de ellas serán todo lo bonitas que quieran pero tienen un cerebro diminuto. No digo que todas sean igual, pero gran mayoría lo son y esas son las típicas chicas que le gustan a David para tirárselas cada sábado, una Barbie bonita por fuera y hueca por dentro.

—Vete, mañana seguiremos con el trabajo —le informo en apenas un susurro, no me sale la voz.

—¿Mañana? —pregunta sorprendido elevando las cejas—. Bueno mejor había quedado —dice despreocupado llevándose las manos a los bolsillos.

Esto es como una puñalada para mí, prefiere estar con a saber quién que acabar el trabajo y estar conmigo.

—Sí, has escuchado bien, mañana y si no te gusta me da igual —gruño molesta cruzándome de brazos—. Estoy harta de tu comportamiento en estos últimos meses... —me voy a echar a llorar en cuestión de minutos, o incluso segundos.

No sé cuánto tiempo lograré aguantar mis lágrimas.

—Mañana es sábado Nat... —bufa.

Ya comienza a poner excusas.

—¿Y qué? —espeto malhumorada.

—Es un día dedicado a no hacer absolutamente nada.

—Dedicado a no hacer nada... ¿Quieres decir a irte de fiesta y a follarte a una u a dos en la misma noche no? Eso sí que te apetece hacerlo, ¿verdad? —me enfrento a él, ya estoy cansada.

—Hombre eso es diferente... —se deja caer de nuevo en la silla sonriendo como un retrasado.

A veces me dan ganas de ahogarlo con la almohada de mi cama tal y como me están entrando las ganas ahora, pero luego caigo en la cuenta de que no puedo hacerlo. Cometería un homicidio e iría a la cárcel por matar a mi mejor amigo.

—Pues si es diferente coge la puerta y vete... —señalo está con el dedo índice.

Él vuelve a levantarse de la silla y camina hacia la salida.

—Odio tú comportamiento. Nunca has sido así... —le confieso antes de que cruce el umbral de la puerta.

Él se para en seco. Sólo espero una simple explicación del por qué, pero cuando le veo acercarse hacia mí sé que no me va a dar ninguna explicación.

—Nos vemos mañana Nat —es lo único que dice.

Sus manos hacen contacto con mis mejillas. Las acaricia con suavidad, con ternura como solía hacerlo de pequeño cuando me enfadaba con él por estropearme las muñecas. De vez en cuando les arrancaba las cabezas y cantaba "Y es que vas a perder la cabeza" mientras hacia el esfuerzo por arrancársela. Me hacía llorar y venía a pedirme perdón por ello. Yo como la niña buena que era y soy, siempre le perdonaba, y lo sigo haciendo. Ya no sé si lo hago porque soy demasiado buena con él, o simplemente porque tengo miedo a perderle.

—Dime que vendrás... —le pido en apenas un susurro.

Cada vez que le tengo tan cerca me es imposible mirarle a los ojos.

—Sí. Te lo prometo ¿vale? —asiento, sé que vendrá. Me lo ha prometido y él lo que promete lo cumple, a veces o más bien casi siempre—. Nos vemos mañana —aparta el pelo de mi cara, haciendo que me estremezca bajo su tacto.

Me hace sentir mil cosas con tan sólo rozarme y aún no se ha percatado de ello.

—Adiós... —me despido con desgana.

—Te quiero —me dice justo antes de salir por la puerta de mi habitación.

Una vez que cierra la puerta me quedo pegada a ella conteniendo la respiración, y oyendo como sus pasos resuenan bajando las escaleras. Escucho su voz despidiéndose de mamá y más tarde el portazo de la puerta principal anunciando su salida.

Ya se ha ido.

Vuelvo a respirar con normalidad. No entiendo por qué he contenido la respiración durante tanto tiempo. Soy una idiota, siempre le perdono con el mínimo roce que tenga conmigo, siempre soy yo la que va a buscarle cuando nos enfadamos por alguna tontería. Ya no es él quién viene a buscarme cada mañana para acompañarme al instituto, me deja ir sola en todo el camino tanto de ida como de vuelta. A veces encuentro a Jorge por el camino y los dos nos acompañamos mutuamente, sé que vive por aquí cerca pero no sé exactamente dónde.

Sacudo la cabeza para dejar de nublarme la mente con mis estupideces porque es lo que son, simples estupideces.

Me acerco a la ventana de mi habitación, la cual da a la calle y puedo observar aún a David subido en su moto con el móvil en la mano. Luego dirige su mirada hacia atrás, y yo le sigo detrás. Entonces la veo a ella caminando hacia él hasta que se saludan con un beso en los labios.

No puedo apartar la mirada de encima de ellos dos cuando quiero hacerlo. Lo que más me duele es ver el cómo me ha dejado a mí para irse con ella.

Le ofrece el mismo casco que me ofreció a mí y él se ofrece a ponérselo. Se lo pone con cuidado y sonríe mientras lo hace. Ofreciéndole la mano como todo un caballero la ayuda a subir a la moto y cuando lo hace, le acaricia uno de los muslos con delicadeza.

Arrancando el motor los dos desaparecen de mi vista.

Ella debería ser yo. Debería ser yo quién le envuelve los brazos alrededor de la cintura agarrándose con fuerza para evitar caerse. Sé que es algo que nunca sucederá porque me dan miedo las motos y porque David solo me ve como una amiga.

Aunque me cueste admitirlo sé que nunca seré algo más para él. Me duele admitir que me atrae cuando no debería de hacerlo. Sólo somos amigos y los amigos no se desean.

Prefiero tenerle como amigo a no tenerle o perderle.

Tengo miedo de confesarle mis sentimientos, de decirle que me gusta. Pero también tengo miedo de que todo esto se acabe y acabemos siendo como dos desconocidos.





Para mis nuevos/as lectores/as he de deciros que está es mi primera novela. Tendré mil fallos, lo sé. Tengo que corregirlos, lo sé. Solo espero que os quedéis para ver mi evolución cual pokemón mientras avance la novela. También sé que la protagonista es débil, pero a lo largo de la novela veréis el cambio. Os aviso porque os puede llegar a desesperar en ciertos momentos. No sigo hablando que os hago spoiler yo sola. Espero que lo hayáis disfrutado.



Hola holita lectoritaaaaas *poner voz de flanders* Aquí tenéis otro cap el cual espero que os guste.

David es muy cruel, no tiene tacto *puño cerrado*

Quiero golpearle, ¿alguien más se apunta?

No ve que la pobre Nat sufre por él, es... Tonto, aunque esa palabra se le queda corta.

*demonio con risa malvada*

¿Como os imagináis a David físicamente? ¿Algún famosillo en especial? Contadme quiero saber :)))

Besos y nos leemos en el próximo, no olvides votar y comentar. También recomienda la historia a tus amigos *carita pornosa*

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