Capítulo 26. Dolor y lágrimas, sonrisas y apoyo.
Natalia
Llevar como unos cuarenta y cinco minutos seguidos llorando, es posible.
Elena ha tratado de calmarme de todas las maneras posibles, pero ni ella que es la chica maravilla por llamarla de alguna forma ha sido capaz. Ella es la única que consigue hacerme reír a la mínima, es abrir la boca y que me ría sin control alguno, que me ría hasta que me duela incluso el estómago... Pero ni aún así lo ha conseguido, ni ella ni todo el chocolate del mundo. Sólo ha conseguido que me tumbe en el sofá mientras que mi cabeza la mantengo apoyada contra sus muslos y me acaricia el pelo con un movimiento constante de caricias, las cuales me dan sueño.
—Vamos Nat, sabes mejor que nadie que David es un capullo sin escrúpulos, un pene con piernas, un cuerpazo sin cerebro, lo contrario a la Barbie... Él es un Ken —dice sin piedad alguna.
Sé que David le cae absolutamente mal, pero creo que se ha pasado... O tal vez lleve la razón en todo.
—Es un idiota —gesticulo por fin tres palabras después de casi una hora sin hablar y sólo sollozar.
Me incorporo sobre el sofá y trato de colocarme lo más cómoda posible sobre este. Elena me tiende una caja de pañuelos de papel y alcanzo a coger un par de ellos para eliminar la humedad de las lágrimas que cubren todo mi rostro.
—¿Qué es lo que ha pasado? —pregunta pasando un mechón de pelo que cae por mi cara por detrás de mi oreja.
—David... —murmuro su nombre, pero no consigo seguir avanzando.
De nuevo a vuelto ese estúpido nudo a mi garganta que no me deja hablar, me lo impide. Trago fuerte y carraspeo la garganta un par de veces para así al menos conseguir seguir lo que he empezado. Basta de sentimientos.
—David le ha pegado a Jorge —suelto por fin.
—¿Qué? —su reacción no es más que abrir los ojos de par en par y llevarse las manos a la boca sorprendida—. Como que le ha pegado, ¿por qué?
—Supuestamente —hago comillas con los dedos—. Jorge nos está separando y por eso le ha dejado un ojo morado —especifico—. ¡Pero eso es mentira! —niego—. Jorge tan sólo es un buen amigo que me escucha y me ayuda lo mejor que puede.
—Pero entonces... ¿Os habéis peleado por culpa de Jorge? —frunce ceño a la vez que hace la pregunta.
Yo asiento con la cabeza y luego niego con rapidez.
—Bueno, no es por su culpa —chasqueo la lengua—. Es por culpa de David, todo es por su culpa —le culpo a él, únicamente a él porque es quién ha empezado todo esto.
—Vamos a ver Nat... ¿Tú desde cuando conoces a Jorge? —pregunta.
Echo un cálculo mental de cuánto tiempo hace que le conozco rápidamente.
—Desde que empezamos el curso, a mediados del primer trimestre puede ser, es decir, hará unos siete meses más o menos —contesto.
—Vale, ¿y te has peleado con tu mejor amigo desde que eráis unos pequeños mocosos así —traza una medida con su mano justo por la rodilla—, por alguien a quién conoces de hace apenas medio año?
Bufo y miro al techo. Esto es más difícil de lo que imaginé. Ella no tiene ni idea de todo lo que he pasado estos últimos meses junto a David. De las veces que me he arrastrado por él, cuando debería haber sido él el que se hubiese arrastrado por mí. La de veces que he llorado por él, por su culpa. La de veces en las que he sentido que el corazón me dejaba de latir unas milésimas de segundos y sentía como si se estuviese agrietando por completo. Ella no tiene ni idea de cómo fue nuestro beso, ni de lo que hicimos esa misma mañana al despertarnos. No tiene ni idea de nada, así que decido contarle desde el principio.
—Pero... ¿sabes? Ese alguien al que conozco de hace apenas seis, siete meses me ha demostrado que me conoce más que el que lleva conmigo toda una vida —suelto sin pensar.
—Nat no puedes decir eso... —murmura.
—¡Claro que puedo! —doy un grito. David tenía razón en eso de que no paro de gritar mientras hablo—. Jorge me ha demostrado en tan sólo este poco tiempo que me conoce muchísimo mejor que David que lleva conmigo toda una vida. Él se dió cuenta al segundo día de conocerme que estaba colada por mi mejor amigo, y David ni tan si quiera se había percatado de ello, de que era él del que estaba enamorada hasta que nos besamos... —suspiro nuevamente—. Elena, no sabes la de cosas que hemos pasado durante estos meses. El beso fue algo que nunca imaginé que sucedería entre ambos, pero ahora mismo me arrepiento de que haya sucedido ese estúpido beso que un día tanto ansiaba. Para mi significó mucho, pero para él apuesto a que sólo fue un beso más después de todos... —la voz me tiembla en estos justos momentos. Me voy a derrumbar de un momento a otro una vez más. Me duele asimilar la realidad pero es la verdad y cuanto antes lo asuma mejor—. Desde ese momento todo... Todo cambió —la voz se me quiebra por completo—. David se comportaba de una forma un tanto extraña conmigo, volvió con Vir después de todo lo sucedido entre nosotros dos sin decirme nada antes, sin hablar conmigo cuando se supone que soy su mejor amiga. La besó delante de mis narices mientras me miraba y parecía burlarse de mí —recordar ese momento me hace sentir estúpida y ridícula—. Me he arrastrado una y otra vez por él sin tener la culpa de nada y como siempre se ha comportado como un auténtico capullo con todos, pero sobre todo con Jorge ¡y aún lo sigue haciendo! —digo terminando el largo discurso de un mini-resumen ocurrido en estos meses atrás.
—David siempre ha sido igual y tú de lo ciega que estabas nunca te has dado cuenta de ello hasta ahora —me dice.
Algo en mí reacciona de manera distinta. Realmente me duele la manera en la que me lo ha dicho, pero no igual que las demás veces.
—Siento que esto se ha acabado definitivamente —sollozo—. David no vendrá a buscarme por orgullo, y yo no voy a hacerlo esta vez... Ya estoy cansada de hacerlo —froto ambos ojos con los puños de las manos cerrados.
No quiero llorar más, ya he tenido suficiente por hoy.
—¿Sabes? David no merece tus lágrimas —se acerca un poco más a mí y pasa con cuidado sus pulgares por mis mejillas—. David no te merece, no merece que estés así por él...
Absorbo por la nariz.
—Es un capullo —digo.
Elena se ríe al oírme y yo me uno a su risa, ya estaba tardando en hacerme reír.
—Lo peor de todo es que le oí decirle a Jorge que se alejará de mí de una vez... —recito las palabras que oí decir a David mientras huí de él—. Y es que... David nunca ha sido así con nadie, sólo le pegó una vez a Luis porque estaba saliendo conmigo, pero Jorge no tiene nada que ver en esto. Jorge no está saliendo conmigo, es sólo un amigo, un buen amigo que me escucha —digo.
—Quizás David piensa que te está robando, es decir, Jorge le está robando a su mejor amiga. A la única que le soporta, le escucha y no se aleja de él.
Me río ante tal sugerencia. A David no le preocupa nadie que no sea él.
—David no es así... —lo digo a la par que meneo la cabeza de lado a lado negando. Eso es absurdo y más proviniendo de alguien como él.
—Tienes razón, David es un capullo que no sabe valorar a nadie.
Elena me pasa un nuevo pañuelo de papel.
—No llores más por él porque no se lo merece —vuelve a repetir—. ¡Lo odio! —grita—. Tenía que gritarlo, no le soporto.
Le sonrío para no preocuparla ni hacerla escuchar más estupideces. La verdad es que estoy dolida, muy dolida. Ver como una relación de años acaba de terminar así es horrible, o más que eso. Tener sentimientos por alguien que no me corresponde es una mierda, y lo es aún más cuando escucho que me dice esos te quiero que proviniendo de él no significan nada, sólo es más que un simple te quiero como amiga y nada más.
Lo peor de todo es que siempre estoy para él y para tragarme sus estúpidas aventuras de fin de semana, y luego él no está para mí casi en ningún momento. El único presente en todo últimamente ha sido Jorge.
—Elena... —llamo su atención—. ¿Sabes una cosa?
Niega con la cabeza ante mi pregunta.
—No, dime.
—Que mientras que David ha estado haciéndome sufrir con sus actos Jorge siempre ha estado conmigo, apoyándome.
Elena frunce ceño.
—¿Y qué quieres decir con todo esto?—ella se encoge de hombros.
—Quiero decir que mientras que David sólo me ha traído dolor y lágrimas, Jorge ha estado sacándome sonrisas, escuchándome y apoyándome cada vez que algo me sucedía...
Nos mantenemos en silencio por unos minutos hasta que Elena se dispone a preguntar.
—Y Jorge... —acaricia su barbilla—. ¿Estás segura de que Jorge no es gay?
—¡Por Dios Elena no! —le riño golpeándole el hombro.
—A mí me lo parece... —sugiere ella—. Es un buen amigo al parecer, por lo que cuentas, escucha a las chicas y encima es guapo, lo tiene todo para ser el prototipo perfecto de gay —chasquea los dedos de su mano.
—No digas más tonterías de verdad, Jorge no es gay —le niego.
—Pues para mí sería el perfecto prototipo de amigo gay, ¡quiero un amigo gay! —chilla.
—¿Cuántas veces vas a repetirlo? —lleva años gritando que quiere un amigo gay, e incluso iba preguntando a chicos que conocía que si lo eran y querían ser sus amigos.
—No pararé hasta que lo encuentre.
¡Regalo de reyes! ¿Os han traído algo? A mi carbón.
¡Y un móvil nuevo! ❤
En multimedia las protagonistas, Elena (izquierda) y Nat (derecha)
Este capítulo creo que es uno de los que hasta ahora me ha costado más trabajo y tiempo en escribir, por eso he tardado más. Ya sabéis que no me gusta haceros esperar.
Muchas gracias a todas las que me apoyáis día a día con la novela y a las que acabáis de llegar, pero principalmente gracias a mi amiga que me esta ayudando con llevar la historia, corrigiendo y dando ideas. Es la única que sabe que escribo aquí.
Espero que disfrutéis del capítulo, gracias a ustedes la novela esta posicionada la 11 en novela juvenil.
No olvidéis votar y comentar mucho, mucho. Quiero saber vuestras opiniones!
Un beso
Os quiere;
Dreamy.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top