CAPÍTULO 21. Eres una mala influencia

Natalia

—¡Buenos días! —saluda David animadamente cuando le abro la puerta.

Me envuelve entre sus brazos y da una vuelta completa conmigo encima. Jamás pensé que se llegaría de nuevo para ir al instituto.

—Como sé que mi moto te gusta tanto... —ironiza a más no poder y pido para mí misma que no la haya traído—. He traído mi maravilloso coche.

Doy varias palmas como una cría de cinco años y le sigo hasta meternos en el interior del coche. David enciende la radio nada más entrar y arranca el motor para avanzar. El camino al instituto se resume en una competición de karaoke entre él y yo.

Baby I'm perfect, baby I'm perfect for you —canto pronunciando perfectamente cada letra.

David se las inventa y se limita a tararear las canciones que van sonando. Aparca donde siempre y salimos a la par.

—Mierda —murmuro dándome un gran tortazo en la frente.

—¿Qué pasa? —David pregunta mientras rodea el coche y echa su brazo por encima de mi hombro.

—Jorge... —murmuro al recordarle.

David rueda los ojos poniéndolos en blanco y se gana un golpe en el estómago por mi parte con el puño cerrado. Él siempre me regaña cuando lo hago, en cambio yo le he agredido, son cosas similares.

Me siento fatal por olvidarle, así que rápidamente alcanzo el teléfono móvil y miro los mensajes encontrando por sorpresa con uno suyo.

Mensaje nuevo

De: Jorge

«No voy a pasar por tu casa. Nos vemos en el insti»

Suspiro aliviada y caminamos hacia clase. Vamos justos de tiempo y si no aligeramos el paso don Felipe alias "El sargento" no nos dejará entrar a su hora y tendremos que pasar una hora fuera de clase. Realmente no me apetece hacerlo.

Al entrar en el aula todas las miradas son posadas en nosotros dos. Creo que no es nada raro que alguien como nosotros dos, que somos inseparables, lleguemos juntos a clase. David se despide de mí de una manera que sólo sé yo, acariciando mi oreja izquierda por detrás y yo me dirijo hacia Elena pasando antes por la mesa de Jorge.

Le miro avergonzada, sinceramente creo que es porque le he olvidado aunque él no lo sepa. Al mirarle parece ser que ha hecho caso a su nuevo look. Al pasar justamente por su lado le dedico una sonrisa tierna en modo de saludo pero no parece ser lo suficiente convincente como para que me deje ir tan deprisa. En el tiempo que llevamos juntos parece como si me conociese de toda la vida. Antes de que pueda seguir avanzando Jorge se ha encargado de agarrarme la muñeca envolviéndola con su mano.

—¿Qué ha sido eso? —señala a la puerta.

Su ceño se encuentra fruncido y yo le imito.

—Sí eso —afirma volviendo volviendo señalar a la puerta—. ¿Le has perdonado?

—Tal vez... —muerdo mi labio inferior.

Jorge se da una palmada sobre la frente, como lo he hecho yo anteriormente.

—Cuéntamelo —dice, o más bien me ordena.

—Luego —le digo.

El sonido de un repiqueteo de zapatos y el portazo que acaban de dar en clase me hace saber que el sargento ha llegado.

—Todos a sus respectivos asientos, la clase está a punto de comenzar y es demasiado temprano como para empezar con tonterías y gilipolleces —gruñe entre dientes.

Hoy viene más cascarrabias que nunca.

Camino hasta mi pupitre y susurro un buenos días a Elena que se encuentra con todo el material necesario ya fuera.

—Parece que esta noche no le han dado lo suyo al sargento... —murmura Yoel con la intención de que no le oiga.

Toda la clase ríe ante tal comentario, haciendo que el profesor acabe fulminando a Yoel con la mirada. El sargento se ha enterado.

—Muy gracioso señor Yoel, ¿le apetecería que te diese lo tuyo al suspenderte el trimestre? —amenaza.

—Vamos profesor sólo era una broma —trata de calmar la situación—. Pero dime que no te apetecería un buen polvo.

De nuevo todos ríen. Yo trato de ocultar mi risa pero es inevitable no hacerlo, Yoel siempre está haciendo y diciendo gilipolleces que causan risa.

—Yoel espero que tenga un buen día. Ahora fuera de mi clase —le dice seriamente a la vez que señala con su dedo índice la puerta—. ¡Ahora! —grita.

Yoel se levanta de su sitio con parsimonia y camina hacia la puerta en busca de la salida.

—Que le den lo suyo esta noche señor sargento... —tararea en tono burlón.

El sargento rueda los ojos y cuando Yoel abandona la clase comienza a hablar sobre la historia de España sin darnos tiempo a respirar. Nos manda a copiar toda y cada una de las palabras que está dictando, pero no me da tiempo a coger toda la información, va demasiado deprisa y ninguno de nosotros aquí somos unas máquinas de escribir. Entonces algo me da relativamente cerca del ojo y me interrumpe. Veo un trozo de papel doblado y aprovecho los segundos en los que el sargento se calla para explicar para cogerlo y desdoblarlo.

«Cuéntamelo»

Pone en este.

Echo un vistazo a Jorge. Este se encuentra mirando hacia atrás buscando una respuesta.

—Más tarde —murmuro bien bajito.

Doblo de nuevo el papel y lo guardo en el estuche, pero al segundo de hacerlo otro papelito diminuto y bien doblado cae sobre mi mesa. Lo desdoblo y pone algo similar.

«Cuéntamelo ya»

Niego con la cabeza.

Arranco un trozo de papel de detrás del cuaderno y escribo un "NO" rotundo como respuesta. Se lo lanzo a la mochila y lo recoge enseguida.

Como el sargento nos pille nos echa de clase.

Jorge bufa y vuelve a escribir en otro trozo de hoja, el cual vuelve a lanzarme. Tiene buena puntería.

«¡Que me lo cuentes ya!»

—Señorita Natalia, ¿qué es eso tan importante que le tiene que decir Jorge? —mierda nos ha pillado—. No paran de lanzarse mensajitos.

—Eh... Ah, no nada —digo sin darle importancia.

—Si es algo tan importante quizás deban compartirlo con toda la clase.

Me quedo callada y miro a mi mejor amigo, quién me mira preocupado. No quiero meterme en problemas, no ahora. Leo los labios de David un "Tranquila" pero no me es suficiente.

—¿Y bien? —el sargento espera respuesta de brazos cruzados y algo me dice que no vamos a escapar de esta.

—Sólo... —murmuro.

—Veo que la gilipollez se va pasando de unos a otros o simplemente la cosa va de gilipollas y se pega la estupidez —dice este faltándonos el respeto.

—Creo que a usted no le importa lo más mínimo mi vida privada o lo que quiera que ponga en ese papel —gruño.

Ni yo misma me creo que hasta sido capaz de hacer salir esas palabras de mi boca.

—Claro que no me interesa señorita Natalia... —dice acompañado de una sonrisa carente de humor—. Pero... ¿a qué a usted si que le interesa aprobar esta asignatura?

—Sí... —afirmo con la cabeza gacha.

—Pues bien, ahora por favor abandonen la clase y vayan a hacerle compañía al idiota de vuestro compañero Yoel —nos dice.

—Viejo verde... —gruñe Elena entre dientes a mi lado.

—Pero... —trato de justificarme.

No quiero salir de clase. Nunca me han echado de clase, pero para todo hay una primera vez.

—He dicho que salgan de mi jodida clase.

Aprieto los puños frustrada. No tiene porque echarme de clase, no he hecho nada malo y encima él, quien dice ser el peofesor, nos acaba de faltar el respeto a ambos. Me levanto de la silla con formalidad y salgo de clase seguida por Jorge, quien me mira aterrorizado.

—Nat te voy a matar —me advierte, o me amenaza. No lo sé.

—Es un... —suspiro sin decir nada.

—Nat nunca me han echado de clase —dice Jorge pasando la mano por su pelo ahora correctamente peinado.

—Una vez al año no hace daño.

—¿Sabes el manchón negro que esto puede dejar en mi expediente académico? Ay Dios, Nat —dramatiza.

—Eres un exagerado Jorge, no es para tanto.

Me dejo caer sobre la pared y una vez apoyada en esta me escurro hasta que mi trasero toca el suelo. Jorge camina de arriba a abajo sin parar, me está poniendo verdaderamente nerviosa.

—Primero hacemos pellas —dice—. Ahora nos echan de clase —se lleva las manos a la cabeza y tira de su cabello—. ¿Que va a ser lo siguiente?

—¿Que te sientes? —alcanzo su muñeca y tiro de él obligándole a sentarse a mi lado.

—Desde que me junto contigo sólo sé romper mis propias reglas. Eres una mala influencia Nat.

Y los dos juntos acabamos riéndonos. Porque con él todo son risas.


Para mis nuevos/as lectores/as he de deciros que está es mi primera novela. Tendré mil fallos, lo sé. Tengo que corregirlos, lo sé. Sólo espero que os quedéis para ver mi evolución cual pokemón mientras avance la novela. También sé que la protagonista es débil, pero a lo largo de la novela veréis el cambio. Os aviso porque os puede llegar a desesperar en ciertos momentos como por ejemplo cuando siempre acaba perdonando a David. No digo hablando que os hago spoiler yo sola. Espero que lo hayáis disfrutado.

Mala influencia Nat, puto viejo verde sargento y Yoel es un máquina jajaja

Muchísimas gracias por los comentarios, los votos, los mensajes y todo lo que hacéis día a día.

Amo a 1D, creo que ha quedado más que claro JAJAJA

No olvidéis comentar, votar y ajjsjsukwjdkaos os como ¿vale?

Muchos besos y buenas noches aquí en España.

¿Nos leemos en el próximo?

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