CAPÍTULO 12. La única chica en mi vida
Natalia
Maldito lunes.
Una frase que la mayoría odiamos es esa.
Me encuentro frente al espejo del baño, dándome los últimos retoques antes de ir a clase. Alcanzo el teléfono móvil y compruebo que voy bien de tiempo. Las ocho en punto. Jorge estará a punto de llegar a casa por mí.
—Buenos días —escucho desde el piso de abajo y esa no es la voz de Jorge.
Es David está aquí. Bajo rápidamente las escaleras al trote para encontrarlo junto al marco de la puerta esperando. Esta guapísimo, hoy viene más guapo de lo que ya lo es de costumbre. Lleva unos vaqueros ajustados que tonifican por completo sus piernas, un jersey azul oscuro y unas zapatillas de deporte.
¿Es normal que me encante mi mejor amigo?
—¡David! —chillo lanzándome a su cuello.
Lo abrazo con fuerza, con mucha fuerza. El olor de su perfume varonil tan pronto como le abrazo invade mis fosas nasales. Hacía ya semanas desde que David no me acompaña al instituto y hoy está aquí de sorpresa, sin avisarme antes de venir.
Nos despedimos de mamá y echamos a caminar juntos hacia el instituto. Vamos hablando del examen que tenemos el viernes, el último del trimestre y seremos libres hasta pasadas las Navidades. Necesito un poco de relajación en mi vida. Es tanta la emoción del momento que hasta le había olvidado hasta que escucho su voz. Jorge.
—¡Nat! ¡Nat! —gritan mi nombre detrás de mí.
Abro los ojos de par en par al escucharle. Había olvidado por completo a Jorge.
Giro sobre mis talones para dar media vuelta sobre mí misma y veo a este corriendo hacia mí. Me siento completamente avergonzada por olvidarle. Siento mis pómulos arder, más que nada por vergüenza y David comienza a reírse a mi lado. Le golpeo fuerte con el codo justamente contra las costillas y él gruñe.
—Dios Nat, eres una bestia... —dice quejándose mientras agarra su parte dolorida.
—Y tú un imbécil.
Tengo ganas de reír pero no lo hago porque Jorge me lo impide con un beso bastante cerca de la comisura de mis labios. Me ha pillado completamente por sorpresa.
—Buenos días —saluda Jorge con una amplia sonrisa en los labios.
—Hola —David y yo decimos al unísono.
Caminamos en total silencio hasta llegar al instituto, ninguno dice nada. Se puede notar la incomodidad entre ambos chicos y yo estoy en medio de ellos dos tratando de sobrellevarlo. David se despide dándome un abrazo y desaparece acompañado por sus amigos, los músculos con patas. Nunca me cansaré de llamarles así.
—¡Tengo que contarte algo! —anuncia Jorge emocionado.
—Comienza... —le digo, dando paso a que comience su discurso.
—El otro día estuve hablando con... Con mi novia —dice dejando escapar un enorme suspiro—. Está estudiando fuera de la ciudad y...
—¿Y qué te dijo? —le pregunto interesada antes de que termine de explicarse.
Caminamos por los pasillos del instituto. Estos están atestados de gente que va y viene, otros que buscan sus libros en las taquillas y otros que se demuestran el cuanto se quieren.
—Me dijo que me echaba de menos... —dice.
Me lo cuenta un poco cabizbajo. Supongo que está mal por el hecho de no verla cada día.
—Oh... —murmuro—. ¿Tú también la echas de menos?
Él se encoge de hombros.
—Esto de las relaciones a distancia no son lo mío... —explica.
—Yo simplemente no creo en las relaci...
—¡Dios Nat no termines la frase! —Jorge me interrumpe.
Apoya uno de sus brazos contra la taquilla que se encuentra a mis espaldas, de manera que quedo atrapada entre su cuerpo y la taquilla. Le dedico una pequeña sonrisa forzada. Tenerle tan cerca me pone nerviosa.
Me giro hacia la taquilla dándole la espalda a él dispuesta a sacar los libros que me harán falta en el día de hoy. Intentando olvidar que Jorge me tiene atrapada, e intentó acompasar los latidos de mi corazón. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Escucho una voz conocida a mis espaldas. No es la de Jorge, ya que es femenina, pero ahora mismo tampoco caigo en la cuenta de quién es.
—¿Hola?
Nada más girarme la veo. Sé quién.
—¿Eres Jorge? —le pregunta.
Él asiente con la cabeza varias veces.
—Sí, sí, sí ese mismo soy yo —dice.
—Es que verás... —Ángela se coge un mechón de pelo, comenzando a juguetear con él enrollándolo entre sus dedos sin parar una y otra vez—. El profesor de matemáticas me ha dicho que se te dan muy bien y me preguntaba si podrías darme un par de clases antes del examen del viernes.
—Sí, sí, sí —asiente.
Ni se lo piensa dos veces, simplemente asiente convencido.
—¡Gracias! —exclama ella poniendo ojitos—. ¿Vamos juntos a clase?
Observo la reacción de Jorge muy atenta. Es una situación muy graciosa porque él no para de asentir con la cabeza una y otra vez mientras que mantiene los ojos muy abiertos al igual que su boca. ¿Por qué todos los chicos reaccionan de la misma manera cuando Ángela se acerca a ellos? Supongo que es porque Ángela es la chica diez. Notas perfectas. Cuerpo perfecto. Familia perfecta. Soltera perfecta...
—Sí, sí, sí —dice él.
—¿Vamos? —dice ella con una sonrisa dibujada en su rostro.
—Sí, sí, sí —asiente él.
Jorge se queda parado sin dejar de asentir hasta que le doy un leve empujón en la espalda que le hace avanzar. Él rasca su nuca nervioso, pero antes de seguir caminando viene hacia mí y me deja un beso en la mejilla provocando que sonría. Cuando ambos desaparecen de mi vista giro de nuevo para sacar el libro de matemáticas de la taquilla, lo echo en la mochila y una vez que lo tengo camino hacia clase. Para mi buena suerte encuentro a David apoyado contra las taquillas del fondo, así que aprovecharé el momento y entraré con él. Camino con paso decidido hacia donde él se encuentra y acompañada por una amplia sonrisa en los labios, hasta que esa sonrisa se borra de un instante a otra de mi cara al ver salir a Vir del baño y dirigirse hacia David. Este la agarra del brazo y comienza a besarla con desesperación empujándola contra las taquillas.
—¡Eres un... —escucho a Vir gritar.
Vir golpea con todas sus fuerzas la mejilla derecha de David. Este se lleva una mano a la zona dolorida y se queda anonadado un par de segundos sin saber muy bien lo que ha pasado. Segundos después parece reaccionar volviendo a coger a Vir del brazo para acercarla a su pecho.
—No te quiero volver a ver —dice ella sollozando forcejeando contra su cuerpo.
Consigue deshacerse de su agarre, y al conseguirlo, echa a correr.
Vir pasa por mi lado echa un mar de lágrimas. Eso es todo lo que consiguen las chicas que se enamoran de David. Las hace llorar, sufrir y el hecho de que le den calabazas. Yo no soy la excepción de ellas porque creo que siento lo mismo. Me siento como una auténtica idiota pero no puedo remediarlo, mis sentimientos por él han ido creciendo sin darme cuenta y no puedo hacer nada por detenerlo. Pasamos la mayor parte del tiempo juntos, llevamos toda la vida juntos. Es imposible separarme ahora de él.
David me ve parada a unos cuantos metros de él y avanza dando grandes zancadas hasta mí.
—No David, ahora no —le dejo claro.
Dándole la espalda camino apresurada antes de que consiga alcanzarme.
—Nat por favor espera —viene diciendo detrás de mí—. Nat tenemos que hablar, eres mi mejor amiga. Yo no quería hacer eso.
—¡Tú nunca quieres hacer nada! —grito enfrentándome a él.
—Nat por favor no te enfades.
—Eres un, y un, y... —suelto mil palabras mal sonantes en mi mente—. ¿Lo sabes verdad?
Agacha su cabeza. Como siempre no sabe qué hacer ni que decir.
—Deja de jugar con todas, deja de hacerlo de una vez.
Me fijo en su rostro. Tiene toda la marca de la mano de Vir señalada en su mejilla, pero se lo merece.
—Esto se te está poniendo muy rojo, tendrías que echarte un poco de agua... —le aconsejo pasando con delicadeza mis dedos sobre su mejilla afectada.
Se queja un poco cuando lo hago, pero todo esto le pasa por estúpido.
—Nat... —susurra.
Le miro a los ojos. Le tengo tan cerca que aparto la mirada rápidamente de la suya. No puedo hacerlo, se me hace imposible mirarle teniéndole tan cerca.
—Gracias por soportar a un capullo como yo durante todos estos años.
Abro mis brazos dispuesta a recibir uno de sus abrazos, son esos abrazos que te dan la vida, que te hacen sentir segura y que te hacen sentir bien.
—No volveré a hacerlo más Nat, la única chica en mi vida a partir de ahora vas a ser solamente tú.
Estoy leyendo mi novela y... ¡TENGO QUE HACER TANTOS CAMBIOS DEL PRINCIPIO! Día 10 de Septiembre de 2017.
........
Muero con la última parte, sé que ustedes también.
Que mono Jorge. *-*
Por fin David reconoce que es un capullo *aplausos*
¿Que os ha parecido el cap? *carita pornosa*
Besos y gracias por leer, aunque seamos poquitas cada día somos más❤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top