Llegado a la casa de mi abuelo, pude ver su casita de madera pintada de marrón hace décadas. Siempre tuve curiosidad esa estrella del pentagrama que mi abuelo tiene dibujado en blanco frente al árbol de su casa..

- ¡YOLA! - Nos saluda el abuelo.

Mi madre me deja en su casa mientras saluda al abuelo con una sonrisa y se dirige a su trabajo. Ese olor de casa guardada azotó mi nariz al entrar en su casa. Veo en su sala la vieja mesa de dominó en la cual yo jugaba cuando era niño. También pude observar el viejo sofá que era de mi abuela cubierto con una manta negra.. Al sentarme en su viejo sofá pude escuchar un ruido como si fuese a romperse..

- Hola, abuelo - le digo en un tono aburrido.

- ¡ YOLA ! Salmillo, muehjejeje-

- SAL- mon - le digo secamente.

- ¿ Queréis que osh cuente una leshenda? -

- ( Ahh esas estúpidas y aburridas historias de viejo ) ehh, seguro. -

- Okrey shijo, shiéntate y eshcucha. -

No pude entender porque esta leyenda me llamó la atención. Me quedé boquiabierto cuando vi que su léxico verbal perfeccionó. Mi abuelo contó esa antigua leyenda que decía de un espíritu maligno llamado Rákabe, se alimentaba del miedo de las personas y que de el emanaba terror y estática en el cabello. Su nombre proviene del latín CAZADOR. Lo llamaron así porque el consumía la felicidad de las personas discretamente hasta dejarlos como zombies. Después, se los llevaba a un lugar secreto donde su restos residen y los tortura. Al finalizar, Rákabe podía matarlos porque el terror que les producía le daba suficiente energía para materializarse y comérselos...

Después de todo eso, estuve el resto del día pensando y meditando en la leyenda..