capitulo I

Historia de mi autoría publicada en “cuentos del Oeste” y editada y publicada en mi perfil en octubre de 2020.

Imágenes  y personajes no me pertenecen todos los derechos a sus respectivos creadores.

🕸️🕸️🕸️🕸️🕸️🕸️🎃🎃🎃🎃🕸️

“La pintura.”




«Pero en qué diablos me vine a meter.» Cuando planeaba el tiempo en el que debía viajar para presentarme en mi nuevo trabajo, jamás pensé que viajaría a Hungría, más específicamente Budapest. Soy una química con años de experiencia soltera de 25 años, así que toda mi vida viaja conmigo en este auto que renté. De pronto, me di cuenta que vire en el camino equivocado y para colmo una gran tormenta se desató, rayos y truenos iluminaban ocasionalmente el camino bordeado por un espeso y lúgubre bosque. Me detuve y encendí una lámpara para ver el mapa y caí en la cuenta de que . . . estaba perdida.

Maldicion!!! Y todo por no esperar al tren que me llevaría directamente pues, sólo cada semana tenía salidas a ese lugar. Mi auto se apagó y trate de encenderlo, fue en vano. No sabía que hacer y la lluvia ya comenzaba a caer en una fina brisa, un ensordecedor trueno se dejó escuchar y un rayo partió un árbol a unos metros de dónde me encontraba, no lo pensé más y poniéndome un rompevientos sobre el abrigo tome mi bolsa y salí corriendo del auto con la lámpara. Distingui una vereda cubierta de hojas y me descidi a seguí quizás encontrará un pueblo o alguna casa. Sentí como mi pierna caía en un pozo y salieron volando de mis manos la lámpara y mi celular, cayendo a un costado dónde ya se formaba un arroyo hundiendose al instante. Quería llorar por mi mala suerte, me levanté como pude y mis ojos se toparon con una vieja reja de hierro que se encontraba justo frente a mí, en un letrero sobre una gran placa de metal se leía.  «Shades House » Que nombre tan raro y que tétrico, fue lo que cruzo por mi mente, un rayo me asustó y empuje con fuerza la verja, con un rechinido se habrio y corrí hacia la casona que se perfilaba a lo lejos con cada rayo.
Me detuve al observar un puente de piedra con el escudo de armas de una familia, al irlo cruzando me di cuenta que bajo de él se perdía un acantilado iluminado por momentos, era aterrador. Ya estaba empapada cuando llegue al enorme portón de madera labrada con imágenes de querubines y . . . ¿demonios?, un escalofrío recorrió mi columna antes de tocar, nadie atendió y caí en la cuenta de que probablemente estaba abandonada. Muchas casas por aquellos lugares según leí, estaban abandonadas pues las familias  habían muerto hacía muchísimos siglos. Se veía muy antigua. Otro rayo que partió un segundo árbol la obligó a entrar corriendo y cerrar la puerta. Mientras se acostumbraba a la oscuridad un rayo iluminó el entorno, muebles llenos de polvo y telarañas se pudieron ver fugazmente con la luz que se filtraba por los ventanales. Camino hacia lo que había distinguido era una estancia henorme,  con cuidado de no tropezar avanzo hacia uno de los ventanales y cuando otro rayo iluminó, distinguió a un hombre muy alto y de cabello plateado . . . O sería albino? Estaba de pie perfilado por los rayos que lo iluminaban frente al ventanal de espaldas a dónde ella se quedó de pie.

Parecía rígido y tenso, llevaba el cabello recogido en una coleta perfecta y vestía una chaqueta negra, ropa bastante pasada de moda con botas altas como de montar, sus brazos cruzados tras su espalda. Lo vió ladear su cabeza cómo si hubiera sentido su presencia. Cuando se giró completamente para verla ella no pudo dejar de mirarlo.

Era un hombre guapísimo, con unos ojos dorados, parecidos a los de un gato pues podría jurar que brillaban en la semi oscuridad, rota por los rayos que se filtraban por entre las cortinas de los ventanales.  Su profunda mirada la observaba desde un rostro cincelado a la perfección, se imaginaba que gracias a una mezcla genética pura. Tenía una nariz larga y aguileña, con labios que, en una fina línea le daban un rictus severo. Era sin lugar a dudas la persona más intensa que había conocido jamás.

— Acaso eres una aparición? O ya estoy muerta y llegue al cielo.

La mirada del hombre se entorno y los ojos cuál brazas ardientes destellaron en la oscuridad.

— Me parece una falta de respeto el que hayais penetrado en una casa ajena sin haber sido invitado, y de muy mal gusto vuestro comentario.

Era evidente que este hombre jamás había reido o siquiera sonreído, carecía de sentido del humor, se lo tomaba todo muy en serio.
Nunca se había sentido más incómoda que en ese momento, y hasta que lo volvió a mirar cayó en cuenta que había hablado con un acento italiano, además que hacía gala de un porte distinguido y se notaba a leguas que tenía una educación impecable, pero anticuada, como los caballeros victorianos.
No atinando a qué contestarle lo vió caminar hacia ella con un andar elegante y . . . sensual? Se movía cómo si de una pantera se tratase. Al tenerlo frente a ella se dió cuenta que era altísimo, ella apenas y le llegaba a los hombros, era aún más bello de cerca, su piel era blanquisima, se podía decir que casi traslúcida, cómo si jamás le dieran los rayos del Sol.

— Soy Sesshomaru de Thaisho, tercer conde de Shadowcasel. ¿Quien eres y que hacéis en mi casa?.

Le pregunto con una mirada gélida. Kagome salió de su ensoñación al escuchar su voz profunda y con ese acento que se le antojaba arto sensual.

— Oh, lo siento. Sí . . . Entre sin permiso pero como vera el cielo se está cayendo.

Él enarco una ceja.

— Figurativamente hablando!! Bueno, en pocas palabras mi auto se detuvo en la carretera que está cómo a un kilómetro y baje buscando ayuda, encontré la verja de la entrada y Pues, entre rápidamente ya que la puerta no estaba cerrada. Pensé que era una casa abandonada, como está llena de polvo y . . .

Fué interrumpida por el sonido de una campanita, y el hombre sin dejar de observarme volvió a preguntar.

— Me parece que su vista la engaña señorita y aún no me ha dicho quién sois vos.

Kagome se frotó la cara con la mano limpiando el agua que chorreaba por su rostro y no percibió la sonrisa siniestra  de él.

— Kagome Higurachi.

Su mirada parecía perforarme el alma y los sentidos, pues justo cuando hiba a mirar a mi rededor, un leve mareo hizo que cerrara los ojos llevándome las manos al rostro, pero al volver a abrirlos mi entorno había cambiado. No me había percatado de una tercera persona que sin hacer el menor ruido iluminaban la estancia con candelabros de plata adornados con figuras estrañas, pero eso no fue lo más raro. Lo extraño, en realidad, era el entorno. Cómo si me encontrará en otra época, todos los muebles de estilo antigüo relucían , todos los ventanales con cortinajes de color vino adornaban de manera tétrica toda la mansión en sí, relucía, como si el tiempo se hubiere detenido dentro de esas paredes, todo parecía recién comprado.

— Ya terminó de evaluar todo?  Le advierto que no podeis llevaros nada.

Kagome ya molesta refutó.

— Ya le he dicho que entre aquí por casualidad y para guarecerme de la lluvia!!.

— Y también abeis dicho que mi casa estaba sucia y abandonada, lo cual como vos podéis daros cuenta no es cierto.

— Mire mejor me voy, ya veré cómo haré por la mañana, haber si alguien pasa para que me pueda ayudar. Gracias por nada!!

Hecha una furia me dispuse a salir inmediatamente de aquel lugar, total ya estaba hecha una sopa, que más daba volver a empaparme. Cuando ya alcanzaba la puerta una mano fuerte pero con suavidad me tomo por el brazo.

— Quédese, disculpe mis modales, no esperaba visitas y creí que seríais un ladrón.

Cometí el error de mirar esos ojos que me hacían desear perderme en sus profundidades, con suavidad y casi sin darme cuenta me deje llevar por ese guapo hombre hacia las escaleras llegando a un amplio corredor  con grandes puertas labradas a cada lado. La mansión era henorme. Me dejó en una de las tantas puertas que se encontraban a lo largo del pasillo.  Abrió las pesadas puertas, lo que ví me dejó aún más con la boca habierta, era una habitación de color azul celeste con una cama de cuatro postes con preciosas cortinas de un azúl traslúcido de seda pura, una chimenea con relieves de querubines y demonios, algo muy bizarro. El  baño con tina del siglo pasado estaba preparado con agua caliente listo para usarse. Toda la decoración era muy lujosa pero muy antigua.

— Ahora vos es mi invitada, siéntase en libertad de tomar lo que necesite, hay prendas en el guardarropa. Cuando estéis lista volveré por vos para cenar, será más tarde pues quiero que me acompañe. Acepte mis disculpas nuevamente.

Mirándome por última vez con esos ojos profundos, salió por las pesadas puertas sin hacer ningún ruido.

Ya en la tina reflexioné, por más que tratara de encontrar lógica en todo ésto no lo conseguía. Quien era ese conde? que aunque se veía joven, algo en él se le antojaba muy del siglo pasado. En qué momento se iluminó la monumental estancia por dónde entre, y lo más importante, como diablos logré distingir todo, en unos cuantos minutos. Tantas preguntas rondaban mi cabeza y lo peor, sin respuestas.
Terminé de vestirme con un precioso vestido que encontré en el ostentoso guardarropa. Era un hermoso vestido largo, entallado en la cintura que delineaba mis curvas con su caída, mis manos lo acariciaron, era de seda pura debía ser carísimo, alguna otra mujer viviría ahí?, Supuse que un hombre como ese debía tener familia, me estaba entrando la curiosidad por saber más, pero dado el carácter del hombre, me lo pensé mejor. Cuando me disponía a habrir la puerta, me sobresalté pues en la misma ya se encontraba el conde, con un jadeo de sorpresa me lleve las manos al pecho, su mirada ambarina pareció burlarse de mí.

— Está lista? Bajemos para que tome algo caliente.

Al pasar por su lado un olor delicioso inundó mis fosas nasales. Era una especie de colonia de hombre pero su composición no era conocida por mí, era una de las mejores químicos en el mundo así que podía identificar una gran variedad de componentes sólo por el olor. Olía a algo muy antigüo algo que podía jurar, nos habían dado a oler en una clase de historia de la química y las escencia del tiempo de los faraones, que cosa más extraordinaria, si podía conseguir ese tipo de escencias, debía tener muchísimo dinero, lo sabía pues la compañía para la que laboraba tenía una lista detallada de los costos de muchos reactivos y algunas cosas eran difíciles y complicadas de obtener, lo cual se traducía en la elevación de los mismos. La compañía para la cual trabajaría en un proyecto secreto estaba en Budapest cerca de . . . Transilvania!!  Lo había olvidado, eran los bosques de los cárpatos. Vaya!!, estaba perdida en un lugar de leyendas antiguas y montruos aterradores. Mientras recorría el largo pasillo se dió cuenta que todas las habitaciones tenían nombre, estraño, como en la época victoriana dónde las casas de la realeza y de la alta alcurnia poseían habitaciones con nombre.

— Su casa es muy interesante en verdad, muy antigua supongo. Tiene muchas obras de arte que datan creo yo, del siglo XVIII.

Sin voltear con una mano tras la espalda, siguió caminando. No esperaba que me ignorara, pero tampoco que le gustará el interrogatorio. Su ronca voz con ese increíble acento me sobresalto.

— Veo que sabe de arte, todo es legado de mi familia, pasado por generaciones.

— Todo esto es . . . muy hermoso aunque algo sombrío, pero debe ser por la luz, en el día debe verse espléndido.

No contestó. Seguí observando, todo el pasillo era levemente iluminado por una luz amarillenta. Se veía como sí sombras danzáran en la penumbra, acechando en la oscuridad de cada pilar, agazapados, esperando para atacarte. Creo que tanta cosa extraña, comenzaba a afectarme.

— Qué bueno que apreciais los legados familiares. La mansión es muy antigua, mis . . . antepasados la construyeron por el siglo XV aproximadamente. Fueron inmigrantes italianos que encontraron  oro por estás tierras.

Su voz contaba los hechos con nostalgia.

— Entonces vivieron en la época de la persecución de las brujas.

Se detuvo, y abruptamente se volvió a mirarla con ira en los ojos .

— Mí familia eran personas distinguidas!! Jamás fueron perseguidos ni acusados de actos sacrilegos ni paganos.

— No los estoy acusando de nada!! Sólo digo que vivieron en ese tiempo, no se por qué quiere cambiar todo lo que digo. Su casa es una joya arquitectónica y llena de historia . .   Y respeto que este tan orgulloso de su legado.

Molesta, Con la frente en alto pase por delante del frustrante conde. Seguí andando por el pasillo mirando con curiosidad tanta antigüedad, cuando mis ojos se posaron en una luz que salía de una pequeña sala con las puertas entreabiertas y cómo hipnotizada, entré sin pedir permiso. Sobre una chimenea encendida estaba el cuadro más espectacular que había visto, la pintura plasmaba a las personas como sí fueran a cobrar vida en cualquier momento.
Un hombre extraordinariamente parecido al conde Sesshomaru, parecía mirarme con sus dorados ojos y su adusto rostro, una de sus grandes manos se posaba de forma posesiva en el hombro delicado de la mujer más parecida a mí que mis ojos hubieran visto, sólo el color de su pelo que era rojo difería del mío. Me acerque para detallarla mejor y mi boca dejo escapar un gemido ahogado. La chica estaba sentada de forma delicada con una mano sobre su regazo y la otra sobre la mano que la tomaba por el hombro. Al fijar mi vista en su mirada triste sentí . . . cómo sí me taladrara los sentidos, era bella con el rostro de una madona, y sus ojos . . .  sus ojos eran exactamente del mismo color de los míos. Unos ojos violetas expresivos bajo unas pestañas largas, parecían suplicarme algo. Pestañee pensando que todo era un juego de mi imaginación y de las sombras que lanzaban las llamas de la chimenea junto con los rayos que se colaban por el ventanal.
Escuché pisadas tras de mí y un suspiro ahogado. Por fin aparte mi vista de la pintura y pregunté casi sin pensar.

— Quién es ella?

Un viento helado me causo un escalofrío cómo si ya supiera la respuesta, pero lo hubiera olvidado.

— Ella era mí . . . Tatarabuela. Es curioso que tú tengas un gran parecido a ella, hasta el color de sus ojos.

— Qué le pasó?

El conde Sesshomaru se dirigió a los ventanales y con voz grave cómo si le doliera recordar, hablo en un murmullo.

— Murió en una tormenta, estaba embarazada y . . . Un rayo la alcanzó. Murió quemada.

Mi garganta se seco y ningún sonido pudo salir de mi boca. Voltee a ver de nuevo la pintura y extrañamente los ojos violetas estaban nublados por el llanto, me retire con rapidez pues me estaba entrando un miedo orrible. No puede ser!! la pintura me hablaba, casi podía escuchar los murmullos en mi cabeza en un idioma extraño. Con voz temblorosa me atreví a preguntar.

— Por qué se ve tan triste?

Un sonido ronco salió de los labios del hombre, cómo si estuviera haciendo un esfuerzo por no llorar.

— Creía que nunca podría tener hijos. Esa pintura se la hicieron antes de que supiera que estaba embarazada, y cinco meses después . . . Ocurrió la tragedia.

Mis ojos inundados de llanto, se fijaron de nuevo en la pintura, la figura inmóvil me devolvió la mirada con ojos apagados y fríos, pero con un profundo dolor. Sin pensarlo me alejé casi corriendo hasta llegar donde se encontraba él, y con miedo lo abrace por la cintura, e inexplicablemente, lloré. Entre mis fuertes sollozos escuché muy quedamente algo que me estremeció, y sentí cómo sus brazos fuertes me abrazaban.

— Lo siento . . . Lo siento . . . Nunca fué mi intención, perdóname.

Lo apreté con más fuerza y mi llanto inundó el silencio. No tenía la menor idea de por qué reaccionaba así ante algo , de lo que ni siquiera sabía que existió. Sólo sentía un dolor que atenazaba mi alma, cómo sí yo hubiera vivido todo aquello en algún pasado remoto. Una mano grande acariciaba mi cabello mientras con la otra me tomaba por la cintura. En mí cabeza la profunda voz de Sesshomaru se dejó escuchar.

« Es la hora, te he buscado por océanos de tiempo y siglos de desesperación, pero al final te he encontrado, traeré tu alma de regreso y sacrificaré la de esta chica que ocupa tu cuerpo . . .mi amor.»

Mi cerebro no registro el peligro en el que me encontraba, mis ojos brillantes de lágrimas se alzaron  para mirar su rostro, sus ojos dorados estaban mirándome fijamente, mis labios se abrieron y su boca sello mis labios, nublando mis sentidos.

Mientras yo me perdía en el éxtasis de ese beso, sus ojos se tornaron rojos, como brazas , absorbiendo mi energía. . . Saboreando la riqueza de mi alma . . .  En espera de una futura resurrección.

🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top