Réquiem


TRECEAVO SUEÑO: RÉQUIEM


Remontaban el río a una velocidad lenta pero constante, los rosados delfines de río nadaban juguetones, los manatíes lo hacían perezosos como siempre. Llegaron a la cueva y con lentitud cargaron unos aparejos y el cuerpo de Mariela que se hallaba envuelto en sedas aromáticas.

Atravesaron el interminable túnel, cuidando de no caer en los insondables pozos que tragaban el agua. Llegaron por fin a la caverna, la cual permanecía llena del resplandor verde como la última vez.

Los tres amigos se dirigieron al centro de la caverna y miraron el cuerpo de la princesa atlante que yacía sobre el altar de piedra, luego de un breve instante sacaron diversos aparejos y con estos formaron una especie de tarima de metal que luego cubrieron con una tela blanca. Desenvolvieron el cuerpo de Mariela y con gentileza lo colocaron sobre la tarima que ellos prepararon. Mariko entrelazó las manos de su amiga de la misma forma como lo hizo con la princesa atlante.

Observaron a su amiga que ya podía descansar para toda la eternidad, incorrupta junto a la princesa. Recordaron los breves momentos que pasaron junto a Mariela, las risas, el llanto, la pena y la alegría, el coraje y la lucha que ella mostró... Todo eso se fue y los tres amigos lloraron.

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Salieron de la caverna y con dificultad subieron a su pequeño bote, de repente una lancha se aproximó a ellos, el padre de Mariko junto a otros hombres les apuntaban con pistolas.

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