Confianza


SEXTO SUEÑO: CONFIANZA


―Maldita sea ―escupió Báku―, llegamos tarde.

El cuerpo de Ricardo Galán se hallaba sobre el piso del galpón, su rostro denotaba la sorpresa de haber sido alcanzado por el letal proyectil antes de poder responder con su arma.

―¿Murió? ―preguntó Mariko nerviosa, aunque sabía de antemano la respuesta.

―Sí ―contestó Dío, daba la vuelta al cadáver con la punta de su pie.

―Por las marcas de los disparos, estaban dos personas. ¿Qué es eso? ―preguntó extrañado Báku al ver unas marcas que se hallaban debajo del cadáver.

―Me parece que son letras..., letras escritas con sangre ―pronuncio Dío, inclinó la cabeza para ver mejor. ES..., ¿tienes alguna idea de que puede significar, Báku?

―Cuando hablé con Galán ―le contestó Báku, poniendo un rostro grave―, hizo referencia a que la piedra blanca fue trasladada a España, a un lugar santo, pero no pude sacarle nada más. Se suponía que nos veríamos aquí y que nos explicaría todo este embrollo que comenzó hace siete años.

―Bueno, ya no podrá decirnos nada ―agregó Dío―. Lo único que sabemos, es todo lo que ya les dije antes.

―Él sabía la localización de la piedra y seguro alguno de sus secuaces se enteró que iba darnos la información, ¿fue por eso que le mataron? ―preguntó Mariko con tristeza al ver el cuerpo sin vida de Galán.

―Es lo más seguro, no sé cómo haremos para resolver este misterio. Oye, ¿seguro que ninguno de tus amigos sigue con vida? ―preguntó Báku girando su cabeza y mirando a Dío.

―Ya te dije que todos perecieron en el tiroteo del banco, los pocos supervivientes murieron desangrados ―contestó Dío, ceñudo.

―No sé, ¿seguro que fue así?, ¿no fue que tú los mataste y acabaste con tu jefe? ―dijo Báku, con el propósito de provocar a Dío.

Dío se adelantó, agarró por la chamarra a Báku y trató de levantarlo. Cualquier otro se habría dado cuenta de su error, Báku era mucho más alto y tenía una constitución muy muscular.

Báku miraba de forma amenazadora y Mariko estaba segura que pronto lanzaría el golpe lo mismo que Dío.

―¡Ya basta! ―gritó Mariko, poniéndose en medio y separándolos con sus brazos―. Creo que convenimos que Dío trata de ayudar y que no es peligroso.

―¿Cómo puedes estar tan segura? Para mí que planeó todo esto desde un principio ―sentenció Báku.

―Tendrás que confiar en mí ―le dijo Mariko mirando fijamente a su amigo―, si no puedes confiar en la palabra de Dío, tenme confianza a mí, caso contrario sales sobrando.

Eso pareció desarmar a Báku, el cual miraba Dío con un odio profundo, quien a su vez le devolvía la mirada asesina.

―De acuerdo, confió en ti, pero no me trago eso de que no es peligroso.

―Atrás ―ordenó la chica a Dío, que cerraba los puños con una expresión amenazante―. Dío, ¿no tienes alguna idea de que pueden significar esas letras?, ¿qué hay de ti, Báku, alguna idea?

Su amigo negó con la cabeza e intercambió miradas con el resto del grupo. Ninguno parecía saber el significado de las letras.

«Tal vez se refería a España, después de todo trasladaron esa cosa a ese país», pensó Mariko.

―Llegamos a un callejón sin salida ―masculló Dío.

―Báku, tú dijiste que la piedra blanca estaba en un bosque sagrado ―dijo Mariko.

Humm, "un bosque sagrado trasplantado de Bolivia a España, para gloria de Dios ante los blasfemos protestantes" ―susurró Báku para sí mismo―, no creo que Galán trataba de decirnos que la piedra se encontraba en España, porque eso ya lo sabíamos. No, seguro las letras significan otra cosa.

―Yo también lo creo ―corroboró Dío―, robé el video de Galán y seguro la respuesta se halla en este, es decir, no encuentro lógico el título que le puso: "la masacre del banco de la parrilla".

―Será mejor que investiguemos por nuestra cuenta y hallemos una respuesta o este será un callejón sin salida ―concluyó Mariko.

Los hombres se dirigían a la salida del gigantesco galpón, pero Mariko se quedó mirando el cuerpo de Galán. Sostenía la cruz de su madre y rezaba para que ella les ayudase en su búsqueda y por Galán que no podría redimirse ante Dios como le dijo.                                           

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