T R E S (2011)
VICTOIRE'S POV
—Vamos, ¡arriba! ¡Despiertaaa!—gritó Scarlett.
—¿Y a ti qué más te da?—medio gruñí abrazando con más fuerza mi almohada.
—Pues que somos compañeras, lo que significa que por mucho que me fastidie, tengo que cuidar de ti. Y asegurarme de que llegas sana y salvo a clase entra dentro de cuidar de ti. Así que, ¡levántate!
A regañadientes, obedecí, murmurando cosas que ni siquiera yo recuerdo.
Conseguí llegar somnolienta al Gran Comedor, y a pesar de ya haberlo visto, volví a quedar completamente asombrada de su grandilocuencia. El gran portón, las columnas, los gruesos muros, el techo hechizado. Todo me infundía respeto por aquel lugar.
Me senté junto a mi compañera de habitación. No había terminado mi tostada cuando cayeron los horarios. Yo, aún adormecida, cogí con pereza el papel mientras que la morena ya estaba leyendo en voz alta.
—Lunes: Encantamientos, Pociones, Herbología y Defensa contra las artes oscuras; martes: Transformaciones, Defensa contra las artes oscuras, Historia de la Magia, Encantamientos y Astronomía a las doce; miércoles: Pociones, Historia de la Magia, Transformaciones, Vuelo; Jueves: Herbología con Gryffindor, Transformaciones, Defensa contra las artes oscuras y Pociones con Slytherin; Viernes: Encantamientos y Herbología. Uy, los viernes tenemos la tarde libre. ¡Genial!
—¿A qué hora empieza nuestra primera clase?— pregunté a mitad de un bostezo.
—A las nueve. Dentro de un cuarto de hora—contestó ella con un tono de voz muy profesional que me hizo volver a pensar que era la chica más madura que había conocido. No sería la última vez.
Fui a alcanzar otra tostada, pero ella me agarró del brazo y me arrastró (literalmente) hasta el aula de Encantamientos. Sólo cuando llegamos, abrí la boca para protestar:
—¡Aún no había acabado!
Scarlett rió como cuando Tía Hermione reía de las ocurrencias de los pequeños Hugo y Lily, de unos escasos tres años. En ese momento mes sentí infantil y absurda, lo que nunca antes me había pasado. Yo siempre había sido la madura y la responsable. Me dio la impresión de que desde el momento que conocía a la muchacha, había pasado a ser una Ravenclaw más. No me gustaba esa sensación, pero, supuse, me tendría que acabar acostumbrando. O debería esforzarme para no tener que sentirme así nunca más.
—Ven. Sentémonos aquí, cerca del profesor—sugerí yo, acercándome a los asientos de primera fila. La morena me siguió sin rechistar.
En ese momento, aquel profesor pequeño apareció por la gran puerta, por lo que me pareció aún más diminuto. Caminó directo hacia su escritorio y cuando reparó en nosotras, abrió mucho los ojos dando un respingo.
—¡Vaya! ¡Qué puntuales!
Mi compañera asintió como agradecimiento. Poco a poco, los asientos se fueron llenando. Una vez el profesor consideró que estábamos todos, comenzó:
—Es para mí todo un orgullo presentar y dar la bienvenida a los alumnos de primer año de mi casa. Veo tantas caras nuevas y sedientas de conocimiento... Este año Ravenclaw ha tenido grandes adquisiciones... Pero ya basta de hablar, es hora de comenzar con la clase.
Hasta ese momento, no había advertido los cojines que había encima de la mesa del profesor, pero éste se sentó sobre ellos y nos miró uno por uno.
—¿Qué os parece que empecemos con el encantamiento levitatorio?
No era una pregunta.
—Para empezar, cojan sus varitas. ¿Ya están listos? Perfecto. Debemos realizar un sencillo movimiento de muñeca: agitar y golpear. Vamos, practiquen.
Acto seguido, todos los alumnos parecíamos enzarzados en una coreografía que consistía en agitar y golpear la varita. Cada uno iba por su lado y resultaba patético ver la concentración que algunos ponían en gesticular de esa forma tan sencilla.
—Bien, ya pueden parar. Ahora, practicaremos la pronunciación. Win-gar-dium Le-vi-o-sa. Vamos, repitan conmigo todos a la vez.
—¡Wingardium Leviosa!—coreó toda la clase.
—Muy, muy bien. Genial. Y ahora no se olviden de ese bonito movimiento que hemos estado ensayando al principio. . Agitar y golpear, recuerden, agitar y golpear. Pronunciar las palabras mágicas correctamente es muy importante también. No se olviden nunca del mago Baruffio, quien dijo "ese" en lugar de "efe" y se encontró tirado en el suelo con un búfalo en el pecho.
Hubo algunas risas sueltas.
—Bien, ahora, ¿tienen todos sus plumas? Estupendo. Quiero que todos traten de hacer levitar sus plumas, ¿entendido?
Eso tampoco fue una pregunta.
Todos nos pusimos a ello.
—Wingardium Leviosa—pronuncié alto y claro, acompañando mis palabras con los gestos que había aprendido.
Para mi gran satisfacción, la pluma comenzó a flotar en el aire. Con una sonrisa de orgullo, llamé la atención de Scarlett, quien intentaba con desesperación hacer que su pluma volase. Me miró con asombro y un deje de envidia y volvió a centrarse en lo suyo.
—¡Oh, perfecto! ¡20 puntos para Ravenclaw!—exclamó con su aguda voz mi profesor.— ¿Cuál es su nombre, señorita?
—Victoire Weasley—respondí en voz baja pero con claridad.
—¿Cómo no? ¡Una Weasley! Extrañaba tener a esos pequeños pelirrojos revoltosos en mis clases.
Compartí una tímida sonrisa con el profesor y volví a centrarme en mi pluma, mientras que mi compañera se mordía el labio de pura frustración.
—¿Quieres que te ayude?—le ofrecí, sin poder abandonar esa pizca de orgullo en la voz.
—Sí, por favor—respondió ella en un tono cortante, como si de veras no quisiera tener que admitir que no podía, pero que tenía que sacar buena nota.
—Primero, no pronuncies silabeando. De esa forma, no consigues que tu voz se escuche más clara, sólo más estúpida.
Ella asintió algo avergonzada.
—Segundo,—continué.—El movimiento debe ser suave y fluido, no como si estuvieras asesinando a un torposoplo.
—Vale, está bien.
Su voz sonaba realmente molesta y frustrada. Canté victoria en mi mente. "Eso no se debe hacer, Victoire. Ella es tu amiga." Finalmente, la morena consiguió que su pluma levitara y una gigantesca sonrisa se extendió por su rostro.
—Gracias...—dijo en voz muy baja sin mirarme. Por un momento, me pregunté si me lo había imaginado.—¿Ves? Puedo hacerlo mejor tú—se regodeó en voz más alta con una mirada burlona vacilando en sus ojos.
Yo reí para mis adentros. Esta chica podía ser muy competitiva.
La verdad, es que no recuerdo cómo acabé saliendo del aula de pociones con Scarlett canturreando a un ritmo que me sonaba de algo. Creo que ni me di cuenta que había estado en las mazmorras dando clase con Slughorn.
—¿Ves? Te dije que ese profesor nos reclutaría para su club.
—¿Eh?
—Al comienzo de clase... Y tenía razón. Hacemos un equipo magnífico. Le hemos dejado tan impresionado. Creo que somos las primeras chicas de primer año en el Club de las Eminencias. ¡Wow! Además en el primer día. Bueno, digo, es obvio que te haya elegido a ti. A diferencia de mí, él admira el apellido Weasley y a todos que lo lleven desde la Segunda Guerra Mágica. Aunque, como tú, no participaran. Pero...¡yo! Eso sí que es un mérito. ¿No crees?
Una carcajada sonora nació en mi garganta.
—Sí, ya lo creo.
—Hey, no seas mala.
Caminamos hacia el Gran Comedor dispuestas a tomar un suculento almuerzo. Pero el destino quiso que las escaleras se movieran en el momento en el que nosotras estábamos allí.
—Creo que me estoy mareando—decía la azabache a mi lado. Yo no respondí. No porque no me importara, sino por lo que acababa de ver. Bueno, a quien acababa de ver.
—¿Perdidas, chicas?—dijo él con su perfecta sonrisa. Por mucho que cambiara su pelo o sus ojos, siempre reconocería ese encantador gesto suyo.
Su pelo era ,como siempre, un revoltijo azul. Sus ojos estaban ahora marrones y verdes.
—Tenemos derecho a estar perdidas—repliqué—. Es nuestro primer día.
—¿La Perfección Rubia se perdió?
—¿Quiere el Tornado Azul seguir vacilándome o me guiará como buen estudiante de tercer grado hasta el Gran Comedor?
A mi lado, Scarlett seguía la conversación confusa.
—Me temo, señorita Perfección Rubia que prefiero seguir vacilando.
Fruncí los labios ofuscada. En un intento de fulminarle con la mirada empezó a reírse sin poder parar.
En ese momento, un chico de la edad de Teddy se puso a su lado. Era un poco más bajo que él y definitivamente más delgado. Tras el pelo castaño y unas enormes gafas negras se escondían unos bonitos ojos azules. Me fijé en su túnica y me di cuenta de que era Ravenclaw como nosotras. Tal vez él sí que fuera buen alumnos de tercer grado.
—Perdona, ¿podrías indicarnos como volver al Gran Comedor? Estamos hambrientas—fue la morena quien lo preguntó.
El Ravenclaw sonrió forzadamente y asintió con la cabeza.
—¿Crees que en el comedor estarán Ethan y Alex?
Teddy asintió y caminó junto a su amigo mientras que nosotras les seguíamos obedientemente.
—Por cierto, Perfección Rubia y compañía, éste es Nathan.
—Ella es mi compañera de cuarto, Scarlett. Estamos en la misma casa que Nathan.
Él no pareció oírlo, o no le importó.
—Alex dice que va a ser golpeador de Gryffindor. Ya tendríamos a dos deportistas en el grupo—comentó el moreno.
—¿Tú también juegas al Quidditch, Ted?—pregunté yo poniéndome a la altura del peli-azul.
—Obviamente. El mejor cazador que Hogwarts ha podido ver.
Yo reí el comentario. Sentí una mano en mi hombro y al girarme, pude ver la cara de Scarlett. Tenía los ojos en blanco y alzaba las cejas como diciendo: "¿En serio? ¡¿En serio?! ¿¡REALMENTE ME LO ESTÁS DICIENDO EN SERIO?!". Me encogí de hombros y ella rodó los ojos cansada de mí.
—¿En qué curso puedes apuntarte para hacer las pruebas de Quidditch?
—Si eres bueno, desde primer año—respondió mi amigo sin dejar de sonreír y sin dignarse a mirarme.—Es decir, que tú no podrías.
—¡Yo soy buena! Sólo que no me interesa...
Él emitió una sonora carcajada.
—No servirías ni de animadora...
—¿Intentas burlarte de mí?
Él sólo rió más fuerte. Yo cada vez estaba más nerviosa y las tentaciones de darle un fuerte puñetazo en la nariz incrementaban cada vez más.
—¡Eres tan estúpido! Burlarte de una pobre niña menor que tú...
—Victoire, cálmate...—me pidió Scarlett en un tono de voz apaciguador.—Él solamente bromeaba, no debes exaltarte de esa manera. En cuanto a ti, Edward Remus Lupin (es ese tu nombre, ¿cierto?), no tendrías por qué decirle esas cosas si sabes que a la "princesita" le van a molestar.
Juro que por un momento pensé que iba a defenderme. Pero una vez terminó de pronunciar esas palabras, rompió en risas.
—¡Qué buenos amigos tengo! Nótese el sarcasmo.
—Sólo bromeamos, Perfección Rubia.
—Y encima tiene una aliada. Está batalla la has perdido, chica—comentó Nathan dándome una palmada en la espalda y con una expresión casi de pena.
Cuando al fin llegamos al Gran Comedor, Scarlett y Teddy seguían bromeando sobre mí. Yo, ya molesta, me dediqué a observar por encima el lugar a ver si encontraba a alguien interesante. En efecto, muy próxima a mi mesa, Violett agitaba la mano efusivamente. Yo le sonreí y fui a sentarme junto a ella, pero Scarlett me puso una mano en el hombro.
—Tenemos que ir con nuestra mesa. Ya luego podrás pasar todo el tiempo que quieras con tu amiga.
—Está bien, pero como te burles una sola vez más de ti, te juro que no llegarás viva a la reunión de Slughorn.
Ambas nos dirigimos a la mesa de Ravenclaw, en la que ya había alumnos conversando alegremente. Charles y Jessica (los prefectos) nos dedicaron una seca cabezada y siguieron comiendo.
—Ah, hablando de la reunión de Slughorn... ¿no nos ha dicho cuándo será la primera? ¿Crees que será a tan principios del curso? No creo, ¿verdad?
No quise reírme de su inocente inseguridad, sería demasiado cruel, pero también era demasiado difícil resistirse. Ella me golpeó con fuerza en el hombro y de nuevo tuve que esforzarme para no reír. La morena vio mis intenciones pero, por suerte, esta vez conseguí evitar el golpe. Mi compañera frunció el ceño, pero finalmente se concentró en su comida.
—¿De qué conocías a ese chico de Hufflepuff?—me preguntó al tiempo que cortaba su filete.
—Ah, ¿hablas de Teddy? Es un gran amigo de la infancia. Nos conocemos desde muy pequeños.
— ¿Teddy? ¿Cómo un osito de peluche? Se nota que le tienes cariño—comentó dirigiéndome una muy significativa mirada.
—Claro, es como mi... ¿hermano?
—Ya... Claro... Sólo digo que esa cara no es de que sea tu "hermano"—mencionó haciendo énfasis en la palabra "hermano".
—Bueno... ¡pues se nota que a ti te gusta Nathan!—casi grité a la desesperada.
—Desde luego, cada segundo que paso contigo me doy cuenta de que estás más loca de lo que esperaba. ¡Ni lo conozco! Además, yo no he dicho nada de que te gustara tu "Teddy". Eso lo has dicho TÚ.
Odiaba cuando tenía razón. Solamente esperaba no haber enrojecido tanto como creía. En ese caso, estaría más que perdida en la discusión. Para más inmensa suerte, Scarlett estaba muy concentrada con su fino trozo de carne.
Después de terminarme mi comida, arrastré a la Ravenclaw hasta la mesa de Gryffindor, donde agarré a Violett y la llevé con nosotras.
—Vamos, chicas. Vamos a conocer los jardines de Hogwarts—propuse/ordené emocionada.—Por cierto, ésta es Scarlett y ésta es Violett.
—Encantada—dijo la castaña, aunque mi compañera apenas la miró. Afortunadamente, la chica no parecía haberse ofendido en absoluto.
Paseamos hasta llegar a la orilla del lago, donde me tumbé junto a la castaña sobre la hierba y la morena se recostaba contra el árbol.
—¡Es tan relajante...!—exclamó la chica de ojos oscuros.
—Sí...—coincidí yo.
—Por cierto, los jueves nos toca contigo en Herbología a primera hora—informó la chica de cabellos rizados.
—¿Quién necesita recordadora teniéndola a ella?
La aludida hizo una mueca irónico y clavó su vista en las aguas calmadas del lago, como si estuviera esperando a que el calamar gigante apareciese.
—¿Alguna va a probar suerte en Quidditch?—preguntó Violett a mi lado.
—¡Ni de broma!—negamos las dos Ravenclaws.
—¡Qué sincronización!
Yo me reí de la gracia de mi amiga, aunque a mi compañera de cuarto no pareció hacerle tanta gracia.
—Violett, ¿ya has tenido Herbología con el tío Nev, quiero decir, con el profesor Longbottom?—le pregunté con intención de romper el hielo.
—Por supuesto. Es realmente simpático.
—Sí. Mi familia paterna tiene mucha relación con él. Fueron compañeros de clase y buenos amigos durante su estancia aquí. Y lo siguen siendo.
—Lamento la ignorancia, pero, ¿quién es tu familia paterna?
—Los Weasley—contestó Scarlett por mí con voz cansada. (¿Qué diantres le pasaba? Parecía harta de todo).
******
Bueno. Hasta aquí el segundo capítulo de la perspectiva de Victoire. Estos primeros no tendrán mucho romance, pero es que el amor no se hace en dos días, so... Espero que os esté gustando mucho. ^'^
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