85. Este es mi límite

La chica de cabello blanco, fórmula unas rimas ¡Magia! Entonces me doy cuenta que es una bruja, pero antes de poder reaccionar, los palos del banco dónde estoy sentado, se convierten en sogas y caigo al suelo sin poderme soltar.

—¡Mariposa! —grita Seyn y corre a intentar quitarme las ataduras.

Ace sonríe.

—Linda gazania —ya le ha puesto apodo —no haga eso, o me veré obligado a interferir.

—El señor Blake quiere al restaurador, pero me mandó un mensaje para usted —expresa la tal Eris y escucho con atención mientras intento sacarme las sogas que mágicamente vuelven a atarse —. Dice que quiere hacer un trato, un intercambio. Los adivinos siempre son valiosos y encontrar uno de su nivel es difícil.

—Gracias por el halago, pero no me interesa ayudar a personas que tratan mal a mis amigos.

—La carta que tienes, no dice lo mismo —observa el bolsillo de su chaqueta.

Su semblante tranquilo se vuelve serio y asusta a tal punto que no hay forma de describirlo.

—No eres clarividente, no puedes saberlo.

—"Elevación, muéstrame la información" —hace otro hechizo y la carta vuela hasta su mano —. No, no lo soy, no puedo leer más allá cómo lo has visto tú, pero cualquiera que haya estudiado un poco sobre las cartas —la observa detenidamente mientras hace una pausa —sabe que esta habla de la muerte —levanta la vista —y si le prestas tanta atención, es porque no falta mucho ¿verdad?

—¡¿Qué estás diciendo bruja?! —le grito y miro a Ace —¡Dile algo! —pero él no responde —No puede ser —me sorprendo —Tiene que estar mintiendo.

—Esta mintiendo ¿cierto? —repite Seyn preocupado y ha dejado de mover las sogas al quedar atónito.

El adivino vuelve a sonreír.

—Ya agotaste mi paciencia —le aclara a Eris y apoya la mano en su cabeza.

No sé qué hace, pero pareciera como si la bruja hubiera visto algo en su mente, se levanta del banco tirando la carta y tan aturdida que está, que el hechizo de las sogas se desvanece, entonces me sueltan, luego vemos cómo ella sale asustada, corriendo fuera del club, lo más rápido posible.

No sabía que podía hacer algo como eso.

—¿Qué hiciste? —pregunto levantándome del suelo.

De repente Ace se agarra de la cabeza adolorido y cubriendo sus ojos, al segundo siguiente veo que cae sangre de estos, entonces confianza.

—Este es mi límite.

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