Busco a Emmet y al fin lo encuentro ¡Sacrilegio! Eso lo debería estar haciendo yo. Rein forcejea en el suelo mientras mi escolta, que está sobre él, recupera su arma.

—¡Ay, me lástimas! —chilla el manjar.

—Eso te pasa por meterte en cosas que no te competen —le aclara el morocho.

—Por favor Emmet, bájate del chico, no me hagas imaginar porno entre ustedes dos —bromeo.

Mi guardaespaldas suelta la nuca de Rein y se levanta, guarda su arma, para luego acercarse hasta mí.

—Vamos, aquí no es seguro —mira los árboles.

Entrecierro los ojos.

—¿Qué sucede?

—Nos vigilan —aclara.

—¿Qué pasa? —pregunta Rein ladeando la cabeza mientras continúa sentado en el suelo.

—Pasa que nos están rodeando.

—Mala señal —hago una mueca y miro al de ojos celestes —. No te preocupes, en un momento todo se va arreglar.

O eso espero.

Rein se levanta del suelo, observa para todas partes y cuando se acercan personas hacia nosotros, se sobresalta.

—Esto me da miedo.

—No hay por qué temer, en un rato estaremos comiendo pastel y a esta gente ya no les veremos las caras —cuento el plan mientras me pongo en posición de pelea —¿Quienes son ustedes y que quieren?

—Al señor Blake Razieli le gustaría seguir investigando —dice uno de sus hombres.

—Ese nombre es más falso —opino ya que lo usa seguido, pero no aparece en ningún registro.

—Ya veremos lo que es falso y lo que no —viene corriendo hasta mí.

Emmet le pega una patada, al que viene por detrás lo golpeo de un codazo en la nariz y lo doy vuelta contra un tercero.

Rein se esconde detrás de un arbusto.

—¡Ya me asusté! —chilla y se mete dentro de la planta.

Me lo como.

Ataco a otro hombre que tengo de frente y mi guardaespaldas golpea a un quinto al mismo tiempo que a otro más. El que hablo se va corriendo, lo perseguimos pero logra huir.

—¡¡Cobarde!! —le grito.

—¿Ya acabo todo? —pregunta Rein desde la planta —Creo que me hice encima.