36. Otra vez los mensajes
Muevo uno de mis cabellos largos, el cual me da en el ojo y me despierta. Estiro mi cuerpo de chica en la cama de la casa quinta y observo hacia la ventana, a penas se asoma el sol, es muy temprano todavía.
Me refriego el ojo y me levanto estirando mis brazos. Antes de retirarme de la habitación mi celular suena, un mensaje.
"Te vi durmiendo".
Me quedo tildado ¿Qué?
Observo para todos lados y no veo a nadie, suena otra vez.
"Sí, estoy aquí, no te alarmes ¿No te gustaría saber quién o qué soy?"
No estoy interesado, gracias. Me basta con saber que es un psicópata científico loco que me tiene manía y que por lo tanto debo evitar a toda costa.
Lo que tengo hacer en realidad es hablar con Emmet. Me giro rápidamente en dirección a su habitación. Abro la puerta de su cuarto pero no lo encuentro, ¿Dónde está? Últimamente nunca lo encuentro.
Lo busco por todos lados, hasta salgo fuera de la casa, entonces voy en dirección al arroyo. Veo una carpa y recuerdo que Seyn tan enojado que estaba le pidió a Ace dormir fuera.
Loco.
Mi archienemigo tampoco está aquí ¿Acaso este es el pueblo fantasma? Mejor, porque parece que hasta mi acosador ha dejado de mandarme mensajes. Guardo el celular y sigo buscando a Emmet.
Quedo tildado al llegar dónde está el arroyo ¿Por qué está sin remera? Seyn deja de estar inclinado en la orilla y visualizo la mariposa abajo al costado de su ombligo.
—Es... ¿Estás de exhibicionista o qué? —digo sonrojado.
—Y tú has vuelto a ser una chica —expresa sonriente, pero luego frunce el ceño y me reprende —. No andes en camisón por ahí, siendo mujer.
Tiene razón, pero no se la voy a dar, ruedo los ojos y le respondo.
—No me digas lo que tengo que hacer, Seyn Bradford —luego cambio de tema —¿Has visto a Emmet? No está en la casa.
—Quizás tu incompetente guardaespaldas te abandono —se burla —. Mejor te cuido yo —camina hasta mí y veo que la remera está en su mano, al parecer se le mancho con barro e intentaba limpiarla.
—El que no cuida bien su ropa, menos cuida de los otros. Además, tengo claro quién me abandonaría en el primer instante y quién recibiría hasta un balazo por mí, ¿Quién crees que eres de las dos personas? —se sobresalta cuando tiro la indirecta —. Correcto, tú eres la opción que abandona —me giro a buscar a Emmet —. Así que no perderé más tiempo contigo e iré a por personas que valgan la pena.
Me agarra el brazo.
—Darren Wein, yo...
—¿Qué? —lo miro molesto.
Se suelta y observa a un costado.
—Eh... nada.
—Cobarde —me voy corriendo.
Este tipo sigue sin disculparse, ya me pone de malas su estúpido orgullo, más tarda, más lo odio, así nunca podré cerrar este asunto. Solo me da ganas de volver a mi casa en el extranjero, allí estaba mejor. Fueron los mejores tres años de mi vida.
Sin contar al psicópata claro, necesito encontrar una solución a eso también y pronto.
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