Campos de algodón de plata
Ocho soles atrás
A pesar del manto de frío que cubría el reino Obsidiana, las estrellas brillaban en un cielo despejado e iluminado por las lunas. Mónica se ocultaba bajo su unüil y recorría las calles tratando de no llamar la atención, pero cuando cuatro desconocidos se refirieron a ella como si fuese un pedazo de tierra esperando ser pisoteada, en lo último en lo que pensó fue en pasar desapercibida. La ira dominó el cuerpo y la mente de la joven, y allí mismo, en la entrada de la taberna, decidió enseñarles una valiosa lección.
—¡Cuidado, es una tigresa! —exclamó un nei cuando Mónica se volvió hacia el grupo, lo que provocó que sus compañeros estallasen en carcajadas.
La obsidiana dejó la bolsa que cargaba junto a la única mesa que había en el exterior y movió los dedos en un gesto furtivo. Uno de los hombres que la observaban con ojos libidinosos se llevó la jarra de nögle a la boca, pero Mónica convirtió el líquido en tierra que le atascó la garganta y se le pegó al paladar. El hombre tosió angustiado y la muchacha se volvió con una sonrisa satisfecha.
Mónica percibió el olor a licor y suciedad que desprendía el nei que se acercó a ella para abatirla, pero la joven fue más rápida y les pidió ayuda a varios cuervos de arena que descansaban en los árboles. Los pájaros volaron a toda velocidad y hundieron los picos y las garras en la carne del hombre, que se revolvió con agonía.
Un destello de luz captó la atención de Mónica y el miedo le sacudió las entrañas. La joven sabía que si el tercer hombre terminaba el hechizo de ofensa que estaba conjurando lograría abatirla, así que, presa del pánico, se acercó a la mesa y le rompió una de las jarras de nögle en la cabeza. La bebida se vertió junto con la sangre del obsidiana y los fragmentos de cristal estallaron en todas las direcciones.
Mónica utilizó la magia para sacar del cinturón un afilado cuchillo creado con la piedra que nacía en las minas del clan. La joven llevó el arma al cuello del cuarto nei, y mientras los graznidos de los cuervos resonaban en la tranquilidad de la noche, creó un orbe de poder que le iluminó el rostro.
—¿Algo más que queráis decir? —preguntó enfurecida. Los hombres se rindieron y negaron entre lamentos y con la cabeza gacha—. ¡Entonces largaos!
El grito de la obsidiana rebotó en el callejón. Los hombres se marcharon con el rabo entre las piernas y el rostro de la joven brilló con una sonrisa. Mónica se alisó el unüil y agradeció la ayuda de los pájaros con un saco de grano que materializó con el poder de las gemas. A su espalda resonaron palmadas y la muchacha se llevó una mano al cinturón para tomar el cuchillo de piedra. Sus ojos avellana tardaron unos latidos en distinguir al hombre que avanzaba hacia ella protegido por una túnica celeste.
—Un espectáculo increíble —le dijo el soldado aqua.
—¿Tú también quieres participar en la función? —le preguntó la obsidiana mientras lo apuntaba con el arma. Aidan se rio y negó divertido.
—En absoluto. No soy de esa clase.
—Claro que no, tú eres diferente al resto de hombres que frecuentan El Hurón Rojo.
—Si tanto desprecias a la clientela de esta taberna, ¿por qué te hospedas en ella?
—¿Qué te hace pensar que necesito alojamiento, Forastero?
—Llevas una bolsa en lugar de portar tus bártulos en un contenedor espacial en un intento por no consumir tanto nögle, que cuesta unos buenos neibanes. El Hurón Rojo es una de las posadas más baratas de la ciudad, y también la más tolerante con las acreditaciones, y la noche de hoy es demasiado fría como para seguir durmiendo entre los campos de algodón de plata. ¿O me equivoco?
—No tienes ni idea de-
Aidan creó una brisa que acarició la piel de Mónica y sacudió las partículas de plata que se le habían pegado al cuerpo. La nube de brillos argénteos desapareció en cuanto se posaron en el suelo y la joven se sonrojó avergonzada, pero Aidan no llegó a percibirlo debido a la oscuridad de su piel. El soldado le dedicó una sonrisa amable y se acercó más a ella.
—El Ix Realix busca soldados con los que crear una guardia especializada que le ayude a proteger a los seis reinos. Según lo que he visto este anochecer, eres una mujer con muchos recursos.
El corazón de Mónica se aceleró, pues nadie la había tomado nunca en serio. Su familia no aprobaba ni su vestimenta ni su aprecio por las artes de ataque y defensa. Sus padres la atormentaban recordándole que su destino residía en ser la víctima de un enlace de conveniencia para asegurar que el poder de las grandes familias del clan seguía siendo fuerte y perdurable, pero aquella noche, en los ojos de un forastero, descubrió un halago sincero que le calentó el pecho y la llenó de orgullo. Si su propuesta tenía futuro, sería la vía de escape que llevaba buscando durante tantas lunas.
—¿Y cuál es el truco? —le preguntó al soldado con el ceño fruncido.
—Normalmente diría que superar el entrenamiento y las pruebas de acceso será difícil, pero en tu caso, creo que el problema será acatar las órdenes de tus superiores.
Aidan le guiñó un ojo con malicia y en el rostro de Mónica se dibujó una sonrisa que no pudo controlar. El Ix Realix buscaba en los Aylerix algo más que soldados con buena técnica y conocimiento elemental, y Aidan veía en ella algo que no tenían el resto de candidatos con los que se había topado: espíritu.
—Recibirás una pequeña compensación durante el entrenamiento y te alojarás con el resto de aspirantes.
—¿Y qué ocurrirá si soy una de las elegidas? —Aidan esbozó una sonrisa; le gustaba la seguridad con la que hablaba.
—Se te ofrecerá la oportunidad de formar parte de la Guardia Aylerix. Viajarás con el Ix Realix cuando así lo ordene y serás su confidente. Te encargarás de los conflictos más delicados que afecten a los reinos y lucharás junto a tus compañeros cuando sea necesario. Te mudarás a la Fortaleza Aquamarina, recibirás un pago de neibanes con cada luna y gozarás del rango de ser una Aylerix, pero deberás trabajar duro para mantener dichas ventajas.
El corazón de Mónica se aceleró con cada palabra, emocionado ante la posibilidad de abandonar el reino. Aidan vio el reflejo de los pensamientos de la joven y metió la mano en uno de los bolsillos de su unüil.
—Entrégales esto a los guardias de la Fortaleza Aquamarina con el primer amanecer del próximo ciclo de Asteria. Ellos te llevarán hasta el lugar en el que se realizarán las pruebas.
El soldado se acercó para tenderle una diminuta gema de cristal azul con el emblema de la Guardia Aylerix, pero antes de que Mónica lo alcanzase, se apartó.
—Casi se me olvida —le dijo a modo de disculpa—. Si aceptas formar parte de la Guardia no podrás vincularte con tu nywïth, pues la conexión interferirá con tus responsabilidades como protectora del Ix Realix.
—No será una pérdida que lamente, Forastero —le dijo con una sonrisa antes de aceptar el cristal en el que se contenía su futuro.
Los soles permitirían que Aidan y Mónica encontrasen a un confidente el uno en el otro, que creciesen y aprendiesen juntos. Tras compartir aventuras y madurar gracias a los encuentros con la muerte, descubrirían que la magia los había unido en un vínculo que jamás podrían aceptar, pues hacerlo significaría traicionar a la única persona en la que habían depositado toda su lealtad.
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¿Os gusta tener la perspectiva de más personajes?
Espero que sí!
🏁 : 160 👀, 64🌟 y 80✍
Nos vemos el jueves con un capítulo largo❤
Un besiñoooo😘
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