Capítulo 9 Bondad
Nikolai me dejó allí, parada en medio de una tienda, con las bragas mojadas y la histeria de una mujer que ansiaba una follada. Busqué la calma en donde quizá ni siquiera existía y continué probando la ropa que yo no elegí tener.
Cuando terminé todo aquello abajo me estaba esperando el chofer, me miró apoyado en el coche, cargando todas aquellas bolsas y por poco no se cayó al suelo de la prisa que llevaba por ayudarme.
Llevó las bolsas al maletero y cuando estaba a punto de abrirme la puerta, mi celular empezó a sonar. Vi el nombre de Nikolai en la pantalla y me pregunté que era eso tan urgente que debía de hacer para dejarme en aquel estado.
Quería dejarlo con las palabras en la boca, no responderle a su llamada y que se fuera a la mierda. Pero con los pulmones inflados y la respiración contenida respondí a la llamada.
—El apartamento es tuyo, puedes pasar por la mobiliaria a firmar los papeles —aseguró con la voz profunda, me pareció que estaba un poco molesto.
—¿Cómo lo conseguiste? —la pregunta había salido de mis labios sin siquiera darme un segundo de pensarlo.
—No tienes que saberlo, yo manejo las situaciones a mi manera Irina, lo único que debes saber es que ese apartamento es tuyo —gruñó ante mi pregunta y lo escuché suspirar.
—Quiero darle una buena comisión a la vendedora, esa mujer me trató muy diferente a ese imbécil —recordé las palabras de la mujer y la necesidad que reflejaba su rostro—. Estoy segura además de que tenía algún tipo de problema.
—No me asombra que quieras hacer caridad, pero te aseguro que si vas por la vida siendo caritativa no vas a terminar jamás de ayudar a las personas. El mundo está lleno de personas que necesitan de ayuda y el dinero que tengo nunca sería suficiente para ayudarle a todas.
Sus palabras me provocaron tensar la mandíbula. Un pensamiento idiota de un hombre que también lo era y aquello me hizo sentir una profunda molestia.
—No tienes que molestarte —dice de la nada anticipando lo que estaba a punto de ocurrir—. Puedes darle la comisión que veas conveniente.
No le respondí, por el contrario, le corté a la llamada y me dispuse a subir al coche. El chofer se quedó parado fuera, unos segundos bastaron para que el señor Volkov lo llamara.
Observé que lo escuchaba atentamente, asentía con seriedad y lo único que alcanzaba a leer de sus labios era la palabra "Entiendo". Cuando entró arrancó el coche, fue un silencio incómodo, no pregunté a donde íbamos, pero por el rumbo que tomó supe que no era a mi apartamento.
Quería ir a ver a Yulia, saber como pasó su día y que tal se encontraba con el comienzo del tratamiento. Tenía la certeza de que esto iba a ocurrir, que Nikolai no podía ser para nada perfecto y cuando había asegurado que no me perdería nada del crecimiento de Yulia debí suponer que sí lo haría.
Nos detuvimos en un sitio un poco escalofriante, en mi mente no vinieron pensamientos nada buenos y mucho menos cuando un hombre extraño se aproximó al coche.
—¿En dónde estamos? —pregunté esforzándome para que en mi voz no se viera ningún indicio de miedo.
—No se preocupe señora, pronto nos iremos —aseguró el hombre que me observó por el retrovisor.
No sabía si me encontraba más molesta por el hecho de que no me estuviera dando respuestas o porque me hubiera llamado señora, sin embargo, no me atreví a cuestionar nada de lo que decía. Él bajó la ventanilla un poco, el hombre que se detuvo a un lado del coche le pasó un maletín y el chofer lo abrió lo suficiente para ver dentro. Yo no alcancé a ojearlo, aunque no puedo negar que me esforcé en un inútil intento de hacerlo y solamente me gané que él me viera de reojo.
Cuando confirmó que estaba lo que al parecer Nikolai le envió a recoger, asintió y el otro hombre se marchó de nuestra vida. Me sentí algo aliviada al verlo irse, pero seguía mi preocupación de que el chofer pudiera simplemente tener un plan en mi contra, querer deshacerse de mí.
Cuando arrancó y salimos de aquel sitio a un punto de la ciudad más concurrido, solté un suspiro audible. Escuché el pequeño sonido de su risa, no podía creer que se estuviera mofando de mí.
Lo fulminé a través del espejo retrovisor y él se quedó nuevamente en el silencio abrazador. Pronto vi el mobiliario en el cual compraría Nikolai el apartamento y nos estacionamos allí.
—¿Por qué estamos aquí? —pregunté nuevamente y antes de que el hombre abriera la boca continué—. No va a decirme que tampoco puede responder a eso, porque la verdad comienzo a perder la paciencia.
—No debería perderla con tanta facilidad —me aconsejó girando medio cuerpo para mirarme—. Vamos a firmar las escrituras y pagar para que el apartamento sea suyo. Mañana la pasaré a buscar a primera hora para que pueda ir a elegir los muebles que quiere en el apartamento y podrá mudarse cuando lo vea conveniente.
Me quedé paralizada unos segundos, era rápido y en realidad algo que no esperaba. Asentí sin demostrar la enorme alegría que estaba sintiendo y me apresuré a bajarme.
El hombre se quedó un momento dentro del coche, su celular había vuelto a sonar y yo estaba en un estado de nervios. Nikolai no dejaba de interrumpir, así que abrí la puerta, antes que me dijera nada le arrebaté de la mano el celular y él protestó.
—Señora, devuélvame...
—Nikolai, ¿puedes dejar de interrumpir un momento? —le pedí y escuché el silencio al otro lado—. Quiero terminar de una vez con la compra del apartamento y me tiene jodidamente cabreada que no me digas nada, pero sí te molestes en interrumpirme a cada segundo.
—Has sido rápida —escucho la voz femenina al otro lado y mi sangre se hela—. Lograste que te compre un apartamento en cuestión de días y ahora crees que puedes darle órdenes. Aún te queda por aprender, agradece que fuera yo la que estoy al otro lado de la línea, no tienes idea de lo que puede ocurrir si al menos intentas humillarle delante de alguien.
Me quedé con los labios temblorosos. La situación me tomó por sorpresa, no tenía la menor idea que inclusive la esposa de Nikolai utilizara el mismo chofer.
Es decir, no había manera de que ella le llamara por otra razón, al menos de que... No, no me podía permitir que esos pensamientos que solamente me daría miedo.
—Señora, no debió de quitarme el móvil, ahora me van a castigar por lo ocurrido seguro —dijo desbordado de pena.
—Deja de decirme señora —gruñí—. ¿Por qué te llama? Le diré a Nikolai que a partir de ahora serás mi chofer, no quiero que ella te llame mientras estás conmigo.
No me reprochó ni dijo una palabra más, en cambio, nos movimos para entrar al sitio. Cuando lo hicimos por alguna extraña razón las miradas recayeron sobre nosotros, sin embargo, no bajé la mirada y mucho menos me sentí mal.
Caminé firme, esperando encontrarme con aquel hombre que me había arrebatado la oportunidad de quedarme con el apartamento. Quería mirarle triunfante, que viera que tuvo que devolverme lo que me pertenecía desde un comienzo.
No tuve el placer de verle. Al menos me había recibido con una sonrisa Elena, ella se mostraba incluso más feliz que la primera vez en la que me enseñó el apartamento.
—Me da tanto gusto que estés aquí —susurró con una hermosa sonrisa de oreja a oreja—. Te merecías quedarte con ese apartamento y además siendo sincera, me dio gusto que Viktor tuviera que llamar a declinar la compra.
—Me da un poco de pena por la pareja —respondí entre dientes—. Pero trabajaste duro por la comisión y yo me enamoré de ese apartamento.
—Es cierto, la realidad es que la necesito bastante —musitó.
Se quedó en silencio cuando nos detuvimos en frente a la oficina. El resto del procedimiento fue bastante rápido, firmé el papel y luego fue firmado por el dueño del apartamento, entonces fue que preguntaron.
—¿Hará un cheque para pagar? —preguntó Elena mirando a ambos—. Cuando el pago sea autorizado se le entregará el documento junto a las llaves.
—Pagaremos en efectivo —interrumpió el chofer parado detrás de mí.
Vi los rostros de ambos desbordados de sorpresa, aunque yo también me sentía sorprendida, sabía que Nikolai tenía para eso y mucho más. El hombre se paró a mi lado, apoyó el maletín que recogió con anterioridad, lo apoyó sobre la mesa y lo abrió.
Sacó varios fajos de billetes que colocó frente a la mujer y el resto del maletín frente al hombre.
—Esa es su comisión por la venta, la señora decidió que quería darle ese dinero como muestra de agradecimiento por su enorme amabilidad y dedicación —dijo el hombre.
Vi los ojos de Elena llenarse de lágrimas, pero la duda en su rostro tampoco era difícil de disimular.
—Esto es el pago completo del apartamento, tómelo —ordenó al hombre que no tardó ni un segundo en hacerlo y revisar los billetes como si tuviera dudas de que fueran genuinos—. Puede revisarlos si gusta y también puede contar el dinero de ser necesario.
—Señorita —susurró Elena en un hilo de voz con una lágrima corriendo por su mejilla—. Usted es una mujer muy bondadosa y le agradezco este enorme gesto, pero no creo que pueda tomar tanto dinero. No tengo manera de explicar de donde he sacado esto en mi casa a mi esposo.
—Si necesita yo iré a explicarle de donde lo ha sacado, pero se ve que lo necesita, no haga esto por orgullo ni por miedo —le pedí mirando fijamente los ojos.
—Usted le está facilitando la vida a mi hijo —susurró.
Les pedí que se retiraran y que me dejaran a solas con Elena. El hombre se marchó con el dinero, pero no sin antes firmar un papel que el chofer le pidió que firmara, no sabía exactamente para qué quería aquel documento, pero lo quería y aquello en esa situación es lo que menos me importaba.
Elena se limpió las lágrimas que involuntariamente continuaban saliendo por sus mejillas, ya no era cuestión de una felicidad o un alivio momentáneo, algo más estaba atorado en su alma.
—Mi hijo tiene muchos problemas de salud, llevo un tiempo ya gastando dinero en hospitales para poder buscar una solución, pero no la encuentran —comentó con la mirada puesta en un punto fijo—. Al menos antes tenía la ayuda de mi esposo, pero ya lleva un tiempo sin encontrar un trabajo y eso nos ha dificultado la vida.
—Puedo intentar encontrar un trabajo para él —dije de la nada y la mirada repleta de ilusión cayó sobre mí.
Tal vez Nikolai diría que estoy rozando la locura, pero ver la desesperación con la que vivía me hacía recordar mi propia vida y me sentía incapaz de ignorar aquello.
—Haces demasiado en estos momentos por mí, me gustaría poder negarme, pero la realidad es que en estos momentos no me encuentro en condiciones —admitió con las mejillas ruborizadas.
—La vida te pone oportunidades y en ocasiones las personas estamos destinadas a encontrarnos con otras para ser su apoyo en los momentos indicados. Voy a volver a llamarte, esto es una promesa.
Cuando salí de la habitación me sentí con un peso menos sobre mis hombros, estaba haciendo exactamente lo que me apetecía y ahora me sentía con el poder suficiente para hacerlo.
Me marché, mi cuerpo estaba sentado sobre aquel coche, en mis manos estaban los documentos que tanto había añorado y había hecho una acción excelente, pero mi mente no salía de las palabras de Elena.
Al llegar a mi apartamento tuve el tiempo justo para bañarme antes de que tocaran a mi puerta, una mujer hermosa estaba frente a ella y no me dio tiempo de preguntarle quién era cuando ya estaba dentro de mi apartamento.
—No hace falta que me digas para saber que eres Irina, me contrató Nikolai para maquillarte y peinarte para esta noche —comentó sin siquiera darme su nombre—. Soy profesional, así que no me gusta perder mi tiempo en presentaciones ni preguntas, comencemos.
Aunque su actitud de primera mano me pareció tan desagradable como la de cualquier persona que actuaba como si yo fuera un títere bajo el mando de Nikolai, debía de admitir que el maquillaje se veía fantástico.
La prueba de ello era Nikolai, que aunque a final de cuentas no llegó a pasar por mí y me envió con su chofer, cuando me vio entrar a aquella fiesta se quedó cautivado, sin poder apartar su mirada de mí.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top