Capítulo 19 La llama del amor

Capítulo 19

-¿Por qué nos abandonaste, Irina? -preguntó mi hermana con las mejillas llenas de lágrimas.

Abrí la boca con todas las intenciones de responderle, pero las palabras no salían. Quería decirle que en mis intenciones nunca estuvo separarme de ella, que todo esto no era mi culpa,

Las imágenes se distorsionaban, el rostro de Yulia se volvió oscuro, siniestro y entonces apareció Nikolai. Llevaba en brazos a nuestro hijo que no dejaba de llorar, de extender sus pequeñas manos en mi dirección. Corrí con todas las intenciones de tomarlo, pero no importaba cuanto me esforzara en intentarlo, se seguía extendiendo la distancia entre nosotros.

Me desperté repentinamente, empapada en sudor y tomé una enorme bocanada de aire. Fui de prisa hasta la cuna, allí estaba dormido, tan pequeño e inocente.

Cada noche desde aquel día me preguntaba si Nikolai y Yulia serían capaces de perdonarme en el momento que supieran la verdad. Siempre creo que no lo serán, que me acusarán y que dirán que debí buscar el modo de comunicarme.

Mi único verdadero temor es que Igor pueda hacer algo en contra de mi hijo, después de todo continúa siendo el heredero de Nikolai y que sea un niño representa una amenaza incluso mayor.

Ha sido difícil, no he pasado un solo día en que no deseé saber cómo está todo y volver a abrazar a mi hermana, incluso cuando sé que se encuentra al cuidado de Nikolai, que él no dejará que le ocurra nada.

Desde la muerte de nuestra madre no nos volvimos a separar y un día simplemente recibir la noticia de que no volvería a verme debe haberle golpeado duro. Es algo que mi propio corazón no me permite perdonarme y que sé que ella tampoco perdonaría.

En mi mente regresa el momento en el hospital, aquel día en el que se sintió abandonada ante mi ausencia y cuando no dejaba de decir mi nombre. Ahora todo debería de ser más leve, quizá con el tiempo mi ausencia se vuelva menos pesada o al menos es lo que me gustaría creer.

Pasé a Pavel a mi cama, a veces en medio de la noche solía hacerlo, era como tener una parte de mi pasado y mi futuro, aquello lograba calmarme, poner mis pies sobre la tierra.

...

Me desperté al cabo de pocas horas con el llanto de mi pequeño, lo arrullé y le preparé el biberón. De todos modos no me quedaba mucho más tiempo para dormir, era casi la hora de irme al trabajo, no podía negar que la vida que Nikolai sustentaba también la extrañaba.

Tocaron a la puerta cuando estaba preparando el desayuno y sabía perfectamente de quién se trataba, Alda. La conocí en un mercado, una historia un tanto triste para ser sincera, me recordó a mi antiguo yo, repleto de inocencia.

Trabajaba para una señora y su esposo no dejaba de tratarla de un modo poco adecuado, al menos eso fue lo que me contó y de lo poco que llegué a presenciar lo sentía cierto.

Nunca fui buena con las injusticias, así que ante la cercanía y las breves conversaciones comencé a aconsejarle buscar un nuevo empleo. Empezamos a salir juntas en los momentos libres, yo embarazada y recibiendo una corta mensualidad de parte de Igor para transitar el embarazo.

Cuando mi pequeño nació la persona más confiable me pareció ella, no podía dejarlo en manos de cualquier persona y ella siempre se mostró amable, así que le propuse trabajar cuidando a mi pequeño. La paga no sería la mejor, pero seguro era mejor que la que le daban en el pequeño mercado.

Abrí la puerta, la encontré con una ancha sonrisa, me hice a un lado para permitirle la entrada y miré la mesa puesta.

-Llegaste justo a tiempo para el desayuno -sonreí corriendo una silla-. Anda, siéntate, que se va a enfriar.

-No es necesario que hagas esto todos los días -murmuró un poco apenada sin atreverse a mirarme a los ojos-. Eres tan amable conmigo, me apena, siento que estoy abusando de tanta bondad.

-Deja de decir tonterías, cuidas lo más preciado que tengo, es lo mínimo -me apresuré a decir y le palmeé la silla para que se sentara de una vez.

Tuvimos un desayuno a gusto, me comentó como tenía intenciones de retomar los estudios, aclarando que los horarios no iban a interferir con el cuidado de Pavel. A mí me pareció una grandiosa idea, había tenido que dejarlo para poder ayudar a su familia aunque fuese con poco y si ahora la vida le estaba dando la oportunidad no había razón para desperdiciarla,

Me distraje tanto en la conversación que estuve a punto de llegar tarde al trabajo y me tocó salir de prisa, con tanta que llegué sobre la hora jadeando.

Los días en la tienda en muchas ocasiones se volvían demasiado pesados para mi gusto, es lo negativo de trabajar en una perfumería que recibe a los pasajeros que llegan de vacaciones.

Agradecía que al menos no fuese el aeropuerto más grande de la ciudad, porque en caso de serlo, probablemente el cansancio me sobrepasaría.

Le estaba enseñando a una joven unos perfumes, le estaba dando una sugerencia personal y explicándole en que zonas debería aplicar el perfume para que fuese más duradero, cuando miré al otro lado del vidrio.

Mis ojos se encontraron con los suyos, fueron quizá los segundos más eternos de mi vida, sentí el revoloteo de las mariposas que se mantenían dormidas en mi interior despertar y el nombre Nikolai escapó de mis labios.

Lo vi palidecer, vi los sentimientos encontrados reflejados en su rostro, pero inclusive en aquellos instantes supe que él aún me quería, que me continuaba queriendo como la primera vez.

Siempre pensé que si yo me iba él encontraría a alguien más, que volvería a empezar desde cero incluso si en un comienzo pareciera imposible. Una mirada había sido suficiente para saber que para él no había un nuevo comienzo, que siempre fuimos nosotros.

Quería correr hacía él, lo quería rodear entre mis brazos, decirle que me hacía falta y que lo soñaba cada noche. Pero la advertencia de aquel día que había salido de los labios de Igor volvió a mi mente.

"-Si algún día, por alguna razón desconocida, te cruza la maldita idea de volver o de buscar a Nikolai y hacerle saber que vives. No tengas duda alguna de que iré a por ese bebé, te destruiré desde dentro, dejaré que lo ames más que a tu propia vida para luego arrebatártelo y vas a lamentarlo para siempre. Sin ese bebé para Nikolai no eres nadie."

Habían sido palabras duras, pero sobre todo me demostraron que la crueldad de Igor no tenía límite y yo no estaba dispuesta a hacer la prueba de hasta donde podría llegar.

El recipiente del perfume se cayó de mis manos. Un estruendo hizo que la mirada de todos en la tienda recayera sobre mí y que varias personas se aproximaran para saber si me encontraba bien.

Supe que había perdido el empleo desde el momento en que los ojos de Nikolai recayeron sobre los míos. No podía quedarme en un sitio al cual regresaría con las esperanzas de verme, de buscar a esa mujer que podría o no podría ser Irina.

Así que me mezclé entre la gente sin importarme que una de mis compañeras me estuviera llamando por mi nombre falso «Frieda». Un nombre horroroso si me lo preguntas.

Me metí a la parte trasera de la tienda, un sitio para cambiarnos de ropa, beber un café y también una sala con salida a las escaleras de emergencia del edificio.

Caminé y en intervalos corrí un poco, esperaba que Nikolai no tuviese la rapidez para alcanzarme, en verdad lo esperaba.

-¡IRINA! -escuché resonar mi nombre.

Me maldije, lo hice porque aunque hubieran sido unos segundos, esa conexión de miradas no podía negarse, ocultarse o evitarse. Si hubiera dado vuelta la mirada, si simplemente lo hubiera hecho y me marchaba, entonces quizá pasaba desapercibida. Podría haber sido una ilusión.

Ahora debía volver a desaparecer, pero esta vez incluso debía de hacerlo de los ojos ocultos de Igor, porque no tardaría en llegar a sus oídos.

No sabía si Nikolai lo confrontaría, pero aunque no lo hiciera, estaba segura de que la vida de Pavel ya comenzaba a estar en riesgo.

Marqué el número de Alda, necesitaba que estuviera alerta.

-¿Qué ocurre, Frieda? -preguntó un poco extrañada. Yo jamás la llamaba en horario de trabajo, así que, sí, era un caso de extrema urgencia.

-Necesito que hagas algo por mí -me apresuré a pedir con los labios secos y sin esperar respuesta continué-. Camina hasta la ventana, pero no la toques. ¿Ves a alguien?

Escuché un sonido al otro lado y aunque estuviera con los pelos de punta, me intenté contener para esperar su respuesta.

-Un señor con gafas leyendo un diario en la banca -respondió un poco nerviosa-. ¿Qué pasa Irina?

-Toma el bolso de Pavel, prepara un biberón para el camino y sale por la parte trasera del edificio y espérame en nuestro sitio.

El encuentro con Nikolai fue sorpresivo, pero ahora mismo no podía entrar en pánico, necesitaba perderme de su vista y dejar correr el tiempo para saber si verdaderamente nuestras vidas corrían peligro.

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