Capítulo 17 Vivir o morir
El tiempo había transcurrido, quizá más de prisa de lo que había esperado que ocurriera. Estaba a punto de vencerse el contrato con Nikolai y mi vida parecía alocarse nuevamente, aunque en realidad no era justo del todo que estuviera quejándome, o eso podría decir la vida.
Yulia se estaba recuperando cada día mejor, aquello me traía paz, pero la incertidumbre de que pasaría entre Nikolai y yo comenzaba a acecharme, mucho más ahora. La noticia me tomó por completa sorpresa, el embarazo llegó de imprevisto, ambos nos estábamos cuidando y yo no tenía planeado ser madre.
Desde muy joven tomé la decisión de que ser madre no era algo que yo quería, es decir, había visto tanto a mi madre batallar para darnos una vida decente, que la idea de pasar por lo mismo me hacía temer. Siempre me preguntaba como sería como madre, pero cuando me tocó hacerme cargo de Yulia fue un golpe de realidad, yo no me sentía capacitada, ni emocionalmente ni mucho menos económicamente.
Aun con todas las precauciones tomadas, la vida decidió que debería de traer una vida nueva al mundo y que sería con Nikolai. Quizá esta era la recompensa que le había preparado la vida después de su primer sufrimiento por su pequeña hija.
Lo único que no esperaba era que Diana me quitara el privilegio de ser yo quien se lo dijera, la sangre me hervía, quería golpearla, pero era la primera vez que no estaba pensando en mí, sino en la vida que crecía dentro de mi vientre.
—Quiero que te marches —le dijo Nikolai con mayor frialdad de la usual.
Ella pidió el divorcio, pero eso no hizo que Nikolai siquiera dudara de la decisión que estaba tomando. Es más, me atrevería a decir que incluso luego de saberlo se sentía mucho más decidido a dejar que se marchara.
—Me marcharé —dijo con una sonrisa soberbia sobre los labios—. Deseo que sean muy felices, seguramente lo conseguirán.
Me mordí el labio inferior, un leve escalofrío recorrió mi espalda. Diana era un tipo de mujer que no me daba una buena espina, la calma con la cual se tomaba todo lo que estaba ocurriendo no me parecía normal, desde un comienzo no me lo parecía.
Nos quedamos en silencio, en medio de un profundo e incómodo silencio mientras ella se marchaba y nuestras miradas no podían dejar de seguirla. Cuando desapareció en su coche Nikolai posó su mirada sobre mí y no pude evitar que la mía hiciese lo mismo.
—¿De esto hablabas? —se atrevió a preguntar con la prueba entre sus dedos.
—Quería decírtelo cuando volvieras, quería que lo supieras de una manera hermosa —bajé un poco la mirada, apenada, triste y decepcionada.
Sentí sus pasos y a mi vista quedaron sus zapatos. Tensé mi mandíbula, acto que duró unos segundos, porque cuando me levantó el rostro por el mentón, no pude evitar que todo mi cuerpo se relajara.
—Esto para mí tiene un significado especial Irina, no sé si llamarlo destino, pero yo había perdido cualquier esperanza de ser padre. Ahora que esto ocurrió, me certifica algo que en mi interior tenía la certeza, pero que me estaba negando a ve. —me quedé paralizada, me quedé como una tonta escuchando las palabras salientes de sus labios mientras que sus dedos se movían por mi barbilla con calidez.
—¿A qué te refieres? —pregunté en un susurro apenas audible.
—Eres la mujer indicada para mí, todo este tiempo solamente he tenido los ojos puestos en ti y hasta este instante sigues siendo la única mujer que he podido desear desde aquella fiesta benéfica. —habló rodeando mi cintura y su rostro se aproximó—. No voy a irme, me voy a quedar a cuidarte, lo haré cada día de mi vida, incluso si eso significa protegerte contra el mundo entero.
Ese mundo tenía nombre, sabía que hablaba del padre de Diana, Igor. En este tiempo había escuchado cosas, sobre todo del poder que poseía ese hombre y que ahora Diana estuviera pidiendo ese divorcio sabía que significaba algo grande para Nikolai.
—Tienes que ir a ese viaje Nikolai —le insistí y tomé su rostro ante su negativa—. Necesitas de Dimitri y si no vas quedarás mal con él. Ahora mismo es la mejor manera que tienes de protegernos, ir a ese viaje, continuar haciendo crecer el negocio para que tu poder aumente y superar a Igor.
Nikolai se quedó un momento paralizado, como si estuviera pensando en algo, aunque no sabía que era exactamente. Al menos no lo supe hasta que silbó y de la nada apareció Timur.
Era un nuevo mecanismo que había implementado, desde que estamos juntos Timur tenía la costumbre de aparecer de la nada e interrumpir momentos especiales, así que cuando está conmigo tiene prohibido aparecer de ese modo y solamente puede hacerlo si Nikolai silva, que quiere decir que necesita de sus servicios.
—Timur, voy a requerir de pedirte un gran favor —dijo Nikolai mirando directamente sus ojos.
—Lo que usted pida patrón, así se hará —bajó la mirada a sus pies, pero Nikolai tomó su cabeza con ambas manos y le obligó a volver a mirarlo.
—Ve bien a Irina —le giró la cabeza en mi dirección para que me viera, me sentí avergonzada, pero le sostuve la mirada al hombre—. Quiero que te grabes bien su rostro en la mente. Tengo que viajar y tú te vas a quedar a cargo de ella, la vas a proteger con tu vida, porque si algo le sucede a Irina, vas a pagar con tu vida.
—Entendido señor, haré lo que haga falta para protegerla —asintió.
—Espero que así sea Timur, esa mujer me hará padre y nada le puede ocurrir —sonrió y le palmeó la espalda—. Te la confío, siempre me has sido leal y confío en que continuará así.
—Puede confiar señor —asintió.
Después de haber acompañado a Nikolai al aeropuerto y haberme despedido de él, me quedé con Zinaida. Ella había ido a despedirse de Dimitri, al parecer esa relación iba floreciendo poco a poco, algo que también me causaba felicidad, ya que ella no tuvo una vida para nada sencilla.
Nos fuimos a una cafetería, yo me pedí un batido y nos sentamos al lado de una ventana que nos daba una buena vista a la ciudad. Timur se quedó parado a una distancia prudente, lo que me dejó privacidad e hizo que la mayoría de la gente no me viera como si fuera un espécimen en exhibición.
—¿¡Embarazada!? —dijo levantando un poco la voz por la emoción.
Le hice un gesto para que bajara la voz y solté una pequeña risa. Aún ni siquiera yo me lo creía, pero comenzaba a gustarme la idea.
—¿Él reaccionó bien con la noticia? Tienes que contarme todo con lujo de detalle —pidió con un gesto de súplica.
De repente la puerta de entrada se abrió de un golpe seco, me di la vuelta para ver que era lo que estaba ocurriendo, un grupo de hombres entró en el sitio, miré a Timur a la distancia y él caminó de prisa con la mano en su cintura hacia mí.
Los hombres venían armados hasta los dientes, por supuesto que no venían a hablar simplemente. Así que me levanté con las piernas temblorosas y arrastré conmigo a Zinaida que parecía estar en pánico total.
Los disparos no tardaron más que unos segundos, Timur nos guio detrás del mostrador y disparó. Era demasiado, él lo sabía, yo lo sabía y mi amiga también.
—No se muevan de ahí —pidió el hombre con la voz temblorosa.
Le tomé la mano a Zinaida que estaba temblando, esperaba que pudiera calmarse un poco, aunque yo incluso no podía hacerlo, porque sabía la razón por la que estaban allí.
Las palabras de Margarita regresaron a mi mente, en esa situación no podía hacer más que escucharla en mi mente.
—Irina, perdiste la razón. Ese hombre no es uno cualquiera, tiene fama de ser un delincuente, eso no va a traerte felicidad, hija, tienes que entrar en razón. —había dicho aquel día que lo vio por primera vez—. Si continúas por ese camino, llegará el día en el que no puedas dar marcha atrás, que estarás entre la vida y la muerte. Estar cerca de un hombre como él solamente trae desgracia.
En ese instante quise pensar que las palabras de Margarita se quedarían en el recuerdo y que un día podría demostrarle lo equivocada que estaba, que yo podría tener una vida ordinaria junto a Nikolai.
Me cubrí los oídos y cerré los ojos, rezaba porque nada ocurriera, porque continuará con vida por ese bebé. Sentí una mano, era la de Timur, se inclinó a mi altura, hizo contacto visual y respiré profundo.
—Vamos a intentar llegar a la puerta trasera, no me quedan muchas balas señorita —informó antes de comenzar a moverse arrastrándose.
Yo iba con Zinaida de la mano, arrastrándome detrás de Timur y logramos pasar la puerta de la cocina.
—Voy a quedarme aquí un poco más —sacó de su bolsillo una llave—. Tiene que salir y buscar la manera de llegar hasta el coche. Si consigue antes un taxi suba, llega a la mansión, allí estará a salvo, hay hombres suficientes.
Todo fue demasiado de prisa, pero en medio de aquel pánico no supe como decirle que no podía hacerlo. Saqué fuerzas de donde pude y caminé con mi amiga, no era solamente por mí, sino porque no quería que ella sufriera por mi culpa.
Logramos salir, me sentí un poco más energética y corrí un poco, lo suficiente para llegar al final del callejón. Entonces vi una figura aparecer, era uno de aquellos hombres y quise darme la vuelta para correr en dirección contraria, pero había otro de aquellos.
Pasé saliva con dificultad, la poca que me quedaba porque la boca me quedó seca al darme cuenta de que no tenía ninguna salida. El hombre que estaba detrás de ambas caminó Zinaida lloriqueaba y él la empujó hacía un contenedor de basura.
La vi perder la consciencia ante mis ojos, mi labio inferior temblaba, por un momento vi mi vida completa pasar ante mis ojos.
—Vamos a dar un paseo —informó el hombre.
Quise resistirme, decirle que no iría a ninguna parte con ellos, pero me doblaban en tamaño y fuerza, de nada servía resistirme.
Me llevaron de los brazos hasta una camioneta negra, la puerta se deslizó y otros hombres que estaban allí me colocaron un saco negro en la cabeza. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, no tenía idea hacia donde me llevaban o que era lo que planeaban hacerme, pero en otras palabras me quedaban horas contadas.
...
No reconocí los sonidos, no sabía si estaba en un descampado o en una bodega o en una casa. Los olores tampoco eran fuertes, me sentía confundida, hasta que me sacaron el saco de los ojos y sentí la luz cegarme.
Me costó algunos segundos adaptarme y había un hombre sentado en un sofá de cuero ante mis ojos. Aquello era una biblioteca enorme, no parecía que estaba a punto de perder la vida, aunque para ser sincera, luego de ver a Nikolai acabar con la vida de un hombre en medio de una fiesta, comienzo a creer que a esa gente no le importa en donde mueren los demás.
—Irina, Irina, Irina —balbuceó mi nombre negando el hombre—. ¿Por qué tuviste que decidir volver tu vida más complicada con un hombre como él? Quizá no tendrías fortunas, pero no eras perseguida.
Dijo aquella verdad mientras se bebía un trago y los hielos tintineaban en su vaso. Lo veía en aquella completa calma y me pareció una reacción similar a la de Dimitri.
—¿Qué va a hacer conmigo? —pregunté en un hilo de voz.
—Aún no tengo la menor idea, lo único que tengo seguro es que no puedes continuar interfiriendo en el matrimonio de mi hija, hay razones por las cuales ese matrimonio tiene que funcionar —se encogió de hombros—. Dos familias tan importantes unidas son un imperio, no puede venir una zorra a destruirlo todo. Iba bien mientras era una simple aventura, pero ahora te metiste más de la cuenta.
—Sigue siendo una aventura —mentí con las lágrimas al ras.
—¿Por eso llevas un bastardo en tu vientre? —hace una mueca de diversión y niega—. No puedo correr esos riesgos mi niña, lo lamento.
Escuché el sonido de unos tacones detrás de mí, entonces supe que la responsable de todo el mal que estaba sucediendo estaba parada detrás de mí.
—Quiero enviarla a otro país, siempre y cuando se comprometa a no volver a contactar a Nikolai, ella estará muerta en su realidad —dijo la voz desbordada de odio detrás de mí—. Podrá vivir feliz con su bastardo, siempre que decida no volver a contactarse con su familia.
Yulia, el pensamiento de lo rota que quedaría con mi ausencia se apoderó de mí y tenía ganas de gritarle que cerrara su maldita boca, pero no tenía muchas alternativas. Podía morir realmente o vivir con la consciencia de que lo había abandonado todo por miedo a mi destino.
—Es tu decisión Irina, estoy siendo bondadosa ¿No lo crees? Viniste a robarme la vida y te estoy dando otro comienzo con un regalo divino.
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