Capítulo 13 Recuerdos del ayer
Me senté a su lado en la camilla mientras estaba coloreando, ella no me miraba, era como si verdaderamente no estuviera allí. Sentí una fuerte punzada en el pecho, sentía que le estaba fallando y que aunque hubiese conseguido el dinero para su tratamiento, no era lo único que necesitaba de mí.
Quizá debí de pensar en aquello antes de firmar el contrato, tal vez lo podría haber agregado al contrato que Nikolai había impuesto, aunque probablemente no lo hubiera aceptado.
—¿Podemos hablar? —le pedí en una voz suave, intentando ser amable, lo más que podía.
—No quiero hablar —dijo Yulia, con una tonalidad de voz impropia de ella.
—¿Puedo al menos saber la razón? —me atreví a preguntar.
—Me dijiste que ya no estabas trabajando de noche, que te quedarías por si te necesitaba —empezó a decir y vi como apoyaba el color sobre la hoja con más fuerza—. Anoche me quedé esperando a que vinieras, pero no lo hiciste.
—Sé que estás molesta —tomé su mano con suma dulzura—. Tienes razón de estarlo, pero estoy intentando hacer lo mejor que puedo cielo.
—¿Intentando? ¿No puedes solamente hacerlo? —me miró con sus ojos llenos de lágrimas—. Quiero que estés conmigo, no quiero estar con la señora que me cuida por las noches.
—¿Te sentirías mejor si se queda contigo Margarita? Sé que no es lo mismo que estar conmigo. Me encantaría quedarme cada noche contigo, pero si no me quedo es porque no puedo hacerlo, tengo que conseguir dinero Yulia, siempre te lo he explicado.
Me partía el corazón, quería que fuera una niña sin preocupaciones. Ningún niño debería de pasar por esto, no deberían de venir al mundo y a tan corta edad descubrir que las cosas son tan complicadas.
Es importante que sepan que las cosas cuestan, pero no que los adultos nos sacrificamos tanto para conseguir tan poco.
—Está bien, si Margarita puede venir, no diré nada —intentó sonreír.
Observé una leve sonrisa de compromiso aparecer en sus labios, sabía que lo estaba haciendo únicamente para no causarme más problemas. Me hacía sentir incluso peor conmigo misma, pero a esas alturas no había nada que pudiera hacer al respecto.
Llamé a Margarita, le pedí si podía venir a pasar la noche con Yulia, le dije que le pagaría bien por quedarse con ella. Agradecía que el hospital fuese de los mejores, no hacía que fuera tan incómodo para una mujer mayor quedarse a pasar la noche de acompañante allí. Yo sí que sabía de pasar noches incómodas en hospitales de bajos recursos.
—Volveré en un momento —le dije, pero nuevamente siguió con la mirada puesta en su libro de pintura.
Salí de la habitación, las lágrimas salieron con fuerza, me costaba mantenerme positiva con toda la situación que había detrás. Bajé para hablar con el chofer, se había quedado en el coche esperando por mí, cuando me vio venir se apresuró a bajar, quizá con la esperanza de que al fin nos marchemos.
—Escucha Andrei, quiero que vayas a buscar un par de cosas, son para mi hermana y para la señora Margarita, una vecina que va a pasar la noche con mi hermana para ocuparme de lo que quiere Nikolai.
—Claro señorita, puede decirme...
Le expliqué que quería varios juegos para darle a mi hermana, necesitaba que estuviera con la mente distraída. Le pedí también que trajera la cena, le di las especificaciones de lo que Yulia podía comer y un postre adecuado para ella.
Sinceramente, no había mucha comida que pudiera traérsele dentro de sus condiciones, pero quería consentirla un poco y que dejara de sentir que no me importaba en lo más mínimo.
Al terminar de darle las indicaciones al chofer entré nuevamente al hospital y le pedí que cuando tuviera todo subiera a llevarlo.
Cuando regresé a la habitación de Yulia, la encontré acurrucada con la muñeca que Nikolai le había obsequiado, estaba mirando por la ventana de la habitación, se veía el cielo, hermoso en un atardecer.
—¿Crees que si mamá no se hubiera vuelto un ángel estaría aquí para cuidarme? —preguntó en un hilo de voz.
Una lágrima corrió por mi mejilla, no pude contenerlo. Me aproximé a ella, me senté al borde de la cama, pasé mi mano con suavidad por su cabello, sabía que todo este tiempo le había hecho falta, pero no era hasta ahora que me daba cuenta de cuanto.
—Estoy segura de que te estaría cuidando, no tengas dudas nunca de qué mamá te amaba más que a nada en este mundo. —susurré con dulzura.
—¿También te hace falta? —me preguntó y esta vez me miró.
—Por supuesto que me hace falta, pero estoy segura de que nos está cuidando, debe ser el ángel más brillante del cielo —sonreí con mi rostro lleno de lágrimas.
—Yo creo que se ha olvidado de cuidarme, por eso me he enfermado —soltó de repente.
Comencé a sollozar, no podía decirle nada al respecto, si fuera yo en su sitio también pensaría de ese modo. De hecho, por muchos años pensé que dios y la vida misma se habían empeñado en hacer lo posible para que me diera por vencida.
—Mamá seguramente estaba tranquila pensando en que yo cuidaría bien de ti, pero ahora volverá a cuidarte desde el cielo, por eso vas a ponerte bien, verás que sí —me limpié el rostro con las palmas de las manos.
Nos quedamos en silencio, fue el tiempo suficiente para que la puerta se abriera y vi a Margarita entrar. Detrás de ella entró el chofer, que traía unas cuantas bolsas las colocó encima de la mesa.
—Gracias Andrei, pronto bajo —le aseguré.
Entonces volví mi mirada a Yulia, había un gran silencio de por medio, vi la mirada de ambas sobre mí y supe instantáneamente que estaban esperando una explicación de mi parte.
—¿Quién es Andrei? —preguntó Yulia ante mi silencio.
—Es un chofer, fue a buscar unas cosas que le pedí para ti y Margarita.
Bastó con decir aquello para que todo tipo de preguntas sobre Andrei desaparecieran, al menos por parte de Yulia, que a pesar de ser una niña muy inteligente, no dejaba de ser niña y quería saber de qué se trataba.
Abrí una de las bolsas, saqué un juego de mesa, no parecía muy complicado e iba acorde con su edad. También había una consola, un Nintendo Switch para ser exacta.
Saqué un par de cuadernos más de colorear, otros colores, también cuentos y un par de juguetes más que no venía al caso. Le había pedido algunos juguetes, pero aquello parecía ser demasiado.
También abrí la comida, pollo, puré, verduras y de postre yogur con frutas en trozos. No era lo más delicioso que un niño se imaginaría, pero dentro de lo que podía comer, eso era un buen platillo.
—¿Podemos hablar un momento Irina? —me preguntó con seriedad Margarita.
Sabía lo que se venía, pero no podía evitarlo para siempre, mucho menos cuando ella me estaba haciendo el favor de quedarse con mi hermana. Asentí, pero antes de salir, le entregué a Yulia la Nintendo, porque sabía que no iba a quedarse tranquila hasta que lo hiciera.
Cuando salí Margarita ya estaba sentada en la banca del pasillo y palmeó con su mano el asiento, una clara invitación a sentarme a su lado, por lo que lo hice. Quería salir rápido de aquella conversación, no había mucho que ocultarle.
—¿Vas a decirme en qué estás metida? No es normal, Irina. Todos los gastos del hospital, los obsequios para Yulia y ahora un chofer. Todo eso no aparece de la nada, tú lo sabes, yo lo sé y aunque no sea de tu familia, necesito saber que no estás metida en malos pasos Muchacha.
Respiré profundo y dejé salir el aire de manera sonora, no quería mentirle.
—Señora Margarita, no quiero mentirle y sinceramente no me siento orgullosa, pero estoy saliendo con un hombre, él está cubriendo todos los gastos —me atreví a decir.
Sentí que mientras las palabras iban saliendo mi voz iba desapareciendo poco a poco, pero de todos modos, me siento segura de que alcanzó a escuchar hasta la última palabra.
—Sé que eres orgullosa, pero desde mi época, el hombre ha sido educado para ser proveedor, no tienes que sentirte avergonzada por recibir ayuda de uno —pasó una mano por su frente con pesadez—. Me siento un poco más tranquila ahora.
Podría haber agregado que era un hombre que estaba casado. Que no tenía negocios muy legales a la vista y que me soñaba desde el momento en el que se había encontrado por primera vez conmigo, pero aquello solamente le traería intranquilidad, por ahora sabía más que suficiente.
Me levanté de la banca, le extendí mis brazos y la rodeé entre ellos en cuanto estuvo de pie. Era como si una pequeña carga estuviera siendo esfumada.
—Debo irme ya, no quiero despedirme de Yulia, sé que si lo hago ella no se quedará tranquila sin importar lo que le haya dado —digo apenada con la mirada en el suelo—. Pero tengo que salir, hay un evento importante de ese hombre y quiere mi compañía, es lo mínimo que puedo hacer cuando paga el tratamiento de mi hermana.
—Lo entiendo cielo, es necesario, ve con él y yo me encargo de mantenerla ocupada —asintió con una pequeña sonrisa.
Me despedí y bajé con prisa, ahora tenía el tiempo corto. Debía conseguir un vestido que fuera acorde con lo que Nikolai esperaba de mí, pero también que fuera perfecto para la fiesta de una discoteca y tenía que estar lista a tiempo.
Fui por las tiendas más costosas del centro comercial más cerca que tenía, logré encontrar un vestido corto, con la espalda descubierta y un escote exhibidor, en mi opinión perfecto para la ocasión.
Pasé por una peluquería, le pedí que me maquillaran acorde y que me acomodaran el cabello. Admito que me dejaron mucho mejor de lo que yo misma había logrado hacerme ver por mucho tiempo en los que había trabajado en el club de Nikolai.
Cuando estuve lista, le pedí a Andrei que me llevara al club, incluso él parecía impactado con mi cambio, ya que recibí alguna mirada de su parte por el espejo retrovisor. Al llegar el club tenía una fila enorme de gente esperando para entrar, yo me metí por el lado y escuché algunos gritos de queja, pero me importó muy poco.
El guardia que ya me conocía de tiempo abrió sus ojos con sorpresa, sin embargo, trató de disimular y me abrió para que pudiera entrar. Al bajar las escaleras por la pista, me encontré con Zinaida, estaba junto con otra de las chicas, abrió la boca al verme y se cubrió el rostro.
Nos dimos un fuerte abrazo, aunque no había pasado mucho, era lo suficiente para que hubiera echado en falta la buena amistad que hicimos estando allí.
—Madre mía, estás guapísima Irina, no puedo creer que seas la misma —chilló de emoción obligándome a que me diera una vuelta para ella—. Se nota que la vida comienza a ser generosa contigo, ojalá un día corra con la misma suerte.
—Pues tal vez esta sea tu noche cariño —elevé mis cejas con una sonrisa.
Le expliqué un poco separada del resto de lo que estaba planeando Nikolai para esta noche y sinceramente me pareció que Dimitri sería justamente el tipo de ella. El club comenzaba a llenarse de personas, llevé a Zinaida al camerino donde antes nos arreglábamos juntas y puse todo de mi parte para que se viera más maravillosa de lo usual, quería que ella también pudiera tener un mejor estilo de vida.
En cuanto la música comenzó a sonar, Timur apareció en el camerino y fijó su mirada en mí. Se quedó un momento, no solamente con sus ojos puestos en mí, sino también en Zinaida y nos hizo una señal para que nos acercáramos.
—Irina, te está buscando Nikolai, quiere que subas a la sala vip y lleva a esta rubia contigo, creo que va a venir bien que te acompañe —me ordenó, algo que me hizo elevar mi ceja.
No estaba en posición de negarme, pero detestaba la idea de que él me estuviera dando órdenes o que se creyera en el derecho de hacerlo. Sin embargo, tomé la mano de Zinaida y comencé a avanzar entre las personas.
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