Capítulo 7.

KYA BAKER.

A la mañana siguiente me encontraba desde muy temprano despierta. Estaba sentada desde hacía más de una hora contemplando el despertar de la bonita ciudad de Colombia desde el balcón. Me había preparado algo de café para poder poner en orden mis pensamientos y más que nada mis sentimientos. Ayer Rubius se me confesó, estaba que no podía creerlo... Hasta que Mangel y Maddie me hicieron regresar a la realidad de golpe. Debo admitir que haber escuchado de sus propios labios que me seguía queriendo hizo que mi corazón diera un vuelco de la emoción. Todas mis esperanzas volvieron a resurgir, a salir a flote como hacía unos cuatro años atrás me había pasado antes de que se fuera. Tengo que admitir que igual esto me da algo de miedo... Mis pensamientos negativos no me dejan de repetir que la misma historia volvería a pasar si le daba una oportunidad al mismo chico que tiempo atrás me dejó. No quería enamorarme y despertar estos sentimientos que tanto me costó sembrar.

Dejé de pensar cuando alguien tocó a la puerta. Estaba algo confundida por quien sea que estuviera llamado a esas horas de la mañana. Caminé dándole pequeños sorbos a mi café hasta que llegué a la puerta; sin ni siquiera mirar por el orificio la abrí, dejándome ver a un Rubius muy arreglado y con olor tan delicioso.

—Hola, Kya, buen día –sonrió, mostrándome esos hoyuelos a los costados de su hermosa sonrisa.

—Rubius... ¿Desde cuándo te despiertas tan temprano? –le regresé la sonrisa mientras fruncía el ceño por verlo despierto. Todos sabemos aquí que Rubius es muy dormilón.

—Pues hoy tengo la presentación y mañana voy a unos premios, así que tengo que estar desde muy temprano para los ensayos y esas cosas –se encogió de hombros para después ponerse serio– ¿Puedo pasar?

—Oh, claro.

Me coloqué a un lado de la puerta dejándolo pasar. No me daba vergüenza que Rubius me viera en la forma en la que estaba en esos momentos: mi moño despeinado en lo alto de mi cabeza indicaban que no me había peinado; el suéter de manga larga que me llegaba arriba de los muslos hacían parecer que no traía nada debajo, aunque lo llevara; las pantuflas de unicornio que había visto y mi café en mano indicaban que no me esperaba su llegada.

—Siempre me ha gustado como te ves al natural, muhe –Rubius me miró de pies a cabeza, haciendo que sus ojos color leopardo soltaran un brillo muy familiar.

—Gracias –sentí cómo la sangre subía hasta llegar a mis mejillas. Bajé la mirada y coloqué un mechón rebelde de cabello detrás de mi oreja– ¿A qué has venido?

—Ah, cierto –negó con la cabeza y rió, dándose cuenta que se había quedado observándome detenidamente– Después de la presentación harán una fiesta. Me gustaría que fueras conmigo, no sé, estarán todos y pensé que te gustaría verlos de nuevo.

Sonreí. Extrañaba aquellos tiempos en los que salía junto a Rubius y sus amigos de fiesta. La pasábamos muy bien y la verdad es que estando con ellos jamás vas a querer irte de su lado. Saben hacerte reír de la manera más estúpida que podría haber en el mundo.

—Por supuesto, me encantaría –extendí mi sonrisa lo más que pude, indicándole lo feliz que me hacía su invitación– ¿Y Maddie? ¿Quién cuidará de mi pequeña?

—No te preocupes por eso, Lana no va a poder ir a la fiesta porque estará con sus amigas. Le comenté sobre Maddie y me dijo que estaría encantada de cuidarla y además de ello conocerla.

Abrí mis ojos de golpe. Me sorprendía ver que Rubius les había vuelto a hablar de mí a sus amigos, incluyendo a mi pequeña. ¿Será que ellos sospechen sobre mi hija? No creo que sean tan tontos como Rubius para darse cuenta que esa pequeña castaña es hija de él.

—Me hubiera gustado ver a Lana, pero ya quedaría con ella luego para salir. Gracias, Rubius.

—No agradezcas, muyaya, quisiera que la pasaras bien después de tanto tiempo.

Ambos nos quedamos callados. No era un silencio incómodo, era uno agradable, como si estuviéramos disfrutando de la presencia del otro. Lástima que esos segundos de silencio no durarían más tiempo.

—Se me hace tarde –Rubius dio un paso hacia mí, me besó la mejilla y caminó hasta la puerta– Paso por ti y Maddie a las ocho.

—Claro. Éxito en la presentación –le devolví el beso para después sonreírle– Nos vemos, muyayo.

—Hasta al rato, muyaya –sonrió.

En cuanto se fue y cerré la puerta me apoyé en ella mientras me sentaba en el suelo. Era definitivo: seguía sintiendo algo por Rubius y no podía seguir mintiéndome. No es que no lo supiera, sino que no quería asimilarlo. Llegué a pensar que estaba confundida por haberlo visto de nuevo después de tanto tiempo, pero no fue así. Lo nuestro fue amor verdadero, ese amor que aunque pasen los años no desaparece y sigue presente en ambos a pesar de que lleguen nuevas personas a nuestras vidas.

Me levanté del suelo en cuanto vi a Maddie caminar media dormida hacia mí. Estiraba sus pequeños bracitos mientras bostezaba; qué mona era mi pequeña. Bebí lo poco que quedaba de mi café, lo dejé en la repisa de la cocina y me acerqué a mi hija.

—Hola, bella durmiente –la cargué y le besé la mejilla– ¿Cómo amaneciste?

—Bien, mami –Maddie recargó su cabeza sobre mi hombro y rodeó mi cuello con sus bracitos– Quiero ver a papá.

Aquellas últimas palabras hicieron que me pusiera nerviosa. ¿Papá?

—¿Quién es ese al que le llamas papá, cariño?

—Rubius.

Joder, ¿desde cuándo mi hija le llama papá a Rubius? Me daba pavor que se lo dijera, no quisiera ver su reacción. Aunque claro, Maddie es una niña y no la tomarían en serio, a excepción de que crean en la frase "los niños siempre dicen la verdad".

—Veo que habéis dormido bien –caminé con mi pequeña en brazos hasta la cocina y la coloqué en uno de los banquitos del comedor– Ahora a desayunar.

Le preparé a mi pequeña unos hot cakes con formas de animales, corazones y estrellas acompañadas de un rico jugo de naranja. Tal y como nos gustan a ambas. Me senté junto a ella y comimos entre risas y bromas. Estos pequeños momentos junto a Maddie eran mis favoritos; ambas disfrutábamos de la compañía del otro que no nos aburríamos haciendo lo mismo. Por suerte logré que mi hija tuviera una relación muy buena conmigo.

Al pasar las horas ambas estábamos ya listas para la llegada de Rubius. En cuanto le dije a Maddie que conocería a una amiga nuestra se emocionó. Me alegraba saber que mi pequeña era muy sociable y no se sentía incómoda al momento de hacer amistades.

—Mami, ¿puedo llevar mis muñecas? –Maddie se acercó a su nueva mochila de Frozen que le había regalado Mangel cuando salieron, colocando todas las muñecas dentro.

—Sí, Mad –me acerqué a ella para ayudarla, pero me desvié al escuchar vibrar mi móvil– Espera un momento.

—Sí, mami.

Le sonreí por última vez a mi pequeña y me acerqué a mi móvil desbloqueándolo con tranquilidad. Era un mensaje de texto de un número que no tenía en mi agenda. Curiosa por saber qué era, lo abrí.

Número desconocido a las 19:58 PM.
Kya, soy tu madre. Tu padre te ha vuelto a ver después de tanto tiempo. Me ha comentado que la pequeña que es tu hija tiene mucho parecido a Rubén pero que tiene parte de tu carisma. En lo personal no estamos de acuerdo que después de todo lo que habéis perdido por causa de él estéis juntos como pareja. Hemos hablado seriamente para pedir la custodia de Maddie Doblas Baker, su hija; ya nos lo agradecerás en un futuro.
Skyler Baker, tu madre xxx.

Las lágrimas amenazaban con salir en ese preciso instante. No podía creer que el odio que había conseguido tener de mis padres por una decisión que era mía llegara hasta tal punto de querer quitarme a mi bebé, a mi pequeña, a mi Maddie. Estaba tan furiosa en esos momentos por todo lo que estaba pasando, por todo lo que la vida estaba haciéndome. Lo he dado todo, absolutamente todo sin ayuda de nadie, ¿y así es como me paga?

Me limpié rápidamente las pequeñas lágrimas que lograron salir al escuchar que tocaban la puerta. Tomé aire y puse las mejores de mis sonrisas en aquel instante. Rubius se encontraba más informal que en la mañana, pero estaba igual de guapo. En una mano traía unas pequeñas flores rosas y en su otra unos chocolate Ferrero.

Al parecer me había leído la mente, realmente necesitaba chocolate para esta pequeña depresión que iba formándose en mí.

—Hola –habló primero– Te he traído este detalle.

—Que detallista te has vuelto, Doblas –negué con la cabeza mientras reía– Gracias, de verdad.

—No es nada, pequeñaja –sonrió.

Tomé las flores y los chocolates y las coloqué en un vaso de agua, ya que aquí no había jarrones. Maddie corrió como de costumbre a los brazos de Rubius mientras hablaban animadamente de un tema que no logré escuchar. Una vez todo listo Rubius bajó a Maddie, haciendo que la pequeña se colocara en medio de nosotros dos, tomando las manos de ambos.

Me dirigí al Jeep y manejé hasta donde dejaría a Maddie. Al parecer Lana se reuniría con sus amigas cerca de la discoteca en la que estaríamos. Eso, en mi instinto de madre, me gustaba y me parecía buena idea. No me alegraba la idea de tener a mi pequeña tan lejos de mí y menos en situaciones como en las que estoy pasando.

—Nada de hacer travesuras, Mad –una vez que aparqué en la casa de la amiga de Lana me giré sobre el asiento, mirando atentamente a mi hija.

—Lo prometo, mami –Maddie alzó su manita en forma de promesa y sonrió, haciendo que sus pequeños hoyuelos se le formaran a los costados– Adiós, mami. Adiós, papi.

Unos escalofríos recorrieron por mi cuerpo al escucharla decir aquello de nuevo. ¿Desde cuándo mi hija le llamaba «papi» a un chico? Ella no era así porque siempre le enseñé a que su único papá sería aquel chico del que nunca le he querido hablar, que no tenía ningún padre más que él. O sea, sé que Rubius es el padre verdadero de Maddie pero ¿desde cuándo ella lo consideraba uno?

Decidí pasar de ello así como Rubius no le tomó importancia. Manejé hasta el local, el cual realmente no estaba tan lejos, y aparqué cerca, ya que no contaba con un aparcamiento exclusivo.

Caminé junto a Rubius muy animada por aquella noche, ese tipo de noche que no vivía hacía años. Nos dejaron pasar sin necesidad de esperar a la fila gracias a que Rubius es famoso. Por lo que veo habían demasiadas ventajas que tenía en su poder gracias a su carrera en YouTube. Me asombré al ver al montón de gente que se encontraba en el aeropuerto solamente por la simple llegada de él y Mangel. Lo único que espero es que no nos tomen por sorpresa todo ese montón de personas en cualquier lugar cuando vaya caminando junto a él y mi hija.

Mis pensamientos desaparecieron al ver a mis viejos amigos sentados en una mesa hablando animadamente de cualquier tema. Al verme, sus caras de asombro y emoción hicieron que sonriera por instinto.

—¡Kya, que te habéis puesto guapísima, tía! –Frank caminó hasta mí y me dio un cálido abrazo de bienvenida.

—No es para tanto, tío –le sonreí.

—Tenemos el honor de volver a verte, chica –Luzu también se levantó de su silla para recibirme con un lindo abrazo.

—Créeme, el honor es todo mío. Ya los extrañaba –le contesté.

—Eh, Vegettita –Rubius tomó del hombro a Vege pero apartó la mano rápidamente al ver la mirada fulminante que Willy le había lanzado. Al parecer nada había cambiado entre ellos–  Kya tiene una pequeña hija que es fanática de los unicornios y amante del color morado.

—¿De verdad? –Vegetta puso sus ojos en blanco. No sé si de la emoción o del asombro por saber que tengo una hija.

Asentí con la cabeza, algo sonrojada por que todos tuvieran la atención en mí.

—¡Eh, que la pobre de Kya se ha de sentir acosada! –agradecí al cielo al escuchar que Mangel cambiaba la ruta a esta conversación– ¡Hay que disfrutar que estamos todos aquí reunidos!

—¡Por los viejos tiempos! –Alex levantó su cerveza en forma de brindis, haciendo que los demás hicieran lo mismo incluyéndome.

—¡Por los viejos tiempos! –gritamos por encima de la música sonrientes.

Empezamos a beber y ha hablar animádamente, inclusive nos fuimos a bailar a la pista todos juntos. No podía evitar dejar de reír y soltar carcajadas al ver las idioteces que los chicos hacían. Rubius y Mangel eran los que más hacían el tonto sin importar el ridículo que estaban haciendo y eso me gustaba. Las personas siempre van a criticarte aunque hagas las cosas bien, así que es mejor dejar todo a un lado e ignorar a los demás, tomando los riesgos sin importar las opiniones de personas que solamente están pendientes de tu vida. Al fin y al cabo te van a criticar por todo.

—¡Ya vengo! –gritó Rubius después de un rato por encima de la música, ya que estaba demasiado fuerte y era complicado distinguir lo que decía.

Simplemente asentimos. Seguimos bailando hasta que nuestros cuerpos nos permitieron, así que cuando todos terminamos cansados decidimos ir a la barra a pedir algo para beber. Mientras los demás hablaban temas de la presentación que tuvieron hoy y sobre los premios de mañana, yo me encontraba volteando a todos lados en busca de Rubius. Me había preocupado por él; tenía más de una hora desde que se había ido y no había regresado. Al ver que los demás no se preocupaban por él, decidí irlo a buscar. Cabe recalcar que todos estaban hasta el culo de pedos, así que tampoco serían de mucha ayuda.

—Es mala idea que vayáis a buscarlo. Deberías saber que hay tíos borrachos por doquier –Luzu, quien era el único sin copas de más de todos, me tomó del brazo deteniéndome.

—Luzu, no ha regresado y ya me he preocupado.

—Por tu bien te digo que es mejor que te quedes con nosotros.

Me enternecía siempre que Luzu le hacía de padre sobreprotector con todos nosotros, pero en este momento necesitaba irme de ahí ya. Sé que hay tíos borrachos, tampoco es que esté en un lugar donde nadie lo esté, pero no necesitaba de su cuidado si iba por Rubius. Rubius me hubiera cuidado igual que él.

—No lo entiendes...

—Lo entiendo, pequeña, pero de verdad, no te conviene ir.

Ignoré sus palabras y me giré sobre mis talones, dejándolo con media palabra en boca. Caminé por toda la discoteca en busca de ese chico alto con cabello castaño, ojos color leopardo y sonrisa perfecta entre toda esa multitud.

La sonrisa que llevaba en mi rostro desapareció al instante al ver a Rubius liandose con una tía en uno de los lugares más oscuros del lugar. Fue ahí donde me di cuenta que fui una estúpida al haberme hecho ilusiones de nuevo en cuanto lo volví a ver. Incluso fui una tonta al pensar que él seguía sintiendo cosas por mí... Me mintió, lo hizo de nuevo, y ahora me ha dejado con el corazón más roto de lo que ya estaba.

Debí haberle hecho caso a Luzu...

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Hola, hola, genteeee. ❤
Solamente era para darles una notica que para mí es importante, chan chan chaaaan

¡Estamos inscritos en los #ImperialGoldAwards2017 y en los #Wattys2017!

Tengo mucha ilusión con este concurso, espero al menos ganar un buen puesto pero más que nada que os disfrutéis de todo este salseo que trae esta Fanfic. 😚

Sin más, gracias por el apoyo que me estáis dando, os agradezco de corazón. 😭❤

Nos leemos, buapos :3

Luz Follower 💘

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