Capítulo 28.

El amor se compone de una sola alma que habita en dos cuerpos.

ARISTÓTELES

Con nerviosismo caminé hacia la habitación de Kya, buscando el mejor ángulo para colocar la cámara y comenzar a grabar.

«Os tengo algo que decir. Será algo muy personal, así que espero que respetéis mi vida, porque a pesar de ser Rubius también soy Rubén Doblas». Había texteado aquello con las manos temblorosas por Twittear hacía unos cuantos minutos.

Después de ese Twit, publiqué otro.

«Se viene el directo de la verdad en quince minutos».

A los chicos no tardó en llegarle la notificación lo que les llevó a marcarme para saber qué estaba pasando, no me quedó de otra e hice una videollamada con todos a la vez explicándoles lo que me traía entre manos. Todos quedaron totalmente sorprendidos, ¿qué conocido sería capaz de revelar una historia como la que había vivido con Kya? Dudaba que hubiera algún valiente por ahí. Me desearon la mejor de las suertes y me aconsejaron sobre las cosillas que tenía que omitir, tampoco quería hacer un vídeo contándoles todo para armar una conspiración en contra de los padres de Kya o, peor aún, de ella.

Encendí la cámara una vez que encontré la posición adecuada e hice unas pruebas de sonido. El haberme estado mudando de a poco a casa de Kya me había ayudado para llevar algunas cosas del estudio donde grababa hacia la suya, cosa que agradecía por situaciones imprevistas como estas.

—He traído un poco de agua de naranja para la tensión —una Kya con los nervios a flor de piel hizo acto de presencia en la habitación junto a una bandeja en mano—, espero sea de ayuda.

—Lo será —me levanté para ayudarle y colocar la bandeja sobre una mesita a nuestro alcance.

Kya asintió y salió disparada de la habitación hacia el piso de abajo en busca de la pequeña Maddie. Cuando decidí hacer el vídeo para explicarles a mis criaturitas el motivo de mi ausencia en las redes, Maddie y Kya se mostraban más inquietas e imperativas de lo normal. La pequeña se había comido un bote de helado a escondidas mientras Kya preparaba cualquier comida para mantenerse distraía y no pensar en el día en el que ambas participarían en el vídeo definitivo.

—¡Estamos listas! —reí al ver a Kya con Maddie en brazos, donde la pequeña se encontraba en una posición bastante incómoda.

—¡No me siento lista! —chilló Maddie, a lo que solté una pequeña risita.

—¡No mientas, Maddie!

—¡Mami!

—Chicas, relájense, es solo un directo dirigido a miles de personas —sonreí al notar que ambas entornaban los ojos al mismo tiempo.

—¡Rubén!

—¡Papi!

Negué con la cabeza para después soltar una enorme y alargada carcajada. Me acerqué a ambas una vez que mantuve la compostura y besé sus frentes con amor.

Amaba a esas dos chicas.

En cuanto sintieron mis labios posados sobre sus frentes se relajaron, regalándome una sonrisa verdadera. Nos acercamos hacia la orilla de la cama y aspiramos profundamente para después exhalar despacio.

—Hablaré sobre nuestra relación de hace unos años y sobre las cosas actuales que pasamos ¿te parece? —Kya asintió nerviosa, mirándome con temor— Muyayitas, tranquilas. Verán que todo saldrá bien.

Ambas asintieron con vehemencia, así que estiré mi brazo para activar el directo desde mi laptop y comenzamos a estar en vivo.

Dejé pasar unos pequeños minutos para que las personas aumentaran y, cuando consideré que era suficiente, decidí comenzar.

Hablé sobre mi enamoramiento de Kya, sobre nuestra relación en la universidad y sobre mi partida. Expliqué el por qué me fui, por qué había decidido dejarla por lo que más amaba y el por qué de nuestra decisión de no contactarnos más. Hablé sobre nuestro reencuentro, nuestra pequeña pero sincera relación, sobre Maddie, sobre el juicio y sus padres –omitiendo las partes malas– y sobre el ahora. De igual forma omití el casamiento de Alex con la mejor amiga de Kya, Jade, porque el enano me había pedido que no dijese nada al respecto. Él se encargaría de ello días antes de su boda.

Una vez que terminé de relatar sobre mi vida, me percaté de un comentario que intentaban hacer que viese. Se trataba de una editorial de periódico intentando hacer una videollamada conmigo para responder algunas preguntas.

—Hay una editorial de un periodista que quiere hacerme unas preguntas por videollamada, ¿les parece bien? —al leer respuestas afirmativas por parte de mis criaturitas y de mi novia e hija asentí, contactándome con la persona de la editorial rápidamente—. Hola —saludé.

—Muchas gracias por haber aceptado esta entrevista —era un chico, se le veía demasiado joven para formar parte de una editorial bastante conocida—. He terminado mi carrera en comunicación y no puedo creer que tendré el privilegio de entrevistar al mismísimo Rubius y su familia.

Soltamos una pequeña risita al ver que el chico estaba teniendo alguna clase de ataque por conocernos.

—Nos da mucho gusto poder ayudarte a destacar en tu carrera recién terminada —esta vez Kya tomó la palabra— ¿Cuál es tu nombre?

—Marcus, Marcus Leen —guardó silencio, a lo que el chico sonrió apenado— ¡Oh, las preguntas! Lo lamento.

—Tómate tu tiempo, Marcus —respondí.

Marcus rebuscó algo en una mochila y sacó un teléfono móvil de ella, pulsando el botón para comenzar a grabar.

—Todas tus criaturitas del señor han escuchado tu historia con Kya, ¿afirmas, entonces, que Maddie es realmente hija tuya?

—Así es —asentí, mirando a la pequeña a mi lado—, algo loco ¿no?

—Tal vez —Marcus se encogió de hombros y sonrió—. ¿Piensas casarte oficialmente con Kya para mantener una relación oficial?

Me giré hacia Kya, incitándole a responder la pregunta. Quería que ella también participara y que no solamente fuera yo quien se desahogaba y contaba nuestra historia.

—Mantenemos una relación formal ahorita, él vivirá conmigo en mi casa junto a Maddie. No saben el lío que tuve con Mangel por eso —rió mi novia, contagiando al chico y a mí—. En lo del matrimonio... bueno, eso aún no sabemos.

—Entiendo —el chico pasó página a una libreta que yacía a su lado y sonrió—. Esta pregunta es para la pequeña. Maddie, ¿quién de todos los chicos es tu favorito?

—¡Mi papi! —respondió la pequeña, a lo que todos sonreímos enternecidos.

—Además de él, claro.

—¡Al chico amante de los unicornios y del color morado!

—¿Vegetta? —preguntó Marcus riendo, a lo que mi pequeña asintió.

Más preguntas personales llegaron hacia nosotros como familia hasta que Marcus quedó satisfecho. Le deseamos éxito en su trabajo y corté la videollamada, quedando totalmente solo y con mi familia en el directo.

Cuando estaba a punto de terminar el directo, Maddie decidió decir unas palabras.

—Mi mami me ha dicho que hay personas malas en el mundo, pero espero que ustedes no sean malos y acepten la relación de mis papás. ¡Rubius es muy majo, el mejor papá del mundo! Síganlo apoyando y queriendo tanto como yo —finalizó, provocando hacerme derramar unas cuantas lágrimas.

Abracé a la pequeña, estrujándola contra mi pecho. Ella también me correspondió el abrazo mientras acariciaba mi cabello con ternura. Se alejó solo un poco de mí para limpiar las lágrimas de mis mejillas y para besar el puente de mi nariz, y eso bastó para hacerme morir de ternura.

Me giré sobre la cámara colocando a Maddie sobre mi regazo y acercando a Kya a mi lado, tomándola de la mano.

—Espero que os respetéis mi vida privada, chicos, no saben cómo amo todo lo que pasó a pesar de los baches que había en el camino —dije, besando las mejillas de ambas chicas—. Sé que si soy feliz ustedes también lo son, y créanme, estoy siéndolo ahora mismo.

—No os preocupéis por Rubén, él no va a abandonarlos, al contrario, estará con ustedes como siempre ha estado —agregó Kya sonriente—, y si os empieza a abandonar decidme para hacerle entrar en razón.

—¿Le pegarás, mami? —preguntó Maddie, a lo que soltamos una carcajada.

—Probablemente —Kya me guiñó un ojo, a lo que la miré con mi cara de pervertido.

Finalicé el directo con la promesa de no abandonar a mis criaturitas y me abalancé contra las dos señoritas en la cama, estrujándolas bajo mi pecho. La melodiosa risa de ambas se combinó en cuanto comencé a hacerles cosquillas, provocando que se retorcieran de la risa.

—¡Para, papi! —gritó entre risas Maddie, a lo que yo reí.

—¡Está bien! —me rendí, a lo que las dejé ser libres.

Ambas tomaron su tiempo para respirar pero después se miraron cómplices cuando lograron recuperar la compostura. Kya asintió, a lo que Maddie se abalanzó contra mí y me hizo caer de lleno contra el colchón, a unos centímetros de Kya. Ambas comenzaron a llenarme de cosquillas, haciéndome retorcerme y perder el aire por la risa.

—¡Paren! —una lágrima involuntaria escapó de mis ojos. Intenté limpiarla con mi mano pero ambas no me lo permitieron— ¡Moriré de la risa! ¡Parad!

Me torturaron por unos segundos más hasta que fue suficiente. Mis carcajadas dejaron de resonar por la habitación y mi respiración comenzó a llevar un compás normal, indicándome que estaba volviendo a retomar mi compostura.

—Venganza, dulce venganza —sonrió Maddie, juntando sus manos.

—¡Maddie! ¿Qué te he dicho sobre la venganza? —le riñó Kya mientras se cruzaba de brazos.

—Que no es buena.

—¿Entonces, señorita?

—¡Pero mi papi ha iniciado!

Kya quiso mantener su postura seria, pero una ligera curvatura en sus labios la delató. Maddie comenzó a estallar en carcajadas, contagiándonos.

—¡Eh! ¿Y si vemos pelis? ¿Qué les parece? —sugerí.

—¡Sí!

Nos levantamos de la cama y nos dirigimos hacia la sala para ver una película. Maddie eligió una de princesas, eran tantas que no sabía cuál de todas era, pero la pequeña comenzó a relatarme su vida para que le entendiese a la película.

Lo que no sabía es que me la estaba contando.

—¿Y si mejor vemos una de terror? —hice un puchero con mi labio, rodeando a Kya por atrás por la cintura.

—No, Rubius, puede causarle pesadillas a Maddie.

—¿Y si le tapamos los ojos?

—Entonces no sería "ver pelis en familia".

—Pero estará con nosotros.

—Sin ver la película.

—¡Pero esa película de la tal Ariel ya la vio más de cien veces!

—¡Rubén!

Kya suspiró con cansancio a lo que yo reí, me encantaba verla fuera de sus casillas, me ponía mucho verla así. Tal vez ella no se daba cuenta, pero sus mejillas se tornaban de un color carmesí y su ceño se fruncía involuntariamente al momento de discutir con alguien.

Me encantaba Kya en todas sus facetas, incluso cuando estaba de insoportable. La amaba, la amaba tanto que estaba decidido a pedirle matrimonio.

Cuando Alex lo hizo con Jade después del juicio, a pesar de que me alegré por mi amigo, me desilusioné. Había tomado la decisión de pedirle que, oficialmente, fuéramos una familia, donde estuviéramos casados, tal y como ella se lo imaginaba cuando éramos más jóvenes, pero no contaba con que mi amigo me ganaría el momento. No tuve otra que felicitarle, pero por dentro le tenía un poco de envidia por haberse adelantado.

—¿Estás bien? —no me había percatado que Kya se había girado en su lugar y había quedado cara a cara conmigo.

—Sí, claro, solo estaba pensando.

—¿En qué?

—Cosas —me encogí de hombros y besé la punta de su nariz—. ¿Lista para la peli?

—Aún no, faltan las palomitas —respondió, entrecerrando sus ojos y observándome con duda—. ¿Seguro que todo bien?

Asentí con ímpetu una vez que volvió a preguntar. Kya asintió y se fue a preparar las palomitas, acercándose al microondas. Me giré sobre la barra de la cocina y decidí observarle: caminaba con una delicadeza que parecía que danzaba, yendo a pasos coordinados y planeados, haciendo ademanes con sus manos y caderas. Su largo cabello llegaba hasta su cintura y lograba terminar en unas pequeñas hondas similares a las de Maddie. Era hermosa, me atrevía a decir perfecta, que todo ella deslumbraba.

Me dejaba atónito ante su luz y fuerza, atónito ante su belleza y dulzura, atónito a ella.

Me acerqué a ella en cuanto el agudo sonido del microondas me sacó de mi ensimismamiento en cuanto finalizó. La tomé por las caderas y la atraje hacia mí en un movimiento tan espontáneo que logró sobresaltarla.

—Rubius... ¿Estás bien? —a pesar de que le llevaba unas cuantas cabezas su respiración logró chocar con la mía.

—Kya... —coloqué un mechón de cabello tras su oreja, asegurándome de verle totalmente a los ojos— Prométeme una cosa.

—La que sea.

Guardé silencio, dándole paso al sonido de la introducción de las películas de Disney al fondo. Maddie ya había puesto la película, impaciente por que sus padres tardasen tanto haciendo unas palomitas de microondas.

—Jamás me vuelvas a dejar.

—¿Qué?

—Aunque estés mal, se te venga el mundo encima... no me dejes. Estaré contigo si así tú lo quieres, pero cuando te sientas vulnerable ante todo puedes confiar en mí y dejarte ayudar, Baker —su respiración se entrecortó al escucharme decir aquello, y estaba seguro que había retenido todo el aire en mis pulmones.

Acercó su mano hacia mi rostro, acariciando con delicadeza mi pómulo. Sonrió, esa sonrisa que le llegaba a los ojos, iluminándolos bajo las luces artificiales y haciéndome quedarme maravillado ante su perfecta e inigualable mirada grisácea.

—Lo prometo —sonrió, ladeando la cabeza—, prometo jamás abandonarte ni dejarte solo, pase lo que pase.

Antes de que pudiera siquiera reaccionar, Kya se abalanzó hacia mí y me besó. Nuestros labios se movían a la par, danzando la melodía de nuestros frenéticos corazones. Olvidamos todo, dejándonos llevar por todo el amor que transmitían nuestras almas hacia el otro.

Nos separamos muy despacio cuando escuchamos unos pequeños pasos aproximarse a nosotros.

—¡Un beso de amor! —Maddie corrió hacia nosotros y se colocó en medio de ambos, mirándonos desde abajo— Se aman como en las películas.

—No, Maddie, no nos amamos como en las películas —me coloqué a la altura de ella, sonriente ante la confusión de la pequeña y de Kya— En las películas todo es actuado, incluyendo el amor. Nosotros no estamos actuando ni diciendo algo que no sentimos realmente. Nosotros nos amamos de verdad.

—¿Entonces Ariel no ama al príncipe Eric de verdad?

—Ellos no...

—Lo que tu papi quiere decir, Mad —me interrumpió Kya, lanzándome una mirada de reproche—, es que Ariel y el príncipe Eric se quieren a su manera, pero el amor de nosotros es más intenso que el de ellos.

—Ya entiendo —la pequeña sonrió, mirándonos intercaladamente— ¿Fuerte como el de Ana y Elsa?

—Algo así —intervine— Pero si quieres comparaciones podría decirte que es tan fuerte como el que nos tenemos Mangel y yo.

—¿Te gusta Mangel, papi?

—¡Rubén, por Dios!

Solté una enorme carcajada y tomé en brazos a Maddie, tomando con la otra mano la mano de Kya. Nos encaminamos hacia la sala donde la película se encontraba pausada y, antes de darle play, me giré hacia Maddie y le dije:

—¿Alguna vez has escuchado sobre Rubelangel?

❤️❤️❤️❤️❤️

Omg, qué capítulo, por Dios xd

Rubius y sus maneras de comparar el amor, me matará algún día de estos

Y creo que a Kya Baker también

En fin, espero que les haya gustado este cap, como siempre, porque va con mucho loff

A pesar de que la idea principal de la novela ya pasó (el juicio) se me han ocurrido un montón de ideas guais para implementar en la novela, así que no crean que el salseo acabará aquí 👀

Sin más que decirles, ¡nos leemos en los siguientes capítulos!

Los lee; LuzFollower ❤️

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