Capítulo 27.
Para que nada nos separe, que no nos una nada.
PABLO NERUDA
Jade y Alex se tomaron muy en serio la propuesta de matrimonio. Después de haber celebrado aquella noche la nueva etapa que ambos decidieron formas y mi relación oficial con Rubius –que por cierto él prometió hablar con sus criaturitas sobre ello– comenzaron a formar los planes para la boda. Tanto los chicos como la futura pareja se encontraban de allá para acá, visitando salones para la boda, iglesias que demuestren el inmenso amor que se tienen y lugares para pasar su luna de miel.
Tanta era la presión de mi mejor amiga que había decidido pasar algunas noches en mi casa, rogándome que no la abandonase ni que la dejase sola.
Maddie se preocupó por ella que decidió hacer galletas con su fábrica de repostería infantil para aquella chica desamparada, dispuesta a endulzarle la vida.
—¿Qué tal este? —si por cada vez que Jade me había preguntado aquello en el transcurso del mes me dieran dinero, probablemente sería millonaria en ese mismo instante.
Elevé la vista de mi móvil y la miré. Jade daba vueltas en su lugar y observaba a lujo y detalle el enorme vestido de novia en el cristal que yacía enfrente de nosotras, formando parte de una enorme pared. Tal y como había estado haciendo en las últimas tiendas de vestidos de novias me levanté de mi sitio y observé la prenda de cerca, buscando defectos y virtudes.
Y no, no lo hacía por mala amiga, era por petición de Jade.
—Su cola es demasiado puntiaguda pero los detalles son perfectos —dejé de dar vueltas a su alrededor, intentando ser lo más sincera posible con ella.
Jade soltó un suspiro y siguió mirándose en el enorme espejo, indecisa por el hermoso vestido que recorría su cuerpo.
Habíamos pasado tantos de ellos que hubieron muchísimos que me encantaron pero que a Jade no le convencían del todo. Cuando ya íbamos por la quinta tienda me di por vencida y decidí esperar el vestido indicado –según Jade– para ella.
—No me convence.
—Pero se te ve bien, tía —Maddie llegó a nuestro lado, sonriente y maravillada al ver a Jade con un enorme vestido.
—¿Tú crees, Mad?
—¡Sí!
Jade sonrió y se giró para verse por enésima vez en el espejo. Siguió observando el vestido con duda y después asintió en un intento de convencerse.
—Me llevaré este, entonces.
Entorné los ojos para después regalarle una sonrisa llena de alivio. ¡Al fin! El haber recorrido más de diez tiendas en tres días había sido agotador, más cuando tienes una mejor amiga indecisa con los nervios a flor de piel con una irritante idea de «¿Y si algo sale mal?» rebotando por su cabeza. Miles de veces le repetía que todo iba a estar más que bien, pero claro que mis intentos de animarle eran en vano.
—¿Podemos desayunar ya? Tengo hambre —mi pequeña hizo un puchero con ternura y se cruzó de brazos al borde de echarse a llorar.
—Claro, pequeña, solo pagaré esto y nos vamos ¿de acuerdo? —Maddie asintió sonriente ante la respuesta de Jade, a lo que mi amiga asintió y se fue al mostrador a pagar.
Cargué a Maddie en brazos en cuanto me percaté que fuera del local comenzaba a aglomerarse la gente como un montón de hormigas, empujándose los unos a los otros.
—¡Es Kya Baker junto a su hija y mejor amiga en una tienda de vestidos para novias! —gritó una fan fuerte que logró llamar la atención de los demás.
—¿¡Rubius y tú ya se van a casar!?
—¿¡Al final Maddie sí era hija de Rubius!?
—¿¡Cuándo van a responder a nuestras preguntas!?
—¿¡Os estáis casando en secreto!?
Me giré para cubrir mi rostro y el de Maddie en cuanto las cámaras comenzaron a hacer acto de presencia. Solté un gruñido de frustración y caminé a paso rápido hacia Jade, quien seguía pagando el vestido.
—Tenemos malas noticias.
—¿Qué pasa? —su ceño fruncido hizo acto de presencia en cuanto me miró, pero al observar hacia la vitrina soltó un suspiro de cansancio—. Ya se habían tardado.
—Aquí tiene... —la chica que atendía a Jade era una adolescente sorprendida ante nosotros, mirándonos como si fuéramos alguna clase de fantasmas— ¡Oh por Dios, oh por Dios, oh por Dios! ¡Eres la novia de Rubius! ¡Junto a su hija! ¡Y mejor amiga! —comenzó a mirarnos intercaladamente con emoción reflejando su rostro.
—Hola —saludó Maddie con la mano.
—¡Pero qué mona! —volvió a gritar, esta vez llamando la atención de la mujer que nos había atendido al llegar.
—¿Qué pasa aquí? —la mujer hizo acto de presencia y miró a su empleada y a nosotras con confusión, buscando algún indicio de discusión.
—Su chica se ha puesto como loca al vernos —soltó Jade, encogiéndose de hombros.
—Lo siento, de verdad —la mujer le arrebató la enorme bolsa donde venía el vestido a la chica y se la extendió a Jade con vergüenza—, es una adolescente y supongo que está así por la misma razón de las de allá afuera.
—Algo así —admitió Jade, a lo que se giró hacia la chica y le sonrió— Muchas gracias.
Por poco y la chica se desmayaba en cuanto Jade le agradeció y Maddie y yo le sonreímos a modo de despedida. La mujer del local nos brindó a la seguridad del local para que llegásemos sana y salvas hacia mi auto a modo de disculpas por el momento fangirl de su empleada. Tanto así que nos regaló un cupón de treinta por ciento de descuento en cualquier otra compra.
Manejé hacia el Mc Donald's más cercano mientras bajaba el vidrio para despedirme de las chicas y chicos que se habían amontonado afuera del local. No quería verme grosera y les prometí una respuesta a todas sus preguntas muy pronto.
En cuanto llegamos al local hicimos nuestros pedidos y nos sentamos en el área de juegos, cerca de las ventanas que daban vistas a la ciudad.
—Increíble ¿no? —me giré sobre mi mejor amiga en cuanto habló, incitándole a seguir hablando— Llevábamos una vida tan común que poco a poco se fueron llevando este tipo de cambios. Yo siendo una doctora prestigiosa y tú una psicóloga en las mejores empresas de España. ¡Que loco!
—Lo sé —admití—, pero todo eso lo hicimos con todo nuestro esfuerzo.
—A eso es lo que voy. Todo esto parece un sueño, algo irreal. ¿Cómo es que pasaré de un departamento porque no tenía nada formal con alguien a un hogar con mi futura familia? —cuando estaba a punto de responderle volvió a hablar, callándome por completo—. ¡Y mírate tú! ¡Kya Baker, la madre de Maddie Doblas Baker, al fin se ha librado de sus problemas! ¡Rubius y tú mantienen una relación actual al fin! Y yo que lo odiaba...
Solté una pequeña risita y bebí un poco de refresco. Miré hacia los juegos donde Maddie se encontraba corriendo de un lado a otro junto a un grupo de niños de su edad, jugando a quién sabe qué pero pasándolo bien.
—Las cosas cambian —dije al fin, sintiendo mis ojos humedecerse.
—Y mucho.
Asentí y seguí platicando con Jade sobre nuestros planes a futuro. A pesar de que cada una llevaría su propia vida a partir de su matrimonio oficial prometimos mantener contacto y reunirnos como solíamos hacerlo.
La verdad es que iba a extrañarla. Parezca o no un matrimonio te aleja de ciertas amistades, empiezas a formar tu propia familia, tu propio hogar, que tu vida social se va a segundo plano. Te preocupas más por tus hijos, por tu esposo, que olvidas que tienes amistades allá afuera que siguen a la espera de verte algún día. Sabía que Jade estaba enamorada de Alex y él de ella, eso me alegraba por ambos, pero no podía evitar el sentimiento de tristeza al pensar en que ambos harían su vida lejos de aquí, de nosotros, para formar una familia.
—¿Rubius ha hablado contigo? —preguntó mi amiga de repente, sacándome de mi ensimismamiento.
—Hoy no, ¿por qué?
—Bueno, pensé que habían tenido contacto.
—Últimamente hemos estado viéndonos poco por todo esto de la boda. Me ha contado que Alex parece un flan andante por sus nervios —reí al decir aquello, contagiándola.
—Mi enano siempre tan dulce —llevó una mano al corazón y soltó un pequeño e inaudible "aw".
Negué con la cabeza divertida. Jade realmente se había enamorado de Alex, todo en él parecía tierno desde su perspectiva, incluso su escandalosa risa.
Seguimos charlando sobre las siguientes paradas a centros comerciales y a tiendas de ropa y adornos a los que iríamos hasta que la tarde logró alcanzarnos. Habíamos estado toda la mañana en busca del vestido perfecto que cuando fuimos a desayunar ya casi era medio día, más el tiempo que tardamos comiendo y llevando a cabo los siguientes planes que el día nos alcanzó. Ya casi oscurecía y Jade tenía que dormir al fin para seguir con energías en busca de la boda perfecta.
La llevé a su departamento y nos despedimos con la promesa de vernos algún día para relajarnos, sin temas de bodas pendientes.
Al llegar a casa observé las luces encendidas, indicándome que Rubén ya estaba ahí. Caminé junto a Maddie en brazos con cuidado, mi pequeña estaba igual de cansada que nosotras que se había quedado dormida en el transcurso a casa. Abrí lentamente la puerta principal y me adentré hacia la casa, dirigiéndome con rapidez hacia su habitación. La coloqué sobre su cama y la acurruqué, dándole un beso en la frente de buenas noches.
Me giré al escuchar un ruido proveniente del marco de la puerta, pero sonreí con alivio al ver a Rubius ahí, observándonos.
Caminé con pasos sigilosos hacia él y le di un tierno beso en los labios como saludo.
—Te extrañé —rodeé su cuerpo con mis brazos, observando a la pequeña dormir plácidamente.
—Y yo a ti, muyayita —besó mi frente con dulzura para después mirar hacia Maddie—. Ha quedado agotada después del día.
—No sabes lo que es lidiar con tu mejor amiga indecisa.
—Mujeres.
Negué con la cabeza y le hice una seña para cerrar la puerta de la habitación para no despertar a la pequeña. Caminamos hacia mi habitación, la cual poco a poco se estaba volviendo la de él, y nos acurrucamos en la cama ya con la ropa para dormir.
—Hoy me comenzaron a llegar un montón de preguntas en Twitter sobre si nos vamos a casar y sobre nuestra relación —comenzó a jugar con mi cabello, enredando un mechón suelto en su dedo.
—¿Y qué les has dicho?
—Nada, pero se me ha ocurrido una idea.
—A ti siempre se te ilumina el cerebro —solté con ironía, a lo que él me miró ofendido.
—¡Soy una persona llena de ideas, muyayita! —río, contagiándome—. He decidido hacer un vídeo personal.
Me tensé bajo su abrazo en cuanto lo escuché decir aquello. No es que me molestase la idea de que le explicase a sus criaturitas la verdad, en absoluto, pero saber que en definitiva todos sabrían la verdad, y por ende de Maddie y de mí, lograba ponerme los pelos de punta.
—¿Te encuentras bien? —su tono de voz cambió a uno de preocupación, observándome atento— Si te incomoda no lo hag...
—No —le interrumpí—, no es eso, está bien. La verdad es que me parece muy lindo, pero no puedo evitar pensar en lo que dijo mi madre en el juicio. ¿Y si Maddie no lleva una vida normal por... todo esto?
Su silencio me hizo removerme incómoda en mi lugar. ¿La había liado al preguntar aquello?
—Son mis criaturitas, Kya —respondió, haciéndome suspirar de alivio—, sé que si les pido que respeten mi vida personal lo harán, incluyendo a esa pequeña. ¡Joder, que la adoran tanto como yo!
Sonreí y entonces lo besé. Nuestra relación al fin se sentía tranquila y sin algo que nos separase de por medio. Unos días antes de la planeación de la boda Rubén tomó la decisión de mudarse conmigo. Había dicho que lo mejor para Maddie era que permaneciésemos juntos, aunque tenía la ligera sospecha que lo hacía porque quería pasar más tiempo conmigo.
Pensamos que nos veríamos seguido viviendo bajo el mismo techo, pero cuando Alex le pidió ayuda y Jade me la pidió a mí no pudimos negarnos y eso es lo que nos lleva a este punto: a solo vernos en el atardecer. Sería romántico si no fuera porque llegamos agotados del día ajetreado que teníamos alado de nuestros amigos.
Otra novedad había sido que Rubius se había decidido a llevar clases de manejo, según él por cualquier incidente que ocurriese o por algún motivo donde implicase el que él tuviera que manejar. Al principio me reí ante su idea, ¡pues vamos! ¿Rubén manejando? ¡Hasta mi abuelita hubiera manejado mejor que él!
—Te quiero —soltó tan de repente que me tomó desprevenida. Depositó un beso en la comisura de mis labios y sonrió, esa sonrisa que tanto me encantaba ver—. No sé qué hubiera pasado si Raspy no se hubiera escapado.
—La verdad es que ni yo tampoco —admití, llevando mi cabeza a su pecho desnudo y escuchando los fuertes latidos de su corazón— Probablemente es que ni siquiera hubiésemos hablado —hice una pequeña pausa, recordando con nostalgia mi vida antes de todo esto—, y yo también te quiero.
Guardamos silencio, dejando que el sonido de nuestras respiraciones fuera lo único que se escuchara en el lugar. Disfrutamos de la presencia del otro y dejamos que el momento nos llevase.
En un movimiento brusco Rubius se posó arriba de mí, mirándome sonriente.
—¡Pero hay que olvidar el pasado, tía! Lo importante es que estamos juntos, el ahora —besó mis labios tan lento que logró removerme el estómago de la emoción.
—¡Está bien! —reí, besando de la misma forma sus labios y provocando un gruñido por haberlo dejado así— Te quiero.
—Te quiero más.
Y, tras decir aquello, nuestros labios se fundieron en un perfecto y salvaje beso.
❤️❤️❤️❤️❤️
Así me imagino a Rubius y a Kya después de toda la acción al final del capítulo 7u7
Bueno, espero que les haya gustado este cap tanto como a mí :3
Lectores fantasmas, salgan de las tinieblas y manifiéstense comentando y dejando su estrellita aquí abajo, eso me ayuda mucho 💖
Sin más que decir, ¡nos leemos en los siguientes capítulos!
Los lee; LuzFollower ❤️
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