Capítulo 26.
Si buscas amor verdadero, renuncia a los amores mediocres que te encuentres.
PAULO COELHO
—¿Te casarías conmigo?
Abrí mis ojos con asombro con las lágrimas amenazando con salir de mis ojos. Sonreí, sintiéndome nerviosa ante aquella pregunta que había logrado que todos, incluso Maddie, guardaran silencio ante la sorpresa.
—¡Acepto!
Y como si hubieran sido las palabras mágicas todos comenzaron a gritar. Nos acercamos y formamos un abrazo grupal, así que tomé a mi pequeña en brazos y la coloqué a nuestra altura para que pudiera unirse al abrazo. Se podía transmitir a través de él la felicidad que surgió ante aquella propuesta de matrimonio inesperada.
Porque, a pesar de que fue espontánea, me tomó por sorpresa.
Después de haber celebrado la victoria del juicio nos reunimos en el piso de Mangel y Rubius para celebrar sanamente, y lo digo porque los chicos habían prometido dejar de beber para no formar un entorno tóxico para Maddie. La jueza habló personalmente conmigo y me pidió que hiciera el esfuerzo por hacerle llevar una vida tranquila a la pequeña, sin necesidad de consentirla demasiado y a la vez que nada más le faltase. Le agradecí por tanto y ella solo se encogió de hombros diciéndome que había sido la decisión correcta y que esperaba que no se equivocara.
Tras ello Alex se emocionó y es lo que nos lleva a este momento: su propuesta de matrimonio hacia Jade.
—¿Quién diría que al final la tía rodeada de gatos los sustituiría por un chico de verdad? —aún con Maddie en brazos me aproximé a ella y la abracé, transmitiéndole mi felicidad.
—¡Lo sé! —sonrió, tomando entre sus brazos a Maddie— Jamás me vi formando una familia, ¡y mira! Es lo que haré.
Asentí y por acto reflejo desvié la mirada hacia Rubius. Él y los chicos rodeaban a Alex en un abrazo y lo felicitaban por haber dejado su vergüenza a un lado y por atreverse a formar una vida con alguien a quien quería. Y, como si hubiera sentido mi mirada intensa, Rubén volteó y su mirada no tardó en chocar con la mía. Roja por la vergüenza por que me haya atrapado mirándole me giré nuevamente hacia mi amiga y a mi hija, quienes tenían una charla sobre la familia feliz que tendría Jade con sus gatos y Alex, su comprometido.
Dejé a Jade junto a Maddie y me acerqué a felicitar a Alex, los chicos ya habían dejado de molestarle así que aproveché antes de que se les ocurriera alguna locura espontánea que hacerle. Después me acerqué junto a Rubius para hablarle sin siquiera mirarlo a los ojos.
—¿Podemos hablar? —alcé la mirada con sorpresa en cuanto escuché que dijimos lo mismo al mismo tiempo. Ambos soltamos una pequeña risita y asentimos, alejándonos del resto de los chicos.
Lo seguí hasta su habitación, la cual estaba desordenada como solía estarlo. Sonreí involuntariamente al darme cuenta que había ropa regada por doquier, algunos vasos con agua y alguna que otra envoltura de golosinas en el escritorio.
Estaba tan Rubén Doblas.
—Lamento el desorden —se disculpó, acercándose hacia la ropa para recogerla—, pero todo esto lo he hecho hoy al buscar ropa para ir al juicio.
—Ya veo. ¿Estabas nervioso? —alcé las envolturas de unas gominolas y reí al verlo asentir con vergüenza.
—Bien —dijo en cuanto terminó de despejar un poco—. Sobre tus disculpas...
—Son de corazón, Rubén. Te hice pasar por mucho y a la vez provoqué daño en tu corazón, de verdad que lo siento.
—Entiendo mejor las cosas ahora que las sé. No te preocupes, muyayita.
—¡Claro que me preocupo! —llevé una mano a mi cabello y comencé a jugar con él con nerviosismo— Rubén, míranos. Nuestra relación casi se va a la borda por haber ocultado mucho.
—¿Nuestra relación? —alzó una ceja con picardía a lo que respondí con un suave golpe en su brazo— ¡Auch!
—Sabes a lo que me refiero.
Un silencio sepulcral se apoderó de la habitación, nuestras respiraciones era lo único que se escuchaba dentro de esas cuatro paredes que nos rodeaban. Di un paso hacia él, tomándole desprevenido. Me había besado cuando anunciaron nuestra victoria en la demanda, haciéndome sentir más feliz de lo que me encontraba; su beso logró hacerme sentir nerviosa y el característico nerviosismo se apoderó de mis entrañas, llegando hasta mi corazón, quien palpitaba como si estuviera teniendo alguna clase de taquicardia.
Mi corazón dio un vuelco bajo mi caja torácica en cuanto su mano acarició mi mejilla con dulzura, recorriendo mi pómulo derecho. Sus largos y temblorosos dedos me tocaban con timidez, como si no estuviera acostumbrado a esa clase de contacto.
—Lamento el beso.
—No lo lamentes —fruncí el ceño con molestia. ¿Acaso se arrepentía?
Simplemente asintió, dejándome con aquella pregunta rebotando en mi mente. Solté un gruñido en cuanto dejé de sentir su contacto en mi piel, incluso un puchero involuntario logró formarse en mi rostro, provocando la profunda risa del castaño. Rodé los ojos y me senté sobre la orilla de la cama, jugando con mis dedos sin saber qué más decir.
—No me quiero aprovechar de la situación pero... ¿crees que sea bueno intentarlo otra vez, sin presiones ni mentiras?
Entornó los ojos en cuanto me escuchó decir aquello. Sé que pensaba que nunca me animaría a pedirle que volviésemos a intentar nuestra relación, mayormente él era quien daba ese paso, pero ¡vamos! Sabemos que no todo el cargo lo tienen los hombres, nosotras tenemos que poner de nuestra parte.
Además yo había sido quien le había pedido el tiempo.
—¿De verdad quieres intentarlo? —caminó con temor hacia mí, con un atisbo de sonrisa en su rostro.
—Sí, bueno... —bajé la mirada y evité mirarle—, me siento mucho mejor que antes.
No respondió y eso me alarmó. Cuando creí que mi dignidad se había ido por el inodoro sentí su peso posarse alado de mí, logrando mover un poco la cama.
—Kya... —murmuró, acariciando mi cabello y colocándolo detrás de mi oreja.
Me giré para verle y sonreí intensamente en cuanto vi sus ojos marrones viéndome con intensidad, brillando como miles de estrellas en tan solo una mirada. Por acto inconsciente relamí mis labios y desvié mi mirada para observar sus carnosos y apetecibles labios, los cuales parecía que me llamaban a gritos. En cuanto vi que Rubius formaba una enorme sonrisa desvié mi mirada de sus labios y los posé sobre sus ojos, los cuales seguían irradiando bajo la luz artificial de su habitación.
Sonrojada por la vergüenza me acosté sobre la cama y cubrí mi rostro con una almohada. Escuchaba como Rubius soltaba una enorme carcajada ante mi reacción tan infantil, provocando que le aventase un peluche de Pikachu que tenía a mi alcance.
Unos golpecitos en la puerta provocaron que guardáramos silencio, alentando a quien sea que estuviera del otro lado de la puerta para que entrase.
Sin embargo, no lo hizo.
—Pase —gritó al fin Rubén.
—Eh... tío —Willy asomó su cabeza con timidez, observándonos con vergüenza— Lamento interrumpirlos, pero saldremos junto a Maddie a comprar comida. Cheeto se ha animado a cocinar algo especial por la noticia de Alex y Jade y... bueno...
Me incorporé sobre la cama y fruncí el ceño con curiosidad. ¿Por qué Willy estaba tan nervioso?
—¿Estás bien? —me animé a preguntar, a lo que Willy sonrió con nerviosismo.
—Sí, bueno... no es que sea apetecible interrumpirle el momento a tus amigos ¿sabes?
—¿Momento? ¿Qué momento?
—Pues ya sabes ¿no? Cuando hacen cositas... otra mini Maddie...
Abrí mis ojos a la par y a la vez mi boca con asombro. ¿En serio pensaba que...?
—¡Willy! —le lancé otro peluche de un Pokemón que no logré reconocer y volví a cubrir mi rostro con la almohada— ¿¡Pero qué dices!? ¿¡Es que acaso Vegetta te ha maleado!?
—¿¡Eh!? —el chino, al percatarse que había metido la pata, pasó las manos por su rostro con frustración y se terminó de poner más rojo de lo normal— ¡Como sea! Nos vamos.
Y sin darnos oportunidad de responderle cerró la puerta con fuerza, sobresaltándonos.
No podía ver a Rubius a los ojos. Esta situación había sido tan embarazosa para mí que no tenía el valor de verle. Willy me hizo recordar cuando hicimos el amor tiempo atrás, y tanto fue nuestro amor que Maddie llegó al mundo.
—Willy suele ser inocente —su voz me regresó a la realidad, llamando mi atención—. Una vez hicimos una broma Wigetta y no entendió nada.
Solté una risita ante aquello.
—Deberían dejarle en paz.
—Es inevitable —se encogió de hombros y me miró serio, con su mirada intensa sobre mí—. Me encantaría volver a intentarlo contigo, Kya. Sean las veces que sean, siempre querré hacerlo.
Esta vez no me sorprendí. Sonreí satisfecha por el resultado de mi pregunta que creí había quedado suspendida en el aire sin llegar a ser resuelta. Y, como si no fuera suficiente su respuesta, me abalancé sobre él para besarle. Cuando me respondió el beso con la misma intensidad que yo me bastó para saber que nada de lo que me había dicho era un sueño, porque eso parecía: un sueño. Nada parecía real, como si lo que estuviera viviendo fuera un producto de mi imaginación.
Porque así se sentía todo después de haberlo vuelto a ver: irreal.
Sus labios besaron con lujuria los míos, moviéndose al compás de nuestras respiraciones agitadas y de nuestros corazones, quienes palpitaban a una velocidad abrumadora. Algo comenzó a quemar en mi interior, mandándome corrientes eléctricas a donde sea que sentía el tacto de Rubén sobre mí, esa sensación tan familiar que estaba comenzando a acostumbrarme a sentir.
Sonreí a mitad del beso y tomé al castaño por la camisa para atraerlo más a mí, como si la poca distancia que nos separaba no fuera suficiente para sentirle más de cerca.
—Creo que al final Willy tendrá razón y haremos otra mini Maddie —susurró cerca de mis labios, tan sexy y provocativamente que fue suficiente para mí.
Solté una pequeña risita y seguido un chillido en cuanto su cuerpo se colocó encima del mío sin separar sus labios de nuestra guerra de besos. Busqué la tela de su camiseta con mis dedos y sonreí en cuanto sentí cómo se estremecía ante mi contacto, satisfecha porque nada haya cambiado en él. Quité de golpe su camiseta y al segundo él hizo lo mismo con la mía.
Mi piel quemaba y la ropa sobraba en esos momentos, tenía unas inmensas ganas de arrebatárselas de su cuerpo de una jodida vez y sentirle contra mí.
—Joder, Kya —murmuró. Sus labios dejaron de posarse sobre los míos para dirigirse hacia mi cuello, dejando un camino de besos húmedos sobre él hasta mi hombro—. He estado esperando esto por mucho tiempo.
No pude responder ante aquello. Con una velocidad impresionante desabotonó mis jeans y, como si no fuera poco, se deshizo de los suyos. Soltó un gruñido en cuanto su miembro chocó contra mi cuerpo, dispuesto a ser liberado de la única tela que nos separaba.
Me miró, me miró como tiempo atrás lo había hecho: miedo, lujuria y timidez. Asentí, indicándole que estaba lista.
Entonces pasó. De un rápido movimiento sus bóxer y mi ropa interior desaparecieron, dejándonos como Dios nos trajo al mundo. Me sonrojé ante su mirada intensa, la cual me recorría completamente de arriba a abajo.
—Te amo —dijimos al unísono, sorprendidos ante la conexión.
Y eso bastó para que me penetrara y comenzara con lentitud y cuidado, con timidez y temor, para después pasar a embestidas llenas de lujuria y amor, con embestidas que marcaban el amor que nos teníamos.
Rubén y yo éramos uno solo, éramos aquellos que suelen separarse, pero que el destino los vuelve a juntar de alguna u otra forma porque están destinados para estar juntos.
❤️❤️❤️
—¡Salud por los comprometidos y por los que al fin dejaron de fingir odio y se han atrevido a ser pareja... otra vez! —Mangel alzó su copa por lo alto con una sonrisa adornándole el rostro.
—¡Salud!
Chocamos nuestras copas los unos con los otros mientras recibíamos felicitaciones por nuestra relación oficial.
Sí, Rubén y yo al final habíamos hecho oficial nuestra relación. Después de haber hecho el amor hacía unas cuantas horas nos había sobrado tiempo para hablarlo mejor. Llegamos a un acuerdo, uno bastante drástico, y era el vivir juntos. Mangel casi se me abalanza en cuanto dimos la noticia, me reprochó que ahora se quedaría solo y que le había quitado a su Rubius a propósito, pero después soltó unas cuantas lágrimas de emoción por su amigo y nos estrechó en un fuerte abrazo.
Maddie, en cambio, no dejaba de dar saltitos por todo el piso y de soltar chillidos de la emoción. Confesó que siempre había deseado tener a una familia y que Rubén era el mejor papá del mundo y pareja para mí, lo cual —aunque quiso ocultarlo pero falló— provocó que el castaño soltara unas cuántas lágrimas ante las palabras de la pequeña.
—Y bien, ¿dónde vivirán ahora? —preguntó Jade con curiosidad, bebiendo un poco de su refresco.
—Es sorpresa —abrí mis ojos a la par en cuanto Rubén dijo aquello— ¿Qué?
—¿No habíamos quedado que te mudarías conmigo? —alcé una ceja y llevé una mano a mi cintura.
—Sí, pero se me ha ocurrido algo.
Todos nos miramos sin comprender qué se traía entre manos el castaño.
—¡Pero bueno, olvidemos eso! —Vegetta llegó al rescate hacia Rubén, rodeándolo con su brazo por los hombros— Al fin son pareja y estamos muy felices por ustedes.
Asentimos estando de acuerdo y seguimos con la noche. Terminamos viendo películas y riéndonos de Willy por ser tan inocente. Rubius no me había mentido en cuanto me dijo que el chico con rasgos asiáticos tenía una mente inocente, sin una pizca de suciedad. Había llegado al grado de sonrojarse en cuanto Staxx leyó un Fanfic Wigetta que había encontrado en Wattpad hecho por una fan, cubriendo su rostro en el hombro de Vegetta.
—¡Cuánta imaginación tienes esas chicas, por Dios! —espetó el chino mientras seguía ocultándose detrás de Vegetta.
—Yo sigo con que deberíamos dejar de leer... eso —Mangel hizo un gesto de horror y siguió tapando los oídos de Maddie, quien jugaba con los peluches de Pokémones—, la niña puede escuchar algo perturbador y se puede traumar.
—¡Pero llevas tapándole los oídos desde que mencionamos el momento hot! —anunció Jade, a lo que todos reímos.
—Sois unos sucios.
Todos soltamos una pequeña risita y seguimos escuchando la narración de varios Fanfics más dieciocho que se encontraban en el diverso mundo de Wattpad.
Acuné mi cabeza sobre el pecho de Rubius, quien me recibió con los brazos bien abiertos sobre el sillón-cama en el que nos encontrábamos.
Había olvidado lo bien que se sentía volver a estar en sus brazos, esa sensación de estar segura y que nada ni nadie podía hacerte daño estando con esa persona que tanto amas. Y la verdad era esa; yo amaba a Rubén como a nadie, estaba segura que, a pesar de todo lo vivido juntos, estábamos destinados desde el momento en el que nos conocimos.
❤️❤️❤️❤️❤️
Soy una chica llena de amor y no pude escribir tantas escenas hot, lo lamento :(
Pero espero que hayan disfrutado del capítulo, me costó un poco y espero que el esfuerzo haya valido la pena 💖
Sin más, ¡nos leemos en los próximos capítulos!
Los lee; LuzFollower ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top