NÓRDICOS Y VAMPIROS
Mientras Ary jugaba con las hermanas de Remi, y él competía con Valbjörn lanzando piedras, El marido de Anna les contaba lo que había averiguado de los hombres con los que se habían topado el día anterior.
Erik trababa de parecer despreocupado ante las mujeres, pero lo cierto es que tenía mucha desconfianza de esos extraños.
Al hablar con Eskol, Erik supo que Einar había crecido al lado de los dos hombres, eran casi hermanos, según había entendido. Ambas familias eran muy amigas y se conocían desde siempre.
Eskol solo tuvo halagos hacia ellos, se los pintó casi como si fueran santos.
Esto solo puso más inquieto a Erik.
Hilda dio fe de ellos y lo buenos que eran, pero vio que Erik no estaba muy convencido con lo que oía. La mujer se sentó a su lado y le pidió que por favor confiara en ellos.
Einar le dijo que habían hablado el día anterior con los hermanos y sabían lo que había sucedido en el puente.
Los hermanos pidieron ser disculpados con las mujeres y los niños, pues no había sido su intención asustarlos, dijeron que los habían seguido porque les pareció extraño ver gente andando por esos lados, además de que era peligroso. Podrían haberse topado con animales salvajes y hubieran estado solos para enfrentarlos.
Erik no había quedado convencido con las palabras de Eskol y su familia, por lo que pidió conocer a los hermanos, rápidamente Hilda le dijo que no sería posible, pues estaban en la ciudad haciendo algunas compras y demorarían unos días en llegar.
Erik solo asintió con la cabeza y se puso de pie para marcharse, no pasó desapercibido para él, el nerviosismo que mostraron cuando él pidió conocerlos.
Decidió marcharse a casa y dejar pasar aquello.
Eskol era un buen amigo, pero Erik no era tonto, sabía que algo ocultaban, y si tenía relación con Ary o Sonia, sin duda alguna alcanzaría a su familia. Anna y Sonia eran muy amigas, Remi y Ary inseparables, era bastante claro hacia dónde iba el futuro de ellos dos.
Erik tenía un mal presentimiento.
Una vez que llegó a casa, hablo con su mujer y sus hijos, luego fueron a hablar con Sonia y Ary.
Erik prohibió a los niños andar por el bosque sin la compañía de un adulto y al atardecer. Antes de que se entrara el sol todos debían estar de vuelta en casa sin importar nada. A Anna y Sonia les dijo que las dos irían juntas a dejar y a buscar a los niños al convento, o al pueblo. No quería que anduvieran solas recorriendo grandes distancias. El trataría de buscar a alguien de confianza para que estuviera cerca de ellas en todo momento.
Las mujeres asintieron enseguida, era raro ver a Erik tan serio, aún más extraño era verlo preocupado y en esos momentos su cara lo decía todo.
Los hermanos Dávalos oían claramente la conversación entre los tres adultos mientras las niñas corrían de un lado a otro, y los dos muchachos seguían con sus juegos para ver quién era el mejor. Los dos querían llamar la atención de Ary, pero ella ni siquiera se daba cuenta que ellos trataban de impresionarla.
A Tristán no le gustaba para nada lo que oía pero a Carmina la tenía sin cuidado, Janosh solo los miraba y guardaba silencio. Sabía que dijera lo que dijera terminaría en pelea con alguno de sus hermanos. Cada vez que sus hermanos peleaban lo miraban a él para que diera la opinión final, pero sabiamente él se hacía a un lado y los dejaba solos para que arreglaran sus diferencias.
Los hermanos Dávalos llevaban más de tres años en Seinaj y seguían siendo unos completos desconocidos para todos. Rara vez se habían dejado ver por el pueblo.
Para los pocos que los conocían, ellos eran amigos de Eskol y su familia y vivían con ellos.
Alrededor del mundo, solo unos cuantos vampiros tenían humanos que trabajaban para ellos, La familia de Eskol era una de ellas y servía a los Dávalos tal como los hicieran en el pasado su padre, abuelo y bis abuelo. Estos nórdicos habían encontrado en los tres hermanos, amigos no dueños, y una humildad y generosidad que ni siquiera entre seres completamente humanos existía. Servían a estos vampiros por voluntad propia, iban donde los vampiros necesitaban que fueran, no hacían preguntas, ni cuestionaban sus decisiones, confiaban en ellos. Sabían que eran afortunados, pues otros vampiros no eran buenos con los humanos que les servían. Los veían más como alimento que como ayuda y eran muy crueles con ellos.
Algunas familias humanas aceptaban y estaban a gusto con la herencia que sus antepasados les habían dejado, pero otras familias obedecían por miedo a los vampiros. No eran felices con la obligación que les habían impuesto, pero no era mucho lo que podían hacer al respecto. Si decidían no seguir sirviendo más a los vampiros, dejaban de estar bajo su protección, y dejaban de recibir las enormes sumas de dinero que los vampiros les pagaban por sus servicios y lealtad, aunque fuera forzada.
Los hermanos Dávalos no eran como otros vampiros, ellos no trataban a los humanos que les servían como si fueran esclavos. A su manera eran decentes, a pesar de lo que eran y de lo que hacían para vivir.
Esto había llevado a Eskol a revelarles que había encontrado a la familia de Markkus Leppala.
El líder de esta familia confiaba ciegamente en estos vampiros, y estaba seguro que ellos no tenían malas intenciones hacia las dos mujeres. A los nórdicos Siempre les llamó la atención que ellas no salieran de la hacienda y estuvieran tan protegidas en todo momento, pero no habían podido averiguar la razón de aquello, sin embargo ahora Madre e hija vivían completamente solas en aquella pequeña casa, se notaba a simple vista que ambas eran buenas y que ambas sufrían.
No había duda que si ambas vivían en ese bosque era para ocultarse de algo o alguien, Raquel fue la primera causa que vino a sus mentes, pues para nadie fue jamás un secreto que ella odiaba a la esposa de su hermano y odiaba aún más a su sobrina.
Eskol aún no sabía porque las mujeres habían dejado la hacienda o porque los Leppala las buscaban tan desesperadamente, lo que estaba claro era que no estaban seguras allí, en cualquier momento serían encontradas.
La única que parecía conocer los secretos que ocultaba Sonia era su empleada de confianza Anna, pero los vampiros no habían tenido oportunidad de ver en sus pensamientos, y saber que era lo que pasaba. Ni siquiera en la mente de Sonia habían podido entrar. Necesitaban mirar fijamente a los ojos a las personas para conocer sus pensamientos, y cosas sobre ellos, hasta ahora a la única que habían mirado directamente había sido a Ary, y ella solo pensaba en su padre y en lo mucho que lo extrañaba. Ella quería desesperadamente volver a la hacienda, o ir allá por noticias de él, pero su madre se lo negaba cada vez que ella lo pedía.
Esto también los dejo bastante extrañados. Sabían que el cazador quería a su hija, quería a su esposa y que ellas lo adoraban a él. No tenían idea en que momento los sentimientos de Sonia habían cambiado tanto o que lo había ocasionado.
A los vampiros no les gustaba no saber lo que pasaba a su alrededor, y en esto hasta Carmina estaba de acuerdo. Quería saber al igual que sus hermanos que había pasado en la hacienda para que ellas hubieran salido de allí a escondidas, y como es que los lobos no habían dado aún con ellas. Ary iba todos los días al convento, no era posible que ninguno de ellos, aun no hubiera detectado su olor, o el de Sonia. Estaba pasando algo raro, y ellos estaban preocupados por no saber que era.
Eskol había recibido instrucciones del mayor de los Dávalos, y como era de esperarse estas serían cumplidas.
Después de pensar durante horas como llevar a cabo la misión encomendada, el nórdico decidió usar a Valbjörn, su hijo menor para averiguar lo que más pudiera de la niña, y su hijo Einar averiguaría lo que más pudiera de la madre.
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