Capítulo 2


Una molesta luz se filtró por sus pestañas, haciendo que sus párpados se abrieran, y que un dolor profundo la inundara.

Intentó incorporarse pero una punzada de dolor más un peso muerto sobre su pecho se lo impidieron, lo único que pudo hacer fue soltar un quejido e inspeccionar las cosas a su alrededor. Con solo un movimiento de cabeza ya sabía donde se encontraba y los sucesos de ayer la golpearon con fuerza y rapidez, él había bebido de nuevo, las había vuelto a herir y no podía hacer nada más que llorar en silencio por la impotencia.

Se quedó así por un rato, sabía perfectamente lo que sucedería a continuación, su padre entraría rápidamente en el cuarto que estaba en el segundo piso de la casa, al ver que ellas no estaban allí bajaría corriendo las escaleras que hacían un perfecto eco en el lugar donde se encontraban, se precipitaría a la puerta del sótano y abriría esta de una forma escandalosa, la miraría a los ojos y se disculparía al igual que las otras veces, la trataría bien, le diría cosas bellas e intentaría reparar los sucesos de la noche anterior.

"Hipócrita"

Como si de una predicción del futuro se tratara escuchó claramente el eco de la escalera, los pasos se acercaban atropelladamente y pudo percibir el aura de remordimiento que cargaban estos.

La puerta se abrió, disculpas y los mil perdones no se hicieron esperar. En la cabeza de Bridgette no sabía decir que era peor, que las tratara de una forma violenta y vil casi todas las noches o que durante el día sea el padre ideal, comprensivo y amoroso, pero podía afirmar una cosa y era que su corazón recibía una nueva cicatriz cada vez que el alba caía, pintando el cielo de un rojo azulado muy bonito, encendiendo una alarma en su cabeza; admitía que tenía esperanzas, con el transcurrir de la mañana, el mediodía y la tarde su padre se comportaba de manera excelente con ellas dándole razones para creer que esa noche sería diferente, que el monstruo no se desataría, pero siempre se equivocaba.

Marinette salió del apestoso cuarto en brazos de su padre, mientras que Bridgette hacía oídos sordos a las palabras del mayor, poniéndose en pie y dirigiéndose a su habitación para arreglarse un poco e ir a tomar una ducha.

Después de desayunar ambas chicas comenzaron a andar por el pedregoso camino que las conducía al pueblo. La joven azabache tuvo que utilizar una camiseta de mangas largas apesar del calor insoportable para poder tapar el corte que él le había hecho ayer en el brazo. 

-¿Por qué tengo que ir a la escuela? ¡Yo puedo aprender muy bien en casa con papá!-

-Marinette ya hemos hablado de esto, en el colegio conocerás a nuevas amigas, también podrás estudiar cosas que en casa simplemente no se podrían- Bridgette movía sus manos de aquí para allá, intentando concretar una idea fija. 

-¿Estaremos más tiempo juntas?- Los brillantes zafiros de la niña brillaban con emoción contenida.

Una pequeña carcajada brotó de la chica.

-¡Por supuesto! Pasaré por tu aula cada vez que pueda al lado de un gran ventanal que da al pasillo, desde allí te saludaré ¿Trato?- Bridgette extendió la mano afectuosamente, esperando que Marinette la tomara.

En un impulso de emoción la pequeña saltó a los brazos de su hermana, aferrándose a su cuello y besando de manera efusiva sus mejillas.

-¡Eres la mejor mamá del mundo!-

El corazón de Bridgette tembló al escuchar la palabra "mamá", con apenas cuatro años la niña se negaba a llamarla hermana.

El momento fue arruinado cuando se escucharon las campanadas que daba la iglesia del pueblo, indicando que ya era tarde.

-¡Ya es tarde Marioneta, corre!-

La carrera fue rápida, Marinette ganó por segundos de diferencia. Ambas entraron al pequeño edificio, tomando caminos opuestos para llegar a sus respectivas aulas. La espalda la estaba matando, dormir sentada contra la madera sólida mientras cargas a una niña en tu regazo no es para nada cómodo.

-Señorita Dupain, justo a tiempo- gruñó la profesora Feraud mientras cerraba la puerta con fuerza, dejando entrar a la azabache ates de eso. 

-Perdóneme Profesora pero es que...- Con gestos raros y cientos de extraños ademanes intentaba explicar el motivo de su tardanza, pero, como siempre, tuvo que inventar una excusa-¡No sonó mi alarma! Eso es- Terminó esa sencilla frase con una risita nerviosa.

-¿Como las últimas 15 veces?- El rostro de la mujer era inescrutable, finamente suspiró y se giró para acomodar un fajo de papeles que se encontraban sobre su escritorio- De acuerdo, la verdad es que o me interesa, vaya a sentarse.

Agradecida de que no se indagara más sobre el tema dio media vuelta dirigiéndose a su asiento, pero no se esperaba lo siguiente. 

Cayó dándose de bruces contra el suelo, golpeándose el labio con una madera que sobresalía del suelo.

Dos risas estrepitosas retumbaron por todo el lugar, eran Colette y su perra faldera Loana, bajé la cabeza, estaba acostumbrada a hacerlo.

- ¡Señorita Motas, ayude a Dupain! Yo iré por la enfermera- Sin más la maestra salió como alma que lleva el diablo del aula, nadie lo sabía, pero todos apreciaban aunque sea un poco a Bridgette, especialmente la gruñona señora Feraud.

-Eres una estúpida ¿Sabes como caminar o quieres que te enseñe?- Se mofaba entre risas Colette.

-¿Y tu sabes cerrar la boca o quieres que te enseñe?- Escuchó una voz a su espalda, no veía de quien se trataba, seguía con la cabeza gacha, sintió un espeso y metálico líquido escurrirse de su boca y caer por su barbilla, no creía haberse lastimado mucho, pero lo que era casi seguro era el corte que tendría en su labio. Distinguió unas pequeñas pero fuertes manos tomarla por los brazos, levantándola, una vez que estuvo de pie levantó sus ojos lentamente.

Ya no se escuchaban risas, probablemente nadie esperaba ver sangre.

Bridgette volteó su rostro buscando a quien la había ayudado. Allí pudo ver a una chica mas o menos de su misma estatura, parecía flaca y pequeña, pero con la camiseta de mangas cortas que llevaba se podían ver sus músculos, teniéndolos bastante marcados para su edad. Era pelirroja con dos mechones negros que sobresalían entre su colorada cabellera.

-Hola, me llamo Tikki ¿Cual es tu nombre?- Tikki le estaba sonriendo, parecía muy amable, eso le inspiró confianza para presentarse como es debido.

-Soy Bridgette- Le dio una pequeña sonrisa a esa extraña chica, aunque lo único que consiguió hacer fue una mueca, ya que la pelirroja la estaba sosteniendo justo de su brazo herido.

En ese momento llegó la enfermera, llevándosela para sanar mejor sus heridas.

Su mente estaba hecha un lío, con lo que había sucedido y también por esa chica, era obvio que no era de la clase o acababa de transferirse, lo cual sería extraño ya que no recordaba haberla visto en el pueblo ¿Acaso se habría mudado hace poco? Miraculous no era un pueblo turístico, de hecho era muy extraño que hubiesen visitas allí, la única vez que recordaba haber visto a alguien que visitara ese lugar fue cuando ella estaba aquí.

"Ella...como la extraño"

Mientras iba camino a la enfermería giró su cabeza, no buscaba nada, fue como un instinto.

De pronto se quedó sin aliento,  unos ojos gélidos la atravesaron, desnudando su alma, haciéndola sentir débil por el simple hecho de estar expuesta. Esos ojos...¡Maldición! No podía despegarse de ellos, eran grisáceos con un toque de azul oscuro, toda una obra de arte. 

"¿Quién es este tipo?"

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Hola gente hermosa!

Bueno, este capítulo fue un poco de relleno, pero por lo menos Bridgette ya se conoció con Tikki y parece que esta no se lleva muy bien con Colette ¿Eso será un problema en el futuro?

También vimos que el padre de las chicas no es consciente de sus acciones estando borracho, tampoco recuerda mucho de lo que hace estando en ese estado...

Quiero aclarar que aquí no van a estar los personajes que conocemos normalmente como Chloe, Alya, Nino, la señorita Boustier, etc. Pero intenté poner personajes con personalidades parecidas a los que ya conocemos, espero que no les moleste mucho, pero es importante que esto suceda así, ya sabrán porqué.

Y bueno, los ojitos de nuestro hermoso y suculento Felix ya le causaron algo raro a Bridgette, y es que la entiendo, con un tipo así enfrente no se quien no sentiría cosas raras jajaja.

¡Nos leemos después, besos y abrazos!

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