Takano en Makurawa y un alfa en celo

La semana había comenzado y con él, los nuevos problemas.

Todo aquel fin de semana fue maravilloso, Yokozawa pudo palpar esa calidez de un hogar donde era bien recibido y anhelaba, desde su interior, permanecer en ese sueño a toda costa. La cachorra no lo dejaba solo por mucho tiempo, acaparando casi toda su atención. Ahí se dio cuenta que ella necesitaba mucho de una figura... digamos menos torpe y más responsable que su padre. Fue entonces cuando ambos cocinaron todas las comidas del día, recibiendo alagos por parte del alfa, quien les aseguraba que su comida era la mejor que había probado y no mentía.

También el peliazul se encargo de mimarla a su manera, de peinarla con diversos estilos así como escucharla y seguirle el juego, por eso, los dos días que estuvo en la casa Kirishima forjó más su vínculo, cosa que le agradaba. Por otro lado, el alfa sentía su corazón tranquilo, le era imposible no ver esa dinámica con ambos omegas todos los días de su vida, era su familia y la defendería con garras y dientes. Todos saben que no es bueno meterse con un alfa y menos con un alfa como Zen, pues este era de un rango alto, por no decir de los mejores, su voz podía doblegar a los suyos sin tener en cuenta los territoriales que era, ciertamente era de cuidado. Ambos hombres a su manera se permitieron ilusionarse con un futuro donde ambos seguían unidos.

[...]

No se habló más del tema de Takano, él era su pasado, un doloroso pasado que no valía la pena seguir arrastrando. Kirishima se había comportado lo suficientemente maduro ante el hecho y al menor le alegraba que lo comprendiera y en lugar de burlarse o reprocharle algo lo abrazó delicadamente, donde su cabeza fue a dar en su pecho, justo en su corazón del castaño despejando cualquier atisbo de miedo. Su omega aullaba y se estremecía de amor y jubilo, contagiándolo. Kirishima era perfecto para él, lo que siempre buscó.

Aún era de madrugada, pero su piel quemaba, su cuerpo estaba caliente,sin embargo no emitía fermona alguna y no entendía muy bien porqué. Su celo no llegaría hasta dentro de un mes, así que no había manera de que eso fuera posible, con ese pensamiento cerró todos aquellos relacionados y se concentró en uno que lo emocionaba: hoy irían juntos, por primera vez desde que inicio su romance, a la editorial. Rodó un rato más por esa cama hasta que decidió prepararse para su día laboral, pensando en su extraño estado tomo algunos supresores; en su mente casi podía oír los reclamos del mayor por no poder olerlo con tanta facilidad, aunque no es como si tuviera opción, no, claro que no. ¡Por que era un omega! A pesar de que en parte lo odiaba, le gustaba poder ser tan sensible con el castaño en ciertos aspectos innatos de su naturaleza.

Yokozawa pensaba que también se molestaría si no pudiera oler al hombre, era bastante irresistible y pensar en eso le frustraba un poco.

Una vez listo con uno de su trajes se dispuso a despertar a ambos castaños mientras preparaba un nutritivo desayuno. Después de media hora, todos estaban comiendo en la mesa, como toda una familia.

- ¡Ojalá te puedas quedar otro fin de semana con nosotros, onichaan! - habló hiyo, entusiasmada. La pequeña era consciente que el olor de su papá no era el único en el departamento y eso le encantaba. Ahora podía sentir cerca al peliazul sin verlo.

- Quizás, eso se verá más adelante. Anda, tu abuela no tarda en llegar para que te lleve a la escuela.

Hiyori asintió y de un gran bocado se acabo los restos de su desayuno. Le había pedido que este la peinara, por lo que hoy iba más bonita de lo normal. Al retirarse de la mesa para ir con sus cosas el mayor habló:

- Si me preguntas a mí, también quiero que te quedes en otras ocasiones. Me encanta que ustedes dos convivan, me hace sentir completo.

Esas palabras lograron sacar un tenue rubor, estaba casi seguro que nunca se acostumbraría a un afecto tan abierto. Murmurando un "tal vez en otro momento", ambos siguieron hablando de cosas bastantes triviales hasta que la niña apareció. Yokozawa también se había tomado la libertad de prepararles un bentou, había puesto un esfuerzo extra en su preparación y deseaba que ambos les gustara. Hiyori estaba tan feliz que aseguró que no dejaría ninguna migaja, dicho eso se retiró sin antes darles un pequeño beso a los dos.

Durante el trayecto, el oso notaba algo extraño en el editor. Un poco más tenso y en ocasiones con algunas muecas que él tradujo como extrañeza. No comentó nada durante el camino, aunque le atribuía un poco a su comportamiento de la mañana, las parejas destinadas podías predecir, eso ya lo tenía bastante en claro.

[...]

- ¿Seguro que está bien? - preguntó por tercera vez en el elevador. Desde que llegaron al recibidor el omega lo había bombardeado con preguntas diferentes con respecto a su comportamiento.

Kirishima le sonrió de manera cálida, estaba seguro que el vendedor desconocía el efecto que le producía el saber que estaba preocupado por él. - Tranquilo, estoy bien, te lo aseguro. Creo que no es nada grave.

- Pero si lo fuero me avisarías inmediatamente, ¿verdad? - volvió a atacar, no iba a dar su brazo a torce con algo tan importante.

- Si algo pasa serás el primero en enterarte - el menor asintió, satisfecho. Procuraría tener el celular a la mano. - Pero antes... - el elevador no tardaba en llegar al piso del menor, eso y aprovechando que el oso tenía la guardia baja se animó a robar esos lindos labios. Un beso casto, suave y delicado, de esos que desarmaban a vendedor si o si. - Te amo, esfuérzate en tu trabajo.

Las puertas se abrieron y prácticamente el omega huyó, no dijo palabra alguna, sin embargo, antes de que las puertas se cerrarán, Kirishima pudo observar una tenue pero genuina sonrisa grabada en los hermosos y deliciosos labios de su amante. "¡Ah, Takafumi! ¿Por qué te empeñas en presionar ese interruptor que me indica sacar mi lado más salvaje contigo? Por más que trato de ocultarlo te las ingenias para encontrarlo, lo hacer a propósito, ¿verdad? Te gusta seducirme y salir ileso... te gusta saber que estoy a tus deseos." No es provocar a un alfa, también todos saben eso.

Después de un par de suspiros de amor dedicados al omega, el de pelo rizado se dispuso a trabar para adelantar lo mayor posible todo el trabajo para que la semana de cierre no fuera tan pesada. Todo iba bien, un par de correcciones en mangas, otras llamadas a las imprentas y otras al departamento de ventas para asegurarse de todos los detalles de las impresiones hasta que la primera junta programada para el día llegó.

En lo que iba del día, Zen ya había revisado y corregido dos manga completos y devueltos a sus respectivos autores, así como había solucionado varias inquietudes de sus editores. Ahora le esperaba una junta con los editores en jefes de todos los departamentos de manga para trabajar en una especie de feria donde los mangakas más reconocidos de su áreas fueran a dar una charla de su trabajo al igual que una sesión de preguntas-respuestas entre otras cosas. Lamentaba de sobremanera saber que su amante no se encontraría ahí, en entraría al proyecto cuando todos se lograran poner de acuerdo.

Fue uno de los últimos en llegar, Isaka estaba en su actitud melindrosa e infantil de siempre pero había algo diferente, no tardó mucho al ver de qué se trataba. Una mirada seca y tosca estaba posada en él, sus ojos miel chocaron con otros cafeces, tal encuentro fue suficiente para sacar varios gruñidos que no pasaron por alto. El presidente miraba fascinado la escena, ser un beta como él tenía muchas ventajas, sus celos eran escasos pero su apetito sexual estaba por las nubes y su alfa lo atendía de maravilla, ni hablar de esos instintos típicos de omegas y alfas. ¡Le daban tanta risa su comportamiento! Sin embargo, él procuraba desarrollar entre sus empleados un ambiente de solidaridad y respeto, pero ver a dos alfas actuando como perros por no sé qué cosa era digno de presenciarse.

¿Por qué se estaban comportando así? Sin duda era por alguien, bien que conocía esos gruñidos un tanto posesivos entre rivales, pues los había escuchado de su propia pareja cuando se sentía receloso con otra persona, ¿desde cuando se conocían? Sabía el sujeto de lentes era el nuevo jefe en el departamento de shoujo pero, sobre todo, ¿Quién era el afortunado o desdichado que despertaba el interés de ambos? Pero a diferencia de Isaka que los veía con fascinación, el resto se encontraban tensos. Kirishima sabía ahora quien era ese sujeto, la razón por la que Yokozawa estuviera tan lastimado, que su visión de sí mismo estuviera por los suelos. ¿Cómo se atrevió a lastimar a un ser tan puro? ¿Era tonto? ¿Era consciente de todo el dolor que le provocó? Ahora el vendedor no lo necesitaba, lo tenía a él, no necesitaba nada más.

El castaño sonrío de manera arrogante cuando un pensamiento se le cruzó por la mente: "Takafumi me prefiere a mí, me busca, busca mi calor, mi cuerpo, mi mirada... él ya me pertenece desde hace tiempo." Ante tal mirada y sonrisa, el azabache tensó aún más mandíbula y afilo más su mirada, se podía dar una idea de tales pensamientos y pronto le demostraría que el único dueño de su corazón era él. La situación se estaba turbando un poco incómoda, por esa razón, el secretario y pareja del beta decidió darle un pequeño codazo para que impusiera orden, cosa que accedió muy a regañadientes.

La junta pasó de es amanera, entre miradas asesinas y comentarios sutiles pero bastante ofensivos. Ambos alfas se la pasaron en una especie de guerra fría; al acabar la reunión, todos abandonaron la sala menos aquellos hombres, quienes se mantuvieron en su asiento. El primero en hablar fue el azabache.

- ¿No puedo creer que mi suerte esté tan mierda como para encontrarme contigo?

El castaño escupió un carcajada bastante forzada. - No me vengas con eso, ciertamente no tendríamos que hacer tal relajo si sólo acertarás lo más obvio.

- ¿Y qué se supone exactamente lo que debo aceptar? - ni siquiera se molesto en ocultar su todo siseante de cólera.

- Qué Yokozawa Takafumi es mío.

Un fuerte gruñido brotó de los labios del editor del departamento de esmeralda. Su lobo aulló colérico, eso no era cierto. El omega no podía olvidarlo así de fácil, no después de tantos años juntos.

- ¿Quieres que te demuestre lo contrario? - lo retó. ¿Era lo correcto? ¿Realmente estaba seguro que él ganaría? Sabía que estaba en puntos rojos con el vendedor.

-No es necesario, eres inferior a mí en todo sentido - aclaró de manera simple, a Takano le irritó aún más su actitud tan relajada, llena de ironía y burla.

- ¡CLAR...! - Rugió con fuerzas, dejando a penas salir sus hormonas con la intensión de intimidarlo, cosa que no funcionó y, además, antes de terminar la palabra siquiera el castaño lo calló con algo que aún dolía.

- Yo jamás lo engañaría- soltó de golpe, levantando un poco su voz. - En su lugar, lo adoro y atesoro. Jamás podría traicionar su confianza y mucho menos podría dejarme guiar por mis instintos de alfa con respecto a mi celo, si no es con Takafumi, no es con nadie.

Kirishima observó un momento a su rival, había dado en un punto sensible, lo había callado. Se levantó de su silla, dando por terminado la pelea verbal. Se sentía tan bien poder dejarle en claro lo que era suyo, al fin podía poner su papel de pareja protectora, pero lo mejor de todo era que cada palabra que había dicho era verdad.

[...]

Ven, por favor. Estoy en la sala de juntas del cuarto piso, en la sección de las bodegas. No tardes.

Yokozawa observó el mensaje por segunda vez y mientras lo hacía su ceño se arrugó. ¿Había una sala de juntas en el área de bodegas? Por lo que sabía, ese piso o la mitad de él estaba en remodelación pero por un atrasó con los materiales ese día y probablemente siguiente se encontraría vacío, mientras que los trabajadores de ese piso estaban distribuidos en los otros cinco pisos. Comentándole a Henmi que tomaría un descanso, salió rumbo al cuarto piso lo más rápido que pudo, pensando que tenía razón desde la mañana sobre la salud de su amante.

Dime, ¿dónde está la sala? Aquí esta muy oscuro y no veo casi nada. ¡Qué te costaba vernos en tu piso, eh?

Mensajeo mientras tentaba las paredes en la oscuridad. Prendió la lampara de su celular y se introdujo más a fondo, ¿por qué tanto misterio? Su omega estaba muy callado, quizás él sí sabía que pasaba.

Sigue derecho, la he dejado entre abierta.

No tardó mucho en encontrar a lo lejos una tenue, apresuró el pasó y entró de golpe. Había pensado que quizás el editor tenía una fuerte fiebre, quizás se había perdido y caído o algo así... pero por lo que veía ante sus ojos, ese hombre se encontraba bien, más que bien. Sus pantalones se encontraba desabrochados, su camisa bastante desalineada y su rostro estaba completamente rojo. Eso sin contar que una de sus manos esta sosteniendo su miembro y que de esta goteaba semen.

"Pero que carajos... "

- Kirishima - habló en todo de reproche/regaño, no podía creer que lo hiciera venir por... por, ¡ni siquiera sabía como llamarle! ¿calentura?

- Antes que me regañes, quiero decir que no lo hice intencional. Digo, no tengo una sola necesidad de masturbarme cuando te tengo a ti, quien me satisface por completo.

- ¿Entonces qué es esto? Por lo que veo yo...

- Estoy en celo - soltó, interrumpiendo al contrario.

Yokozawa se quedó pasmado. Su pareja había entrado en celo pero... ¿no se suponía que llevaba más de siete años sin entrar en esa fase? Eso explicaba muchas cosas, la temperatura un tanto inusual en la mañana, así como su aroma más intenso en pequeñísimos lapsos de tiempo y su rara reacción de su cuerpo en la mañana. Al parecer su propio cuerpo le aviso la llegada de la etapa, ¿ahora qué? ¿Cómo...?

- No sé porque ahora, lo sabes, te lo he dicho: hace más de siete años que mi celo dejo de agobiarme, pero ahora ha vuelto - el castaño jadeo mientras sentía como su pene volvía a erguirse sin un ambiente erótico o estimulación y no solo él, Yokozawa también lo veía. - Se va y viene, hace rato, después de salir de una junta me sentí mareado y con mucho, mucho calor; me di cuenta que era mi celo porque mi tenía una jodida erección en menos de diez segundos. En los baños no podía acudir, mi olor es bastante intenso y llamaría la atención a muchos omegas...

El menor intentaba procesar todo hasta que ese maldito y agobiante aroma llegó ante él, era un aroma más fuerte, más dominante que casi le dobla las piernas. Se tapo la nariz para evitar que su cuerpo reaccionara ante tal estimulo, pero esas benditas fermonas estaba echas para incitarlo, para invitarlo a aparearse.

-Necesito ir a un lugar que no sea mi casa, Hiyori está ahí.

Yokozawa asintió, era lo correcto. El único lugar disponible era su departamento y con todo gusto se lo dejaría, él quería apoyarlo en todo. Un leve jadeo lo hizo volver a la realidad, el castaño estaba empezando a mover una vez más su mano al rededor de su miembro, verlo así lo prendía de una manera incomprensible.

- Quédate en mi departamento - dijo, con voz ahogada. Toda la maldita sala tenía ese aroma, lo mareaba un poco, sentía un poco húmeda su entrada. "Maldito seas, Kirishima. Ahora yo quiero que me tomes"

- Taka...fumi...- la voz del alfa era entrecortada, gruesa y, a la vez, ahogada. - Hay dos cosas que quiero pedirte. Te puedes negar - el peliazul no sabía muy bien que le pediría, pero aún así asintió. Espero pacientemente, mientras veía como su pareja intentaba llegar al éxtasis solo, ¿a caso él...? - En primera, quiero que me ayudes con esto. No te pido llegar hasta al final, sólo quiero tocarte y que me toques un poco y, la segunda es... que quiero que pases mi celo conmigo.

Pasar el celo con el alfa no era cualquier cosa. Sabía que sería tomado de manera insaciable, salvaje e intensamente y no todos los cuerpos podían soportar tal agotamiento. Yokozawa lo miró fijamente, le hacía sentirse bien el saber que el editor quería compartir su celo con él, algo muy dentro de él había explotado, se había liberado, por primera vez, ese deseo intenso de darle placer al alfa, de entregarse carnalmente de manera completa.

Yokozawa había pasado solo dos celos con Takano, pues al negarse a pasar los suyo con él, este también lo hacía. Recuerda que dichos celos no eran tan fuertes o así los sentía él, pero algo le decía que Kirishima le haría sentir muchas cosas nunca antes experimentadas. ¿Debería aceptar? ¿Qué quería el oso gruñón? El aroma llegó una vez más y con él la decisión. Él quería pasar el celo del alfa a lado de él, amándose y entregándose.

kirishima no estaba seguro cual sería su respuesta, su osos era bastante impredecible. Cerró momentáneamente los ojos al sentir un escalofrío por su segunda masturbación pero tal escalofrío se vio opacado por la sensación de una mano ajena sobre la suya, inmediatamente abrió los ojos y se topo con unos azules, que lo miraban de manera diferente, más decisivos, más salvajes, más lujuriosos; ¿eso significaba que aceptaba? Iba a hablar pero de su boca solo salió un gemido ahogado al sentir su pene envuelto completamente por la mano de su adorada esposa.

La mano hacía maravillas, no se comparaba con la anterior donde él tuvo que hacerlo por su cuenta, ahora era mil veces mejor. Recargado en el respaldo de la gran mesa, se dio cuenta que estaba aprisionado con el cuerpo de Yokozawa, eso le encantó.

El menor se instaló en la curva del cuello para olerlo mejor, su cuerpo vibró ante tal concentración de fermonas, sin duda lo estaban poniendo caliente. Después de inhalar un par de veces de manera profunda, empezó a lamber y besar de manera húmeda aquella piel, su lado omega pedía a gritos marcar esa área específicamente como suya mientras su mano seguía masturbando a su pareja. El castaño se sentía en las nubes, dejó soltar aún más su aroma pesado provocando que el menor soltara y gruñido y atacara más su cuello, quería que este le dejara marcas, que lo marcara porque tenía todo el derecho de hacerlo, Kirishima era de Yokozawa.

-De... ja salir tu aroma también. ¡Ugh! Déjame sentirlo... - la petición fue recibida y procesada para después ser aceptada, el aroma de vendedor se mezcló rápidamente con el suyo en una especie de respuesta a su silencioso llamado porque lo era, su aroma lo reclamaba solo a él. Tal aroma lo alentó a tocar también a su amante, pasando su mano por su cuerpo a través de la tela, apretando su trasero, recorriendo su espalda, hombros y pecho ¡pero era bastante difícil! No sabía ni cómo ni porqué su cuello se encontraba tan sensible, lo que causara que perdiera la concentración.

El alfa no tardaría mucho sin correrse, en su caricias traviesas y cada vez más subidas de tonos, una de estas fueron dirigidas a la parte noble del menos, ahí se dio cuenta que el único duro no era solo él. Algo ansiosos empezó a desabrochar la hebilla de su cinturón para seguir con el cierre.

- Zen... ¿qué haces...? - el omega se separo de su cuello para ver esas manos traviesas recorrer una parte que comenzaba a dolerle. - Dijiste que... dijiste que solo ibas a tocar - le reprochó.

- ¿Cómo me puedes decir eso cuando esto me reclama mi atención? No dejes de acariciar, yo haré lo mismo.

Antes de que Yokozawa volviera a su refugio favorito por el momento para seguir disfrutando de ese olor, la mano libre del mayor atrapó su rostro y lo guió al suyo. Ahí ambos se fundieron en una beso salvaje y apasionado. Los sonidos eran bastantes obscenos, demasiado eróticos, ninguno de los dos quería ceder ante esa pelea por tomar el control.

- Pero...¡ah!

- Así se siente más increíble, ¿no crees?

Ahora ambos miembros estaban rozándose, piel con piel. El pre semen hacía más fácil el roce, el mayor movía las caderas, mientras que sostenía al peliazul de manera posesiva.

- Te deseo tanto Takafumi, mi omega. Dime, ¿pasarás mi celo conmigo? - las palabras dichas cercas de su oído a manera de susurro lo estremecieron.

"¿Cómo es posible que me provoque tanto con tan poco, ¿eh? Explícamelo, tú no me vas a abandonar ni dejar de lado, ¿verdad? Tu amor es verdadero y fuerte para que yo pueda entregarte todo sin dudar, para que pueda amarte como sé que puedo amar..."

- Sí, pasaré el contigo tu celo. Debemos llegar rápido a mi departamento antes de que entres en celo de manera definitiva.

El editor sonrío, sin duda sería el mejor celo. Atacó nuevamente esos labios ahora un poco hinchados para reclamarlos como suyos. Cuando ambos terminaran tomarían uno de los autos de la editorial para evitar problemas, ya había llamado a su madre y ella se haría cargo de su cachorrita. Su mamá y papá estaría algo ocupados.

.

.

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- Creo que eres la única persona que no me ha abandonado, gracias por eso. No sé que habría hecho sin ti - ese era un pensamiento que había flotado en su cabeza durante mucho tiempo. - Eres muy importante para mí.

El contrario no volteo a verlo, no podía sin dejar a la vista los tono rozados en sus mejillas. No entendía, su corazón estaba desbocado, esto solo le confirmaba lo que sospechaba desde mese atrás: estaba enamorado de Takano Masamune, un alfa.

- ¿Qué, no piensas decir nada? - se burló el azabache.

- Vete a la mierda, Masamune.

El alfa se rió de forma tenue. ¿Quién iría a pensar que el hombre del cual estaba enamorado era, en realidad, un omega? Ciertamente no se animaba a confesarse porque una pareja de alfas era algo bastante raro pero ahora que sabía la verdadera naturaleza del de pelos azules se animaría a un confesión en un día cercano.


¡Espero que lo hayan disfrutado! Estoy trabajando en otro fanfic de la TRIFECTA, pronto le daré luz verde y creo que les va a encantar. Pero les advierto que las/ los hará llorar, he conseguido idear una fórmula diferente, sí señor. Cuídense.

Nos leemos pronto.

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