Los instintos de un buen alfa

La habitación olía a él, a su aroma que lo enloqueció desde que lo conoció. Ahora se encontraba en los brazos del alfa, el cual estaba dormido plácidamente con él en sus brazos.
Hace un par de horas que sus cuerpos se unieron una vez más y ahora se sentía más cercas del castaño. Era extraño, a decir verdad.
Levantó un poco su rostro y lo observó en silencio,  se veía tan diferente. Tan sereno, tan frágil, tan vulnerable; sus largas pestañas claras y lacias eran hermosas y sólo se veían opacadas con esos ojos miel. Observó con detalle cada parte de su rostro < Hermoso> esa era la palabra que se hallaba en su mente. Su lobo se removió feliz, todo su cuerpo estaba lleno de él y el dulce aroma lo tranquilizaba, dándole una sensación de protección y cariño.
Yokozawa se prometió, entonces, que no se privaría de poner todo de su parte para que esto funcionara. Quizás todo ese dolor se curaría y daría pasó a una gran pasión.

[ "Después de completar el vínculo sexual con tu pareja predestinada, ambos se acercaran más. El alfa se comportara más celoso y posesivo, pues su instinto le dirá que quizás su omega esté en gestación, en cambio, el omega quedrá tener más atención por parte de éste." ]

Recordó lo que decía en un artículo. Si eso era cierto, Kirishima debería ser más molesto de lo normal. Su cuerpo se sentía relajado, la tranquila respiración del editor, su aroma junto con sus latidos lo adormecieron, echó un vistazo más a ese rostro y pensó que él solo tenía la oportunidad de verlo de esa manera, de observarlo dormir a esa distancia, en sus brazos, después de unirse por primera vez.

Cuando Yokozawa se durmió, se acunó aún más en los brazos del castaño, buscando su calor y de manera inconsciente, sus fermonas salieron provocando que Kirishima pegara más su cuerpo al suyo.

[...]

— Vamos, Takafumi. Si quieres que te tomé otra vez solo tienes que decirlo.

Yokozawa se removió perezosamente en las sábanas. ¿Ahora que tanto balbuceaba su amante? Aún era muy temprano y no estaba de humor para ser el blanco de sus burlas. Un agudo dolor proveniente de su ano se hacía presente cada vez que se movía.

— ¿He? — dijo intentando buscar un lugar cómodo para volver a dormir.

— Digo que si me enseñas ese hermoso y firme trasero volveré a tomarte, aunque no hay problema. Así que anda, muero de hambre. 

Las palabras del editor le cayeron como balde de agua fría. Se removió buscando tela sobre su espalda y trasero, dándose cuenta que nada lo tapaba.
Levantó su cabeza y se encontró a un Kirishima irradiando felicidad sentado al borde de la cama cerca de él, tenía puesto una playera blanca que Yokozawa reconoció como suya. Su cabello se encontraba húmedo pero manteniendo su forma rebelde.

— Bueeenos días, ¿dormiste bien? — dijo con tono burlón. Estiró una mano y acarició su torso denudo, se deleitó al ver a su omega colorado y con su ceño fruncido. ¡Se veía tan adorable!

— Silencio — sentenció incorporándose en la cama. Ahí tuvo la oportunidad de ver su cuerpo con varias marcas, tanto en sus muslos y abdomen. — ¿Me quieres explicar qué carajos es esto?

— Es tu cuerpo.

— No, idiota. Me refiero a éstas marcas, ¡demonios, Kirishima!

— Vamos, que cuando te las hiciste no te quejaste. Oh, cierto, lo olvidaba — se acercó a su malhumorado amante, tomó su rostro y le plantó un beso lento.

Al fin había podido tener en sus brazos a su pareja predestinada, había podido explorar ese cuerpo a su antojo, besarlo y adorarlo. Se sentía tan completo al fin, su lengua entró a la cavidad bucal del menor y saboreo su interior.
¿Desde cuándo se volvió adicto a su boca? Quizás desde el primer momento en que la probó y ahora sería un fiel devota de ese cuerpo que lo enloquecía, que lo encendía hasta perder la cordura.
Se separó de esos labios, tapándose con esos ojos hermosos y misteriosos.

— Te amo. He salido a buscar comida, pero sabía que no estarías en condiciones para prepararnos algo delicioso y traje comida rápida, te espero para comer.

Yokozawa lo vio retirarse, con cuidado se levantó y se metió al baño. Una ducha rápida era lo que pedía su cuerpo necesitaba para volver a la normalidad y para su sorpresa, se dio cuanta que el aroma de Kirishima no se había ido de él.
Al salir, se puso algo cómodo: un pantalón y sinceramente no tenía planeado salir de casa.
Al salir, se encontró a un Kirishima sentado en el sillón leyendo uno de sus libros de su pequeño librero.

— Aquí estoy, ¿qué comprate para almorzar?

Kirishima giró su cabeza y le regaló una sonrisa, la cuál Yokozawa nunca había visto antes. Con timidez se acercó a él y diversos platillos lo esperaban, era mucha comida y dudaba que dos hombres pudieran comer todo.

— Es mucha comida... — dijo tomando unos palillos.

— ¿Lo dices serio? — Kirishima vio como detenimiento la comida. — Rayos, se echará a perder.

— Creo que también lo comemos para la comida....


[...]

— Oh sí. Sigue así, Takafumi. Mmmm...

Yokozawa tenía la mente nublada por el momento. Las fuertes estocadas rozaban sus paredes deliciosamente, podía sentir como el miembro del alfa entraba con fuerza hasta lo más profundo de sí, llevándolo a un punto sublime y salía con rapidez, casi por completo para volver a entrar. Dentro, fuera. Dentro, fuera.

— ¡Aha-a...! — gimió dulcemente cuando esa masa de carne lo invadió una vez más. Las manos del castaño recorría su muslos y su trasero, apretando con fuerza esto último, ayudando a bajar y levantar la caderas del peliazul.

El menor montaba al castaño a un ritmo constante. Su cuerpo ya estaba sudoroso y cansado por el esfuerzo, pero no quería parar, al contrario, todo de él quería seguir.

— Ngh... ¡ah! — una mordida en su hombro lo estremeció. No podía negar que a veces el sexo  rudo lo podía prender un poco más.

Dentro, fuera. Dentro, fuera... ¡Estaba perdiendo la cabeza! Había toda un mar de sensaciones en sus interior. Las fermomas de Kirishima lo atontaban aún más, estaban por todo el lugar y aún no se acostumbraba a tan abrumadora sensación. ¡Ni siquiera sabía como había terminado en los brazos del editor otra vez! Necesitaría mantener la mente fría cuando volviera a suceder, no podía dejarse llevar así de fácil.

Apretó lo dientes para evitar salir un sonoro gemido. Montar al mayor era de por si bastante vergonzoso, como para soltar raros sonidos.

— ¿Qué hay con eso? — dijo Kirishima al ver ese gesto en su amante. El AMABA escuchar esa dulce voz.

— Si...lencio.

— ¡Ni hablar! — una estocada en cierto punto hizo salir de los labios del omega un profundo gemido. El "¡Ah!" más hermoso que Kirishima ha escuchado en todo el día. — Así está mejor.

De manera hambrienta, atacó sus labios. El choqué entre lenguas y el calor de sus alientos mezclándose les robaba el aliento, Yokozawa sentía su lengua hormiguear por la constante succión por parte del otro.
Las manos del vendedor se enterraron en su espalda al sentir que se venía.

Kirishima sintió como su omega soltó una vez más su aroma, exitándolo. En serio quería que el peliazul dejara de aferrarse a él de esa forma para poder seguir en ese placer por un poco más, que dejara de producir esos hermosos sonidos, que esa carita de pre-orgasmo dejara de ser tan jodidamente erótica.

El aroma de su omega lo estremeció hasta el dedos de los pies, como respuesta a tal olor, le correspondió de igual manera.

— No... por favor... — susurro en su oído.

— ¿Qué?

— Tu aroma... perderé la cabeza.

— Pierdela--- senteció en un jadeo.--- Pierdela si lo haces conmigo solamente, por favor... por favor... — lo tomó por las nalgas con fuerzas, tumbándolo al sillón. — Di mi nombre y acéptame ¡ah...! Acéptame como tu alfa.

La nueva posición logró que las estocadas rosaran en nuevos lugares. Yokozawa pensó que en verdad el alfa quería que perdiera la cabeza, lo miró por unos instantes y se encontró con una cara seria o más bien concentrada en sus movimientos y en cada gesto que él articulara, su mirada era profunda y muy dilatada... su risos caían por su frente, dándole un aire sexi.
¿Quería que dijera su nombre? Él nunca lo había dicho, pero pareciera que el castaño necesitara oír.

— Ze-en...

— Eso es, dilo más fuerte.

— Ngh... — el nudo estaba haciendo presencia en su interior, tanto el castaño con él ya estaba en el final. — Zen...

Por su expresión, supo que el vendedor había terminado al igual que él. Sus respiraciones estaban agitadas, pero sin dudas había sido bastante estimulante.
Kirishima se acercó a Yokozawa y enterró su rostro en su cuello, inhalando con profundidad su aroma.

— ... Takafumi.

— Dime.

— ¿Puedo quedarme contigo hoy también? Hiyo no está y volverá mañana por la tarde.

— Tengo trabajo — y era cierto. Él quería adelantar tarea y estaba seguro que no podría hacerlo ya que el mayor se la pasaba molestándolo o haciendo cualquier cosa para llamar su atención.

— Al diablo con eso — dijo, aún en su cuello. Su voz le provocó cosquillas. — Siento la necesidad de estar contigo, no quiero separarme de ti. Así que... sé un buen amante y deja que tu alfa te cuide.

— ¡Cómo si necesitara que alguien me cuide!

— Tal vez no, ¡pero vamos! Es mi instinto, no es como si pudiera hacer algo. Necesito ya sabes... marcar territorio, que sepan que eres mío.

—¡!

Yokozawa no evitó ponerse colorado. Deseaba que el castaño dejara de soltar cualquier palabra cursi que le cruzara por la mente.

—¿Sí?

Yokozawa lo meditó un poco, no sonaba tan mal, al fin de cuentas él también quería estar con él, lo necesitaba, su lobo aullaba por querer estar en sus brazos toda la noches.

— De acuerdo.

[...]

Kirishima había salido muy a regañadientes por ropa a su departamento. Durante el camino no pudo dejar de sonreír, no recordaba las última vez había estado con otro cuerpo, los besos húmedos y la sensación al unirse y se sentirse querido por alguien más. Era tan agradable tener ese contacto y aún más si se trataba de su pareja predestinada.
Al llegar a su casa corrió por sus cosas, en verdad sentía la necesidad de estar con su omega.

"Dios, nunca mis instintos fueron tan fuertes y demandantes...  a este paso seré como un alfa en celo el cual su omega ya marcado está en cinta y se encuentra en peligro." Todo un maldito protector.

Ahora que lo pensara, ¿su celo también volvería a surgir?

[...]

Yokozawa estaba pegado en el monitor, esperando ser rápido y avanzar en todo lo posible. Sorata estaba de vago por el vecindario, si no volvía más tarde tendría que buscarlo más tarde.

"Diablos, ¿por qué acepté que se quedara?" se reprochó. Aunque... esa carita de felicidad le hizo latir su corazón con fuerza le decía que era lo correcto. Él definitivamente se sentía amado por él y también quería amar como él.

[...]

Yasuda bebía en el bar mientras pensaba en ese omega. Él no era como los demás, claro que no.
Esa mirada, esa complexión le resultaban interesante, definitivamente tendría que volver a verlo y pedirle disculpas. ¿Cómo se llamará? Necesitaba saberlo.

Holaaaa. ^^

Perdonen la demora (aunque en los puntos al inicio de la historia les pedí paciencia). Espero que lo disfruten y bueno, pronto aparecera ese amor que le dolió tanto a Yokozawa y bueno, Kirishima tendrá que marcar territorio.

¡Nos leemos pronto!

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