Antes de encontrarte, un amor doloroso tocó mi puerta

Yokozawa caminaba en silencio a lado del alfa hacía el auto, las cosas estaban un poco tensas después del encuentro con Takano. Nunca creyó encontrárselo y mucho menos que Kirishima tuviera un contacto con él. Su pasado aún era un misterio, o bueno, no tanto para su pareja, sin embargo, lo poco que sabía no decía mucho y quizás ya era hora de abrirle esa parte de su vida al castaño pues en parte él tenía derecho a saberlo. 

Aún algo aturdido por el incidente, estiró su mano y tomó la contraria, llamando su atención. El alfa se encontraba sumido en sus pensamientos, se preguntaba quién era ese sujeto que le hablaba con tanta familiaridad a su omega, por un lado le molestaba pero no quería moverle más al asunto, al menos no por el momento, la fuerza de sus celos era poderosa si se hablaba de Takafumi. Al sentir el cálido toque del menor, una sensación de cosquilleo recorrió su mano hasta dar con el ante brazo, se giró para verlo esperando pacientemente a que hablara. 

— Zen... con respecto a lo que pasó hace unos minutos... bueno, creo que tengo que explicarte algunas cosas — Yokozawa no perdió de vista aquellos ojos color miel, esa mirada le resultaba tan atrayente, tan seductora, tan amorosa, esa mirada era todo lo que había buscado. Aún le resultaba ireal  que alguien como el editor estuviera con él. Sin duda, el castaño podría tener a muchas y muchos omegas, betas e incluso un delta, pero no, estaba con él porque había algo especial e incluso mágico entre los dos, eso sin contar que tenían algo que los unían, un lazo que los complementaba y los atraía como abejas al polen. 

 — Tranquilo, yo no te presionaré.

— Pero quiero hacerlo, necesito hacerlo. Si no te habló de él es como si yo no lo soltara y yo no quiero eso — apretó sus puños y frunció su ceño para tomar valor y decir una de las cosas más vergonzosas que ha dicho hasta el momento. — Yo quiero entregarme por completo a ti, creo que lo vales y tomaré el riesgo. 

El alfa se había quedado en un trance debido a tan bonitas palabras que llegaron sin previo aviso. No iba a negar que su corazón había acelerado su ritmo y que todo, justo en ese momento, parecía tomar un suave color rosa. Las palabras del omega se colaban suavemente en su corazón, ciertamente eso lo llenaba de una tranquilidad que desde hace algunas semanas necesitaba pues, el vendedor solía ser muy cerrado con respecto a sus sentimientos y aunque podía verlo a través de su armadura no tenía la capacidad de leer mentes. Ser conocedor de que el contrario estaba dispuesto a todo al igual que él le daban ganas de gritar, bailar, llorar, cantar, e incluso, besar. 

— Bien, yo te escucharé atentamente Yokozawa. 

[...]

Hiyo esperaba ansiosa con su abuela en el departamento, realmente se había encariñado mucho con su oniichan, ¡era el mejor! Ya quisiera de grande tener un amigo así que lo apoye. Su abuela, la señora Kirishima, veía fascinada como la cachorra miraba ansiosa la puerta, vaya que se había encariñado tanto con el omega que su padre, para la ironía de la vida, también se había enamorado. 

Se moría por conocerlo, la pequeña hablaba maravillas de él pero esta vez no sería la ocasión, ella tenía asuntos pendientes y no se podría quedar. Su hijo no tardaría en llegar, así que mínimo podría verle su rostro al tan mencionado hombre. 

Optó por volver a prestarle atención a la televisión, Hiyo ya había dejado muy en claro que ella no se movería de la puesta para recibirlos y ser la primera en darle la bienvenida. Esa determinación le recordaba mucho a su hijo cuando era pequeño, sin duda ella era la imagen viviente del alfa. El sonido sordo de pasos en el corredor alertaron a ambas omegas, quieres se prepararon para su llegado. 

La puerta de la entrada se entreabrió, dando paso a dos hombres quienes parecían más felices que nunca. El castaño tenía una sonrisa que no se negaba en ocultar, parecía que irradiaba felicidad pura, cosa que le hizo saber a la mayor que muy probablemente el hombre a su lado tenía que ver. ¡Hace mucho que no veía esa sonrisa en su hijo! No desde que Hiyo había nacido y la cargo por primera vez. 

Sus ojos chocaron con unos un tanto nerviosos. "Pero que mirada tan más tierna."  Pensó la señora Kirishima, el sujeto era de piel pálida, rasgos dulces pero imponentes y no decir de su complexión, daba la extraña sensación de ser un omega pero sin dada te ponía a pensarlo una vez más. Sin duda, era una persona muy inusual para su rango pero no por eso dejaba de ser hermosos; su hijo tenía razón, a simple vista se veía que él era una persona muy dulce e incluso pura en ciertas circunstancias.

— ¡Oniicha! ¡Papá! ¡Bienvenidos a casa! 

Hiyo no perdió tiempo y saltó a los bazos de ambos hombres, quienes la abrigaron en un a brazo mientras la omega se aferraba a sus caderas. La señora Kirishima veía con cierta curiosidad la escena, no tenía dudas que ambos castaños tenía muy bien recibido al sujeto de ojos azules, pero le sorprendía más la acción de Hiyo, una tan cálida y natural como si se tratara de su madre. Dirigió su mirada a su hijo, quien le decía: "te lo dije" con la mirada. 

— ¡Abuela! — La llamó cuando se separó de ambos hombres. — Él es Yokozawa oniichan, él es el amigo de mi papá y mío también. 

La mayor se rió. 

— Es un placer conocer al amigo de mi hijo, Hiyori me ha contado mucho de ti — minetras pronunciaba aquellas palabras, les regalo una sonrisa un tanto acusadora y cómplice a ambos hombres, sobre todo cuando mencionaba la palabra amigo. 

Yokozawa entendió perfectamente que la señora sabía la verdadera naturaleza de su relación y no pudo evitar que la sangre se le subiera a la cabeza, provocándole un leve rubor en las mejillas. "Oh por Dios, no le creía a Zen cuando me dijo lo tierno que era ese hombre. Ciertamente creo que mi hijo puede ser un buen partido para este omega"  

— ¿Qué pasa Yokozawa? ¿A qué se debe ese sonrojo? — habló el castaño con toda la intención de molestarlo. 

 — ¡Silencio! Nadie está sonrojado aquí, son creencias tuyas — pero era claro que el menor estaba sonrojado, para evitar seguir el centro de atención decidió saludar. — Es un placer conocerla, señora Kirishima. Me llamo Yokozawa Takafumi, espero verla más seguido por aquí. 

— Pero que joven tan más educado. Ahora sé porque Hiyo estaba tan orgullosa de su Oniichan, por favor, cuide de ellos. 

La petición podía sonar algo inocente pero la verdad era que lo aceptaba. Eso era realmente un avance para él, sin duda se veía que la mayor no permitiría que nada entrara si no le convencía. Con una reverencia le dio las gracias y huyó a la cocina donde Hiyori lo esperaba. 

Ambos Kirishimas vieron al omega correr y una vez solos su madre le habló con un tono cómplice: 

 — Sin duda, el hombre es bueno. Deberías de ver como Hiyori estaba ansiosa por verlo — en el rostro del editor se dibujó una sonrisa soñadora y orgullosa, su familia empezaba a tomar forma después de siete duros años. Su madre sonrió más al ver la cara de bobo de su hijo, pero se percató también de una pequeña maleta, que supuso, era ropa. — ¿Es de él? 

— Sí, se quedará con nosotros todo el fin de semana. 

— Entonces pasénsela bien. Hiyori en definitiva será muy feliz. 

Dicho esto, la mujer tomó sus cosas y se despidió de todos, dejando a cargo del omega la laboriosa tarea de cuidar a los castaños, ella mejor que nadie sabía lo caprichudos que podían llegar a ser. 

[...] 

El líquido le calaba en su garganta. Sabía que estaba mal ahogar su dolor en alcohol pero no sabía que hacer por el momento. Dio un trago más. El azabache aún se preguntaba si era verdad eso que le había dicho el hombre que había llegado de la nada a interponerse entre Yokozawa, si era cierto todo estaba jodido, su corazón lo estaría. 

Aún recordaba la cara de decepción y dolor que tenía cuando los encontró, claramente no tenía intensiones de dárselo a conocer de esa manera, claro que no. Ni siquiera le pudo decir que se debía ese encuentro furtivo por su celo principalmente, eso y que se sentía tan... confundido con sus sentimientos por el beta, ni siquiera es capaz de decir con certeza porque se dejó engatusar por ese chico de ojos verdes. 

Cuando Yokozawa se fue, nadie sabía darle información de su paradero. Fue a la casa de sus padres, pero el señor Yokozawa lo recibió con un puñetazo en el ojo izquierdo con las palabras de: vete a la mierda, deja a mi hijo en paz. sabía que sus padres eran los únicos que sabían, pero no peleó más y regreso a la palabras suaves y frágiles del beta. Quién diría que no duro mucho esa  aventura y fue cuando se dio cuenta que había perdido, quizás, a la única persona que realmente amó. 

Si era cierto, si el omega estaba en una relación con otro alfa tenía que comprobar que fuera cierto. No tenía derecho a intervenir en su relación cuando fue él quien arruino la suyo primero, sin embargo una parte de él se negaba a soltar ese futuro con él una vez más. Felices, riéndose, amándose, entregándose... no podía negar tampoco que muchas veces se lo imaginó en un traje de novio, caminando hacía el altar, sonriente y enamorado. Desde lo ocurrido, jamás pasó su celo con nadie, aunque el cuerpo le quemara, simplemente deseaba con todas su fuerzas que el hombre de cabellos azules cruzara por esa puerta y le dijera que todo estaría bien. 

¿Qué pasaba si Yokozawa había aceptado pasar al fin su celo con ese alfa? Su lobo interior soltó un chillido de dolor, eso era imposible. Yokozawa nunca había aceptado pasar ni un solo celo con él así que... era imposible, ¿verdad? Era imposible que lo pasara con el otro. Sí, eso debía ser. Bebió un poco más y después se fue a su departamento, pasado mañana iría a trabajar a esa nueva editorial para ser el editor general del departamento Esmeralda. 

[...] 

  — ¡No seas necio! Me iré a dormir al cuarto de invitados. 

 — Vamos, oso. Yo no quiero dormir solo, así que porque no me consientes un poco y duermes conmigo esta vez, ¿eh? 

Desde que la cachorra se fue a dormir, tanto el omega como el alfa han estado en un juego de tirar y jalar o, al menos, era un juego para Kirishima. Estaba ansioso de poder compartir habitación con el menor, quería abrazarlo y dejarse embriagar por su hermoso aroma y dejar también su aroma en sus sabanas. Tener su olor en su cuarto y casa era un sueño, ya se había encargado de dejar su aroma en el departamento de este y, aunque no lo aceptara, el menor se sentía más tranquilo y cómodo pues lo sentía cerca.

  — ¡He dicho que no! ¿Qué pasará si Hiyori lo descubre, eh? No quiero que ella me odie, a penas estamos relacionándonos, torpe. 

—Nos levantaremos más temprano que ella, no hay de que preocuparse. Anda, osito, te he extrañado desde el otro fin de semana y no quiero ni pensar cuánto te extrañaré cuando la semana del fin de ciclo me aplaste. 

— No digas esas cosas, ella podría escuchar. 

Aunque lo negara, también lo había extrañado. No podía contar las veces en que su omega le rogaba por estar en sus brazos como aquel fin de semana. Estar en ellos era tan cómodo y le daba la sensación que ese era el lugar que pertenecía, todas veces que se encontraba anhelando ese calor echaba maldiciones dirigidas al editor. Solo él era responsable de su comportamiento tan raro y vergonzoso. 

 — Lo hará si sigue gritando de esa manera, así que calla. Solo quiero estar con mi lindo amante, yo sé que también me extrañaste así que... — sin terminar la oración, jalo de la mano a Yokozawa, quien un tanto apenado se dejó llevar mientras que, de paso, el mayor apagaba las luces. Dormir con él de esa forma le hacía sudar en frío, sería una primera experiencia que lo ponía a la expectativa.

Cuando el sonido sordo de la puesta cerrándose, cayó en cuanta de que ambos estaba en su habitación. Aunque no hicieran nada, lo seguía poniéndolo nervioso. Por otra parte, Kirishima miraba con una sonrisa especial al peliazul, al fin podía volver a tenerlo entra sus brazos. 

Se encaminaron a la cama, por suerte, el vendedor tomó el lado que él usualmente no tomaba. Una vez arropados, Takafumi le dio la espalda intentando relajarse y dormir, no obstante, El castaño se acercó y junto su pecho con esa espalda que ya había tenido la oportunidad de amar, pasó un bazo por su cintura, posándolo sobre esta y dejándole un leve beso en la nuca.  

 — O-oye, ¿qué crees que haces? — gruñó. 

— Solo me alimento de tu calor y me arrullo con tu olor. Buenas noches. 

Tenía que admitir que uno de los grandes problemas era el olor, Yokozawa tenía que usar toda su fuerza de voluntad para no pegarsele como mosca al castaño. Su olor era tan malditamente adictivo que en la oficina tenía que usar a veces supresivos para bajar los instintos del omega. Aunque no lo aparentaba, le molestaba que conviviera con otros pero se decía que era normal, sus trabajos requerían de relacionarse con sus compañeros, aún no podía creer que se consumiera tan rápido por ese alfa, era y sería se perdición.

— Buenas noches. 

Se animó a posar su bazo en cima del ajena y prosiguió a cerrar sus ojos. El editor se mordía sus labios para no dejar salir ningún ruido, casi podía  jurar que se desasía de ternura, dormir así, con él era un sueño hecho realidad. 

La mañana había llegado, aún con los ojos cerrados, estiró la mano donde se suponía que debía estar su omega pero no, estaba vacío. Abriendo los ojos con rapidez y sentándose de forma brusca, lo buscó con la mirada. Inhaló profundamente y se dio cuenta de que su aroma no solo abundaba en su recamara, también aquel que adoraba. Inhaló una vez más, siguiendo su rastro y lo encontró con un hermoso delantal rojo de lunares, mientras movía algo en la cazuela. ¡La imagen más adorable! ¿Cómo se atrevía a seducirlo de esta manera? El mayor a veces no podía creer que no se diera cuenta de cuándo y cómo lo provocaba, Yokozawa podía ser a veces muy denso, incluso en las situaciones más obvias. 

 — Buenos días, ¿cómo amaneció mi hermoso omega? — el menor pegó un brinco y miro con ala cara al alfa quien estaba recargado en el marco de puerta. — He de decir que me desperté algo decepcionado por no verte a mi lado, me quitaste la oportunidad de ver una imagen única. 

Yokozawa solo gruñó y le advirtió, con voz autoritaria que se callara o no le daría de comer. Dicho eso, lo corrió. Entonces, el editor no pudo hacer otras cosa más que despertar a su hija, hoy irían al cine y pasarían todo el día con el peliazul, hoy sería grandioso. 

Espero que lo hayan disfrutado. Tengo una pregunta: ¿Ustedes shipean a la pareja con otros personajes? La verdad he encontrado con varios fanfics con Takano y Yokozawa de pareja, a Yokozawa con Onodera o a Kirishima con Takano; pero nos les prestaba atención, pero hace poco alguien me escribió y me pidió que hiciera, aunque sea un ONE-SHOT, de una de las parejas. Tengo mis dudas, la TRIFECTA es perfecta para mí, de hecho es mi pareja favorita pero me gustaría saber su idea o que piensan al respecto. 

¡Nos leemos pronto!   

 NOTA: El pasado de Yokozawa y la plática con Kirishima de las daré a conocer más adelante. Aunque no lo parezca, planeo desde días antes la estructura del capítulo y el ritmo que tomara más adelante.  Creo que el siguiente capítulo lo amarán. ^^



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