CAPÍTULO FINAL
HERÓNIMO
¿Las siguientes semanas?
Caóticas.
Sonrío.
Dulcemente, caóticas...
Empezando por prácticamente, vivir por las dos semanas siguientes en el Hospital con rayo y en la habitación que seleccione a su traslado, luego de la cesárea.
¿Por qué, dicen?
Por el cierto nacimiento prematuro de nuestras bebas.
El doctor Mitch, luego de lo que Vangelis llamó "Dulce milagro" de nuestra pequeña Hope y sus pequeños tamañitos de recién nacida de las tres y a eso súmenle, el estado agotado y físico de mi nena, sufrido en su secuestro la noche de la mega fiesta con la cirugía. Decidió un periodo de incubadoras de ellas y un control diario de su crecimiento y aumento de peso, bajo la mirada atenta de él y un cuerpo de enfermeras.
Optando por la decisión de dos cosas, muy importantes para mí.
Uno.
No ir al Holding durante esas semanas.
Trabajo desde un sillón que mandé traer en rincón de la habitación, con mi laptop y ayudando a mi nena con el cuidado de nuestras hijas.
Sip.
Cambio sus pañales.
Las hago dormir con cuidado entre mis brazos y susurrándoles suaves alguna canción de cuna.
La ayudo con el biberón de leche, ya que mi rayo no da a vasto con su leche materna y nuestras tres diminutas glotonas.
O les leo para tranquilizarlas a las tres, entre mis brazos y sentado en mi sillón, la sección de economía del periódico, bajo la risita de Vangelis recostada en su cama.
Sí, sí.
Lo sé...las estoy escuchando.
Con urgencia, aprender un cuento infantil.
Condénenme.
Pero no olviden que toda mi puta vida, solo fui un hombre oscuro, glacial y de negocios.
Y la dos.
A partir del nacimiento de Tatúm, Junot y Hope, dictar como días no laborables los fin de semanas en TINERCA.
A la mierda, todo.
Mi familia, primero.
Respiro tranquilo, ahora.
Todo se acomodó como piezas de rompecabezas en el transcurso de los días.
Nuestro querido y enorme fenómeno de tamaño sofá, Rata, luego de una cirugía de emergencia por el veterinario y un par de días de internación, fue sanando de su herida de navaja, ya que la profundidad de esta no dañó tejidos musculares y en persona, fui en busca de mi amigo en su día de alta y lo llevé a casa.
A su hogar.
- Eres uno más de la familia, amigo... - Le dije esa tarde, acariciando su lomo y tomándome un tiempo con él sentados los dos en los escalones de la puerta trasera de la cocina, bajo esa eterna colita alegre mirando el jardín.
Como otra tarde, pasé varias veces mi mano por mi cara y caminé hasta hacer una puta y jodida huella en el piso de mi oficina del piso 30 del Holding de tanto ir y venir, cuando en compañía de Collins me dieron el nombre y apellido del agresor de mi nena, los oficiales de la policía.
Andrew.
El chico que parecía integrante de una banda Pop y trabajaba para mí.
Que falleció, bajo las manos de Grands por defender la vida de rayo en los viñedos.
Y este, reponiéndose en su casa bajo unas merecidas vacaciones y los cuidados de su familia de su profunda lesión.
Gracias Grands, gracias, amigo...
Y otra noticia y no menos importante en una visita a mi madre y sus queridos ancianos a su cuidado, aprovechando a Siniestra en su visita con Nicolás a mi mujer e hijas y en compañía de Hollywood llegando a "Terra Nostra," la linda visión de mi madre abrazada de Collins nos recibe, caminando por el extenso jardín.
Enamorados y felices, disfrutando del sol y ese hermoso vergel con la construcción de un nuevo invernadero.
- Tú, tienes papi y yo, tío nuevo... - Exclamó sonriente y con un profundo suspiro romántico, mi primo bajando del coche.
Apoyado en la puerta abierta de este, los observé sonriendo y negando divertido.
Ya era hora Collins, que dejaras los prejuicios atrás.
Ya era hora mamá, que te dieras una segunda oportunidad de vivir.
Como yo...
YO
La gran fiesta familiar y de bienvenida se hizo, cuando después de casi 20 días de Hospital, regresamos los cinco a nuestra casa con el alta del médico.
Bajo carteles de bienvenida pintado por mis sobrinos Tomas y Lucas con cartulinas y de todos nuestros familiares, amigos con Rata sano y fuerte, correteando por todo el jardín.
Almorzando en la mesa del patio y bajo ese enorme árbol frondoso y tupido que nos regala su sombra.
Comiendo las deliciosas ensaladas hechas por Marleane a la par de Lorna, vinos exclusivos de la bodega especial de Herónimo y las ricas delicatessen dulces de mi hermana querida, Siniestra con su familia.
Mis ojos recorren a cada uno de ellos con cierta emoción y felicidad.
A la especial Gloria sosteniendo a su bisnieta Hope con ternura y contándole algunas de sus andanzas, bajo las quejas por su vocabulario de Marleane a su lado y las risas de todos.
A Pulgarcito y Lorna al otro lado de la mesa, sonrientes y con mi Junot entre sus brazos y acariciando con devoción y tanto amor el pequeño Caldeo a mi bebé.
A mi padre sentado a mi lado, riendo por las salidas de Hollywood.
En mi querido sostén Marcello, ante las locuras raras de Hero.
Nuestras miradas se encuentran y me guiña un ojo cómplice.
Sonrío.
A Collins sirviendo la carne del asador a todos mientras exclama que está lista, bajo el aplauso de todos con ayuda de Herónimo.
Y mis ojos, reposan en mi marido.
El rey del acero.
El famoso ególatra y déspota jefe de los jefes.
El dueño absoluto de las T8P.
El señor oscuro.
Pero, con el corazón más rojo y peluche del mundo.
Sonríe.
Miro embobada su sonrisa y ese jodido canino desgastado e inclinado que tiene, cuando lo muestra con esa sonrisa que dejó hace mucho tiempo de ser oxidada por su poco uso.
Porque es radiante.
Ya que, Herónimo Mon es un hombre radiante y feliz.
Besa mi frente en el proceso de servir la comida a todos y a Tatúm que acuno en mi pecho dormida, mientras intercambia sus eternos insultos y tomadas de pelo con su mejor amigo Rodrigo que sin dejar de comer, abraza a Mel a su lado.
¿El postre de ese gran día?
Podría decir, que fue el gran pastel frutal de estación de Karla.
Pero, nop.
El postre fue la noticia al final de la comida.
Golpeando con una cuchara su copa, Rodo de pie nos dio la noticia y lleno de emoción, de la dulce espera con mi mejor amiga del primer hijo de ambos.
Gritos, festejos, muchos abrazos y más brindis, explotó después.
FIN.
EPÍLOGO
Tres años después...
HERÓNIMO
https://youtu.be/qSxyffSB7wA
Me detengo, casi en la cima a esperarlas.
Tipo filita india vienen las tres en sus pequeñitos cuerpos, subiendo por el sendero la pendiente y con cierta dificultad, en esos hermosos vestidos idénticos en rosa, amarillo, lila y con sus bonitos zapatitos en blanco que eligió rayo de sol para ellas.
Ahogo una risa, al sentir resoplar a Hope del cansancio y que se detiene.
Mi hermosa Juno, se vuelve para ayudarla con sus pasitos cortos propio aún de bebé, mientras Tatúm toma su mano para ayudarla a continuar también.
Cruzo mis brazos sobre mi pecho con orgullo.
Siempre unidas.
Siempre juntas, animándose una a la otra, mis tres hijas que me llegan de casualidad a mis rodillas.
Una vez arriba y a mi lado, me miran como me inclino y hago lo que todos los años cuando los visito.
Limpiar sus tumbas pasando mi mano y poder barrer viejas como secas hojas de ellas.
- ¿Qué ta chendo, papi? - Me pregunta Hope, inclinada también y con su dulce voz de niñita me mira, con sus tremendos ojos azules.
- Limpiar dónde descansan, cariño... - Le digo, acariciando su mejilla regordeta.
Juno se acerca y pasa su diminuto dedito por la lápida, donde están inscripciones lo nombre de Marian y ese hijo querido mío que no pudo ser, para luego los diseños de la otra.
- Hay bibujitos, acá. - Me señala las letras trabajadas y los ángeles tallados en él, como las estrellas acariciadas por flechas en el diseño.
Muchas estrellas con su flechas, por Juli.
Sonrío.
- Sí, amor...muchos dibujitos. - Recorro mi mirada en ellos.
Tatúm acomoda sus pequeños lentes como los míos de su nariz respingona y chiquita tan igual a mi rayo de sol.
- ¿Quene son, papi? - Pregunta.
Suspiro.
- El hermano mayor de ustedes bebitas, con su mamá y una amiga muy amada por nosotros.
- ¿Mamita no fue chu mamita? - Pregunta Juno, acariciando las tumbas.
- No, cariño... - Niego, pero las miro a las tres. - ...pero él, es un ángel ahora. - Señalo la tumba contigua al lado de mi hijo que mandé hacer y que tallen muchas estrellas en él, como flechas. - Como mi amiguita Juli. Ella y su hermano, son los angelitos guardianes de ustedes...
- A mí, me guta losh angelito. - Murmura Hope.
Les sonrío.
- A mí, también, bebita. - Respondo, sacando del bolsillo de mi saco de vestir el rey de mi tablero especial de ajedrez.
Lo pongo junto a las otras 16 piezas, que yacen en un extremo al resguardo del viento y el sol.
- Hoy es una fecha especial, hijas. - Digo, mirando a mis tres niñitas.
- ¿Cumpanos? - Tatúm pregunta, tomando asiento a mi lado y en el verde césped, que crece alrededor y bajo el gran manzano.
- Parecido a un cumpleaños, amor... - Respondo, atrayendo mis pequeñas tres pasiones hacia mí, de tres añitos de edad con amor. Beso la frente de cada una entre mis brazos. - ...y cada año para esta fecha, le traigo un recuerdo a su hermanito para que sepa que nunca lo olvido...
- Nosota tapoco papi. - Susurra Hope. - Ni la tu amilita Juli...
Dios.
¿Amarlas más?
Jodidamente, imposible.
Me pongo de pie con las manitos de ellas entre mis manos.
Una suave brisa cálida nos envuelve, haciendo volar a un lado mi corbata gris sobre mi hombro, mientras me despido de ellos con una plegaria.
La últimas luces de la tarde se reflejan en todo el parque privado, dando la bienvenida al ocaso con sus colores naranjas y ocres.
Junot, levanta su dedito al cielo.
- ¡Milá papi, nuna estella gande!
Acomodo mis lentes en el puente de mi nariz, para observarla.
Juno, tiene razón.
Es grande en el firmamento y brilla como ninguna y pese, aún a las últimas hora de luz del sol.
Los cuatro las observamos asombrados.
Y sonrío, por sentir calidez en mi pecho al verla.
Gracias, mi querida Juli...
FIN.
Muchas gracias por leerme.
CRISTO.
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