CAPITULO 6
HERÓNIMO
Con dos de mis dedos apoyados a un lado de mi sien y sobre la ventanilla de mi lado del coche, observo de reojo sin poder evitar sonreír, yo también a Vangelis, intentando disimular su alegría por tener el sobre totalmente en sus manos apretándolo contra su pecho.
Bonita.
El coche sale a la carretera nacional por la parte Este.
Rayo de sol mira intrigada esa maniobra de Collins, observando a través del vidrio como nos alejamos de a poco de la zona urbana de la ciudad.
Y me mira curiosa.
Me encojo de hombros como respuesta, restándole importancia para disimular.
No dice nada y vuelve a mirar la carretera.
Bien.
En realidad, el trayecto de viaje no es mucho.
Desde que hicieron la construcción de esta ruta, el acceso para llegar a nuestro destino es en pocos minutos.
Collins dobla en la siguiente intersección de esta, en una rotonda para seguir con nuestro viaje en un camino secundario y paralelo a la carretera principal.
Aunque la zona no es tan urbana, muchos barrios privados con hermosas casas la componen en la lejanía.
El coche se introduce en una entrada a su derecha y a una avenida con camino de adoquines.
Grandes y altos árboles de Álamos nos da la bienvenida, moviéndose al compás de la brisa en sus tonos plata y verde en ambos lados y a lo largo de esta.
Su ventanilla automáticamente se baja por mi nena.
- Guau... - Sale de su boca sin perder detalle a todo lo que mira, contemplando desde el coche en movimiento la hermosa zona compuesta por grandes casas estilo colonial e inglesas de dos y tres plantas con grandes jardines y entradas.
Mascotas, corretean con niños.
Algunos montado en bicicletas y otros, solo jugando desde su patio.
Cada casa posee la distribución correcta en diseño y construcción, aprovechando sus espacios al máximo y haciendo el ambiente tanto de paisaje como su edificación de toda esta región, confortable y muy agradable a la vista.
A hogar...
Al final casi de esta, para ser precisos en la curva donde la avenida se hace una calle.
Collins detiene el coche frente a un gran portón de hierro forjado como labrado en gris oscuro y sus puertas, se abren automáticamente con un dispositivo del coche que aprieta para introducirnos en su interior.
YO
Un paraíso.
Si me piden una palabra para describirlo.
Nos deslizamos por un camino en su interior amplio, ancho y rodeado de un inmenso jardín de césped verde y rodeando en un extremo, una pequeña laguna.
La propiedad es inmensa, amplia y exuberante en árboles medianos y grandes.
Con rincones de flores de distintas especies bien cuidadas y puestas en canteros de piedra natural, ambientando y dando a todo este precioso jardín con mucho verde y color, un aspecto paradisíaco.
Llegando a su final, mi boca cae.
Porque en ella y a los pies de unas montañas, la casa.
Ellas son majestuosas, robustas con su belleza natural y su imponente altura.
Tapizadas de verde y como gigantes guardianes, resguardan toda esta propiedad y la gran casa en medio de todo de este edén terrenal.
Miro de golpe y sorprendida a Herónimo.
¿Será que...?
El coche se detiene frente a la gran casona, rodeando una bonita fuente de agua en el medio de esta.
Hero traga saliva algo nervioso, pero su mirada aunque es fuerte y decidida, vacila.
- Pasaron los 15 minutos, nena... - Me dice suave y señala el sobre con su mano sana que había olvidado por completo que tengo aún entre las mías.
Collins abre mi puerta, mientras Hero sale por la suya.
Y yo, saco lo que hay en su interior.
Una carpeta transparente.
La abro y entre muchos papeles del tipo documentos, me recibe la foto completa y apaisada de lo que tengo frente mío.
La gran casona de tres plantas y su pequeña como bonita laguna, con este inmenso vergel de edén y las imponentes montañas detrás.
- Volví loco a todos los bienes raíces... - Murmura Hero con su voz llena de emoción . - ...y si no la conseguía, la iba a construir, rayo...
- Juli... - Susurro con la mano en mi boca de la emoción y sin poder dejar de mirar maravillada todo esto.
Como también, evitar, que las lágrimas recorran mis mejillas.
Me atrae a su pecho y las limpia con su pulgar.
- No llores nena, te lo pido... - Se sonríe, aunque sus ojos también están húmedos. - Eliot Hart la consiguió por mí. - Me mira y acaricia mi mejilla . - Por eso aquella vez, fue la cena de negocios, rayo...cerrar la negociación de compra de la propiedad.
Miro de vuelta el lugar.
Porque, era el sueño de Juli.
- No conseguí el lago que nuestra nenita quería... - Se sonríe triste. - ...pero, supe que era el lugar cuando vi la foto y nuestro...
Lo miro.
- ¿Nuestro? - Repito.
Me arquea una ceja.
- ¿Y dónde crees, que crecerán nuestros bebés? ¿En el Pen? ¿A más de 60 pisos de altura y en medio de toda una selva de cemento?
- ¿Nuestra? - Disculpen, mi cerebro por segunda vez en el día no coopera.
Se sonríe divertido, creo que por mi cara.
- Nuestra casa Vangelis, para nuestra familia...
No puedo hablar ni tampoco moverme, aunque si puedo seguir llorando.
Herónimo arruga su ceño preocupado y acuna mi rostro, limpiado mis lágrimas.
- ¿Nena, estás bien? ¿Acaso, no te gusta? - Se inquieta. - Vangelis, dime algo por favor... - Su voz se quiebra de angustia.
Y me estrello contra su pecho.
Gime de risa y dolor por la sorpresa de mi abrazo y olvidarme su brazo enyesado.
- ¿Qué, si me gusta? - Rodeo su cuello con mis brazos. - ¡Lo amo! - Río llorosa.
Me alza con su brazo sano para nivelar nuestras alturas y rodeo mis piernas en su cintura como puedo con mi vientre.
Acomodo sus sexys lentes de armazón grueso y negros en su bonita nariz recta, que quedaron algo bajos por el impacto de mi abrazo.
Ríe.
Y yo, con él.
- ¿Nuestro hogar, entonces? - Pregunta, aún con la voz un tanto insegura.
Y no le doy tiempo a nada.
Choco mis labios contra él.
Y su boca me recibe con una sonrisa en sus labios, aprovechando para besarlo más profundo.
Nuestras lenguas se buscan, se encuentran y se acarician.
Y gime de felicidad entre mis labios.
- Carajo, nena...te amo tanto. - Suelta con un susurro, con cada beso y abre los ojos lentamente.
Se gira a Collins, que cruzado de brazos y una pierna apoyado en el coche, no mira dentro de su seriedad, divertido.
- Collins, enseguida volvemos... - Dice.
Y no espera su respuesta.
Vuelve su mirada a mí, y en sus ojos destella algo.
Recorre mi rostro con ella y la comisura de su labio, se alza.
Carajo.
Porque, es su sonrisa sucia.
Y miro al cielo riendo.
Gracias Dios.
Sube los pocos escalones de la entrada conmigo encima suyo y envuelta, aún en su cintura.
Abre la puerta principal, pero no puedo ver mucho de la gran sala.
Sus besos no me lo permiten.
Entre caricias buscándonos, chocamos contra una mesa baja que se lleva puesta con un pie, ganándose el pobre mueble una maldición suya entre risas con nuestras bocas pegadas.
Sus besos me abandonan tan solo por un segundo, para mirar a ambas direcciones indeciso y opta por la puerta de la izquierda.
Me levanta más con su brazo sano y atrayéndome más a él posesivamente y como si mi peso fuera el de una pluma.
Nunca fui levantada así por un hombre, cargándome lleno de hambre de mí y llevada a donde sea, con desespero por poseerme.
Y me encanta.
Es mi nueva cosa favorita de él, en la forma primitiva y carnal que me carga como lo hace.
No me pregunten como, pero en el proceso arremolina subiendo mi falda azul a mi cintura, dejando expuestas mis bragas de encaje negras.
Eso es, hasta que empuja la puerta elegida para abrirla de forma bruta sin dejar de besarnos mientras la cierra de una patada muy a lo cavernícola.
Quizás Hero cerrando puertas de una patada y conmigo entre sus brazos, es mi segunda cosa favorita de él también.
Me apoya en la pared próxima con su cuerpo presionando el mío con fuerza, mientras jadeamos los dos por el impacto y la excitación.
Su mano se desliza a lo largo de mi muslo interior y sus dedos se sumergen, bajo mis bragas y se empujan dentro de mí.
Grito de placer, mientras él maldice roncamente al encontrarme mojada y lista.
Y entonces, todo es desesperación y demanda.
Su cálido aliento respira en mi cuello, mientras sus dedos entran y salen empapados de mí.
Enredo mi mano en su pelo revuelto con fuerza, mientras con la otra desabrocho su cinturón y el sonido de su cremallera bajando de su jeans, inunda la habitación vacía de muebles.
Sus labios, buscan los míos de forma desesperada.
Cada beso nuestro era un reclamo, un ruego y un pedido de amor del uno por el otro.
Mis talones en su espalda trabajan su jeans y bóxer bajándolos solo lo suficiente y ambos gemimos al sentirnos, cuando frota su pene muy fuerte contra mí.
Abandona mi interior con sus dedos, para hacer a un lado la única tela que nos separa.
El encaje de mis bragas.
Y me penetra suave y lento, sosteniéndome todo el tiempo.
Levanto mi cabeza y nuestros ojos se encuentran.
Quiere que lo sienta.
Adentro.
Su piel es suave y resbaladiza por mi humedad.
Dura, caliente y llenándome de a poco.
Con cada centímetro de él.
Besa mis pechos por sobre mi camisa, cuando lentamente sale de mi interior, para embestirme con fuerza.
Y su mirada se llena de deseo, al empezar a moverse dentro de mío.
Se hacen frenéticos.
Su respiración se vuelve acelerada empujando en mi interior y me hace gemir en voz alta, pero me lo calla con su boca y yo acuno su rostro entre mis manos, recibiendo todo de él y en nuestro beso que nunca termina.
- No me sueltes, rayo... - Murmura en mis labios y apretando fuerte mi espalda con su mano sana y con apenas, ayuda de la otra enyesada.
Me gira con cuidado y sin perder nuestro hermoso contacto, se inclina conmigo para recostarme con cuidado y de espalda a la única alfombra que hay en el piso.
Sus ojos vagan por mí, reanudando sus embestidas saliendo y entrando de mi interior.
Lo atrapo sonriendo, porque sé, que a Herónimo le gusta mi cuerpo más llenito ahora.
Mira el movimiento que hago y deja que me gire sobre él, quedando a horcajadas sin perder nuestra unión.
Lo hago suave y lento, elevándome algo para volver a caer sobre él.
Y su cabeza se hecha hacia atrás con un gemido ronco, por el placer de sentirme profundo.
Desabotono mi camisa abriéndolo de par en par y exponiendo mis pechos más redondos y llenos en mi sujetador, cual lo desabrocho también.
- Oh, mierda... tus tetas, nena... - Jadea al verlas y haciendo a un lado el sujetador.
Muerdo mi labio, sonriendo jadeante y muy excitada.
Sip.
Han crecido en este corto tiempo.
Las acaricia con su pulgar, provocando que mis pezones se endurezcan.
- Voy a embarazarte, cada jodido año. - Suelta entre risa, atacándolas con su boca.
Y río con él, mientras se llena de una para seguir con la otra.
Las chupa.
Muerde.
Juega.
Y se alimenta de ellas.
Para luego, soltar uno de mi pezones con un dulce pop e incorporarse y atraerme más a él, casi sentados los dos en la alfombra.
Recuesto mi cabeza en su hombro, mientras Hero con su mano dibuja el contorno de mi espalda, acunando mi trasero y me empuja hacia él.
Más dentro.
Más profundo.
Y nuestro gemidos, se encuentran y van al mismo ritmo.
Bajos y pausados al movimiento de sus suaves, pero profundas penetraciones.
Cuando no puedo soportar más, ese dulce calor tira de mí y mis piernas, aún rodeando su cintura comienzan a temblar.
- Hero... - Gimo.
Corre mechones de pelo de mi cara para besarme.
- Lo sé, amor... - Siente mi pronto orgasmo y me abraza más fuerte.
Chupa mis labios y se empuja más contra mí, enterrándose más.
Y grito, mientras él se viene en mí.
Mi mundo se inclina en su eje y llama al mío, al sentirlo llenando mi interior.
Libera suavemente el dominio de su abrazo, pero nunca me suelta.
Herónimo se deja caer al piso conmigo encima, acostando con su cabeza en la alfombra y apoyando, la mía en su pecho.
Jadeando e intentando calmar, nuestras respiraciones entrecortadas.
Ambos resbaladizos por el sudor y nuestro orgasmos líquidos mojándonos y sin importarnos, nos abrazamos mirando el techo de un bonito tono en la gama de los ocres.
- Entonces... - Dice Hero, una vez que su respiración la tiene bajo control. - ...esta, es la casa para nosotros, nena?
Me acomodo más en su pecho.
- Me gusta esa pared. - Digo, señalando con un dedo en la que me aprisionó y cogió de forma salvaje momentos antes.
Seguido a seguir indicando, la puerta que pateó.
- Y esa es una buena puerta, muy resistente por cierto... - Acoto.
Mi mirada se eleva y la suya, baja para mirarnos e instantáneamente echarnos a reír a carcajadas.
Puto canino más gastado e inclinado que su gemelo, que se muestra con la gloria de sus risas en apogeo y para nada escurridizas u oxidadas como antes.
Herónimo besa mi frente riendo, cuando se rueda sobre mi dejándome abajo.
Entrelaza mis dedos con los suyos y los muerde con ternura a cada uno.
- Ya aprobaste una pared y una puerta ¿Quieres, aprobar el resto?
¿Más cerdo y dulce al mismo tiempo?
Imposible.
Y vuelvo a reír a carcajadas de vuelta.
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