CAPITULO 5

HERÓNIMO

Imposible ponerme una camiseta con mi brazo enyesado y opto con ayuda de Marcello, por una camisa blanca.

Más accesible de poner y más cómodo.

Salgo del ascensor y camino por el estacionamiento del Blustery con Collins a mi lado y en dirección al BMW gris estacionado en su parking, para recoger a Vangelis del Holding.

- ¿Todo está listo? - Le digo, acomodando con mi mano el cuello de mi camisa, dejando los tres primeros botones del cuello abiertos y mirando serio hacia adelante.

- Sí, señor Mon. - Dice, abriendo la puerta trasera para mí. - El señor Eliot Hart, se está encargando de movilizar la gente.

Bien.

De forma nerviosa paso mi mano por el pelo una vez dentro, mientras el coche se mezcla entre el tráfico y las calles.

Acomodo mis lentes y suspiro.

Y mis ojos bajan al sobre de papel madera que dejé sobre el asiento a mi lado y lo acaricio.

Espero que sea perfecto para mi nena, también.

YO

Apoyo mi barbilla en mi puño, mirando la pantalla de mi compu y jugando con mi bolígrafo entre mis dedos.

En realidad, miro a la nada.

Mi mente no coopera.

Porque, solo la tengo ocupada con una pregunta.

¿Qué diablos se traerá entre manos, Herónimo Mon?

- ¡Última caja, mudada! - Dice Mel, entrando a mi box y echándose de forma agotada en mi silla extra.

- ¿Mudó ya todo a su nuevo despacho, jefa? - Digo riendo.

Hace una mueca.

- Sí y a partir de mañana, seré su nueva supervisora a cargo y todos ustedes... - Señala el piso con un giro de su dedo pintado de violeta, sin cambiar su postura. - Serán mis putos esclavos...

Nos miramos y rompemos en risas.

Mis ojos vagan a Áaron que desde la ventana del despacho, junta sus últimas pertenencias en una caja, arriba del escritorio.

Me inclino a mi amiga.

- ¿Sabes, por qué renunció? - Susurro por lo bajo.

- La vuelta a su pueblo... - Susurra, también. - ...pero, no por problemas familiares como todos decían. - hace un globo con su chicle, hoy de color verde.

Lo explota, sonriendo.

- Conoció una chica... - Lo mira y luego a mí. - ...me contó que ambos están muy enamorados y se van a casar el mes próximo ¿Puedes creerlo? - Me dice entusiasmada. - ¿Nuestro lindo y sexy supervisor de ojos grises, lo tenía guardadito, no?

Llevo mis manos a mi pecho.

- ¡Awww...Eso es tan lindo! - Murmuro emocionada, porque los casamientos me pueden.

Amo las bodas.

¿Entonces, por qué rechazo a Herónimo, dicen ustedes?

Porque le voy a dar el sí, cuando se supere en sus No.Avances.De.Propuesta.Matrimonial.

Sip.

Como leyeron.

Les explico para que entiendan.

Como vieron, nuestro Herónimo da asco con sus propuestas matrimoniales.

Lo hace de forma llámenlo, desabrido, directo, gruñéndolo y tipo orden.

Sin corazones ni violines con una linda luna llena de fondo y flores.

Y eso, es lo que me gusta.

Porque es su él, en su mayor esplendor.

Sincero y espontáneo.

Que lo hace parecer frío a cada una de sus propuestas.

Pero, créanme.

Que cada vez que me lo pide.

Solo tienen que mirar su ojos, para darse cuenta que no lo es.

Ver a través de ellos a su corazón cuando lo dice.

Y aunque lo sea tipo una orden, porque pese a que todas sabemos de su fama déspota y controladora.

Herónimo en realidad, es puro amor y calor.

Porque, él es especial...

Y por eso tengo fe en él y en que va a superarse con ello.

Y cuando esa peor propuesta aparezca, le voy a dar el sí, para siempre.

- ¿Lista para el almuerzo? - Dice Rodo, por sobre mi box a Mel.

Mi amiga le pide un segundo con un dedo, sacando su espejito de bolsillo de su saco.

Rodo le rueda los ojos al ver como acomoda su labial rosa con un dedo y mira sus lindos ojos negros, delineados a través de él.

- ¿Tienes perfume? - Me pregunta.

Sonrío, señalando mi bolso.

Busca en su interior y se echa un poco en el cuello.

- Nena, tengo hambre... - Gime suplicante Rodo, mirando su reloj por la demora.

- Mejor tarde, que fea. - Ríe Mel, poniendo un poco de crema de peinar mía en sus bucles y que encontró en el fondo también, ahuecando sus manos en ellos para darle forma.

Rodo sonríe y la abraza cuando sale de mi box y le da un ruidoso beso en los labios.

- Serías la fea más linda del mundo...

Y los miro embobada.

Porque son tan tiernos y tan raros.

Los amo.

- ¿Vienes, Van? - Me pregunta Mel, girándose hacia mí.

Niego.

- Nop. Herónimo viene a bucarme. - Miro a Rodo desde mi silla y descansando una mejilla en mi mano. - ¿Sabes algo del misterioso sobre de papel madera?

Y abre sus ojos asombrado.

- Ohh, sí... - Ladea su cabeza, sospechoso. - ¿Y tú, cómo sabes de eso?

Ruedo mis ojos.

- Porque se le hizo carne. Donde va, está ese jodido sobre con él. - Mi curiosidad me puede. - ¿Viste que hay en el interior? ¿Qué es?

Y su sonrisa a toda potencia aparece en su rostro.

- Es perfecto. - Dice.

Lo miro feo.

No es la respuesta que busco.

Ríe.

- ¿Te va a mostrar lo que hay en su interior?

Asiento, mordiendo aburrida mi bolígrafo.

Y rasca su mandíbula, pensativo.

- Eso, es raro...

Me encojo de hombros como respuesta, mientras los dejo irse y comienzo a guardar las cosas en mis cajones y en el archivo.

Miro mi reloj, Hero vendrá por mí en minutos y apago la computadora en el proceso.

- ¡Hey, Van! -Levanto mi cara del box, para encontrarme la sonriente mirada de Áaron, llevando una caja mediana con sus pertenencias en manos.

La miro y hago una mueca.

- ¿Despedida? - Digo triste.

Y su linda sonrisa, aparece.

- Nahh...lo dejemos como un hasta luego, amiga...

Sonrío, saliendo de mi box.

- Se te va extrañar, Áaron. Fuiste un gran compañero y jefe.

Pese a su leve barba de matiz caoba, sus mejillas toman un leve rubor.

- ¿De veras?

Lo abrazo por sobre la caja.

- Sip.

Y sonríe conmigo, dejándose abrazar.

- Yo también, Vangelis...

No llores Van.

Jodidas hormonas.

Me vuelvo sobre él.

- ¿Oye, me dijeron que te casas? - Exclamo feliz. - ¡Muchas felicidades por ello!

Y sus ojos grises se iluminan.

- Sí, es la idea. Va ser algo más bien íntimo, pero ya empecé con ello... - Ríe de buena gana.

Eleva la caja que sostiene divertido.

- Por eso el apuro...ya sabes, mujeres... - Rueda sus ojos.

El sonido de la entrada de un texto de mi celular, nos interrumpe.

Lo abrazo nuevamente.

- ¡Cuídate Áaron, quiero que seas muy feliz!

Frota mi espalda con cariño.

- Estoy seguro que sí, Vangelis... - Me mira profundo. Guau. - Estamos en contacto, nena... - Se despide y le sonrío volviendo en busca de mi cartera y por mi celular.

Chequeo el mensaje mientras lo observo como saluda con abrazos de mis otros compañeros del piso 17.

Y llegando a recepción, que echa un último vistazo y eleva una mano hacia mí, largamente y por última vez.

Hago lo mismo.

Seguido de bajar mi vista a mi celular.

Herónimo:

12:01h - " En camino. Te mando un beso y ni mierda, pienses que es casto ;) "

Suelto una risita.

HERÓNIMO

Entro al Holding por la puerta principal, desechando la idea de mi ascensor personal.

Miro sospechoso todo.

Se puede sentir un ambiente más relajado a mi alrededor.

¿Y eso?

Tal vez, ya no intimido como antes.

Porque en el trayecto caminando por el hall principal y en dirección a los ascensores, mis activos en varias ocasiones me saludan con una sonrisa.

¿Pero qué, mierda?

Frunzo mis cejas y miro a Collins.

Se encoje de hombros como respuesta.

Está tan sorprendido como yo, aunque se sonríe ante ello.

Nueve días.

Nueve días internado por la paliza de mi vida, para que se dieran cuenta que soy de carne y hueso con un brazo enyesado.

Un simple hombre.

Y no, un monstruo o personaje oscuro e inmortal.

Antes de ir por mi rayo, paso por mi piso para supervisar lo sucedido en esta semana en TINERCA durante mi ausencia.

Y pasa exactamente lo mismo.

Hasta un activo me felicitó por la buena pelea y palmeó mi hombro.

¿Pueden creerlo?

A mí.

A Herónimo Mon.

Repito.

¿Y eso?

Estoy intrigado.

Llámenlo disyuntiva si quieren de saber si me agrada o mandarlos a la mierda a todos.

Lo extraño es que el rendimiento de todo mi personal estos días en sus diferentes áreas de acuerdo lo que me muestra Collins desde mi oficina en las carpetas, sigue al tope máximo.

Siempre creí que no tener una mano dura con mis activos, crearía una conductas pocos profesionales.

Pero, al parecer no es así...

Interesante.

YO

Extiendo mi mano.

- Bien, dámelo. - Digo, esperando el ascensor a su lado.

Herónimo mira el sobre que lleva en su mano luego a mí y me arquea una ceja.

- ¿Directa al grano, eh?

Sonrío.

- Negocios son negocios, Mon. Cumplí, ahora tu turno... - Respondo, introduciéndome con él y Collins al ascensor. - Mi sobre. - Pido.

Muerde su risa.

- ¿Tu sobre?

- Aha... - Murmuro.

Mira a Collins y ambos se sonríen cómplices, seguido a mí, otra vez.

- Juro que es tuyo, nena...

¿Eh?

- Pero, solo te pido 15 minutos y abres el sobre, si? - Me promete.

Está nervioso, aunque lo intentaba disimular y accedo de mala gana y con una mueca.

Me atrae a él y me besa profundo con esos labios suyos tan llenos, marcados y comestibles que tiene agradecido.

Es tan hermoso como molesto.

Llámenme caprichosa, pero yo quería ese sobre.

Me rodea con sus brazos y besa mi sien en el estacionamiento por mi cara por ello y ríe más, cuando le gruño por lo bajo, que era un cretino contra mi ansiedad.

- ¿Lista para ver lo que hay en el sobre? - Me dice, abrochando mi cinturón de seguridad.

Nuestros ojos a centímetro y nuestras narices, se rozan.

Sonrío feliz.

- Super lista. - Creo...

Acaricia la punta de mi nariz con la suya, para luego sonreír satisfecho levantando el dichoso sobre de papel madera entre nosotros dos.

Sus ojos me sonríen.

- Todo tuyo, amor...












Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top