CAPITULO 33
YO
El gran predio de muchas manzanas compuesto por lo que es TINERCA con su astillero metalúrgico y el Holding, se encuentra atestado de coches estacionados rigurosamente por el cuerpo de valet uniformado de la empresa contratada.
La noche despejada y llena de estrellas es cálidamente amenazada por pequeños nubarrones en tonos azulados y negros con refucilos en la lejanía, que se contrarrestan con los grandes reflectores láser yendo y viniendo desde la cúspide del Holding y su azotea, que vienen y van, iluminando el cielo y el edificio con el gran cartel dando la bienvenida a la gran Opening Summer de las T8P y desfile del año por el diseñador Hollywood L'arou.
Collins estaciona el coche en la entrada principal y sobre una extensa alfombra roja que lleva al interior del edificio vallada por pies de aceros y delicados cordones en gamuza bermellón colgando de ellas y hombres de negro, pertenecientes al equipo de seguridad de Collins, para retener al público atestado y presente curiosos como a los paparazzis.
Herónimo frunce su ceño al ver a través de su ventanilla polarizada de oscuro, tanta movida de gente detrás de los vallados.
Griterío, exclamaciones de asombro, disparos de cámaras de fotos y de celulares estallan, cuando Grands bajando del lado del acompañante y abotonando su saco de vestir negro, abre la puerta del lado de Herónimo.
- ¿Lista, rayo? - Me pregunta dentro de su silencio, con cierta preocupación acariciando con su pulgar mi mano entre la suya.
Su mente trabaja y escanea todo lo que rodea, analizando con una frialdad total y absoluta.
El señor oscuro y el rey del acero de las T8P, está presente.
¿Por qué?
Durante un segundo, me replanté por su mal disimulo de preocupación.
Quería entender y preguntarle, que le afectaba tanto por la forma en que miraba desde que salimos de la casona.
Pero, negué para mis adentros.
Debe estar nervioso.
Las fiestas y el tumulto de gente no es lo suyo.
Solo eso.
Tranquila, Vangelis.
Respiro profundo y solo asiento.
Se sonríe y besa mis labios.
- No te separes de mí, nena... - Me dice.
La gente detrás y a la espera, explota en aplausos y exclamación, cuando nuestro jodido príncipe azul hermoso, guapo y de smoking negro sale de este sosteniendo su puerta abierta Grands y saluda con una mano en el aire a todo el público presente, serio.
Muy serio.
Me ayuda a salir y me envuelve entre sus brazos posesivamente, cuando dejamos bajos lo ruegos de los periodistas, que nos saquen fotos por solo unos momentos a los dos sobre la alfombra roja.
La música golpea nuestros oídos, mientras caminamos en dirección al gran salón internacional del Holding.
El lugar lleno de glamour, con servicio y decoración por excelencia a cargo de Holywood, se encuentra lleno y atestado de invitados vestidos de gala y mi boca cae, al ver actores de la talla de Leonardo de Caprio y Angelina Jolie entre otros, con copas en mano del fino champagne hablando y riendo con otros invitados.
La gran pasarela de unos veinte metros de largo por uno de alto de blanco esmerilado y luces a su alrededor con el logo y marca de Hollywood preside y corona el lugar.
Herónimo a mi lado y apoyando su mano en mi baja cintura, me guía a nuestra mesa reservada muy cerca de la pasarela, donde Rodo y Mel esperan por nosotros.
A su paso, saluda y estrecha las manos de muchos personajes del ambiente Mercantil y artístico felicitándolo por la gran velada.
Me presenta a ellos como su esposa y estos, como abogados prestigiosos, actores de primer nivel, accionistas y políticos.
Me abrazo al llegar, emocionada con mi mejor amiga mientras tomamos asiento en nuestra mesa.
Mel está extasiada y totalmente fascinada por tanto glamour alrededor nuestro.
- ¿No es grandioso? - Exclama radiante y arreglando la tira de su lindo vestido rojo. - ¿Puedes creerlo? ¡Fui tras bambalinas a felicitar a Hollywood y vi en persona al modelo Stephen James en ropa interior! - Chilla con una mano hiperventilando su cuello.
Río.
Rodo la mira con odio.
- ¡Oye mujer, estoy delante tuyo! - Hace una mueca triste. - Yo soy tan bonito como él... - Dice tristón.
Herónimo le rueda los ojos y yo, río a carcajadas.
Mel acaricia su rostro desconsolado.
- Nunca te cambiaría, mi sexy moreno latino... - Le susurra ganándose esa sonrisa a toda potencia que puede ser un arma de destrucción masiva para mujeres de lo linda que es, de Rodrigo.
Hollywood aparece en compañía de Marcello, esquivando invitados para llegar a nosotros.
Ambos muy guapos en sus trajes despampanantes y enamorados.
Sip.
Nuestra boda fue el último flechazo de cupido, consolidando esa linda relación que se iba formando entre ellos.
- ¡Darling! - Jadea dentro de su euforia por todo esto. - ¡Tu turno, corazón!
Herónimo se reacomoda en su asiento.
- ¿Turno, para qué? - Dice de mala gana, besando mi mano aún con las suyas.
Hollywood le rueda los ojos y truena sus finos como delicados dedos frente a él.
- ¡Your atention please! El desfile, está por comenzar! ¡La princess desfila, cariño!
- Mamis&pregnant. - Le recuerdo, poniéndome de pie.
- Carajo... - Gruñe. - Cierto. - Murmura. - Voy contigo. - Intenta ponerse de pie, deslizando su silla para atrás.
Su primo lo frena.
- Stop, cariño. Te quedas sentado a disfrutar a tu reina arriba de la pasarela.
- ¡Qué! - Bufa. - ¡Ni una mierda, Hollywood! ¡Dije, que voy!
Hollywood apoya ambas manos en la pequeña mesa redonda, inclinando su cuerpo hacia él de forma amenazante.
- El 80% de los modelos masculinos son gay, primo y las modelos heteros. - Lo mira de arriba de abajo. - Eres el caliente y sexy Herónimo Mon ¿Qué tipo de holocausto hormonal crees que puedes desatar con tu presencia, allí detrás? - Eleva un bonito dedo pintada su uña de violeta. - Mi fiesta, mis reglas, darling...
Herónimo,me mira suplicante.
- Nena... - Gime, pidiendo apoyo por mí.
Me encojo de hombros riendo y acuno su rostro con mis manos y beso su frente como consuelo.
- Será divertido, Hero...lo prometo... - Susurro en su oído.
- Hermano, deja que se divierta un poco arriba de la pasarela. - Acota Rodo alegre, mientras da acceso a una camarera con bandeja en mano de bocados gourmet y sushi, con copas de fino champagne para nuestra mesa.
Y hace una mueca, confundido.
- Estoy aquí, nena... - Me dice desconsolado y ya empezando a aflojar la pajarilla de su cuello.
Que exagerado.
Sonrío.
Apoyo mi frente con la de él.
- Vuelvo rápido. - Prometo.
Me dejo llevar escoltada de los brazos de Hollywood y Marcello a ambos lados.
- ¿Herónimo? - Lo llamo.
- ¿Qué rayo?
Me giro sobre mi hombro caminando con ellos en dirección a la pasarela.
- ¿De qué color, tienes los ojos? - Grito importándome nada de tanta gente famosa reconocida a nuestro alrededor, escuchándome.
Niega divertido y apoyando un codo en la mesa y mano en la mejilla sonriendo, sin dejar de mirarme.
- Naranja, amor... - Responde, sin dejar de mirarme con esos ojos embrujados de lindos, mientras me pierdo entre los invitados de pie y camino a la pasarela.
Río a carcajadas.
***EL AGRESOR***
Un fuerte codazo.
Maldigo para mis adentros al estúpido periodista, que como todos, intenta abrirse paso entre el atestado público, para la primicia de una foto de ellos en la primera plana de su periódico, frente a la alfombra roja.
Procuro tranquilizarme para no golpear al imbécil, que ni siquiera se disculpó por ello.
Respiro con profundidad, para calmarme.
Sería malo para mis planes, llamar la atención de los gorilas que frente a nosotros, custodian que nada se salga de control por una pelea.
Retrocedo unos pasos atrás para no ser reconocido por ellos que pie y abrazados, se dejan tomar fotos bajo las exclamaciones suplicantes de todo los admiradores y paparazzis, por una foto de ellos juntos.
Antes de irme, la miro por última vez.
Está hermosa con su vestido negro y sonriendo con cierta timidez al público que reclama a gritos, la atención de ellos por unos segundos.
Me vuelvo sobre mis pies y del lado contrario, alisando con mis manos mi chaquetilla del uniforme de mi disfraz perfecto.
Camino en dirección a un costado del gran edificio, una zona casi desierta y semi oscura, que solo está llena por un par de camiones del servicio de catering estacionados.
Es la entrada de servicio para empleados.
Sacando mi gorra de la empresa que me contrató para esta gala del bolsillo trasero de mi pantalón, la acomodo en mi cabeza echando mi pelo hacia atrás.
Otro gorila de oscuro traje está en ella sentado en una banqueta y custodiando el acceso al lugar bebiendo de una lata.
Le muestro mi credencial que cuelga de mi cuello con mi foto pero un nombre falso, para que me permita el paso.
Se pone de pie y la verifica con un escáner su legitimidad, mientras enciendo un cigarrillo con mi encendedor.
Me mira.
- ¡Esta prohibido fumar, hombre! - Me ladra, al verme lanzar una gran bocanada de humo.
- Lo siento...yo, no lo sabía... - Exclamo, fingiendo sorpresa y tirando la colilla encendida, perfectamente en la alfombra del piso en el interior por estar la puerta abierta que custodia.
- ¡Por eso, hombre! - Gruñe exasperado y volteando su voluminoso cuerpo, para apagarlo con un pie.
Ruedo mis ojos mientras tiro una pastilla en el interior de lata de Red Bull que dejó sobre la banqueta a medio tomar.
Linda combinación.
- Lo lamento...mucho... - Balbuceo tímido y con amargura con las manos en los bolsillos de mi pantalón ingresando y pasando por su lado.
Gruñe otra vez, algo intangible para mis oídos como respuestas a mis disculpas.
- Dulce sueños, grandulón... - Susurro por lo bajo, mientras me hago paso empujando la puerta de la cocina industrial.
El sonido típicos de platos y bártulos con los gritos del Chef con órdenes a sus ayudantes, invade el lugar.
Camino a través de ellos, aflojando mi corbata gris de mi uniforme con una sonrisa en los labios.
De una puerta alejada de esta, donde se encuentran utensilios de limpieza para el edificio y varios carritos con ruedas con sus productos de limpieza, me introduzco.
Me despojo de mi chaquetilla y corbata, la hago un bollo y ubico en el fondo de esta.
Más tarde me encargaré de quemarlos.
Silbando una vieja canción que mi padre me enseñó, descuelgo una de muchas chaquetas blancas de percheros en una pared.
La de servicio de limpieza del Holding.
Empujo el carrito seleccionado fuera de la habitación, mientras cambio mi gorra también y busco mi gran bolsa negra de residuos, que guardé un tiempo atrás esperando.
Para hoy.
El gran día...
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