CAPITULO 32
YO
- ¡No! - Chillo, buscando con una mano y tanteando por más frazadas, para taparme más la almohada sobre mi cabeza.
Jódete, Mon.
Herónimo de pie y aunque no lo veo, lo siento cambiar de postura al lado de nuestra cama.
Impaciente.
Muy impaciente.
Resoplido.
Otro cambio de postura, por parte de él.
Y un suspiro de resignación.
Todo eso, sin verlo.
- Nena... - Suplica su voz. - Con esa actitud si las bebés deciden venir, llegaremos al Hospital cuando cumplan 21 años.
Río, bajo la almohada.
Puto control de Herónimo Mon.
- Es que tengo mucho sueño... - Gimoteo entre las dulces, hermosas y calentitas frazadas que me piden a grito que me deje abrazar por ellas y dormir tan solo un poco más.
Solo cinco minutos...
Sería orgásmico.
No pudimos ir de luna de miel después de nuestra boda por mi estado.
Entrando en mitad del tercer trimestre de embarazo en avión por muchas horas, la altura y la presión de una embarazada, no son mejores las amigas.
Cuba donde Herónimo posee una gran casa frente a la playa, quedará para después del nacimiento de nuestras bebas.
Herónimo decidió tomarse un descanso de las T8P, hasta el nacimiento de nuestras hijas.
Sip.
Dejando a cargo a Collins y Millers en el Holding y atender lo que requiera de urgencia su presencia, desde su oficina de la casona.
Su condenado control por la pronta llegada de las bebas, lo mantiene alerta y planificando sus llegadas en ese corto espacio de tiempo y en lo que es su descanso.
Entre esas cosas, como que el coche reservado para ello, esté listo y en posición para salir de urgencia.
Y ya reservado la habitación de la clínica neonatal y verificar esta en persona y con su puntilloso detallismo exasperante que sea de su agrado, como el equipo de médicos que estará a cargo de mí.
Como también, la planificación y ruedo mis ojos por ello, del tiempo estipulado que demoraríamos desde la casona hasta el Hospital Central. Armando a la par, pero bajo la risa de Collins, un "esquema" con cálculos específicos en minutos teniendo en cuenta calles anexas y semáforos, de como ir desde nuestra casona hasta el Hospital sin contratiempos en el trayecto.
Levanto apenas la almohada, para ojearlo y lo recorro con la mirada hacia arriba.
Descalzo.
Sus viejos pantalones de gimnasia prelavados.
Camiseta clara con cuello en V ceñida a su cuerpo.
Brazos tatuados cruzados sobre su pecho con un cronómetro en mano muy bonito en color azul.
Y cara como postura de mierda.
Adorable el cabrón.
Me arquea una ceja.
- ¿Disfrutando la vista? - Me dice con esa voz grave y caliente que tiene.
Hermoso como cretino.
- No te ilusiones, son tus tatuajes. - Repetí como una vez en mi departamento melocotón, la primera vez que fue y la comisura de sus labios, se eleva con su sonrisa.
Sube a nuestra cama, para ser preciso a horcajadas mío, con sus piernas rodeando y presionando las mías.
Dulce Jesús, que hermosa vista masculina ante mis ojos.
- Mientes como el culo, rayo de sol. - Exclama, corriendo las sábanas con dos de sus dedos y con suavidad, para despejarlas de mi rostro y parte de mi cuerpo, exponiendo mi vieja remera puesta de Mickey Mouse, apenas sosteniendo mi abdomen de muchos meses.
Sip, eso es cierto, soy muy mala mintiendo.
Sus ojos me recorren continuando sus dedos exploradores por el borde de mi remera y subirlos hasta la exposición de mis pechos desnudos en su interior y sin sujetador.
- Hola mis bebitas... - Saluda con un tierno beso a mi abdomen. - ...hola, mamita... - Saluda después a mí, acariciando con su nariz mis pechos, para luego jugar y besar uno con su boca.
Suelto una risa.
- ¿No íbamos a cronometrar la salida de la casona hasta el Hospital?- Digo y jadeo, al sentir sus húmeda lengua y boca amamantándose de mi pezón.
Niega entretenido con mi pecho, para soltarlo con un pequeño y dulce pop.
- A la mierda el cronometro... - Murmura divertido, lanzando el bonito aparato de color azul, sabe Dios donde en la habitación y a continuación, su camiseta por el cuello.
Y su media sonrisa sucia, aparece.
- Oh... - Susurro, dejándome desnudar.
- ...Oh. - Repite él, acariciando mi mejilla con ternura y de la misma manera, con una de sus rodillas, separando mis piernas.
Dulce mierda.....
HERÓNIMO
- Carajo... - Gruño, acomodando el cuello de mi chaqueta del smoking negro desde la sala. - ¿En serio? - Le digo de mala gana al verla.
El sonido de los tacones altos de mi nena bajando las escaleras con cuidado, hace darme vuelta a su dirección.
Llegando al descanso, se detiene y se da la vuelta sobre su lugar para que la admire.
Porque eso hago, maldita sea.
Admirar a mi mujer, vestida con sencillo pero delicado vestido de fiesta CORTO, sin breteles en color negro y gargantilla de brillantes a juego con su aretes y su lindo pelo, recogido con su "llego tarde."
Y ahogo una risa.
Porque y como siempre, con mi pluma.
Para la gran fiesta de Opening Summer de las T8P y el mega desfile de Hollywood.
Maldita sea, como amo eso de ella.
Nunca cambies, nena...
YO
Se agarra el puente de su nariz con un resoplido, para luego mirarme.
- Eso, está corto...tú, no... - Bufa. - ...se te ven tus lindas piernitas...mucho. - Me llora.
Arrugo mi nariz.
- No te estoy pidiendo permiso, Herónimo. - Pongo una mano en la cadera y con la otra acaricio a Rata que viene a mi encuentro. - Solo quiero tu opinión.
Hero me da la espalda con la mano en el pecho.
Cierto, su angina.
Para luego, oírlo refunfuñar pasando su mano por la nuca varias veces, mascullando ciertas maldiciones al diseñador por este vestido tan corto.
Gruñe y después suspira.
- Creo, que es caliente. - Susurra derrotado, volviendo a mirarme y recolocándose sus lentes.
Me acerco a mi insoportable marido poseso de genética patea culos de hermoso.
Lo beso en su barbilla, mientras acomodo la pajarilla de su smoking, alisando con mis manos su camisa y chaleco con una caricia.
Ahora, sonríe.
Calmé a la bestia.
El carraspeo de la garganta de Collins, nos llama la atención y giramos a él de pie en la entrada de la puerta.
- ¿Todo listo, Collins? - Pregunta Herónimo, ayudando a ponerme mi abrigo.
Asiente.
- Bien. - Dice entrelazando mi mano con la suya para salir afuera y en dirección al BMW.
Le da un último vistazo a toda la casa antes de salir con esa mirada tan suya de control, glacial...y de preocupación?
¿Eh?
- ¿Sucede algo? - Pregunto al salir afuera, mientras Collins se encarga de cerrarla con su circuito de seguridad.
Grands no abre la puerta trasera del coche.
HERÓNIMO
Lanza una mirada preocupada hacia mí.
No la asustes, Mon.
La miro.
Mi rayo es hermosa y sin esfuerzos.
Sus labios llenos, marcados con brillo cereza y besables, me preguntaron si sucedía algo.
Y miento con una sonrisa.
- No, nena. - Acaricio su pelo y beso su frente, mientras la ayudo a subir al coche.
Sé que sigo sonriendo, pero mis ojos dicen otra cosa y agradezco la oscuridad de la noche y del interior del auto, para que mi nena no se de cuenta de ello.
¿Qué demonios fue eso?
¿Eso que sentí al salir de casa?
Fue como un escalofrío que sacudió mi espina dorsal.
Fuerte.
La atraigo a Vangelis, más contra mí.
Ni mierda, lejos mío...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top