CAPITULO 31

                                                   ***EL AGRESOR***


Mis ojos no podían dejar de mirarla.

Tan bonita.

Tan perfecta.

Tan ángel su aura, mientras se daba paso al altar del brazo de su padre con el reflejo del ocaso de sol de la tarde y con su vestido de novia.

La miraba como todo invitado de pie al lado de nuestras sillas, extasiado y maravillado.

Era difícil no hacerlo.

Si Vangelis, mi ángel, es un ser perfecto de dulzura y amor.

Mis ojos van al novio en el altar.

Herónimo Mon.

Alto, fuerte y elegante en su traje de novio en negro y blanco.

Desde el comienzo de la ceremonia y a la espera de la novia, fui testigo como el público femenino, se rompía en suspiros por él, con comentarios por lo bajo de su atractivo físico y belleza masculina.

Inclusive mi compañera.

La chica que invité a la boda a desgano anoche y conocí en el bar que frecuento, para no levantar sospechas.

Necesitaba mucho alcohol, distracción de música fuerte y sexo duro con una desconocida en el baño del bar, para pasar estas 12h y no cometer el error de adelantar mis planes.

La chica que tenía a mi lado era un freno a mis impulsos.

El impulso por amor y a mi delirio de tenerla ya conmigo, de haberla tomado ayer cuando merodeé la casona tranquilo sin las miradas bajo sospecha de nadie, por tanta gente yendo y viniendo del servicio de bodas.

Inclusive hoy por el interior de la misma con el uniforme gris que saqué de un camión y aparentar ser uno de las dos docenas de repartidores de flores que bajaban y subían con grandes ramos de flores naturales para la ambientación del lugar.

Acomodé más mi gorra abajo de mi rostro, para ocultarme más y me moví a mi placer por la casona para familiarizarme con el circuito de seguridad y ubicar las proporciones de la gran casona.

Todo por el impulso del dolor.

El de ser testigo con mis propios ojos, de como la mujer que amo se entrega a otro hombre.

- Él novio es muy guapo y lindo... - Dijo mi compañera.

Mujerzuela barata.

- Lo es. - Solo murmuré y odiando no ser yo, el que tenía frente al sacerdote y entrelazadas las manos con mi ángel en el altar.

- ¿Eres familiar de la novia? - Preguntó girando su cabeza y sonriendo para ver como todo el público presente otra vez de pie, aplaudían y festejaban el sagrado sacramento consolidado.

- Allegado de ella... - Dije entredientes, aplaudiendo yo también, como todos para disimular.

Y puñal para mi corazón.

Fuerte.

Muy fuerte.

Al ver como él sonriente, la elevaba con sus brazos en la cintura y siendo testigo de como la besaba apasionadamente, frente a todos nosotros.

Frente a mí.

Y el puñal se enterró más en mi pecho.

Y dolía, mucho.

Pero pronto todo cambiará, me consolé.

Vangelis solo está fascinada y embelesada por tanta grandeza.

Tanto poder.

El amor no es eso.

Amar, es pasión.

Y yo, se lo voy a demostrar.

Ella entenderá.

Porque mi ángel, es dulce y comprensiva.

Porque la conozco, ella es natural y pura, desde que la conocí y la vi por primera vez.

Ella recapacitará cuando hable con ella y se dará cuenta de ello, de que como yo la amo, nadie lo hace.

Porque Herónimo Mon, no es amor.

Es soberbia y poder.

Y la hace llorar.

Yo lo vi, fui testigo de ello en el estacionamiento de ese Hospital Infantil.

Respiro hondamente y tomando la mano de mi compañera, me hago camino como todos los invitado a felicitar a los novios.

Pronto te voy a salvar de las garras de ese hombre, mi ángel...

HERÓNIMO

Los violines a cargo de una pequeña banda sinfónica de hombres y una mujer con un violonchelo, ubicados en un extremo del jardín empezaron a sonar melodiosamente con finos acordes clásicos de Canon en Re mayor versión Pachelbel, bajo la noche cálida y estrellada.

Siendo nuestro jardín, solo iluminado por guirnaldas de luces puestas y decoradas, por la dirección de mi primo y Vangelis.

Dejamos con mi nena, después de la ceremonia y de comerle la boca con un beso apasionado, que poco a poco todos los invitados vengan a nuestro encuentro por augurios y felicitaciones.

Demás está decirles, muy en mi contra y arqueo mi ceja por ello, al verlos venir hacia mí.

¿Recuerdan que odio la aglomeración de gente, no?

Sí, sí...las estoy escuchando...

Es nuestra boda.

Que me comporte.

Mierda...

Todo el puto mundo se nos acerca para abrazar a mi nena y estrechar mi mano con felicitaciones.

Empleados y clientes de TINERCA.

Empresarios con sus parejas de la Mercantil Commers.

Incluso ese Theo García que no pude encontrar nada manchado de él (por ahora) en los informes que me ha entregado Collins, en compañía y de la mano de una linda muchacha de vestido azul, invitados por Van.

Los saludos de nuestros familiares y amigos, me sacan de mis pensamientos por el ex de rayo.

Estos últimos, emocionados.

Caramba.

Muy emocionados.

Todos lloran.

Incluso Collins, creo que tiene algo en el ojo.

Lo miro raro.

¿Te estás haciendo mayor hombre?

Llega a nosotros y dudoso en estrechar mi mano, opta por darme un gran abrazo paternal a mí y a mi rayo.

Nop, no le pintó el viejazo.

Estaba emocionado y lloroso nomas, mi primero al mando.

Sip.

Sonrío y lo abrazo como él.

YO

Hero no deja de estar a mi lado en toda esta avalancha de gente y sonrío, porque se comporta impecable con todos los invitados.

Hasta incluso, sonríe un poco.

Un poco, dije.

Con su mano descansando en mi baja espalda, se deja felicitar y estrechar su mano fuera totalmente de algún tipo de amenaza a un ataque de aneurisma y de que corra sangre por su temperamento, frente a tanta avalancha de gente queriendo felicitarnos, sea con abrazos o palmadas a la espalda.

- ¿Puedo abrazar a la novia? - Me giro del que me da mi padre, al ver sonriente Áaron de mi otro lado a la espera de su turno para darlo.

- ¡Áaron! - Chillo feliz. - ¡Viniste! - Me dejo abrazar por él.

Se sonríe divertido.

- ¿Cómo, no? - Me recorre de cuerpo entero. - Eres hermosa, Van...

Está muy guapo con su traje y camisa todo de negro.

Miro a través de su hombro.

- ¿Viniste acompañado de tu futura mujer?

Ríe y señala con su barbilla a una linda muchacha rubia de un rincón solitaria, con un vestido de fiesta en plata largo que que acepta la copa de champagne que le ofrece un camarero.

- ¡Es muy bonita! - Exclamo feliz.

Asiente y se sonríe, también feliz.

- Luego te la presento nena, es una buena chica.

Herónimo se vuelve a nosotros y a mi lado.

- Señor Mon. - Tose Áaron y sonríe. - Muchas felicidades...

Se estrechan la mano.

- Gracias, Áaron.

- ¡Tíos! - Nos interrumpe grititos de mis sobrinos haciéndose paso ambos, entre el gentío a codazos y empujones con sus bracitos.

Me inclino a ellos con Hero, para dejarnos abrazar por los gemelos despidiendo a Áaron con una risa y un encogimiento de hombros por mis sobrinos.

Herónimo alza con cada brazo a cada uno, mientras beso sus mejillas.

- ¡Felicidades señor y señora Mon! - Exclama Rodo y Mel a coro alegres y con copas en manos, seguido de algunos compañeros de trabajo de nuestro piso y del Holding.

Chillo feliz al ver a todos.

Inclusive, al cuartel de víboras.

Dejando con Herónimo que por turno, nos den más abrazos.

- ¡Felicidades, nena! - Andrew aparece por detrás del grupo y de la mano de una chica muy bonita de castaño y vestida de rojo, con cierto aire tímido por no conocer a nadie.

Los abrazo por igual a ambos.

- ¡Gracias!

Apoya su mano con cariño en mi hombro y me acaricia de forma amistosa, mirando a Herónimo que aún con mis sobrinos en brazos, habla animado con Rodo y otros activos del Holding. 

- Te mereces lo mejor, Vangelis...

Mis ojos vagan por Herónimo sin poder dejar de sonreír feliz, para luego a él y la muchacha de su lado. 

- Gracias, Andrew...

- ¡Corazón! - La voz de Hollywood en un impecable smoking todo de blanco, seguido de un atractivo Marcello de traje azul de raso llega a mi jadeante, con pañuelo de puntillas en mano.

Lo pasa desesperado por ese rostro Helénico y hermoso como su primo.

- I sorry, chico bonito... - Se disculpa de Andrew. - ¡Hora de la entrada al salón de los novios! - Jadea con glamour, ante la mirada profunda de este con su chica al lado, por llevarme con Hero de forma apurada hacia otro lugar.

Herónimo resopla a mi lado aliviado, mientras somos llevados por Hollywood y Marcello al gran salón, montado por una enorme carpa blanca en otro extremo del gran jardín.

- Un abrazo más y juro, que empezaba a patear traseros... - Me dice, acomodando sus lentes.

Río a carcajadas.

HERÓNIMO

Debo confesar que la velada continuó maravillosa y reconocer que mi primo Hollywood es un puto genio como Wedding Planner.

Las mesas de blanco con bermellón y su distribución tanto como decoración en plata, excelente, al igual que la ambientación e iluminación como el servicio de catering y comida gourmet.

El Dj anunció después de la cena, el primer baile de novios y mi nena me jala hasta la pista de baile divertida, ya pasada la medianoche.

Pese a su embarazo avanzado, no había atisbo de cansancio en ella.

Carajo.

Su mirada se veía tierna y enamorada, mientras me dejaba guiar sonriendo de la mano hasta el centro de la pista.

La canción comenzó y sus brazos rodearon mi cuello y suspiré, atrayéndola más a mi pecho.

No quisimos un primer baile típico con música clásica o un vals, solo una canción que nos recordara y nos identificara.

Besé sus labios con ternura.

- Te amo jodida y cabrona, señora Mon... – Susurré en sus labios.

Sonrió y sus manos entrelazadas en mi nuca, acariciaron mi pelo sin dejar de bailar.

- Te amo, marido déspota y controlador.

Reí.

De pronto, más personas bailaban entre nosotros.

No éramos ya, rayo y yo solos en la gran pista.

¿Cuándo, sucedió eso?

No tengo la más puta idea.

Estaba focalizado en mi nena.

En mi mujer...

Las canciones de boda empezaron a salir a montones después a cargo del Dj. Con música de los '80, '90 y los de moda, que hace que la gente abandone sus asientos.

Todos estaban en la pista.

Inclusive, empresarios y colegas del ambiente de negocios bailando.

Autoricé la entrada de paparazzis de revistas y periódicos, más importantes de varios países a nuestro casamiento con la negociación de que un porcentaje fuera a Hospitales públicos de su lugar de origen, pero manteniendo su distancia y discreción.

Los continuos disparos de flashes tanto de Nikon, Canon o como de celulares sobre mi persona ya no me molesta.

Nop.

Todos podían sacar la mierda de fotos de mí y ponerla en el jodido internet a placer.

Ya no más eso, Mon.

Ya no más oscuridad...

Mi nena chilla de felicidad en mis brazos con la llegada de todos, agrupándose en la pista.

De nuestra gente querida.

Entre ellos Pulgarcito y Lorna con Caldeo en sus brazos.

Sip.

Adivinaron.

Y para alegría de rayo de sol y mía.

Bajo mi ayuda, el trámite de adopción marchaba bien.

Caldeo ese hermoso niño con los ojos más impresionantes del mundo de un gris cristalino como el hielo.

Iba tener una familia que lo amara incondicionalmente.

A Ángel y Lorna.

La risa de mi madre se siente en los brazos de Collins bailando al compás de la canción cerca nuestro.

Rayo de sol descansa su mejilla en mi pecho y suspira feliz.

- ¿No son una hermosa pareja?

Sonrío mirando a ambos y llevando suave a mi mujer con la canción.

- Lo son, nena...

Eleva su rostro a mí.

Arruga su nariz.

Maldita sea.

Como amo que haga eso y se forme esa constelación de pecas sobre ella.

- ¿Lo sabías?

Sonrío.

- Sip. - Como si nada.

- ¿Y por qué, nunca me lo dijiste? - Me reprocha.

Sonrío.

- Porque Collins, no se decidía, nena... - Murmuro. - ...la mierda esa de no ligar en el trabajo.

Vangelis me mira sorprendida.

- ¿Y Marleane?

Me encojo de hombros.

- Lo ama. - Digo sincero.

Ambos lo volvemos a mirar bailando, muy enamorados con sus miradas una puesta en el otro. 

– Parece, que tengo, nuevo papá. - Suelto y rayo, ríe a carcajadas.

La abrazo más contra mi pecho, mientras su bonito dedo señala otra dirección.

- ¿Otra pareja, naciendo?

Me giro sobre un lado.

En un extremo de la pista Hollywood sentado en una mesa y con copa de champagne en mano, no para de hablar y reír con Marcello.

Elevo mis lentes del puente de mi nariz, para ver mejor.

Su postura es relajada y suelta, hay atención como fascinación entre mi primo y mi viejo amigo.

Y vuelvo a sonreír, negando divertido.

- Puedes apostar mi trasero en ello, nena... - Finalizo, acariciando su mejilla con mi pulgar.



















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